El domingo pasado veíamos cómo Jesús Resucitado estaba en medio de los discípulos, en medio de nosotros, y nos comunicaba paz, alegría y perdón. Hoy Jesús se hace compañero de camino, camina con los discípulos. Pero como estaban tristes, y pensando en otras cosas... no lo reconocieron. Pero... ¿qué hizo Jesús para que sus amigos le reconocieran?
Partió el pan... Jesús volvió a hacer lo que hizo durante la Última Cena. Partió el pan y pronunció las mismas palabras que en el Jueves Santo. Y de inmediato, los discípulos supieron que estaban con Jesús.
Por eso, es tan importante la Eucaristía del Domingo. Porque nos volvemos a encontrar con Jesús, volvemos a reconocerle, volvemos a sentirlo entre nosotros.
Nosotros, como los discípulos de Emaus, queremos caminar juntos, escuchar su Palabra, partir el pan, compartir el pan y lo que somos y tenemos.
Sabemos que Jesús está entre nosotros. Tenemos que estar alegres... y correr a contárselo a todo el mundo.
● Como los discípulos de Emaús... ¿tú también te desilusionas a veces? ¿En qué ocasiones?
● ¿Te alegra y te llena de gozo venir a la Eucaristía?
● ¿Cómo le hablas a Jesús cuando vienes a la Eucaristía? ¿Qué le dices?
En el Evangelio de San Juan
se cuenta cómo Jesús, en su Última Cena,
se puso un delantal, como las amas de casa,
como las empleadas de hogar,
y les lavó los pies a sus amigos.
Se puso a hacer lo que se obliga
a hacer a los criados, a los esclavos.
Por eso San Juan no habla de pan y vino
porque el amor no sólo comparte pan sino que da la vida.
Gracias, Jesús, por enseñarnos a compartir,
a ofrecer nuestra casa y nuestro tiempo,
nuestra alegría y nuestro cariño.
Que todos te reconozcan vivo
como aquella tarde, en Emaús,
con tus amigos, en el partir el pan.
Partió el pan... Jesús volvió a hacer lo que hizo durante la Última Cena. Partió el pan y pronunció las mismas palabras que en el Jueves Santo. Y de inmediato, los discípulos supieron que estaban con Jesús.
Por eso, es tan importante la Eucaristía del Domingo. Porque nos volvemos a encontrar con Jesús, volvemos a reconocerle, volvemos a sentirlo entre nosotros.
Nosotros, como los discípulos de Emaus, queremos caminar juntos, escuchar su Palabra, partir el pan, compartir el pan y lo que somos y tenemos.
Sabemos que Jesús está entre nosotros. Tenemos que estar alegres... y correr a contárselo a todo el mundo.
● Como los discípulos de Emaús... ¿tú también te desilusionas a veces? ¿En qué ocasiones?
● ¿Te alegra y te llena de gozo venir a la Eucaristía?
● ¿Cómo le hablas a Jesús cuando vienes a la Eucaristía? ¿Qué le dices?
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En el Evangelio de San Juan
se cuenta cómo Jesús, en su Última Cena,
se puso un delantal, como las amas de casa,
como las empleadas de hogar,
y les lavó los pies a sus amigos.
Se puso a hacer lo que se obliga
a hacer a los criados, a los esclavos.
Por eso San Juan no habla de pan y vino
porque el amor no sólo comparte pan sino que da la vida.
Gracias, Jesús, por enseñarnos a compartir,
a ofrecer nuestra casa y nuestro tiempo,
nuestra alegría y nuestro cariño.
Que todos te reconozcan vivo
como aquella tarde, en Emaús,
con tus amigos, en el partir el pan.
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