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MISIONEROS EN CAMINO: VI Domingo del T.O. (Mt 5, 17-37) - Ciclo A: Elegir...
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sábado, 12 de febrero de 2011

VI Domingo del T.O. (Mt 5, 17-37) - Ciclo A: Elegir...


Publicado por Pastoral Vocacional

El texto evangélico de este domingo nos recuerda que en tiempo de Jesús era muy grande el número de leyes y tradiciones que llegaron a encubrir y desfigurar el verdadero rostro del Dios del amor. En esta situación, Jesús no se presenta como un legislador más. Lo que hace es proclamar una nueva forma de vivir y actuar, basada en el Evangelio.

A nosotros hoy, como entonces, Jesús nos despierta para hacernos caer en la cuenta de que lo que importa es la persona, que toda ley debe estar al servicio del amor, de la dignidad y derechos de la persona humana. Nos habla de potenciar la vida, a la que se opone frontalmente la injusticia y la pobreza. Para Él, las personas y sus necesidades son más importantes que el sábado, y la reconciliación y solidaridad con los demás tienen prioridad sobre todo acto religioso.

Todo esto nos viene muy bien este domingo en el que tiene lugar la Campaña de Manos Unidas contra el hambre en el mundo.

El Cartel de la Campaña lo dice todo: un niño con un plato vacío, sólo, en un paisaje desértico, donde no hay recursos ni esperanza.

Nos estremecen los datos: Cada hora mueren más de 1.000 menores de cinco años por causas que se podrían evitar fácilmente; y cada minuto, mueren 9 por causas asociadas a la desnutrición. Las mayores tasas de mortalidad se registran en Africa subsahariana y en Asia meridional.

La experiencia de otros años, nos dice que los datos nos sacuden la conciencia por algún tiempo, pero pronto nos reconducen ellos mismos a nuestra rutina de cada día, de gente más o menos privilegiada, sin que por ello cambien nuestros hábitos de vida.

En nuestra sociedad occidental, el modelo de hombre importante es el que triunfa, por los medios que sea, y el rico. La corrupción, el robo y la mentira no parecen provocar la reacción adecuada. Y normalmente vivimos en la indiferencia.

La Campaña de Manos Unidas es una buena ocasión para sacudir nuestra conciencia. Estas Campañas van ganando el aprecio entre nosotros. Es alentadora la creciente generosidad de los españoles quienes, pese a la crisis, nos vamos convenciendo de que otra crisis -no coyuntural, sino epidémica- está flagelando a más de medio mundo. Con todo, la cifra de nuestra ayuda económica resulta anecdótica si la comparamos con nuestros tradicionales derroches, por ejemplo, en el juego y el consumo de alcohol.

Es necesario recordarnos hoy con fuerza que no nos está permitido despilfarrar bienes cuando tantos carecen de lo más necesario. La moral cristiana impuso antiguamente el ayuno para compartir con los pobres. La "ética planetaria" nos induce hoy a una austeridad de vida para que muchos otros, millones de hermanos nuestros, puedan vivir. Si el hecho de no ayunar era pecado antiguamente, no lo es menos hoy los gastos escandalosos en el comer, en el vestir y en ciertas formas de vida.

La Iglesia, a través de su Doctrina social, es perseverante en la defensa de la vida de los más indefensos, los niños, y en la promoción de la familia como el mejor contexto para el nacimiento y el desarrollo de sus vidas. El amor preferencial por los pobres es una opción fundamental que ella propone a todos los hombres de buena voluntad.

La Declaración de los Derechos del Niño, de 1959, proclama que los niños tienen derecho a crecer en el seno de una familia, a la atención médica, a la educación y, en todo caso, a una protección especial.

En estos momentos, en la medida en que consigamos reducir los niveles de pobreza, analfabetismo, enfermedad y desnutrición, estaremos sentando las bases para reducir muchas de las causas de la mortalidad infantil.

De un modo especial, hoy somos invitados a comprometernos en la lucha para reducir la mortalidad infantil y por una infancia sana y sin riesgos, a través de proyectos cuyos objetivos sean la protección de los niños, la formación de la mujer, la capacitación de personal sanitario y la creación de condiciones adecuadas para el desarrollo de una vida digna.

Todos tenemos que hacer una opción: nos situamos en el pelotón de los indiferentes, los cínicos y aprovechados o nos unimos al grupo de los que buscan una mayor justicia, igualdad y dignidad para todos.


Julio García Velasco

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WebJCP | Abril 2007