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MISIONEROS EN CAMINO: VI Domingo de Pascua (Jn 14, 15-21) - Ciclo A: Os enviare el Espíritu de la Verdad
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sábado, 28 de mayo de 2011

VI Domingo de Pascua (Jn 14, 15-21) - Ciclo A: Os enviare el Espíritu de la Verdad



Proseguimos con las palabras de despedida de Jesús, cargadas de tristeza y esperanza. Jesús no va a dejar huérfanos a sus amigos. Su misión es difícil, pero no estarán solos, Él les acompañará. Les ha dicho que enviará su Espíritu, el Espíritu de Dios que estará siempre con ellos. Hoy les dice que es el Espíritu de la Verdad.

Son palabras que trasmiten seguridad, confianza. Podrán oír esta página, muchos que buscan la verdad en nuestro mundo, en iniciativas, en organizaciones que responden, tal vez sin saberlo, a la verdad que Jesús ha proclamado. Las escucharán muchos seguidores suyos, tal vez preocupados por la confusión, por la falta de verdad, que se impone hoy en grandes esferas de nuestro mundo. Pensemos en el significado de estas palabras de Jesús.

El espíritu de Dios, es presencia misteriosa de Dios en nosotros. Hoy Jesús le llama el Espíritu de Verdad, es fuerza para vivir, para manifestar la palabra que Él nos ha dejado en su vida. Asegura que con el Espíritu de la Verdad será posible realizar en este mundo la misión que ha encomendadota los suyos, a los que sigan la palabra del Padre que nos ha transmitido.

Alguien podrá preguntar si es realista enunciarlas hoy. Estas palabras las acogerán sin duda los que se han comprometido a seguir a Jesús, a ser fieles a la verdad enunciada en las Bienaventuranzas, vivir para terminar con la pobreza, para establecer la justicia, la paz....

Hoy en nuestro mundo se promueven innumerables iniciativas que buscan la paz, la verdad, en todos los continentes, en todas las culturas. En todas las religiones se encuentran destellos de la verdad que Jesús ha anunciado. Dios ha creado al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza, muchas de sus iniciativas habrán de ser reflejo de la verdad que toda la Humanidad llevamos de algún modo en nuestras entrañas. Jesús promete su presencia, su Espíritu a todos los que siguen sus palabras, a los que, aún sin reconocerlo, están realizando su proyecto sobre el mundo. Indudablemente para los que se han comprometido a ser sus seguidores están especialmente cargadas de esperanza.
No es fácil su tarea. Vivimos en una sociedad donde a la mentira se le suele llamar diplomacia, a la explotación negocio, a la irresponsabilidad tolerancia, a la injusticia orden establecido, a la sensualidad amor, a la arbitrariedad libertad, a la falta de respeto sinceridad. Nada sencillo presentar y aceptar como válido el Espíritu de Jesús.

La presencia del Espíritu, que hoy promete Jesús nos dice que será el abogado defensor, comunicará energía interior para ayudar a vivir en la verdad, protegerá y defenderá ante la mentira social, ante la intolerancia de los egoísmos diarios, de la farsa de nuestra convivencia civilizada a todos los que buscan en esta vida los contenidos de la palabra de Jesús.

Los cristianos y todos los que se comprometen a seguir esta palabra, tienen ya a alguien poderoso y bueno en quien poder apoyarse, porque el Espíritu de la verdad, presente entre nosotros, no es una teoría, una verdad abstracta, sino la existencia más real, es el mismo Dios que se ha hecho hombre en Jesús, es su Espíritu. Es la presencia de un Dios, que aunque silencioso, sigue aquí, en este mundo, que nos pide gobernar, Él ha señalado directrices y valores que hemos de seguir. Un día nos encontraremos con Él. Toda la creación terminará en Él.

Es muy posible que todas estas palabras nos hagan pensar en nuestra vida. Se asegura que la verdad no tiene defensores, se discute la autenticidad de su defensa, se habla de verdad en la democracia y se critica poco el desarrollo, lo que se hace de ella.

¿Verdad ante mentira? Mentimos, cuando afirmamos como verdadero lo contrario a lo que pensamos, no decimos la verdad cuando afirmamos como verdadero lo que sabemos que es pura invención nuestra, sin atrevernos a afirmar lo que conocemos que es lo verdadero.

También en ambientes eclesiásticos asusta decir la verdad, da miedo el que quienes nos oyen conozcan lo que es pensamiento oficial de las encíclicas sociales, y no da miedo el significarse en ambientes que aceptan “verdades”, principios, leyes, costumbres, que sabemos que encierran la mentira del egoísmo, de la violencia, del desprecio a la dignidad de los pobres, de los olvidados de este mundo, la defensa del privilegio de los poderosos. Da miedo enunciar, para que se conozca, toda la verdad que Jesús ha dicho y la vida que Él vivió entre las gentes, presentando no toda la verdad, sólo lo que nos parece que es “seguro”, seguro para los que disfrutan de los privilegios nuestra sociedad en que habitamos.

Y así ocultamos la verdad de la vida de Jesús y somos capaces de enunciar “nuevas verdades” que atribuimos incluso a veces a lo más sagrado. Qué pensará Jesús de tantos silencios y de tantas palabras, de tantas prohibiciones que se han atribuido a Él sin haberlas Él pronunciado, de tantas conciencias torturadas por falsos pecados, por obligaciones que decimos, que si no se observan, rompemos nuestra relación con Dios, pecamos. Qué pensará Jesús de tanta autoridad que nos atribuimos diciendo que le seguimos a Él, callando sus palabras más diáfanas y claras para promover la paz y la justicia en nuestro mundo.

La vida del cristiano que nos presenta el Jesús, contra lo que muchos piensan, no es una vida apoyada en prohibiciones, "prohibido el hacer…, prohibido el tomar...", tampoco es una vida cerrada, programada, es ante todo una vida impulsada por el Espíritu del amor, el Espíritu de la verdad, abierta a nuestra iniciativa, a nuestra creatividad, nos dice hoy. No es una carga dura, imposible de realizar. Tenemos la energía de Dios con nosotros.

Si llegamos presentar con verdad toda su palabra, ayudaremos a descubrir que el ser cristiano no es un peso que oprime y presiona la conciencia, al contrario, es dejarse orientar, impulsar por el Espíritu que vive en nosotros y que sugiere, que genera un estilo de vida diferente, nuevo, una vida generosa, que no arranca de nuestro egoísmo, sino del amor. Trabajar por la verdad, hacer la verdad, decir la verdad, buscar la verdad, conscientes de que la verdad no es algo que siempre poseemos, sino que se busca, en comunión con otros, no imponiendo autoritariamente nuestro criterio, es una de las grandes pruebas de generosidad, de amor, que Jesús pide.

Jesús ha presentado como núcleo del mensaje cristiano el amor. No hay contradicción entre la verdad y el amor. El amor es la gran verdad de Dios, Dios es amor y la relación nuestra con Él y también con los hermanos ha de ser una relación de amor. Pero para amar es necesario vivir en la verdad. En esta despedida de Jesús que hoy leemos, dice que quien le siga ha de vivir en la verdad bajo la fuerza del Espíritu.

Para ser seguidores de Jesús es fundamental comprender la grandeza de vivir en la verdad, comprender que la búsqueda de la verdad nos acerca a las personas y conduce al diálogo, aproxima a los grupos, fortalece la justicia y nos encamina hacia la verdadera paz, en definitiva a vivir como hermanos, hijos de Dios.

Es así como se hará posible que el Reino que Jesús quiere, sea de justicia y de paz y de verdad, quiere que comience a realizarse ya en ese mundo.

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WebJCP | Abril 2007