Cuando Pedro, Santiago y Juan subieron al monte con Jesús, vieron que allí se estaba tan bien... que se habrían quedado allí para siempre. A nosotros también nos pasa esto muchas veces. Hay momentos en los que estamos tan contentos... que creemos que ya hemos alcanzado la “plenitud”. Creemos que ya está todo hecho... y nos podemos sentar a disfrutar de lo que somos o de lo que hemos conseguido.
Y también en estos casos viene Jesús a “despertarnos”... a decirnos que aún hay mucho por hacer. Que en la vida hay que esforzarse todos los días.
Cuando empezamos a hacer una cosa puede que al final nos salga “muy bien”... o que no salga como habíamos pensado.
Si nos pasa lo primero, debemos alegrarnos y celebrarlo. Y dar gracias a Dios por haber estado a nuestro lado, dándonos fuerzas y animo. Pero no debemos creer que ya está todo hecho y que no debemos seguir esforzándonos...
Imagina has intentado durante toda la semana llevarte bien con un compañero del cole... con el que tienes un problema. Imagina que has estado toda la semana pendiente de mejorar la relación, estando cerca de él... y cuando llega el viernes... ya sois un poco más amigos. Estás muy contento. Pero... porque has conseguido un “avance”... ¿tienes que dejar de estar atento a ese compañero? ¿El lunes “pasarías” de él? O... ¿tienes que seguir mejorando tu relación con él? ¿Qué haría Jesús?
Y si por el contrario, todo te ha salido mal... Pregúntate ¿por qué ha pasado...? Y sigue intentándolo. También los saltadores de altura tiran el listón cuando lo intentan. No te desanimes.
● ¿Cómo eres...? ¿Te esfuerzas en ser un poco mejor cada día... o no? ¿Qué piensan tus padres, tus amigos, los profes... de cómo eres?
● Cuando te sale algo bien... ¿qué haces, qué piensas? ¿Y cuándo te sale todo mal?
● Aquella voz que salió de la nube, dijo: “Este es mi Hijo, el amado, en quien me complazco. Escuchadlo”. ¿Qué haces tú para querer y escuchar a Jesús?
Y también en estos casos viene Jesús a “despertarnos”... a decirnos que aún hay mucho por hacer. Que en la vida hay que esforzarse todos los días.
Cuando empezamos a hacer una cosa puede que al final nos salga “muy bien”... o que no salga como habíamos pensado.
Si nos pasa lo primero, debemos alegrarnos y celebrarlo. Y dar gracias a Dios por haber estado a nuestro lado, dándonos fuerzas y animo. Pero no debemos creer que ya está todo hecho y que no debemos seguir esforzándonos...
Imagina has intentado durante toda la semana llevarte bien con un compañero del cole... con el que tienes un problema. Imagina que has estado toda la semana pendiente de mejorar la relación, estando cerca de él... y cuando llega el viernes... ya sois un poco más amigos. Estás muy contento. Pero... porque has conseguido un “avance”... ¿tienes que dejar de estar atento a ese compañero? ¿El lunes “pasarías” de él? O... ¿tienes que seguir mejorando tu relación con él? ¿Qué haría Jesús?
Y si por el contrario, todo te ha salido mal... Pregúntate ¿por qué ha pasado...? Y sigue intentándolo. También los saltadores de altura tiran el listón cuando lo intentan. No te desanimes.
● ¿Cómo eres...? ¿Te esfuerzas en ser un poco mejor cada día... o no? ¿Qué piensan tus padres, tus amigos, los profes... de cómo eres?
● Cuando te sale algo bien... ¿qué haces, qué piensas? ¿Y cuándo te sale todo mal?
● Aquella voz que salió de la nube, dijo: “Este es mi Hijo, el amado, en quien me complazco. Escuchadlo”. ¿Qué haces tú para querer y escuchar a Jesús?
ESTAR CONTIGO
Jesús, a veces me invade
la oscuridad y lo veo todo gris.
Necesito que me animes
enséñame tu rostro divino.
Si Tú estás en mí
me dan ganas de amar,
no me desanimo,
la vida es más alegre
y confiada.
Dame fortaleza para los momentos difíciles.
Dame el pan de la Eucaristía para estar contigo.
¡Qué bien se está contigo, Jesús! Pero quiero crecer.
Dame un empujoncito para seguir adelante. Amén.
Jesús, a veces me invade
la oscuridad y lo veo todo gris.
Necesito que me animes
enséñame tu rostro divino.
Si Tú estás en mí
me dan ganas de amar,
no me desanimo,
la vida es más alegre
y confiada.
Dame fortaleza para los momentos difíciles.
Dame el pan de la Eucaristía para estar contigo.
¡Qué bien se está contigo, Jesús! Pero quiero crecer.
Dame un empujoncito para seguir adelante. Amén.
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