En aquellos tiempos pensaban cosas muy raras. Pensaban que si un niño nacía ciego... era porque él (antes de nacer) o sus padres habían cometido un pecado muy gordo. Jesús ya sabía que esto no tenía sentido... y decidió curar al ciego.
Aquel hombre, tras encontrarse con Jesús, recuperó su vista y cambió su vida... Desde el principio supo que Jesús no era como los demás hombres. Supo que Jesús era el Señor y creyó en Él. Para el ciego y para la gente sencilla, la vida cambia al creer en Jesús.
Pero por allí también estaban los fariseos... que no soportaban que Jesús ganara más seguidores. Estaban muertos de envidia... y además de no querer creer en el milagro que hizo Jesús... se empeñaron en encontrar algo malo para criticarlo.
Y tuvieron la ocurrencia de decir que Jesús hizo mal en curar al ciego en sábado... que entonces era el “día del Señor”.
Nosotros a veces también actuamos como los fariseos: nos creemos mejores que los demás, y buscamos criticar hasta lo bueno que hacen otros. La soberbia, la envidia y el orgullo, no nos dejan ver nuestros propios defectos. Y peor aún... no nos permiten aceptar a Jesús, reconocer y arrepentirnos de nuestros pecados y estar en paz.
En cambio, en un corazón sencillo, Jesús puede entrar y “devolverle la vista”, para reconocer nuestros fallos y ver lo bueno que hay en los demás.
Si vemos con los ojos de Jesús, siempre podemos descubrir algo bueno en todos los que nos rodean y en todo lo que nos sucede.
● ¿Cómo actuas cuando alguien cerca de ti... hace algo bien y recibe felicitaciones? ¿Te alegras y reconoces lo bueno? O... ¿te sienta mal... y tratas de buscar fallos?
● Seguro que has oido el refrán “ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio”... ¿Qué significa?
● Y tú... ¿tienes algún “defecto” que tengas que cambiar... antes de criticar lo mismo en los demás?
Publicado por Acción Católica General
Aquel hombre, tras encontrarse con Jesús, recuperó su vista y cambió su vida... Desde el principio supo que Jesús no era como los demás hombres. Supo que Jesús era el Señor y creyó en Él. Para el ciego y para la gente sencilla, la vida cambia al creer en Jesús.
Pero por allí también estaban los fariseos... que no soportaban que Jesús ganara más seguidores. Estaban muertos de envidia... y además de no querer creer en el milagro que hizo Jesús... se empeñaron en encontrar algo malo para criticarlo.
Y tuvieron la ocurrencia de decir que Jesús hizo mal en curar al ciego en sábado... que entonces era el “día del Señor”.
Nosotros a veces también actuamos como los fariseos: nos creemos mejores que los demás, y buscamos criticar hasta lo bueno que hacen otros. La soberbia, la envidia y el orgullo, no nos dejan ver nuestros propios defectos. Y peor aún... no nos permiten aceptar a Jesús, reconocer y arrepentirnos de nuestros pecados y estar en paz.
En cambio, en un corazón sencillo, Jesús puede entrar y “devolverle la vista”, para reconocer nuestros fallos y ver lo bueno que hay en los demás.
Si vemos con los ojos de Jesús, siempre podemos descubrir algo bueno en todos los que nos rodean y en todo lo que nos sucede.
● ¿Cómo actuas cuando alguien cerca de ti... hace algo bien y recibe felicitaciones? ¿Te alegras y reconoces lo bueno? O... ¿te sienta mal... y tratas de buscar fallos?
● Seguro que has oido el refrán “ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio”... ¿Qué significa?
● Y tú... ¿tienes algún “defecto” que tengas que cambiar... antes de criticar lo mismo en los demás?
¡ÁBREME LOS OJOS, SEÑOR!
¡Ábreme los ojos, Señor!
Para verte en el sol, en el cielo
y en la naturaleza.
Para ver tus obras y darte gracias.
Para ver con tus ojos a los otros.
Para descubrir lo bueno que
hay en mis amigos, en mis padres.
Para ver el bien que hay en mí.
¡Ábreme los ojos, Señor!
Para descubrir el mal que me hace tropezar.
Para descubrir los caminos equivocados.
Para reconocerte y darte gracias.
Cuando me ciegue el mal
¡Ábreme los ojos, Señor! Amén
¡Ábreme los ojos, Señor!
Para verte en el sol, en el cielo
y en la naturaleza.
Para ver tus obras y darte gracias.
Para ver con tus ojos a los otros.
Para descubrir lo bueno que
hay en mis amigos, en mis padres.
Para ver el bien que hay en mí.
¡Ábreme los ojos, Señor!
Para descubrir el mal que me hace tropezar.
Para descubrir los caminos equivocados.
Para reconocerte y darte gracias.
Cuando me ciegue el mal
¡Ábreme los ojos, Señor! Amén
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