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MISIONEROS EN CAMINO: XVIII Domingo del T.O. (Mt 14, 13-21 ) - Ciclo A: Parar el genocidio del hambre
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sábado, 30 de julio de 2011

XVIII Domingo del T.O. (Mt 14, 13-21 ) - Ciclo A: Parar el genocidio del hambre


Publicado por Antena Misionera Blog

Hace unos días las Naciones Unidas han declarado el estado de “hambruna” en Somalia. No vamos a repetir aquí las cifras que habréis leído o escuchado en los medios de comunicación social.
El problema no apareció hace unos meses… y no afecta sólo a Somalia, sino a muchos países del mundo. Lleva mucho tiempo ignorado por nuestros países preocupados por recuperar su “sistema financiero”. La solvencia de los bancos vale más que la vida de millones de personas.
No les pedimos a las personas que sean perfectas, sino que sean humanas. No les pedimos a economistas y políticos que sean perfectos, sólo que sean humanos.

El evangelio de hoy nos muestra cuál es la actitud de Dios frente al hambre, manifestada en la persona y el actuar de Jesús.

Jesús se encuentra ante una multitud hambrienta y les dice a sus discípulos “dadles vosotros de comer”. La solución es tan sencilla como ser solidarios. Algo que nos cuesta cuando pensamos sólo en nuestro interés.

“Dadles vosotros de comer”: es la respuesta del Señor a la indicación de los discípulos de que mande volver a sus casas a aquella multitud que se ha agolpado, ávida de su palabra esperanzadora y de su apoyo saludable. Un gentío que busca saciar sus ansias profundas, para las que no encuentra respuesta que le satisfaga. Una muchedumbre que, con el deleite de estar con el Señor, se ha olvidado hasta de avituallarse de provisiones.

“Dadles vosotros de comer”. Sí, ya sabemos que el hambre que el Señor ha venido a saciar es el hambre integral, que podemos resumir en encontrar el auténtico sentido a la vida. Pero ahora tienen hambre de pan. Sabemos también que el suculento convite anunciado por los profetas, y recordado hoy por la primera lectura, hacía referencia a los tiempos mesiánicos y abarcaba la respuesta de Dios a todas las necesidades de la humanidad. Pero ahora tienen hambre de pan. E incluso sabemos que la escena evangélica proclamada es anuncio y premonición de la eucaristía. Pero ahora tienen hambre.

“Dadles vosotros de comer”. Jesús ha venido a salvar a todo el hombre y a todos los hombres. Jesús ha venido a liberarnos de todas las estructuras del mal que nos esclaviza. Jesús ha venido a anunciar la buena nueva a los pobres. Estamos de acuerdo en todo. Pero, precisamente por eso, no se queda en palabras bonitas, ni deja la salvación en una nube en manos de los ángeles, ni retrasa la solución hasta que cambien las estructuras, por muy importante que ello sea. Ahora tienen hambre, y aplica su remedio aquí y ahora: «Dadles de comer».

Luego intentará descubrirles ese hambre más profunda y hablará del pan de vida. Ahora, y precisamente cumpliendo los tiempos mesiánicos que él ha inaugurado, se sienta en la ladera con las gentes para comer con ellas.

Hemos venido repitiendo el encargo del Señor, «dadles vosotros de comer», porque la misma escena evangélica se repite hoy en nuestro mundo, pero extendida alarmantemente a millones de seres humanos que también tienen hambre. El mandato que Jesús nos encomienda a sus seguidores es el mismo: «Dadles vosotros de comer».

Sí, ya conocemos aquello de «pan para hoy, hambre para mañana». Somos conscientes de que hemos de trabajar con todas nuestra fuerzas para que cambien las estructuras de un mundo insolidario, escandalosamente desigual y cruelmente injusto. Y vamos a necesitar toda la fe y toda la esperanza que Dios nos conceda, para creer que ese mundo nuevo es posible, porque Cristo lo hizo posible desde su resurrección. Pero mientras tanto, o a la vez, o como signo de nuestro empeño total, esas gentes tienen hambre y hemos de darles de comer.

Solidaridad sería la primera actitud. Amor debe ser la respuesta cristiana. Un amor que se traduce en ayuda eficaz, sin dejar su empuje hacia una acción transformadora de la sociedad. Un amor que se llama justicia, cuando nos desprendemos de caprichos superfluos para llevar pan a quien tiene hambre y ayuda a quien pasa necesidad.

En este último punto podría condensarse nuestro compromiso de hoy. Durante el tiempo de vacaciones seguramente encontraremos más de un gasto innecesario del que poder prescindir para dedicarlo a quienes nada tienen. Si dicha determinación la tomamos en familia, como determinación solidaria, mejor que mejor. ¡Ah!, y no tengáis miedo a que por eso vayáis a pasarlo un poco menos bien. Os aseguro que cuando Cristo dice «dichosos los desprendidos, los misericordiosos, los justos…», habla completamente en serio y de verdad son felices como nadie.

Como dijo alguien: “El pan que verdaderamente alimenta, no es el pan que se come, sino el pan que se da”.

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WebJCP | Abril 2007