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MISIONEROS EN CAMINO: V Domingo de Cuaresma (Jn 11, 1-45) - Ciclo A: Liturgia, Reflexiones, Exégesis y Oración
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viernes, 8 de abril de 2011

V Domingo de Cuaresma (Jn 11, 1-45) - Ciclo A: Liturgia, Reflexiones, Exégesis y Oración


Publicado por DABAR

DE JUDEA A JERUSALÉN
V de cuaresma. Estamos llegando a Jerusalén. Se acerca la Pascua. La fiesta de la liberación.
Me resulta muy interesante que Juan ubica el relato de la resurrección de Lázaro un poco antes de la última subida a Jerusalén. Si uno sigue leyendo los versículos se encuentra con que la vida devuelta a Lázaro va a suponer que Jesús ponga definitivamente la suya en peligro. Tras ver a Lázaro unos lo celebran y bendicen a Dios, otros van corriendo a dar parte a las autoridades religiosas. De tal información surgirá la decisión irrevocable de matar a Jesús. El complot ya está en marcha. Es más, los sacerdotes también deciden dar muerte a Lázaro… no sabemos si lo consiguieron.
Al poco tiempo Jesús vuelve a Betania a visitar a Lázaro y sus hermanas. ¿Imaginan el abrazo del reencuentro entre los dos amigos? La alegría, el agradecimiento infinito de Marta que refresca y unge los pies cansados del maestro. Con delicadeza derrama el perfume de nardo, el mejor que tiene. (Juan precisa que es carísimo, hasta recuerda la reacción de aquel día de Judas por el derroche).Jesús agradece el gesto de ternura, es consciente de lo que se aproxima, agradece que lo cuiden con tanto cariño. Le queda poco de estar con ellos.Ha intentado por todos los medios humanos… y divinos, mostrarles la luz, la presencia salvadora del Padre, su voluntad de que sean felices. Ha vivido entre ellos, con ellos, ha compartido sus problemas, ha sembrado sus encuentros de confianza, de esperanza, ha ofrecido justicia y perdón, ha regalado compasión, ha devuelto la vida y la dignidad a todo el que se le ha acercado. Ha recorrido los caminos y los pueblos, ha rezado con ellos y por ellos. Impresiona leer en las palabras de Juan cómo Jesús siente la muerte de su amigo Lázaro. Nos descubre un Jesús amigo de sus amigos, que se entristece, que llora. Pareciera que no nos cuadra esta vulnerabilidad con la capacidad de Jesús para “arreglar las cosas….” Siglos y siglos de sabernos el final de la historia, de conceptualizar a Jesús como la mano milagrera del poder de Dios… que “por supuesto demuestran su naturaleza prodigiosa y divina”… (¡qué miedo me dan todas estas conceptualizaciones!!…y… ¡cómo y cuánto nos alejan de comprender los signos compasivos que Jesús regala!!) Menudo empeño de Juan de recordarnos un Jesús que llora ante el dolor y la desesperación de las personas ante la oscuridad de la muerte. A Jesús le afecta todo esto. Le conmueve, lo siente como ellos y con ellos. También la muerte para él es el gran interrogante, el enemigo más feroz. Pero le fortalece la confianza absoluta que deposita en el Padre. “Esta muerte es para la gloria de Dios, para que creáis”, éstas son sus palabras. Imagino a los discípulos que le escuchan sin entender casi nada. Perplejos por oír que van a volver a Judea… al peligro de ser apedreados otra vez. Me encanta la solidaridad de Tomás: “Vayamos también nosotros a morir con él”, seguro que fue un comentario que salió del corazón de la amistad que los vincula a Jesús. Estos arrebatos de fidelidad yo creo que despistaban un poco a Jesús. Sabe que los suyos le quieren, confían en él, pero si no ponen su corazón y su fortaleza en Dios cuando venga el momento de la dificultad se derrumbarán. Jesús lo sabe, les conoce, les ama hasta el infinito, le preocupa que se sientan perdidos y abandonados, le urge afianzarlos en la vida del Padre. El no duda del amor de Dios pero le preocupa que ellos sí lo hagan. Devolver la vida a Lázaro es signo más que suficiente para no dudar de ese amor. Para elegir vivir desde la fe y la confianza en Dios. Jesús así lo cree y así se lo hace saber. No dudéis más. Creed por las obras. Dios os quiere vivos, os quiere libres de cualquier muerte. Os regala la posibilidad de encontraros con él en todos los acontecimientos de dolor, de oscuridad, no os deja solos. Llama a cada uno por su nombre: “Lázaro, sal fuera!!”. Sal a la luz, sal a la vida, vive de un modo nuevo, sal y te encontrarás con el Señor que te está esperando, toma conciencia de ti mismo y abandona la seguridad de tus máscaras y tus sepulcros, tus miedos , de lo superfluo. No has sido creado para vivir adormecido, moribundeado por la mediocridad y el sin sentido. Has sido creado para la vida en Dios, para la alegría, para la esperanza. Es la fiesta de la liberación. ¿Qué subes a celebrar a Jerusalén?


ANA IZQUIERDO
ana@dabar.net





DIOS HABLA

EZEQUIEL 37,12-14
Así dice el Señor: «Yo mismo abriré vuestros sepulcros, y os haré salir de vuestros sepulcros, pueblo mío, y os traeré a la tierra de Israel. Y, cuando abra vuestros sepulcros y os saque de vuestros sepulcros, pueblo mío, sabréis que soy el Señor. Os infundiré mi espíritu, y viviréis; os colocaré en vuestra tierra y sabréis que yo, el Señor, lo digo y lo hago». Oráculo del Señor.

ROMANOS 8,8 11
Hermanos: Los que viven sujetos a la carne no pueden agradar a Dios. Pero vosotros no estáis sujetos a la carne, sino al espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo no es de Cristo. Pues bien, si Cristo está en vosotros, el cuerpo está muerto por el pecado, pero el espíritu vive por la justificación obtenida. Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros.

JUAN 11,3 7.17.20 27.33b 45
En aquel tiempo, las hermanas de Lázaro mandaron recado a Jesús, diciendo: «Señor, tu amigo está enfermo». Jesús, al oírlo, dijo: «Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella». Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo, se quedó todavía dos días en donde estaba. Sólo entonces dice a sus discípulos: «Vamos otra vez a Judea». Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa. Y dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá». Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará». Marta respondió: «Sé que resucitará en la resurrección del último día». Jesús le dice: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?» Ella le contestó: «Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo». Jesús sollozó y, muy conmovido, preguntó: «¿Dónde lo habéis enterrado?» Le contestaron: «Señor, ven a verlo». Jesús se echó a llorar. Los judíos comentaban: «¡Cómo lo quería!» Pero algunos dijeron: «Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que muriera éste?» Jesús, sollozando de nuevo, llega al sepulcro. Era una cavidad cubierta con una losa. Dice Jesús: «Quitad la losa». Marta, la hermana del muerto, le dice: «Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días». Jesús le dice: «¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?» Entonces quitaron la losa. Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo: «Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado». Y dicho esto, gritó con voz potente: «Lázaro, ven afuera». El muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y la cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo: «Desatadlo y dejadlo andar». Y muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él.



EXEGESIS

PRIMERA LECTURA
Una pequeña obra maestra este cap.37 de Ezequiel. Dos pasmosas imágenes que nos meten de lleno en la situación y el futuro de Israel en momentos claves de su historia. Abre caminos en la total oscuridad, rompe moldes viejos cuando estos ya no sirven.

En medio del destierro de Babilonia el pueblo se ha diluido, ha perdido la fe. Abrumado por una civilización que le supera, de una novedad tan absoluta que la fe recibida le parece que se ha quedado pequeña, pierde su esperanza. Frente a sí no ve sino el abismo de la desaparición y la muerte (¿Algo que ver con la visión que hoy tenemos del futuro de la iglesia?). El profeta ya ha hablado del pasado. Ha denunciado la desaparición de Israel y la deportación de Judá como fruto de un pasado pecador, autosuficiente (¡Templo de Dios, templo de Dios!’ Jer. 7), e idolátrico (otros dioses que no son el Señor: falsa religiosidad, riqueza y desigualdad, justicia injusta…).

El pueblo va entrando en razón, en reconocer su desvarío; e incluso se hace la ilusión de retornar a donde estaban “Habitaréis en la tierra que di a vuestros padres, vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios” (Ez 36,28). Pero esto resulta poco creíble ante la pavorosa destrucción del que ha sido objeto el pueblo de Dios: sin tierra, sin templo ni sacrificios, sin monarquía (¡Donde quedó el ungido del Señor, el pequeño David del pasado domingo!). Nada ha sido respetado y nada podrá volver a ser lo mismo.

Ezequiel, al igual que Isaías, toma en sus manos signos que susciten la esperanza sin hurgar ni un punto en la terrible experiencia de este pueblo en el destierro. Isaías dirá que siempre queda algo, un resto, lo que humea después del incendio, lo que queda vivo en los despojos que deja una fiera después de quebrantar un cordero. Del tronco humeante puede brotar un renuevo con las lluvias; es suficiente para la esperanza.

Ezequiel ve una desolación total, como si aun ese poco de esperanza hubiera desaparecido; como si ese poco de vida hubiera sido exterminado. Sólo ve un campo de huesos calcinados, resecos (v.37,1-2). A la vista de la desolación escucha que le dicen: “Hijo de Adán, esos huesos son toda la Casa de Israel. Ahí los tienes diciendo: “nuestros huesos están calcinados; nuestra esperanza se ha desvanecido”.

La respuesta a esta postración total, a este dar por terminada su aventura vital, es el texto de hoy: “Yo mismo os hará salir de vuestros sepulcros….” Este retorno a la vida se refiere, claro, al Pueblo de Israel. Pero el camino elegido es una novedad: resucitarán los muertos. Dios hará surgir una nueva realidad de esos cadáveres dispersos por el campo en que se convertido Israel. Será una obra exclusiva de Dios, de su Espíritu (v9), que sólo puede infundir vida. Toda esta escena evoca la primigenia imagen de la creación, cuando el ‘espíritu del Señor sobrevolaba sobre las aguas’ (Gen 1,2).

Una escena que deja claras algunas cosas: no hay vuelta atrás; no podemos retornar a un pasado fracasado. Pero eso no significa que no hay futuro: ‘Dios es bien capaz de sacar hijos de las piedras’. Dios puede hacer algo impensado en aquel momento histórico, resucitar a los muertos. Pero no serán redivivos, sino nuevas criaturas, como resalta el mismo Ezequiel en la segunda parte de este mismo capítulo 37 con la alegoría de la caña partida: has de juntarlas, a Israel y a Judá, para que sean un pueblo unido, nuevo, que no volverá a partirse.

TOMÁS RAMÍREZ
tomas@dabar.net

SEGUNDA LECTURA

En el contexto general del capítulo 8 de Romanos, dedicado a la “vida en el Espíritu” se hacen algunas de las consideraciones más decisivas sobre la realidad del Espíritu en la existencia del cristiano.

Parte Pablo del hecho de que los cristianos ya estamos viviendo en el Espíritu a partir de su bautismo, vida de fe y consiguiente unión a Cristo. Sin este presupuesto todo el capítulo es incomprensible.

En esto está la real dificultad de la aceptación del texto. Nosotros no solemos partir auténticamente de tal base. Vueltos los ojos hacia un lejano futuro, el cristiano espera algo muy grande que ha de venir, pero se fija menos en la prenda que de ello tiene: la real presencia del Espíritu.

Los “si” de estas líneas no son condicionales, sino más bien afirmaciones en la línea del “supuesto que...” hasta llegar a la rotundidad de la frase “el que no tiene el Espíritu de Cristo no es de ´Cristo”, lo cual nos pone ante el dilema definitivo.

Lo más llamativo del texto para el cristiano actual es que todo él se refiere a cada uno de nosotros en su situación actual. Son afirmaciones muy fuertes cuando se piensa que están refiriéndose a nosotros tal como realmente somos. Pablo no piensa en otros cristianos que fueran muy diferentes y de los cuales pudieran predicarse con verdad estos pensamientos. De ahí la necesidad de tomarnos en serio lo que dice de nosotros.

Y no sólo de la iglesia. Estamos bastante dispuestos a aceptar la presencia y actividad del Espíritu en las instancias institucionales. Aquí no se dice nada de ello, sino de cada cristiano y del tipo de vida y actividad que tiene ahora y que se prolongará en el futuro con la resurrección que nos aguarda.

FEDERICO PASTOR
federico@dabar.net

EVANGELIO

1. Aclaraciones al texto
V.4 Gloria de Dios. El término gloria traduce un término hebreo cuyo significado básico es peso, consistencia, tanto en sentido físico como figurado. Gloria de Dios: lo que Dios es en sí y en relación con el hombre.
Vs.14-15 Lázaro ha muerto...Vamos a su casa. En el original griego Jesús no habla de ir a casa de Lázaro, sino de ir adonde él. De hecho, Jesús ni siquiera entró en el pueblo: es a las afueras de él adonde acuden Marta primero y María después, para luego preguntar: ¿Dónde lo habéis enterrado? (v.34).Jesús llegó a la tumba (v.38). Jesús llega al fin adonde está su amigo muerto, adonde desde el primer momento había querido ir.
Vs.25-26 El que cree en mí, aunque muera, vivirá. Y todo el que vive y cree en mí no morirá nunca. La capacidad de vida de la persona no termina con su muerte física; la persona es partícipe de la vida divina. La muerte física no agota la capacidad de vida de la persona.

2. Texto
Desde el primer momento el texto despliega ante nosotros dos niveles de lenguaje, el de las hermanas (tu amigo está enfermo) y el de Jesús (esta enfermedad no acabará en la muerte). Articular ambos niveles en un mismo texto no era tarea fácil, de ahí que en ocasiones el texto resultante suene muy paradójico (ejemplo: los vs.5 y 6).
El lenguaje de las hermanas refleja el nivel empírico de la realidad, con el cadáver de Lázaro como exponente incuestionable. Del mismo nivel de lenguaje participan los discípulos que acompañan a Jesús y los judíos que acompañan a María en su duelo. Jesús vive y sufre también ese mismo nivel empírico: ir adonde su amigo conllevaba un riesgo para su propia vida (v.8); la muerte de su amigo le afectó muy hondamente: Jesús rompió a llorar (v.35), compartiendo el desgarro y el realismo de Marta y de los judíos que la acompañaban.
Pero desde el primer momento Jesús no se limita al solo nivel empírico de la realidad; Jesús ve más allá dentro de la realidad, más en profundidad. Jesús se expresa desde Dios, desde lo que Dios es, desde la gloria de Dios, desde la vida de Dios. Es esa realidad de Dios lo que Jesús verbaliza a sus discípulos primero (vs.7-16) y a Marta después (vs.17-27), pidiéndoles insistentemente que crean en lo que él les dice. Y es la realidad de Dios lo que Jesús hace empírico en la tumba de Lázaro, cuando grita con voz potente: ¡Lázaro, sal fuera! (v.43).
Lázaro es la convalidación empírica de las palabras de Jesús a Marta: Yo soy la resurrección y la vida.

3. Comprensión actualizante
La dinámica del relato hacia Lázaro saliendo de la tumba nos invita a vivir la vida desde la plenitud y totalidad de la Vida. Gracias a Dios, no morimos nunca.
Una invitación de Jesús recorre el relato de principio a fin: Para que creáis; ¿crees esto?; ¿no te he dicho que, si crees, verás la gloria de Dios? Jesús sigue haciendo hoy la misma invitación.
En el relato se da cita nuestra propia experiencia empírica: la muerte de un ser cercano, el llanto, el duelo. Pero un cristiano debe poder completar esa experiencia con esta otra: Sí, Señor, yo creo que Tu eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.

ALBERTO BENITO
alberto@dabar.net


CELEBRACIÓN COMUNITARIA DE LA PENITENCIA

Canto: Nos has llamado al desierto
Monición. Bienvenidos, hermanos a esta celebración de la misericordia y del perdón de Dios, nuestro Padre. Durante el tiempo cuaresmal hemos ido revisando nuestra vida y hemos visto la necesidad de perdón para nosotros porque no somos perfectos y porque muchos aspectos de nosotros mismos no son conforme al Evangelio de Jesús. No hemos sido del todo consecuentes con nuestra fe: Hemos fallado a Dios y hemos fallado a nuestro prójimo. A veces lo hemos hecho involuntariamente, casi sin darnos cuenta. Por eso necesitamos ser humildes y pedir el perdón como una gracia que Dios pone a nuestro alcance cuando reconocemos nuestros pecados y queremos superarlos. Hoy, el sacramento de la Penitencia nos reconciliará con Dios, con los demás y con nosotros mismos. Así podremos estos días celebrar más dignamente los misterios de la muerte y la resurrección del Señor y comenzar con Él una vida renovada por la fuerza de Dios.
Oremos. Dios, Padre nuestro, que sigues creyendo y confiando en nosotros, en nuestra bondad, en nuestra capacidad de reacción, en la posibilidad de nuestra conversión, ayúdanos a reconocernos pecadores ante Ti; nos ponemos en tus manos misericordiosas para que derrames sobre nosotros la gracia del perdón y podamos gozar, así, de una comunión más plena contigo y con la Iglesia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad el Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Lecturas de la Palabra de Dios
Lectura de la primera carta del apóstol San Juan (3, 1-10)
Salmo 50:
R/ Por tu inmensa compasión borra mi culpa.

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.

Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti sólo pequé,
cometí la maldad que aborreces.

Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame, quedaré más blanco que la nieve.

Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.

Lectura del Santo Evangelio según San Lucas (15, 11-32)
Reflexión homilética
Canto: Volveré, volveré
Preces de perdón
+ Por los pecados de nuestra sociedad: Los deseos de guerra, los actos terroristas, las acciones vandálicas, la delincuencia y la inseguridad ciudadana, el poco valor que se da a la vida humana y el respeto a los demás; por la veneración hacia el dinero y hacia los bienes materiales, por los abusos a inmigrantes, por la explotación del hombre por el hombre, por los contratos basura y el empleo temporal, por las bolsas de pobreza en las grandes ciudades... PERDONA A TU PUEBLO, SEÑOR...
+ Por los pecados de nuestra Iglesia y de las comunidades cristianas: La falta de valentía en la denuncia de todas las injusticias, la tolerancia de algunos pecados sociales, las faltas de omisión en el compromiso con los débiles y con los pobres, la caridad que falta en el trato con los que son críticos con ella, la colaboración que falta con grupos de otras ideologías que comparten con nosotros la búsqueda de un mundo más humano, la falta de testimonio de Jesús en todos los ambientes... PERDONA A TU PUEBLO, SEÑOR...
+ Por nuestros pecados personales: el no querer comprometernos del todo en la solución de los problemas de la sociedad, el no querer comprometernos de todo en la tarea evangelizadora de la Iglesia, en la dejación de nuestro compromiso cristiano, nuestro egoísmo, la búsqueda de nuestros intereses particulares o de grupo, nuestra insolidaridad, nuestra falta de amor en el trato con los demás, nuestra falta de respuesta ante quien nos necesita, nuestros odios y rencores, nuestro olvido de Dios, nuestra falta de interés en implicarnos en el bien común, por nuestra falta del sentido del compartir, por nuestras omisiones clamorosas en la sociedad y en la Iglesia, por nuestro cristianismo tibio, por nuestra insensibilidad ante el sufrimiento ajeno, por nuestra comodidad, por dejarnos llevar por la inercia que otros nos imponen... PERDONA A TU PUEBLO, SEÑOR...
Confesión general: Yo confieso ante Dios todopoderoso...
Confesión y absolución individual.
Acción de gracias comunitaria. Oración litánica:
+ Por contar con nosotros en la creación: TE DAMOS GRACIAS, SEÑOR.
+ Por haber sometido todo lo creado a nuestro servicio: TE DAMOS...
+ Por haberte manifestado a Abrahán, a Moisés, a los profetas. TE DAMOS...
+ Por habernos dado a tu Hijo Jesús: TE DAMOS GRACIAS...
+ Por la fidelidad que mostró Jesús a Ti y a nosotros. TE DAMOS...
+ Por la resurrección de Jesús, que es también la nuestra. TE DAMOS...
+ Por el don del Espíritu Santo. TE DAMOS...
+ Por la presencia de la Iglesia en nuestras vidas. TE DAMOS...
+ Por el bautismo, que nos dio la vida eterna. TE DAMOS...
+ Por el perdón que acabas de darnos en la penitencia. TE DAMOS...
+ Porque sigues creyendo y confiando en nosotros. TE DAMOS...
+ Porque quieres compartir tu eternidad con nosotros. TE DAMOS...
+ Porque siempre buscas nuestro bien y nuestra felicidad. TE DAMOS...

Recitación o canto del Padrenuestro.

Conclusión. Dios, Padre nuestro, que no nos tratas como merecen nuestros pecados y que perdonas nuestras ofensas para que encontremos el bienestar y podamos sentirnos felices y en paz, ayúdanos a que el perdón que hemos recibido sin merecerlo nos lleve a ser agradecidos contigo correspondiendo a tu amor con el perdón hacia aquellos que nos han ofendido. Por JCNS.
JUAN SEGURA
juan@dabar.net




PARA CONSIDERAR Y REFLEXIONAR EN GRUPOS

Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá;
y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?
(Jn 11, 25)

Preguntas y cuestiones
Muerte y vida… la clave es la persona de Jesús: Yo soy
Jesús se nos presenta como la gran respuesta a lo más importante, pero nos pide posicionarnos,…¿creemos de verdad esto?


PARA LA ORACION

Dios de la vida y del amor; llena de tus bendiciones a quienes creemos que Jesús es tu Hijo enviado al mundo para redimirnos del pecado. Y a quienes intentan seguirlo en su mismo camino, otórgales también el mismo consuelo de saberse llamados a vivir para siempre con él.
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Dios clemente y misericordioso, de quien procede la misericordia y la redención copiosa; que estos dones nos alcancen de ti la gracia de tu perdón y que tu gran benevolencia para con nosotros nos haga vivir según el Espíritu que ungió a Jesús, tu enviado.
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Es verdad que es justo y necesario que practiquemos la oración de agradecimiento. Pues al darnos la vida, hemos sido elegidos para la eternidad; y, al darnos la oportunidad de conocer a tu Hijo Jesucristo, podemos también creer en él y hacer vida en nosotros su mensaje salvador, viviendo, así, en la certeza de que nuestra existencia está ligada a una muerte como la suya y a una resurrección como la suya. Por eso, nuestro corazón se siente agradecido y alegre, y, con los ángeles y santos, cantamos, gozosos, el himno de tu gloria.
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Confortados con el sacramento que alimenta nuestra fe y nos anticipa los bienes del cielo, te pedimos, Padre, que nuestra vida temporal transcurra en la alegría y la esperanza de resucitar un día, con Cristo, para la vida eterna.


LA MISA DE HOY

MONICIÓN DE ENTRADA
Hoy es el último domingo antes de la Semana Santa. La catequesis bautismal que nos ha ido proponiendo la liturgia de los dos domingos anteriores culmina hoy con el evangelio de la resurrección de Lázaro. El destino de Jesús es la resurrección a través de la muerte. Lo mismo para el discípulo: Quien cree en Jesús tiene la vida eterna; no muere para siempre porque Jesús es la Resurrección y la Vida. Y lo es ya, aquí y ahora. A través del agua bautismal, el Señor nos concede su luz y su vida; una vida de índole espiritual desde Dios para nuestra etapa temporal y la vida eterna tras la muerte. Bienvenidos a estar liturgia de Cuaresma.

ACTO PENITENCIAL
-Tú, que con tu espíritu, puedes sacarnos de nuestros sepulcros. Señor, ten piedad.
-Tú, que, que con el bautismo, nos concedes la vida eterna. Cristo, ten piedad.
-Tú, que quieres tener para siempre a tu lado a quien responde con la fe a tu mensaje y a tu persona. Señor, ten piedad.

MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA
El hombre vive por la efusión del espíritu por parte de Dios. Sin esa intervención divina, sólo seríamos materia inerte. El texto de Ezequiel nos habla de una regeneración. A veces, los avatares de la vida nos dejan tan hundidos que parecemos medio muertos. Dios nos va a regenerar con su espíritu, pues Él quiere que vivamos, y que vivamos con Él para siempre.

SALMO RESPONSORIAL (Sal 129)
Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa.
Desde lo hondo a ti grito, Señor; Señor, escucha mi voz estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica.
Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa.
Si llevas la cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir? Pero de ti procede el perdón, y así infundes respeto.
Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa.
Mi alma espera en el Señor, espera en su palabra; mi alma aguarda al Señor, más que el centinela la aurora. Aguarde Israel al Señor, como el centinela la aurora.
Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa.
Porque del Señor viene la misericordia, la redención copiosa; y él redimirá a Israel de todos sus delitos.
Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa.

MONICIÓN A LA SEGUNDA LECTURA
San Pablo profundiza en la existencia del creyente, en el sentido de la vida para el discípulo de Jesús. Éste no está tan pendiente de las cosas temporales cuanto de las de Dios, de las materiales, cuanto de las espirituales. Dios habita en nosotros por el Espíritu; el mismo que recibió Jesús. Su mismo Espíritu nos conduce también hacia su mismo destino.

MONICIÓN A LA LECTURA EVANGÉLICA
“Yo soy la resurrección y la vida” proclama Jesús. Quien cree en él, ya está en la vida; y, aunque haya muerto, resucita a la vida eterna. No es necesario esperar a la resurrección del último día. El que cree en Jesús, por su presencia continuada, por su inmediatez y por su destino, pertenece ya a la vida eterna. Si muere, entonces resucita porque Jesús está con él.

ORACIÓN DE LOS FIELES
A Dios Padre, fuente de la vida y de la felicidad, le llevamos nuestra oración comunitaria en forma de súplica humilde y confiada.
-Por la Iglesia de Dios, para que sea en el mundo portadora de la vida de Jesús. Roguemos al Señor.
-Por los pueblos y personas que anhelan la paz, para que la vean hecha realidad cuanto antes y nunca desesperen ante la violencia. Roguemos al Señor.
-Por los pueblos donde la injusticia y el hambre causan muerte tras muerte, para que el mundo se conciencie de la necesidad de resolver esa situación injusta y clamorosa. Roguemos al Señor.
-Por los que padecen enfermedades, por los que sufren las peores consecuencias de la crisis económica, por los emigrantes y los desempleados. Roguemos al Señor.
-Por todos nosotros, para que vivamos sin miedo a la muerte, sabiendo que, creyendo en Jesús resucitado, compartiremos su misma vida con él. Roguemos al Señor.
-Por nuestros familiares y amigos difuntos, para que gocen por siempre de la vida eterna de Jesús. Roguemos al Señor.
Escucha y atiende, Padre bueno, la oración que, desde nuestra fe en Jesucristo, te dirigimos. Danos tu Espíritu para que nos ayude a vivir en este mundo y podamos, así, participar contigo de tu vida eterna. Por JCNS.

DESPEDIDA
Recorramos estos días que faltan hasta la Semana Santa con la óptica de la esperanza final en la que nos ha ido introduciendo el ritmo de esta Cuaresma. Y que esa esperanza sea la clave en la que vivamos los días santos que se aproximan. Podemos ir en paz.



CANTOS PARA LA CELEBRACION
Entrada: Dios es fiel, de A. Taulé, en el disco "El Señor es mi luz"; Hoy vuelvo de lejos, de Erdozáin; Gloria a Cristo, Señor.* es un canto de entrada propio de la Cuaresma que se encuentra en el casete "Cantos para participar y vivir la Misa"; Camina, pueblo de Dios (1 CLN 726).
Acto Penitencial: Gregoriano o el Señor, ten piedad, de Manzano.
Salmo: Desde lo hondo (l CLN 529).
Aclamación antes del Evangelio: Yo soy la Resurrección y la Vida.
Ofertorio: Attende, Dómíne; Ante ti, Señor, presentamos hoy, del casete "15 Nuevos Cantos para la Misa".
Comunión: Fiesta del banquete (1 CLN O 23); Yo le resucitaré, del disco "De fiesta con Jesús"; Oh Señor delante de ti.
Final: Himno a Jesucristo, del casete o CD titulado "12 Canciones religiosas y litúrgicas para el siglo XXI".



Director: José Ángel Fuertes Sancho •Paricio Frontiñán, s/n• Tlf 976458529 Fax 976439635 • 50004 ZARAGOZA
Tlf. del Evangelio: 976.44.45.46 - Página web: www.dabar.net - Correo-e: dabar@dabar.net

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WebJCP | Abril 2007