1.- Ciertas personas tienen por costumbre no contestar a las llamadas telefónicas que reciben. Conectan el contestador automático y muchas de ellas olvidan posteriormente escucharlo. Otras de gran rango, con secretaria personal adjunta, nos dicen amablemente: no puede atenderle, está reunido. ¿Es este el proceder de Jesús resucitado?
2.- La primera lectura, si uno la analiza con criterios actuales, es un fatal error de trasmisión de un mensaje. Ningún asesor le permitiría a un “mitinero” utilizar un tal lenguaje. Hay que atraerse al gentío con palabras que les suenen bien a sus oídos, para después hablarles de las exigencias de su adhesión, si es que continúan escuchando. San Pedro no, el apóstol les lanza a bocajarro una dura acusación: vosotros sois culpables. Esta falta de refinamiento, pese a ello, da resultados. Os recordaba, mis queridos jóvenes lectores, que el Señor nos dijo que debíamos ser astutos, pero, en ocasiones, la exigencia de la verdad descarnada es esencial. No podían, aquellos habitantes de Jerusalén, la mayoría de ellos ignorantes de la ejecución de Jesús, uno de tantos de entre los que ajusticiaban los romanos, ignorara el hecho y su significado. Pedro el que fue cobarde los días de la Pasión, es hoy valiente.
Dicho de paso, el inciso que habréis escuchado, que David murió y está enterrado entre nosotros, parece que es uno de los motivos por los que se atribuye actualmente a una tumba situada muy cerca de donde se pronunciaba el discurso, el ser la del Patriarca. Cosa que contradice lo que dice I Re 2,10, que textualmente señala que fue enterrado “en la Ciudad de David” que no estaba situada precisamente en este paraje, más bien se busca por debajo de la actual explanada del Templo, done se levantaba el “ofel”, la colina conquistada con su ejército personal. Los que hayáis visitado el lugar habréis observado que si bien merece respeto y es lugar de plegaria, goza de poca protección militar, cosa impensable si fuera autentica.
3.- Me doy cuenta que del evangelio de este domingo ya os hablé en el comentario del día de Pascua. Temo repetirme y trataré de no acordarme de lo que os escribí. No puedo callar lo que advierto siempre: el Señor es comunicativo y quiere que nosotros lo seamos. La reserva astuta, en principio, da buenos resultados, pero no deja de ser maniobra sectaria y a la larga ineficaz.
4.- Es domingo, el primer domingo de la Nueva Historia, el Maestro no quiere desaprovechar la ocasión. Es un entrometido y se lo aceptan. Al llegar a su villa, que ya os dije que no sabemos con certeza donde está, pero que de las tres que se lo atribuyen, a mí el lugar que más me satisface es la población llamada hoy Kubeibeh, le suplican con estas palabras que deben ser para nosotros palabras de oración: quédate con nosotros que anochece. Después de que experimentemos en nuestro entorno, no en la totalidad del mundo, ni mucho menos, que la luz de la Fe se esconde, no nos desanimemos. Ofrezcámosle al Señor el albergue de nuestro corazón. Anochecerá fuera, se iluminará nuestro interior. Y sin remordimientos, con esperanza, le acomodaremos y asombrados descubriremos después que nuestra vida ha cambiado para bien.
5.- Ellos mismos iban desconsolados a su domicilio, cambian de inmediato de planes. Vuelven a Jerusalén a compartir, allí se enteran que el Maestro, a diferencia de tantos ejecutivos, no “está reunido”, está abierto a todos.
Que uno de los caminantes se llame Cleofás nos hace pensar en la María de Cleofás que acompañó a María de Nazaret, la madre de Jesús y nos damos cuenta de que fue una familia afortunada. Rogad al Señor que también la vuestra lo sea.
2.- La primera lectura, si uno la analiza con criterios actuales, es un fatal error de trasmisión de un mensaje. Ningún asesor le permitiría a un “mitinero” utilizar un tal lenguaje. Hay que atraerse al gentío con palabras que les suenen bien a sus oídos, para después hablarles de las exigencias de su adhesión, si es que continúan escuchando. San Pedro no, el apóstol les lanza a bocajarro una dura acusación: vosotros sois culpables. Esta falta de refinamiento, pese a ello, da resultados. Os recordaba, mis queridos jóvenes lectores, que el Señor nos dijo que debíamos ser astutos, pero, en ocasiones, la exigencia de la verdad descarnada es esencial. No podían, aquellos habitantes de Jerusalén, la mayoría de ellos ignorantes de la ejecución de Jesús, uno de tantos de entre los que ajusticiaban los romanos, ignorara el hecho y su significado. Pedro el que fue cobarde los días de la Pasión, es hoy valiente.
Dicho de paso, el inciso que habréis escuchado, que David murió y está enterrado entre nosotros, parece que es uno de los motivos por los que se atribuye actualmente a una tumba situada muy cerca de donde se pronunciaba el discurso, el ser la del Patriarca. Cosa que contradice lo que dice I Re 2,10, que textualmente señala que fue enterrado “en la Ciudad de David” que no estaba situada precisamente en este paraje, más bien se busca por debajo de la actual explanada del Templo, done se levantaba el “ofel”, la colina conquistada con su ejército personal. Los que hayáis visitado el lugar habréis observado que si bien merece respeto y es lugar de plegaria, goza de poca protección militar, cosa impensable si fuera autentica.
3.- Me doy cuenta que del evangelio de este domingo ya os hablé en el comentario del día de Pascua. Temo repetirme y trataré de no acordarme de lo que os escribí. No puedo callar lo que advierto siempre: el Señor es comunicativo y quiere que nosotros lo seamos. La reserva astuta, en principio, da buenos resultados, pero no deja de ser maniobra sectaria y a la larga ineficaz.
4.- Es domingo, el primer domingo de la Nueva Historia, el Maestro no quiere desaprovechar la ocasión. Es un entrometido y se lo aceptan. Al llegar a su villa, que ya os dije que no sabemos con certeza donde está, pero que de las tres que se lo atribuyen, a mí el lugar que más me satisface es la población llamada hoy Kubeibeh, le suplican con estas palabras que deben ser para nosotros palabras de oración: quédate con nosotros que anochece. Después de que experimentemos en nuestro entorno, no en la totalidad del mundo, ni mucho menos, que la luz de la Fe se esconde, no nos desanimemos. Ofrezcámosle al Señor el albergue de nuestro corazón. Anochecerá fuera, se iluminará nuestro interior. Y sin remordimientos, con esperanza, le acomodaremos y asombrados descubriremos después que nuestra vida ha cambiado para bien.
5.- Ellos mismos iban desconsolados a su domicilio, cambian de inmediato de planes. Vuelven a Jerusalén a compartir, allí se enteran que el Maestro, a diferencia de tantos ejecutivos, no “está reunido”, está abierto a todos.
Que uno de los caminantes se llame Cleofás nos hace pensar en la María de Cleofás que acompañó a María de Nazaret, la madre de Jesús y nos damos cuenta de que fue una familia afortunada. Rogad al Señor que también la vuestra lo sea.
0 comentarios:
Publicar un comentario