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MISIONEROS EN CAMINO: VI Domingo de Pascua (Jn 14, 15-21) - Ciclo A: Liturgia, Reflexiones, Exégesis y Oración
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sábado, 28 de mayo de 2011

VI Domingo de Pascua (Jn 14, 15-21) - Ciclo A: Liturgia, Reflexiones, Exégesis y Oración


Publicado por DABAR

La importancia de saber hacia dónde

Leí el otro día un cuento que les comparto hoy resumido. Un hombre había salido a navegar con su pequeño velero, buen viento, nubes blancas y algodonosas. Al cabo de un rato las nubes se convierten en nubarrones, el viento empieza a arreciar… tormenta a la vista. En un momento las olas anegan la cubierta, el velero es golpeado con la terrible fuerza de un mar desbocado, en el cielo la oscuridad es abrumadora. El hombre sabe que su vida peligra, en medio de temporal echa el ancla para no ser arrastrado por el viento y se esconde al fondo del camarote bajo las mantas. Sólo le queda rezar y esperar. Después de la tempestad llega la calma. El hombre comprueba sorprendido que las velas y el casco no han sufrido daños irreparables. Pero se sabe perdido en medio de océano. Mira en todas direcciones y sólo ve agua, agua por todos lados. Se desespera. Empieza a gritar: “Estoy perdido, estoy perdido, Dios mío, sálvame!!” En ese momento se abre un espacio entre las nubes y sale una claridad misteriosa con una voz que se oye:
-¿qué te pasa?
El hombre atónito responde:
-¿Señor, dónde estoy?
Y la voz contesta:
-Estás 33 grados latitud sur, 16 grados longitud oeste.
Y el cielo se cierra.
-Gracias, gracias-dice el hombre. Pero pasada la primera alegría se inquieta y repite su queja:
-Estoy perdido, estoy perdido…
El cielo se abre de nuevo.
-¿Qué te pasa?
-En realidad no me sirve saber dónde estoy sino dónde voy
-Bien, vas a Buenos Aires. Y el cielo comienza a cerrarse de nuevo, pero:
-Estoy perdido, estoy perdido…!!!
-¿Qué te pasa ahora???
- No… es que… sabiendo dónde estoy y dónde voy… sigo tan perdido como antes. Necesito saber cuál es el camino…!!!
En ese instante cae un pergamino del cielo. Es un mapa. Arriba a la izquierda un puntito rojo que parpadea con una luz intermitente y que pone “Usted está aquí”. Abajo a la derecha un punto azul donde pone “Buenos Aires”. En un tono fucsia fosforescente el mapa muestra una línea que une los dos puntos y que atraviesa palabras como arrecife, remolino, piedras… El hombre se pone al fin contento y dice “gracias, gracias…” Pone en marcha el motor, estira las velas, mira por todos lados y…!!!!Estoy perdido!!, estoy perdido!!!!
Sigue perdido porque no sabe hacia dónde ha de empezar el viaje.
“Si me amáis guardaréis mis mandamientos”… Parece una buena dirección para continuar el nuestro. Animo.

ANA IZQUIERDO
ana@dabar.net



DIOS HABLA

HECHOS DE LOS APOSTOLES 8,5 8.14 17
En aquellos días, Felipe bajó a la ciudad de Samaria y predicaba allí a Cristo. El gentío escuchaba con aprobación lo que decía Felipe, porque había oído hablar de los signos que hacía, y los estaban viendo: de muchos poseídos salían los espíritus inmundos lanzando gritos, y muchos paralíticos y lisiados se curaban. La ciudad se llenó de alegría. Cuando los apóstoles, que estaban en Jerusalén, se enteraron de que Samaria había recibido la palabra de Dios, enviaron a Pedro y a Juan; ellos bajaron hasta allí y oraron por los fieles, para que recibieran el Espíritu Santo; aún no había bajado sobre ninguno, estaban sólo bautizados en el nombre del Señor Jesús. Entonces les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo.

I PEDRO 3,15 18
Hermanos: Glorificad en vuestros corazones a Cristo Señor y estad siempre prontos para dar razón de vuestra esperanza a todo el que os la pidiera; pero con mansedumbre y respeto y en buena conciencia, para que en aquello mismo en que sois calumniados queden confundidos los que denigran vuestra buena conducta en Cristo; que mejor es padecer haciendo el bien, si tal es la voluntad de Dios, que padecer haciendo el mal. Porque también Cristo murió una vez por los pecados una vez para siempre: el inocente por los culpables, para conducirnos a Dios. Como era hombre, lo mataron; pero como poseía el Espíritu, fue devuelto a la vida.

JUAN 14,15 21
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor, que este siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque vive con vosotros y está con vosotros. No os dejaré desamparados, volveré. Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que yo estoy con mi Padre, y vosotros conmigo y yo con vosotros. El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama; al que me ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él».




EXEGESIS

PRIMERA LECTURA
Este capítulo de Hechos está dedicado a la primera expansión del cristianismo fuera de Jerusalén. Comienza (vv. 1-4) con la indicación de que, después del asesinato de Esteban, muchos cristianos de origen judeo helenístico huyen de Jerusalén y comienzan a predicar en los alrededores. Uno de los lugares a los que llegan es Samaría, donde se producen conversiones.

La lectura comienza con la llegada a esta ciudad de Felipe el diácono. En un típico sumario Lucas da cuenta de la predicación cristiana y de los efectos que produce, muy similares a los que se daban con la predicación del mismo Jesús. El Reino - aunque aquí no se use esta palabra - sigue activo y operante.

Después de un paréntesis más anecdótico (vv. 9-13) se da cuenta de la llegada a Samaría de los apóstoles y de su actividad que confirma la predicación inicial.

Lo importante es observar que la aceptación del mensaje cristiano puede ser superficial y basarse, sobre todo, en puntos espectaculares. No se ha producido todavía una asimilación honda y por ello no hay todavía Espíritu. Los apóstoles se cuidan de que ese comienzo llegue a su culminación y de que esa nueva comunidad también reciba el Espíritu.

Podría decirse que es la presencia del Espíritu lo que hace que una comunidad cristiana lo sea realmente. Lo de menos es el medio por el que llegue, imposición de manos en nuestro caso o de otra forma, sino que se dé esta presencia y actuación. A lo largo de todo el libro de los Hechos lo esencial es el Espíritu, auténtico protagonista del mismo y de la vida cristiana.

En este sentido podemos plantearnos: ¿hay Espíritu entre nosotros o hemos prescindido de Él?. Quizás lo hemos "delegado" en algunos miembros de la comunidad, normalmente la jerarquía. Pero eso no sería conforme a lo que leemos en este pasaje y en otros semejantes.

FEDERICO PASTOR
federico@dabar.net


SEGUNDA LECTURA
Continúa la exhortación de la Carta a una conducta acorde con la vida que los cristianos ya tienen, que sirva de testimonio ante todos.

El testimonio se expresa con una de las formulaciones más bellas de todo el Nuevo Testamento: "dar razón de nuestra esperanza a todo el que nos la pida". Efectivamente la vida del cristiano tiene un componente esencial de esperanza, de algo no conseguido plenamente todavía, aunque ya estén presentes ahora las raíces de ella. Esto implica varias cosas: por ejemplo la tensión hacia el futuro y no sólo la mirada al pasado; el no estar del todo conformes con lo que ya tenemos, sino el estar abiertos a nuevas realidades, tanto a nivel individual como eclesial; el saber que todo nos viene dado y tenemos que esperarlo de Otro; el ser conscientes de la imperfección actual de nuestras realizaciones...

La forma de dar ese testimonio es clara: no impositivo, prepotente, avasallador, sino firme, pacífico, serio, constante en medio de las dificultades. No hay que tener ganas de convencer por la fuerza o de imponerse por diversos medios, sino de presentación sencilla y convencida de lo que creemos y vivimos. Naturalmente es menos fácil que otros modos de testimoniar y está siempre sujeto a tentaciones de emplear otros medios más "eficaces". Pero así hizo Cristo y hemos de hacer nosotros.

El fundamento ejemplar de esta conducta es una nueva mención de la Pasión y Muerte del Señor. Puede verse que es un tema que pervade todo el escrito, dada la aplicación a la situación histórica de los destinatarios. Se emplean fórmulas tradicionales como la "morir por los pecados" o "por los injustos o pecadores". No en sentido expiatorio, sino en cuanto que la Muerte de Cristo produce efectos beneficiosos en los seres humanos.

De la misma manera que la muerte no es el destino definitivo de Cristo, sino la Vida del Resucitado en otro nivel diferente, dicho con la expresión "en el Espíritu", tal será también la suerte del cristiano. El paralelismo es grande: también el Testimonio de Cristo al morir parece poco efectivo, pero a la larga tuvo el gran sentido que aceptamos los creyentes. Hubo "tres" días de sepulcro, de dureza y abandono. No todo ha de tener su resultado inmediatamente. Por ello, entre tantas otras cosas, nuestro testimonio, siguiendo sus huellas, es en esperanza. Pero el final es cierto. Como cierta fue su Resurrección.

FEDERICO PASTOR
federico@dabar.net

EVANGELIO

1. Aclaraciones al texto
V.16 Otro defensor. El adjetivo implica la existencia de un defensor anterior. Defensor: traduce el término griego paráclito, con el sentido etimológico de llamado a interceder por alguien, a consolar a alguien. De ahí las posibles traducciones, todas ellas válidas: defensor, auxiliador, intercesor.
Vs.17 y 19 El mundo. El hombre en cuanto cerrado a Dios, a todo lo que Dios es y significa.
V.18 Desamparados: traducción del término griego huérfano, alguien que se ha quedado solo y sin nadie a quien recurrir. Figura de lenguaje no desacostumbrada; de los discípulos de los rabinos se decía que al morir éstos quedaban huérfanos, como ocurrió con los discípulos de Sócrates a la muerte de éste. Volveré. Al igual que el domingo pasado, con esta forma verbal en futuro Jesús no se está refiriendo en primera instancia a una venida suya al final de los tiempos ni a una venida suya junto a sus discípulos a la hora de la muerte de éstos; se refiere a una venida suya a raíz del tiempo nuevo que se va a inaugurar con su muerte en la cruz.
V.20 Entonces. Este adverbio responde en el texto griego a en ese día. En el evangelio de Juan, esta fórmula se aplica a todo el período de la existencia cristiana, hecho posible por Jesús en la hora de la cruz.

2. Texto.
Continuación del texto del domingo pasado. Mismos destinatarios (los discípulos), misma ocasión (inmediatez de la muerte de Jesús), mismo lenguaje, mismo tono.

Jesús se va. Atmósfera de últimas voluntades, de testamento. Una última voluntad de Jesús descuella: Guardad mis mandamientos. Con ella se abre y se cierra el texto. Petición hondamente sentida por Jesús. Sus mandamientos no son preceptos morales, sino un estilo de vida que es salvación.

Jesús se va con su Padre. Del Padre procede y a Él vuelve, y porque vuelve a Él va a seguir viviendo.
Consecuencia de esta vuelta al Padre es la presencia de un nuevo Defensor para los discípulos. A diferencia de la presencia corporal y empírica de Jesús como Defensor, la presencia del nuevo Defensor va a ser espiritual, no directamente empírica.

Nada de esto tiene realidad ni sentido para quien no tiene los ojos necesarios para ver a Dios. Dentro de poco el mundo no me verá. El mundo va a creer que Jesús acaba en la cruz. Vosotros, en cambio, me veréis. El discípulo sabe que Jesús no acaba en la cruz. Entonces, en ese día, en esa hora, en la cruz va a irrumpir la vida definitiva de Jesús. En esta vida vive el discípulo, gracias al Espíritu que está en él.

3. Comprensión actualizante
Texto para vivirlo día a día, ahondando en él, asombrándose de él. El Espíritu que está en cada uno de los discípulos; el amor con el que el Padre y el Hijo aman a cada discípulo; saberse enraizados en la vida de Dios. ¡He aquí la riqueza y la grandeza de la existencia cristiana!

El discípulo de Jesús sabe que no está solo, sabe que no es un huérfano en un universo impremeditado. Ve lo que el mundo no puede ver y vive como el mundo no puede vivir. El mundo no ve ni entiende nada de esto; no sabe de Jesús, ni del Padre, ni del Espíritu.

El estilo de vida del discípulo de Jesús arranca de su amor a Jesús y es expresión de ese amor. Sólo quien ama a Jesús aprecia la realidad y la verdad de lo que Jesús dice.

Enraizado en la vida misma de Dios, el discípulo de Jesús es una persona especial, siempre agradecido, siempre asombrado.

ALBERTO BENITO
alberto@dabar.net



NOTAS PARA LA HOMILIA

Jesús glorioso y resucitado es el centro de nuestra vida y de la vida de la Iglesia. Las palabras del evangelio de hoy pertenecen a un discurso anterior a la pasión, muerte y resurrección de Jesús. En él, Jesús anuncia que va a morir y a resucitar. Anuncia, así mismo, la venida del Espíritu Santo. El propio Jesús les dice a los discípulos que lo conocen porque vive en ellos. El Espíritu de Dios habita en todo el que es de Jesús. En este texto, tardío, como todo el evangelio de San Juan, se ve bien el planteamiento y el desarrollo trinitario. Así, el Espíritu de Dios es llamado, el “Espíritu de la verdad”. Y, para el autor del cuarto evangelio, la verdad es Jesús. Y la verdad “nos hace libres”. Es algo a lo que el mundo no puede acceder, pues, para el evangelista, el mundo no ha aceptado a Jesús y simboliza todo rechazo y oposición a la persona de Jesús. El Espíritu de Dios es también un desconocido para el mundo.

A la predicción de su muerte, Jesús añade: Viviréis porque yo sigo viviendo. En verdad, con la muerte de Jesús, los discípulos no van a quedar solos. El propio Jesús estará vivo en ellos y, por su fe en él, ellos vivirán la vida de Jesús. Entonces sabréis que yo estoy con mi Padre, vosotros conmigo y yo con vosotros. La fe en Jesús supone su inhabitación en cada uno de nosotros y nuestra inhabitación en él. Mediante nuestro amor a Jesús, se crea, por él, una relación de nosotros con el Padre. Así, el cristiano y la Iglesia viven siempre en la presencia de Jesús Resucitado. El cristiano nunca está solo porque tiene a Jesús vivo con él, porque, por Jesús, también Dios habita en él y porque cuenta con el Defensor que Jesús le ha dado: El Espíritu de la Verdad. Mediante nuestro amor a Jesús, se manifiesta en nosotros su propio amor por nosotros así como el amor que el Padre nos da. De esta manera, el cristiano sólo puede vivir desde el amor toda su vida, pues su fe es un intercambio de amor, que crece más cuanto más se da. El amor del hombre a Dios sólo puede ser respuesta al amor que Dios nos ha dado primero. Él nos creó por amor; por amor nos envió a su Hijo y por amor realizó la obra de la redención. Si también por amor nos ha dado el Espíritu Santo, entonces, nuestro amor por Él sólo puede ser una respuesta justa y correspondida al amor que Dios nos tiene.

En el tiempo de la Pascua se celebran todos los sacramentos, especialmente los de la iniciación cristiana. En este domingo sexto, se celebra también la participación de los enfermos en la Pascua de Cristo. El Señor ha resucitado para darnos a todos una vida nueva. Esa vida nos la comunica, de un modo privilegiado, mediante los sacramentos. Es en la participación en ellos donde el Resucitado sale a nuestro encuentro. Él renueva nuestra vida, nos da vitalidad, nos reconforta física y espiritualmente, nos proporciona el consuelo y la comprensión que tantas veces nos niegan los hombres. La soledad en que se ven inmersas tantas personas mayores, a pesar de sus hijos y de sus nietos; la soledad en que se ven tantos enfermos crónicos y de larga duración, se vive sin amargura cuando uno siente que el Señor está con él; que sufre con él; que llora y ríe con él; que se duele con él. Porque el dolor y el sufrimiento, cuando son compartidos, pesan menos, son más llevaderos. Ya no nos preguntamos dónde está Dios cuando el dolor nos toca de cerca. El que se ha acostumbrado a los padecimientos de esta vida, sabe bien que Dios está ahí donde se sufre, ahí donde hay dolor, abandono, soledad e incomprensión. Él ha pasado por todo eso; así, puede entendernos y auxiliarnos mejor. El sacramento de la Unción de los Enfermos es fuente de alivio y consuelo porque es Jesucristo resucitado que sale al encuentro del que sufre en su edad o enfermedad. Además, apunta a una vida nueva en la que el sufrimiento queda definitivamente superado. Una vida sin dolor, con Jesús, para toda la eternidad. Esto es, sobre todo, traer la Pascua a nuestra existencia, hacerla manifiesta en nuestras vidas.

JUAN SEGURA
juan@dabar.net





PARA CONSIDERAR Y REFLEXIONAR EN GRUPOS

Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis y viviréis,
porque yo sigo viviendo
(Jn 14, 19)

Preguntas y cuestiones
Jesús anuncia el envío del Espíritu. ‘El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque vive con vosotros y está con vosotros’. Vivimos en el Espíritu.
De nuevo queda patente el deseo de Jesús de que tengamos Vida, la vida en el Espíritu. Es momento de mirar cómo hacemos posible la vida en el Espíritu en nosotros mismos, en los que nos rodean y en el mundo.


PARA LA ORACION

Oh Dios, que quieres que los fuertes ayuden a los débiles y suscitas samaritanos en nuestro mundo que salen, sin interés egoísta alguno, al encuentro de los que sufren; concede al que sufre, alivio y consuelo; al que le ayuda, fortaleza y perseverancia; y da a todos la fe, la esperanza y el amor que nacen de la fe en tu Hijo Resucitado.
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Nada hay, Padre, que no lo recibamos de tu amor providente y de tu bondad. Al traer aquí estos dones, te damos gracias por tu generosidad para con nosotros y te pedimos que a nadie falte lo necesario para vivir.
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Realmente es justo darte gracias y deber nuestro alabarte y glorificarte. Pues, por la resurrección de tu Hijo, has dado pleno sentido al sufrimiento humano, ya que, puesto que él sufrió por nosotros, puede comprender mejor al que se siente débil y necesitado; y, al resucitar, renueva en nosotros cada año la esperanza de un mundo mejor donde el mal y el sufrimiento ya no existen. Por eso, Señor, te damos gracias y te alabamos con los ángeles y los santos.
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Al recibir tus sacramentos, auxilia, Señor, a los que se unen en esta vida a tus propios padecimientos, y asísteles con tu presencia sanadora para que, si donde abundó el pecado más desbordante fue la gracia, donde habite el dolor más se desborde tu misericordia.



LA MISA DE HOY

MONICIÓN DE ENTRADA
En este tiempo de Pascua, Jesús sale a nuestro encuentro, de un modo especial en la celebración de los sacramentos. También hoy la Iglesia española celebra la Pascua del Enfermo. En ellos se encuentra Jesucristo sufriente y doliente muy cerca de nosotros, a nuestro lado, en nosotros mismos. El sacramento de los enfermos consuela y alivia porque es presencia de Jesús resucitado para quien lo recibe. Nos recuerda, además, que el fin de nuestra existencia es vivir, lejos de todo padecimiento, en la vida resucitada del Señor. Bienvenidos a esta fiesta de la salvación.

ACTO PENITENCIAL
Si no se ha asperjado al pueblo con el agua pascual:
-Tú, que vives en quien te ama y cree en ti. Señor, ten piedad.
-Tú, que nos das tu Espíritu Santo, defensor de quien responde a tu amor. Cristo, ten piedad.
-Tú, que vives en los que sufren y en los que padecen en su cuerpo o en su espíritu. Señor, ten piedad.

MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA
El pasaje del libro de los Hechos recoge la predicación del diácono Felipe en Samaría y el bautismo que recibieron los convertidos. Los apóstoles, después, acudieron a imponerles las manos para que recibieran el Espíritu Santo. La ciudad –nos refiere el cronista- se llenó de alegría.

SALMO RESPONSORIAL (Sal 65)
Aclamad al Señor, tierra entera.
Aclamad al Señor, tierra entera; tocad en honor de su nombre, cantad himnos a su gloria. Decid a Dios: «¡Qué temibles son tus obras!»
Aclamad al Señor, tierra entera.
Que se postre ante ti la tierra entera, que toquen en tu honor, que toquen para tu nombre. Venid a ver las obras de Dios, sus temibles proezas en favor de los hombres.
Aclamad al Señor, tierra entera.
Transformó el mar en tierra firme, a pie atravesaron el río. Alegrémonos con Dios, que con su poder gobierna eternamente.
Aclamad el Señor, tierra entera.
Fieles de Dios, venid a escuchar, os contaré lo que ha hecho conmigo. Bendito sea Dios, que no rechazó mi súplica ni me retiró su favor.
Aclamad al Señor, tierra entera.

MONICIÓN A LA SEGUNDA LECTURA
San Pedro sale al paso de los cristianos que son maltratados con la calumnia y de tantas otras maneras. Nos recuerda que es preferible sufrir haciendo el bien que sufrir haciendo el mal. El discípulo de Jesús responde con un bien aun cuando recibe un mal.

MONICIÓN A LA LECTURA EVANGÉLICA
Quien cree en Jesús resucitado nunca está solo. En quien tiene fe, viven el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Jesús anuncia en este discurso que los discípulos le verán vivo después de su muerte y que esa vida se la comunicará también a ellos.

ORACIÓN DE LOS FIELES
Llevemos en esta celebración nuestra oración al Padre para que extienda los beneficios de la resurrección de su Hijo a todos los hombres.
-Por la Santa Iglesia, para que anuncie sin cesar a Cristo presente y resucitado en nuestra sociedad. Roguemos al Señor.
-Por la paz en el mundo, para que mueva los corazones de todos los gobernantes a la consecución de una paz justa y duradera. Roguemos al Señor.
-Por todos los enfermos, agudos, crónicos, físicos o mentales, para que experimenten la alegría de la Pascua en la compañía del Señor resucitado. Roguemos al Señor.
-Por los profesionales de la salud, para que vean en cada paciente un hijo amado de Dios y les ayuden a hacer más soportables sus limitaciones. Roguemos al Señor.
-Por los capellanes de hospitales y los agentes de Pastoral de la Salud en nuestras parroquias, para que su presencia sea una presencia de Cristo y de la Iglesia, que aman y ayudan a los enfermos. Roguemos al Señor.
-Para que todo lo relacionado con la atención y el cuidado de los enfermos no ceda ante los chantajes de la cultura de la muerte y defienda la dignidad de la vida humana en todos sus estadios. Roguemos al Señor.
-Por todos nosotros, para que seamos presencia alegre de Jesús para todo el que lo necesita. Roguemos al Señor.
Oración: Escucha, Padre, nuestras súplicas, y sal en ayuda de todo el que te invoca en sus padecimientos y necesidades. Por JCNS.

DESPEDIDA
No olvidemos que Dios nos ha dado primero su amor. Ahora nos toca a nosotros responderle con el nuestro. Podemos ir en paz.



CANTOS PARA LA CELEBRACION

Entrada. Alegre la mañana; Con nosotros está el Señor (disco “15 Nuevos cantos para la Misa”); El Señor nos ha reunido junto a él (de Kairoi); Vine a alabar a Dios (CB-225); En medio de nosotros (2CLN-16).
Salmo. LdS; Aclama al Señor, tierra entera.
Aleluya. Aleluya pascual (1CLN-E 2); Aleluya (del domingo pasado).
Ofertorio. Bendito seas, Señor (1CLN-H 5); Quiero estar, Señor, en tu presencia (disco “Cantos para participar y vivir la Misa”).
Santo. De Manzano o de Palazón.
Comunión. El que me ama (disco “15 Nuevos cantos para la Misa”); Donde hay caridad y amor (1CLN-O 26); Fiesta del banquete; El Señor resucitó (2CLN-204)
Final. Algún canto relacionado con San José o con temas sociales, p.ej. Cerca está el Señor; o un canto a la Virgen.



Director: José Ángel Fuertes Sancho •Paricio Frontiñán, s/n• Tlf 976458529 Fax 976439635 • 50004 ZARAGOZA
Tlf. del Evangelio: 976.44.45.46 - Página web: www.dabar.net - Correo-e: dabar@dabar.net

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WebJCP | Abril 2007