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MISIONEROS EN CAMINO: Dinámica sobre el Espíritu para la Catequesis (niños o jóvenes)
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miércoles, 8 de junio de 2011

Dinámica sobre el Espíritu para la Catequesis (niños o jóvenes)



Material: Un ventilador con interruptor y que sea giratorio
Mensaje: Debemos dejar que el Espíritu Santo actúe en nosotros.
Texto: Diálogo entre el sacerdote y un catequista.

S. Vamos a celebrar la fiesta de Pentecostés, la fiesta del Espíritu Santo.

Por Jesús sabemos que Él envió a sus discípulos y a todos los cristianos el Espíritu Santo.

Jesús, más que decirnos quién es el Espíritu Santo, nos dicequé es lo que hace en nosotros. Nos dijo Jesús que es un regalo de Dios para que vivamos alegres, para que seamos valientes y nos atrevamos a hacer una cosa que no todo el mundo se atreve a hacer: amar a los demás.

Vamos a poner un ejemplo para entenderlo bien.



C. La corriente eléctrica. Con ella podemos hacer muchas cosas. Tener luz, calor, hacer funcionar muchos aparatos. Y lo curioso es que no la vemos, pero sabemos todo lo que puede hacer.

S. Así es el Espíritu Santo. No le vemos, pero notamos todo lo bueno que hace en nosotros.

C. La electricidad mueve aparatos, instrumentos. El Espíritu Santo nos mueve a nosotros.

¿Qué os parece si ahora nos imaginamos que cada uno de nosotros es un ventilador?

S. Vamos a imaginar que somos un ventilador. Aquí está.

(Descubre el ventilador).

C. Para que este ventilador haga lo que tiene que hacer, lo tenemos que enchufar. (No lo enchufará hasta que lo diga el sacerdote).

S. Igual que nosotros. Si queremos hacer lo que debemos, ser buenos cristianos y amar, tenemos que estar unidos a

Jesús para poder recibir su Espíritu, su fuerza, su corriente.

¡Enchufa el ventilador! (La catequista lo hace, pero el interruptor estará cerrado) Oye, esto no funciona.

C. Claro. El interruptor está cerrado. No es suficiente que esté enchufado el ventilador.

Hay que abrir el interruptor. No hay que poner obstáculos ni dificultades para que llegue la corriente.

S. Es verdad. También nosotros ponemos a veces dificultades a Jesús. Pensamos más en nosotros que en los demás, no queremos reconocer nuestros fallos, no somos sinceros... y tantas cosas más. Entonces su Espíritu no llega a nosotros. No funcionamos.

C. Quitamos el obstáculo al ventilador. Abrimos el interruptor y funciona. Pero con esto no está todo arreglado. El ventilador tiene que dar aire a las personas. Si lo llevamos a una habitación de la casa donde no hay nadie, no dará aire a nadie.

Será como si estuviera apagado. Un ventilador hay que ponerlo donde están las personas. Tiene que hacer un servicio.

S. Nosotros tenemos que hacer lo mismo. Tenemos muchas cualidades y cosas buenas. Pero si no las ponemos al servicio de los demás es como si no las tuviéramos. No podemos encerrarnos en nuestra habitación, en nuestra casa, en nuestra iglesia, en nuestras cosas. Nuestro aire, nuestro cristianismo, hemos de lanzarlo hacia los demás.

C. Y una última cosa. ¿Sabéis que hay dos clases de ventiladores? Unos están fijos, como ahora este, y sólo dan aire a unas pocas personas.

Pero hay ventiladores que giran. Mirad, este también gira.

(Da al interruptor correspondiente).

Los ventiladores que giran son mejores, porque dan aire a mayor número de personas.

S. También hay dos clases de cristianos. Los que se quedan fijos y sólo se preocupan de algunas cosas y de algunas personas, y los que se preocupan de todas las personas y de todos los problemas del mundo, no sólo de los suyos.

C. Volvamos a recordar una cosa importante. Si un ventilador no está unido a la corriente, no sirve para nada. Es un trasto más.

S. Y si el cristiano no está unido a Jesús, no recibirá su Espíritu. No será un cristiano de verdad.

Vosotros, niños, vais a estar desde hoy más unidos a Jesús. Mantened siempre esta unión con Jesús y su Espíritu Santo.







PENTECOSTÉS, culminación de la Pascua



como un viento recio,

como una llama viva,

como un torrente de agua que mana sin cesar

el Espíritu del Señor resucitado

transforma y fecunda nuestras vidas,

transforma y fecunda el camino de la Iglesia y de la humanidad entera



VALOREMOS LA ACCIÓN DEL ESPÍRITU



VALOREMOS todo lo que en nuestro mundo es obra de gene-

rosidad y de fraternidad, todos los signos de amor, todas las luchas por la justicia, todo lo que hace que los pobres de aquí y de todas partes puedan alcanzar una vida digna; todo lo que en este sentido hacemos los cristianos y todo lo que hacen los que no lo son... porque ahí está la presencia y la acción del Espíritu.

VALOREMOS nuestra comunidad, nuestra parroquia, nuestro movimiento cristiano, la Iglesia entera: todos los esfuerzos,

las actividades, los hallazgos inesperados, la vitalidad renovadora, el anhelo por anunciar el Evangelio, también los dolores que nos pueden ayudar a crecer... porque ahí está la presencia y la acción del Espíritu.

VALOREMOS nuestra oración y la oración de nuestros hermanos, esos momentos en los que nos acercamos personalmente a aquel que nos ama y nos da vida, esos momentos a veces tan luminosos (ya veces, también, oscuros y áridos)... porque ahí está la presencia y la acción del Espíritu.



VALOREMOS nuestro encuentro dominical en la Eucaristía

y la comunión con los hermanos que cada domingo, en el

mundo entero, se reúnen en la misma fe y la misma esperanza,

convocados y alimentados por Jesucristo; y valoremos el don

del bautismo, y de la confirmación, y de la penitencia, y del orden, y del matrimonio, y de la unción de los enfermos... porque ahí está la presencia y la acción del Espíritu.

VALORÉMOSLO y avancemos ahora y siempre en ese camino,

movidos por el Espíritu, hacia la plenitud de Dios.



EL DON DE LA PASCUA

Pentecostés significa el día que hace el número cincuenta. Es la culminación de la Pascua.

Durante cincuenta días, desde la noche de Pascua, hemos celebrado la alegría del Señor Jesús resucitado y presente en medio de nosotros. Hemos celebrado que su camino de amor fiel hasta la muerte es fuente de vida para siempre, es luz y esperanza para siempre, es fuerza e impulso para siempre. Él, el crucificado, es para siempre nuestro guía, nuestro camino, nuestra verdad, nuestra vida.

Y hoy, en este último día, celebramos que el amor de Jesús

hacia nosotros y hacia todo ser humano ha entrado plenamente en nuestro interior, se ha apoderado de nuestro corazón, se ha convertido en vida nuestra. Porque el Espíritu de

Dios, el Espíritu que es el amor pleno que une al Padre y al

Hijo, se ha derramado en el mundo, en la comunidad de seguidores de Jesús, en nosotros.

El Espíritu que anunciaron los profetas. El Espíritu que dio vida y empuje a la primera Iglesia para que llevara a todos los pueblos la gran noticia de Jesús. El Espíritu que hoy también sigue actuando -fuego y aliento de vida- en el mundo y en la Iglesia, llenándonos de sus dones de amor, fe, esperanza, unidad, sabiduría...

El Espíritu es la fuerza de Vida, la fuerza de Dios, que resucitó

a Jesús de entre los muertos. .

El Espíritu hace que la Pascua de Jesús sea nuestra Pascua.

El Espíritu hace que la vida nueva de Jesús pueda ser vida

nueva para nosotros.

Para nosotros y para todos.



VEN, ESPIRITU SANTO

Ven, Padre de los pobres,

llena nuestros corazones,

enciende en nosotros

la llama de tu amor.

Ven, Espíritu creador,

renuévanos como

la tierra entera se renueva en cada primavera

para preparar

las cosechas abundantes del verano.

Ven, Luz, Consuelo y Fortaleza,

aleja de nosotros

la rutina, el temor al riesgo, la desesperanza.

Ven, Espíritu del Señor resucitado,

haznos vivir siempre su Vida.

¡Ven, Espíritu Santo!



"Te pedimos, Padre, que santifiques estos dones con La efusión de tu Espíritu de manera que sean para nosotros Cuerpo y Sangre de Jesucristo, nuestro Señor:.." Es por la acción del Espíritu como todos los domingos, cuando celebramos la Eucaristía, el pan y el vino que ponemos sobre el altar se convierten para nosotros en la presencia viva del Señor.



"Te pedimos, Padre, que el Espíritu Santo congregue en La unidad a cuantos participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo...” Es por la acción del Espíritu como todos los domingos, cuando celebramos la Eucaristía, nos unimos profundamente en el único cuerpo de Cristo y somos transformados para asemejarnos a Él.



VEN, ESPÍRITU SANTO



Como los apóstoles, como María, también nosotros esperamos el don del Espíritu, también nosotros le invocamos para que nos llene con su fuerza, con su luz, con su aliento amoroso.

La Iglesia le necesita. Nuestra comunidad le necesita, cada

uno de nosotros le necesita. Con las palabras de una antigua plegaria que repetimos todos los años en la misa de Pentecostés -la bella secuencia "Veni, Sancte Spiritus"-, libremente recogidas y glosadas, levantamos nuestro corazón y pedimos: ¡Ven, Espíritu Santo!



Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo, entra en el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos, luz que penetra las almas



Necesitamos tu luz, oh Espíritu Santo. En medio de la ventolera de ideas andamos a veces desorientados. En la oscuridad. O en la penumbra. ¿Qué camino hemos de seguir? ¿cuáles son los criterios y prioridades que debe seguir tu Iglesia y cada uno de nosotros? Tú que eres la verdad, ilumínanos.



* Padre amoroso del pobre, mira el vacío del hombre

si tú le faltas por dentro.



Los pobres somos todos. Están vacías de sentido nuestras vidas, si te olvidamos a ti. Creemos tenerlo todo y no tenemos lo principal. Tú eres el que anima a la comunidad cristiana por dentro. Tú eres quien nos anima a cada uno de nosotros para que entremos en comunión con Dios en la palabra, en los Sacramentos, en la vida. Necesitamos de ti. Ven y ayúdanos.



* Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, fuente del mayor consuelo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.



Muchas veces nos sentimos fatigados. Necesitados de tregua y descanso. De frescor en las horas de bochorno y de consuelo en nuestras penas. Ven y danos tu paz, Espíritu Santo. Alivia nuestras preocupaciones. Seca nuestras lágrimas. Tú que habitas dentro de nosotros, danos tu alegría y tu ilusión.



* Mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero .



Tú sí que nos envías siempre tu aliento, pero nosotros estamos distraídos y no nos dejamos llenar de tu gracia. Somos pecadores. De cabeza rebelde. Se nos tuerce fácilmente el camino y elegimos lo que tú no eliges. Ven y danos tu fuerza para que nos convirtamos a tu vida. Purifícanos de todo pecado. Guíanos. Corrígenos. Para que nuestro corazón se deje mover por tus inspiraciones.



* Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo.



Tú que eres agua de vida, agua que fecunda, ven y ayúdanos. Nuestro campo está seco. Riégalo y dale vida. Tú que eres la salud de Dios, ven y ayúdanos. Nuestros corazones no gozan de buena salud. Están enfermos.

Tú, médico espiritual, danos tu medicina y cúranos. Tú que eres la limpieza absoluta, la santidad, el todo Santo. Nosotros, que somos el Pueblo de Dios y el Cuerpo de Cristo, muchas veces no somos santos, estamos llenos de manchas. Ven y purifícanos. Tú que eres fuego y calor divino, transfórmanos, quema lo viejo que hay en nosotros. A los que estamos fríos y desanimados, llénanos de tu calor.



* Don en tus dones espléndido, reparte tus siete dones y danos tu gozo eterno.



Todo tú eres Don gratuito. El mejor regalo que hizo el Resucitado, el día de Pentecostés, a su comunidad. Te pedimos que sigas llenándonos de tus dones, de tus ideas, de tus estímulos, de tu creatividad. Para ser testigos del Reino en este mundo. Tú que eres Amor, llena de ilusión nuestra vida y danos, sobre todo, la alegría de poder vivir para siempre en tu cielo. Amén.



Ven, Espíritu Santo,

llena los corazones de tus fieles

y enciende en ellos la llama de tu amor.





Semillas de esperanza



¿Por qué es aquí tan feliz todo el mundo excepto yo?

- Porque han aprendido a ver la verdad y la belleza de todas partes-respondió el Maestro-.

- Y ¿por qué no veo yo en todas partes la bondad y la belleza?

- Porque no puedes ver fuera de ti lo que no ves en tu interior'.



La fuerza del Espíritu



Es la historia de un hombre que estaba harto de llorar. Miró a su alrededor y vio que tenía delante de sus ojos la felicidad. Estiró la mano y quiso cogerla. La felicidad era una flor.

La cogió, y nada más tenerla en la mano, la flor ya se había deshojado. La felicidad era un rayo de sol. Levantó los ojos para calentar su cara y enseguida una nube lo apagó. La

felicidad era una guitarra. La acarició con sus dedos, pero las cuerdas se desafinaron.

Cuando al atardecer volvía a casa, el hombre seguía llorando.

A la mañana siguiente siguió buscando la felicidad. A la vera del camino había un niño que lloriqueaba. Para consolarlo cogió una flor y se la dio. La fragancia de la flor perfumó a los dos. Una pobre mujer temblaba de frío, cubierta con sus harapos. La llevó hasta el sol y también él se calentó. Un grupo de niños cantaba. Él les acompañó con su guitarra, y también él se deleitó con aquella melodía.

Al volver a casa de noche, el buen hombre sonreía de verdad. había encontrado la felicidad. (H. Otero)



De la carta a los Romanos (Rm 14,17-20.15,13)



El Reino de Dios consiste en la fuerza salvadora, en la paz y la alegría que proceden del Espíritu Santo. Y quien sirve a Cristo de este modo, es grato a Dios y estimado por los hombres. Así pues busquemos lo que fomenta la paz y la concordia de unos con otros. Que Dios, de quien procede la esperanza, llene de alegría y de paz vuestra fe; y que el Espíritu Santo, con su fuerza, os colme de esperanza.





Padre, envíanos tu Espíritu



Como un viento recio, Padre, tu Espíritu, el Espíritu Santo, transformó a aquellos seguidores de Jesús

que no sabían qué hacer después de su muerte

y no habían entendido la fuerza de la resurrección.

Tu Espíritu, Padre,

los llenó por dentro,

hizo de ellos hombres y mujeres nuevos,

testigos de una vida transformada,

comunidad de Jesús, Iglesia viva.

Padre, envíanos también a nosotros tu Espíritu,

para que seamos tus hijos

y continúe a través nuestro la novedad de Jesús,

la esperanza de Jesús, la fuerza y el amor de Jesús.

Para crear, en todas panes,

tu misma vida.



PRECES AL ESPÍRITU



Se nos dio el Espíritu para vivir en libertad

- que no caigamos en la esclavitud y en el miedo.

Se nos dio el Espíritu para ser hijos y gritar: ¡Abba!,

- que no vivamos como esclavos ni como huérfanos, sin Dios.

Se nos dio el Espíritu para ser herederos de la promesa,

-que no vivamos sin ilusión y sin futuro.

Se nos dio el Espíritu para caminar en la luz,

- que no vivamos en la mentira ni en las tinieblas.

Se nos dio el Espíritu para ayuda de nuestra debilidad,

- que no vivamos creyéndonos autosuficientes.

Se nos dio el Espíritu para que nos inspire palabras y gemidos que nosotros no conocemos,

- que no vivamos sólo de nuestros gritos y palabrería.



ORACIÓN



Oh, Espíritu del Señor.

Ve delante de nosotros para guiarnos.

Ve detrás de nosotros para impulsarnos.

Ve debajo de nosotros para levantarnos.

Ve sobre nosotros para bendecirnos.

Ve alrededor de nosotros

para que, con cuerpo y alma,

te sirvamos para gloria de tu nombre.

Amén.



EL GOZO DEL ESPÍRITU



1. Pisando Tierra



Era una familia feliz que vivía en una casita de los suburbios. Pero una noche se declaró en la cocina de la casa un terrible incendio.

Mientras las llamas se extendían, padres e hijos salieron corriendo a la calle, pero el más pequeño, un niño de cinco años, asustado por el crepitar de las llamas y el humo había dado marcha atrás y había subido al piso de arriba. El padre y la madre se miraron desesperados y se pusieron a gritar. De pronto, arriba de todo se abrió la ventana de la buhardilla y el niño se asomó gritando con desesperación:

-¡Papá, papá!

El padre corrió y gritó: - ¡Salta! ¡Tírate!

Mirando abajo, el niño sólo veía fuego y humo negro, pero escuchó la voz y respondíó: Papá, no te veo... .

- Te veo yo, y basta. ¡Tírate!

El niño saltó y se encontró sano y salvo en los brazos robustos del padre que lo cogió al vuelo.



El gozo del Espíritu

.Los que se dejan guiar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios. Pues bien, vosotros no habéis recibido un Espíritu que os haga esclavos, de nuevo bajo el temor, sino que habéis recibido un Espíritu que os hace hijos adoptivos y os permite

clamar: ¡Abba!, es decir, ¡Padre! (Rom 8,14-17).



Actividades para la catequesis



Podemos realizar una experiencia de confianza en el grupo: Cada uno del grupo va a subir a una silla y con los ojos cerrados va a dejarse caer, de espaldas, confiando en que el resto del grupo lo recoja antes de que se dé contra el suelo. ¿Confías en dejarte en las manos de tu grupo? ¿Confías de igual modo en Dios?



El Espíritu es el que nos revela que Dios nos ama, que somos sus hijos. Nos abre a la esperanza y a la experiencia de sentirnos salvados.

¿Experimentamos ese amor de Dios? ¿Cómo sería la vida de los que viven confiando en Dios?

¿En qué actitudes se refleja el gozo de sentirse amado por Dios?

¿Somos nosotros transmisores de esperanza y confianza en Dios? ¿En qué tendría que cambiar nuestra vida para mostrar que somos verdaderos hijos de Dios?



Oración



Señor hoy quiero darte gracias por los dones de tu Espíritu.

Gracias por el regalo de mi vida que tú pones, día a día, en mis manos.

Gracias por la libertad de querer y por la alegría de ayudar.

Gracias por el gozo de amar y de poder ser amado.

Gracias por la belleza que alegra el corazón y que nos manifiesta tu rostro

Gracias por el don de la fe y la esperanza, por haberme creado a tu imagen y ser siempre mi Padre...



La oración: acción del Espíritu



Pisando Tierra

Un padre estaba observando a su hijo pequeño que trataba de mover una maceta con flores muy pesada. El pequeño se esforzaba, resoplaba, sudaba la gota gorda, pero no conseguía desplazar la maceta ni un milímetro.

- ¿Has empleado todas tus fuerzas? -le preguntó el padre.

- Sí - respondió el niño.

- No - replicó el padre. Aún no me has pedido que te ayude.



La acción del Espíritu



Y Jesús dijo: Pedid, y recibiréis; buscad, y encontraréis; llamad, y os abrirán. Porque todo el que pide recibe; el que busca encuentra, y al que llama le abren. ¿Qué padre, entre vosotros, si su hijo le pide un pez, le va a dar en vez del pescado una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le va a dar un escorpión? Pues si vosotros, aun siendo malos, sabéis dar a vuestros hijos cosas buenas, ¡cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan! (Mt 11, 9 - 13)



Actividades para la catequesis



¿Por qué no me toca nunca la lotería, ni apruebo los exámenes sin estudiar, ni la persona de mis sueños se fija en mí...? ¿Por qué Dios es tan tacaño y no me concede lo que amablemente le pido? . Cuando Dios da no se anda con minucias. No sólo no es tacaño sino que da lo mejor que tiene. Dios se da a sí mismo, a su Espíritu. Quizá en nuestra oración nos conformemos con pedir cosas materiales sin pensar que el mayor y único regalo que Dios nos puede hacer es su amor, su fuerza, su alegría, su paz, su presencia, su luz...

¿Soy consciente de que Dios está deseando ayudarme? ¿Le doy permiso en mi oración para que lo haga a su manera? ¿Acudo a Él con mis necesidades verdaderas o intento manipularle pidiendo cosas materiales que no dan la felicidad?

. ¿Le pido que solucione Él sólo mis problemas o intento colaborar con Él, abrirme a sus indicaciones, andar por sus caminos?

. Aprovechar esta reunión para 'hacer oración'. En silencio, con sinceridad, con confianza.



Oración



Señor, la oración es encontrarte en cada momento de nuestra vida.

La oración es tu Espíritu que pronuncia palabras de amor en el corazón del hombre.

Quisiera cal/arme, Señor, para reconocer su voz entre otras muchas.

Quisiera callarme, Señor, para comprender lo que sucede en su mundo. Quisiera callarme, Señor, y sorprenderme de que tiene una palabra para mí.

Quisiera callarme, Señor, porque no yo soy digno;

Pero envía tu Espíritu, y mi vida quedará transformada.

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WebJCP | Abril 2007