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NUEVO DESAFÍO EN EL MONTE SANTIAGUEÑO
"Tenemos que participar activamente no sólo en el culto sino en la caridad y servicio a los demás", dijo. El obispo de Añatuya puso en funciones al cura villero en una parroquia de Campo Gallo. Numerosos vecinos participaron de la ceremonia.
Los vecinos de la ciudad de Campo Gallo expresaron su alegría por la llegada del sacerdote José María Di Paola, popularmente conocido como padre "Pepe".
La comunidad católica de esa ciudad, cabecera del departamento Alberdi, asiste con una esperanzada alegría el trabajo de este sacerdote que, en forma oficial, fue designado ayer como párroco de Nuestra Señora del Carmen en la santa misa concelebrada por el obispo de la diócesis de Añatuya, monseñor Adolfo Uriona.
Con la llegada del nuevo párroco, también se asistió a la despedida del padre Juan Pablo, que tuvo un carácter emotivo por la feligresía del lugar.
El oficio religioso contó también con la presencia de sacerdotes de la diócesis añatuyense y curas que vinieron especialmente desde Buenos Aires, como los padres Rodolfo y Guillermo, de Villa 31, que no quisieron estar ausentes en este importante momento en el inicio de la misión del padre "Pepe" en esta tierra santiagueña.
En la homilía, el obispo Uriona hizo referencia al "tiempo importante que está viviendo esta diócesis", y recordó que como es su año jubilar por los 50 años de su creación en abril, "espacio temporal transcurrido desde que el papa Juan XXIII la creó y el 1 de octubre se van a cumplir 50 años desde que vino su primer obispo, monseñor Jorge Gotau".
Remarcó: "Es un año muy particular, de acontecimientos providenciales que enmarcan la toma de posesión en la parroquia Nuestra Señora del Carmen por parte del padre Pepe, para el trabajo con su comunidad".
La ceremonia religiosa continuó con la lectura del Evangelio, y en su reflexión sobre la palabra de Dios, Uriona se refirió a "las condiciones que tiene que tener el auténtico discípulo de Jesús", e invitó al padre Pepe y a los feligreses a "ser luz del mundo".
Posteriormente, ambos clérigos leyeron un acta compromiso, y luego el obispo Uriona le entregó los óleos, estola, una Biblia y la llave del sagrario.
En los momentos finales de la misa, el padre Pepe agradeció las muestras de cariño de la gente del lugar, de la comunidad de la Villa 21 y de la parroquia de Caacupé, quienes llegaron a Campo Gallo en forma sorpresiva para acompañarlo en este acontecimiento.
En un clima festivo y con preparativos para darle la bienvenida al párroco porteño, numerosos vecinos de Campo Gallo, en su mayoría jóvenes, ultimaban los detalles para que sea un domingo especial.
En esos menesteres se encontraban dos vecinas de la ciudad colgando un importante cartel que resumía el sentimiento de toda una ciudad: "Bienvenido padre Pepe".
Por su parte, la docente Norma Sayago, colaboradora en la parroquia, expresó que siente una inmensa alegría por la llegada del nuevo párroco, y manifestó que lo conocía a través de los medios de comunicación "y de su trabajo comprometido en recuperar a los jóvenes del flagelo de la droga en la Villa 21, en Buenos Aires".
Los vecinos de la ciudad de Campo Gallo expresaron su alegría por la llegada del sacerdote José María Di Paola, popularmente conocido como padre "Pepe".
La comunidad católica de esa ciudad, cabecera del departamento Alberdi, asiste con una esperanzada alegría el trabajo de este sacerdote que, en forma oficial, fue designado ayer como párroco de Nuestra Señora del Carmen en la santa misa concelebrada por el obispo de la diócesis de Añatuya, monseñor Adolfo Uriona.
Con la llegada del nuevo párroco, también se asistió a la despedida del padre Juan Pablo, que tuvo un carácter emotivo por la feligresía del lugar.
El oficio religioso contó también con la presencia de sacerdotes de la diócesis añatuyense y curas que vinieron especialmente desde Buenos Aires, como los padres Rodolfo y Guillermo, de Villa 31, que no quisieron estar ausentes en este importante momento en el inicio de la misión del padre "Pepe" en esta tierra santiagueña.
En la homilía, el obispo Uriona hizo referencia al "tiempo importante que está viviendo esta diócesis", y recordó que como es su año jubilar por los 50 años de su creación en abril, "espacio temporal transcurrido desde que el papa Juan XXIII la creó y el 1 de octubre se van a cumplir 50 años desde que vino su primer obispo, monseñor Jorge Gotau".
Remarcó: "Es un año muy particular, de acontecimientos providenciales que enmarcan la toma de posesión en la parroquia Nuestra Señora del Carmen por parte del padre Pepe, para el trabajo con su comunidad".
La ceremonia religiosa continuó con la lectura del Evangelio, y en su reflexión sobre la palabra de Dios, Uriona se refirió a "las condiciones que tiene que tener el auténtico discípulo de Jesús", e invitó al padre Pepe y a los feligreses a "ser luz del mundo".
Posteriormente, ambos clérigos leyeron un acta compromiso, y luego el obispo Uriona le entregó los óleos, estola, una Biblia y la llave del sagrario.
En los momentos finales de la misa, el padre Pepe agradeció las muestras de cariño de la gente del lugar, de la comunidad de la Villa 21 y de la parroquia de Caacupé, quienes llegaron a Campo Gallo en forma sorpresiva para acompañarlo en este acontecimiento.
En un clima festivo y con preparativos para darle la bienvenida al párroco porteño, numerosos vecinos de Campo Gallo, en su mayoría jóvenes, ultimaban los detalles para que sea un domingo especial.
En esos menesteres se encontraban dos vecinas de la ciudad colgando un importante cartel que resumía el sentimiento de toda una ciudad: "Bienvenido padre Pepe".
Por su parte, la docente Norma Sayago, colaboradora en la parroquia, expresó que siente una inmensa alegría por la llegada del nuevo párroco, y manifestó que lo conocía a través de los medios de comunicación "y de su trabajo comprometido en recuperar a los jóvenes del flagelo de la droga en la Villa 21, en Buenos Aires".
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