Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 3, 16-21
Dijo Jesús:
Dios amó tanto al mundo,
que entregó a su Hijo único
para que todo el que cree en Él no muera,
sino que tenga Vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo
para juzgar al mundo,
sino para que el mundo se salve por Él.
El que cree en Él no es condenado,
el que no cree ya está condenado,
porque no ha creído
en el Nombre del Hijo único de Dios.
En esto consiste el juicio:
la luz vino al mundo,
y los hombres prefirieron
las tinieblas a la luz,
porque sus obras eran malas.
Todo el que obra mal
odia la luz y no se acerca a ella,
por temor de que sus obras sean descubiertas.
En cambio, el que obra conforme a la verdad
se acerca a la luz,
para que se ponga de manifiesto
que sus obras han sido hechas en Dios.
“Los hombres que metisteis en la cárcel están en el templo enseñando al pueblo”
La Palabra de Dios no puede estar encadenada, ejemplo lo tenemos en la situación y actitud de los apóstoles, no tienen miedo a nada ni a nadie; su misión es proclamar la Buena Noticia, el Evangelio de Jesús que nos enseña como tenemos que actuar.
La misión de la Iglesia es proclamar la Palabra, para que, según el mandato de Cristo, sea conocida hasta los últimos rincones de la tierra. Esta Palabra, no siempre es bien acogida, al igual que en el texto de hoy, hay gente que la escucha, otros que la persiguen. El Sanedrín manda apresar a los apóstoles por envidia, no podían consentir que las enseñanzas de estos fueran mejor acogidas que las suyas.
Hoy, en nuestra sociedad, también han muchos que rechazan el Evangelio y a sus seguidores, no admiten las enseñanzas de Cristo, pero, como los apóstoles, no debemos temer, hemos de proclamar la Buena Nueva en bonanza y en persecución, sin miedo, El nos lo ha dicho:”Yo estaré con vosotros hasta el fin de los siglos”
“Dios mandó a su Hijo para que el mundo se salve”
Esta primera frase del evangelio de hoy:”Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en El”, nos llena de consuelo y esperanza, a la vez que nos da fuerza para vivir y anunciar, en esta sociedad un tanto hostil, la verdad del Evangelio, proclamando el Amor de Dios al mundo.
La luz vino al mundo, pero el mundo no la quiso recibir; a pesar de ello, Cristo sigue siempre entre nosotros, El ha venido para salvar al mundo, no para juzgarlo. A nosotros nos toca ser portadores de esa luz que gratuitamente hemos recibido, hacer partícipe al mundo de la Luz de Cristo, así quien la reciba obrará de forma que pueda mostrar sus buenas obras, quien no quiere recibirlo huye de la luz , porque sus obras no son según Dios; pero no somos nosotros quienes hemos de juzgar, simplemente somos mensajeros, el juicio es de Dios que ve el fondo de los corazones y la rectitud en el obrar de cada uno.
Dios amó tanto al mundo,
que entregó a su Hijo único
para que todo el que cree en Él no muera,
sino que tenga Vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo
para juzgar al mundo,
sino para que el mundo se salve por Él.
El que cree en Él no es condenado,
el que no cree ya está condenado,
porque no ha creído
en el Nombre del Hijo único de Dios.
En esto consiste el juicio:
la luz vino al mundo,
y los hombres prefirieron
las tinieblas a la luz,
porque sus obras eran malas.
Todo el que obra mal
odia la luz y no se acerca a ella,
por temor de que sus obras sean descubiertas.
En cambio, el que obra conforme a la verdad
se acerca a la luz,
para que se ponga de manifiesto
que sus obras han sido hechas en Dios.
“Los hombres que metisteis en la cárcel están en el templo enseñando al pueblo”
La Palabra de Dios no puede estar encadenada, ejemplo lo tenemos en la situación y actitud de los apóstoles, no tienen miedo a nada ni a nadie; su misión es proclamar la Buena Noticia, el Evangelio de Jesús que nos enseña como tenemos que actuar.
La misión de la Iglesia es proclamar la Palabra, para que, según el mandato de Cristo, sea conocida hasta los últimos rincones de la tierra. Esta Palabra, no siempre es bien acogida, al igual que en el texto de hoy, hay gente que la escucha, otros que la persiguen. El Sanedrín manda apresar a los apóstoles por envidia, no podían consentir que las enseñanzas de estos fueran mejor acogidas que las suyas.
Hoy, en nuestra sociedad, también han muchos que rechazan el Evangelio y a sus seguidores, no admiten las enseñanzas de Cristo, pero, como los apóstoles, no debemos temer, hemos de proclamar la Buena Nueva en bonanza y en persecución, sin miedo, El nos lo ha dicho:”Yo estaré con vosotros hasta el fin de los siglos”
“Dios mandó a su Hijo para que el mundo se salve”
Esta primera frase del evangelio de hoy:”Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en El”, nos llena de consuelo y esperanza, a la vez que nos da fuerza para vivir y anunciar, en esta sociedad un tanto hostil, la verdad del Evangelio, proclamando el Amor de Dios al mundo.
La luz vino al mundo, pero el mundo no la quiso recibir; a pesar de ello, Cristo sigue siempre entre nosotros, El ha venido para salvar al mundo, no para juzgarlo. A nosotros nos toca ser portadores de esa luz que gratuitamente hemos recibido, hacer partícipe al mundo de la Luz de Cristo, así quien la reciba obrará de forma que pueda mostrar sus buenas obras, quien no quiere recibirlo huye de la luz , porque sus obras no son según Dios; pero no somos nosotros quienes hemos de juzgar, simplemente somos mensajeros, el juicio es de Dios que ve el fondo de los corazones y la rectitud en el obrar de cada uno.
Hna. María Pilar Garrúes El Cid
Misionera Dominica del Rosario
Misionera Dominica del Rosario
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