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MISIONEROS EN CAMINO: III Domingo de Adviento, GAUDETE (Mt 11, 2-11) - Ciclo A: Liturgia, Reflexiones, Exégesis y Oración
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viernes, 10 de diciembre de 2010

III Domingo de Adviento, GAUDETE (Mt 11, 2-11) - Ciclo A: Liturgia, Reflexiones, Exégesis y Oración


Publicado por DABAR

Estamos en adviento. El tiempo de la espera. Desde pequeñita aprendí lo de “adviento es el tiempo de preparación de la navidad. Tiempo de espera.” Y supongo que pasé muchos años esperando… esperando las vacaciones a partir del día 23 de diciembre, esperando la cena de nochebuena en casa de mis abuelos con su pollo stanley y el pudding de castañas con nata, y la misa del gallo y besar al niño Jesús (ese tan frío y rollizo de estilo barroco que besábamos en mi parroquia) esperando la comida de navidad en casa de mis tíos con estrenas y todo, esperando a los reyes magos…Siento decir que eso es lo que esperé durante mi infancia. Luego uno crece.., sigue su vida parroquial y ya adolescente perdido espera …también las vacaciones!!!, pero el adviento ya se entiende de otra manera. Es un tiempo de preparación. Preparación de qué??? Se supone que de nuestro interior, un tiempo para decirnos lo pillados que estamos todos por el consumismo fanático y compulsivo de la navidad. Y ahí que hacíamos unas reuniones adventicias llenas de propósitos de enmienda de que ese año no nos iba a arrastrar la publicidad y el marketing chungo. De que había que estar alerta para esperar despiertos y recibir al que venía, recuerdo que a menudo nos pasaban unas diapositivas con la historia de un centinela que de tan atento que había estado en su espera al final el cansancio lo venció justo antes de que llegara el invitado, y se durmió. O algo así. Celebrábamos una penitencial muy concienciados de todo lo que esperábamos que no debíamos esperar. Y pasaron más años. Y luego me quedé embarazada. Y lo de la espera esperanza adquirió de pronto otro significado. Y desde entonces las lecturas que nos acompañan en adviento ya no hablan de vacaciones, ni belenes, ni cenas, ni reyes magos, ni siquiera sólo de consumismo. Ya hablan de desiertos que se alegran y páramos que florecen, hablan de fortaleza en la debilidad, de salud en la enfermedad, de arco iris en la ceguera y música deliciosa en la más profunda de las sorderas, palabras y cánticos en el mutismo. Gozo y alegrías perpetuas. Hablan de fruto de la tierra, de espera paciente y esperanza firme. Hablan de cambio, de posibilidad de cambio. De cambio seguro desde la confianza en Dios, en Dios niño, en Dios pequeño, en Dios humano, en Dios ternura, en Dios madre, en Dios padre, en Dios cercano y prójimo.
Nos lo cuenta hoy Mateo. Hasta Juan alias “Bautizos” se sorprendió. Y eso que sabía a quien esperaba. Le había preparado el camino. Lo señaló entre una multitud. Y aún así… esperaba alguien… diferente??? Creo que sí. Hay que adaptarse a los cambios. Y Juan tuvo que cambiar su perfil de salvador esperado. Dios una vez más le sorprendió. Nada de mesías guerrero, no daba la talla ni de político con piel de cordero y corazón de lobo, nada de venganzas divinas, nada de separar el trigo de la paja, nada de lluvia exclusiva para los buenos, o sol exclusivo para justos, nada de viento que aventa la parva, que abate los juncos…nada de ruido, ni humo, …sólo…sólo un bebé. En brazos de una madre cansada por un largo larguísimo viaje (toda una vida), con un padre preocupado por “y ¿dónde narices pongo yo ahora a esta mujer y al muchachito para que no se me enfríen…?... bueno, aquí con el burro…, y las ovejas éstas… algo es algo…” Seguro que tampoco José esperaba un nacimiento en esas condiciones. Seguro que en Nazaret había preparado donde acostar al recién nacido, habría recogido leña para el hogar, toda la casa y los familiares dispuestos para el recibimiento… y todo tuvo que seguir esperando. Dios tiene sus propios planes y maneras.

Jesús sabe que sorprende. Es más yo creo que le encanta hacer eso. Sorprendernos. Parte de su autoridad radica en que los que le escuchan a veces no dan crédito a lo que oyen… es tan nuevo!!! Escucharle no deja indiferente, siempre marca una diferencia que te impele al menos a pensar… y con un poco de suerte… a cambiar lo que ha de renovarse. Es adviento. Tiempo de cambio. Ánimo.

ANA IZQUIERDO
ana@dabar.net


DIOS HABLA

ISAIAS 35,1 6a.10
El desierto y el yermo se regocijarán, se alegrarán el páramo y la estepa, florecerá como flor de narciso, se alegrará con gozo y alegría. Tiene la gloria del Líbano, la belleza del Carmelo y del Sarión. Ellos verán la gloria del Señor, la belleza de nuestro Dios. Fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes, decid a los cobardes de corazón: «Sed fuertes, no temáis. Mirad a vuestro Dios, que trae el desquite; viene en persona, resarcirá y os salvará». Se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán, saltará como un ciervo el cojo, la lengua del mudo cantará. Volverán los rescatados del Señor, vendrán a Sión con cánticos: en cabeza, alegría perpetua; siguiéndolos, gozo y alegría. Pena y aflicción se alejarán.

SANTIAGO 5,7 10
Tened paciencia, hermanos, hasta la venida del Señor. El labrador aguarda paciente el fruto valioso de la tierra mientras recibe la lluvia temprana y tardía. Tened paciencia también vosotros, manteneos firmes, porque la venida del Señor está cerca. No os quejéis hermanos, unos de otros para no ser condenados. Mirad que el juez está ya a la puerta. Tomad, hermanos, como ejemplo de sufrimiento y de paciencia a los profetas, que hablaron en nombre del Señor.

MATEO 11, 2 11
En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, le mandó a preguntar por medio de sus discípulos: «¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?» Jesús les respondió: «Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios, y los sordos oyen; los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia la Buena Noticia. ¡Y dichoso el que no se escandalice de mí! Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan: «¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿O qué fuisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a ver un profeta? Sí, os digo, y más que profeta; él es de quien está escrito: “Yo envío mi mensajero delante de ti, para que prepare el camino ante ti”. Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él».




EXEGESIS

PRIMERA LECTURA

• Contexto -Los cap. 34-35 ofrecen, en dos escenas complementarias, una visión escatológica: a) Dios interviene en la historia humana trayendo la venganza sobre Edom (cap. 34). La cólera divina se ceba sobre la ciudad y sus habitantes, su espada 'chorrea sangre', 1 su país se vuelve pez ardiente', los cardos y ortigas crecen en sus palacios que se convierten en guarida de chacales y crías de avestruz. b) Es día de venganza contra Edom y, a la vez, 'año de desquite para la causa de Sión' (4,8; cap. 35). El Señor en persona viene a liberar a su pueblo.
• Texto -El tono sombrío y escalofriante del cap. 34 deja paso al gozo del cap. 35. Este es el 'Ieit-motiv' de todo el texto: 'regocijarse', 'alegrarse', 'gozo y alegría' (vs. 1 b.2.1 0), excluyéndose toda pena y aflicción (v.10). Esta alegría lo invade todo: la naturaleza, morada cósmica del hombre, la tierra árida ('desierto', 'yermo', 'páramo', 'estepa', v.1) que recobra su lozanía o vida ('florece' como las zonas fértiles del Carmelo, Sarión y Líbano, v.2; cfr. ls 41,19; 51,3; sal. 107,35), el mismo ser humano.
-La causa de este gozo y alegría es la presencia divina que libera a los desterrados (vs. 2b.4b). Las expresiones 'manos débiles', 1 rodillas vacilantes', 'cobardes de corazón' aluden a todo ser que, externa (manos/rodillas) e internamente (corazón), dudan, tras el destierro, del poder de Dios. Todos ellos contemplarán la manifestación liberadora del Señor, el miedo será desterrado y sus convicciones, externas e internas, adquirirán firmeza o madurez.
-Lo menos importante a los ojos humanos, como la tierra árida (v.1), los seres indecisos (vs 3-4a), los mutilados (ciegos, sordos, cojos y mudos: vs. 5-6a) serán los primeros en participar del gozo y la alegría traídos por el Dios liberador.
-Por la Vía Sacra del desierto (v.8) avanzan los liberados por Dios (v.1 0). El destierro ha terminado y la vuelta a Sión resulta alegre (v.1 0; cfr. Sal 105,43) ya que han sido liberados de la esclavitud, como sus padres.
• Reflexiones -Los emisarios de Juan Bautista preguntan a Jesús: '¿Eres tú el que tenía que venir o esperamos a otro? Y Jesús les responde: 'Id a contarle a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la buena noticia' (Mt 11,4s). Jesús cumple la gran profecía de Isaías, El es el gran Liberador. Nuestro gran Quevedo comenta el texto, dirigiéndose al rey, pero válidos para cualquier dirigente:
'...Cristo respondió con obras sin palabras... "Id, y diréis a Juan que los muertos resucitan...". Quien a todos da y a nadie quita; quien a todos da lo que han menester y desean, ése rey es, ése es el Prometido, es el que se espera y con él no hay más que esperar...'.
'... Llamarse rey, y firmarse rey; mas serio y merecer serio, si no imita a Cristo en dar a todos lo que les falta, no es posible, Señor. Lo contrario; más es ofender que reinar. Quien os dijere que vos no podéis hacer estos milagros, dar vista y pies.... ése os quiere ciego, y tullido, y muerto, y enfermo y poseído de su mal espíritu...'.
'... Si os mostráis padre de los huérfanos y de las viudas, que son mudos, ¿no les dais voz y palabras? Si socorriendo los pobres, y disponiendo la abundancia con la blandura de gobierno estorbáis el hambre y la peste, y en una y otra todas las enfermedades, ¿no sanáis los enfermos? Pues ¿cómo, Señor, estos maisines de la doctrina de Cristo os desacreditarán los milagros de esta imitación, que sola os pueden hacer rey verdaderamente, y pasar la majestad de los cortos límites del nombre?...' (Quevedo Vilegas, Francisco de, Política de Dios y gobierno de Cristo..., en Obras Completas. Obras en Prosa. Aguilar. Madrid 1986, 5a reimpr., vol. 1, págs. 667-670).


SEGUNDA LECTURA

Durante la primera generación cristiana estuvo bastante extendido - sobre en círculos influenciados por la mentalidad apocalíptica - el convencimiento de que el Señor Jesús había de volver muy pronto para instaurar pública y gloriosamente su Reino, ya comenzado en su primera venida. Era lo que solemos llamar expectativa de la parusía inminente, concepto importante para comprender algunos pasajes de los escritos neotestamentarios.
Entre estos pasajes se encuentra éste de la Carta de Santiago. Quizás no pertenezca a la primera generación, pero, en ese caso estaría imitando su mentalidad.
En todo caso se encuentra en la línea del evangélico “vigilad, porque no sabéis el día ni la hora”. El corto tiempo que nos separa de lo definitivo alienta a perseverar aun en medio de dificultades, porque no durará mucho y, además, no se tendrá la impresión de haber perdido el tiempo cuando ya no hay remedio.
¿Cómo puede traducirse esta motivación hoy en día, - y ya desde la segunda y tercera generación cristiana - cuando no esperamos una inminente venida del Señor ?.
Por una parte no es cierto que el Señor no venga. Está llegando continuamente ; no de la forma espectacular y gloriosa que tendrá lugar al final del tiempo, pero está con nosotros y se hace presente en múltiples circunstancias. Nos vamos encontrando con Cristo a lo largo del camino de la vida y de modo especial en algunos momentos, bien en la liturgia o en otros momentos.
Por otra parte para cada uno de nosotros la muerte es el momento del encuentro definitivo y total con el Señor. Más allá de ella el tiempo no tiene importancia. Y ese suceso puede ser inminente y hemos de vivir conforme a esta realidad. Tal idea no es muy popular, pero no por ello menos cierta.

FEDERICO PASTOR
federico@dabar.net


EVANGELIO

1. Aclaraciones al texto
V.2 En la cárcel Herodes Antipas había encarcelado a Juan en su palacio-fortaleza de Maqueronte, al este del Mar Muerto. Obras de Cristo. Podría decirse igualmente obras del Mesías. Cristo y Mesías designan la misma persona: Cristo a partir del griego y Mesías a partir del hebreo. En español Cristo se emplea como nombre propio y Mesías como título. En el texto de hoy el término funciona como título más que como nombre propio. Mesías es la persona autentificada por Dios. Las obras del Mesías son sus palabras y milagros.
V.3 El que ha de venir. Expresión para referirse al Mesías: el prometido, el esperado.
V.5 La enumeración que hace Jesús de sus obras y palabras está hecha en el foco de la perspectiva profética de Isaías 35,5-6 y 61,1.
V.6 ¡Dichoso el que no se sienta defraudado por mí! Literalmente: ¡Dichoso el que no se escandalice por mí! Etimológicamente escándalo era la trampa que se tendía a hombres y animales. Escandalizar a alguien es ser causa de tropiezo para alguien. Posibles adaptaciones de las palabras de Jesús: ¡Dichoso aquél para quien yo no soy causa de tropiezo! Tropezar en Jesús es sentirse defraudado por él.
¡Dichoso el que no se sienta defraudado por mí!
V.7 ¿Qué salisteis a contemplar en el desierto? El desierto al que Jesús se refiere es la falla geológica en la que Juan actuó. Paisaje árido y tórrido, salpicado en algunos lugares por matorrales, arbustos y cañaverales.
V.8 ¿Un hombre vestido con lujo? Los que visten con lujo habitan en los palacios. La fortaleza-palacio de Maqueronte, donde Juan estaba encarcelado, se encontraba en el noreste del Mar Muerto. A su vez, en el suroeste de ese mismo Mar se encontraba la fortaleza-palacio de Masada, en cuyo interior se daban cita comodidad, lujo y refinamiento. Maqueronte y Masada: dos fortalezas-palacios en el entorno donde Juan había desarrollado su actividad. La referencia a ambos no se les escapó, sin duda, a los oyentes al oír decir a Jesús que los que visten con lujo habitan en los palacios.
V.9 Sí, os digo. V.11 Os aseguro. Fórmulas introductorias, características de Jesús, para introducir con autoridad una aseveración. Fórmulas enfáticas, solemnes.
V.10 Cita explícita de Malaquías 3,1. Jesús se sitúa nuevamente en el foco de la perspectiva profética.

2. Texto
Hasta la cárcel le había llegado a Juan el eco de las obras realizadas por el Mesías. Desde Mt.3,13-17 (escena del bautismo) Juan sabe que Jesús es el Mesías. Y, sin embargo, manda preguntar a Jesús si es él quien tiene que venir o hay que esperar a otro.
Recordando las palabras de Juan del domingo pasado, se antoja lógico su encargo de hoy. Juan amenazaba a los autocomplacidos fariseos y saduceos con un Mesías fuerte, duro, arrollador. El tipo de obras de Jesús no encajaba en la imagen que él tenía de Mesías. A Juan le resultaba sorprendente el mesianismo de Jesús. Por eso, pide a Jesús que sea él mismo quien se lo aclare.

Y Jesús se lo aclara no con una respuesta directa, que corría el inevitable riesgo de declinar hacia la vía muerta de un mesianismo político. Jesús se lo aclara rememorando textos proféticos que hablan de un mesianismo de restauración y de salvación, en línea con lo que él hace y proclama. Arte pedagógico de Jesús para que quien tenga ojos y oídos saque la consecuencia.
A diferencia de Juan, que se movía en línea apocalíptica, Jesús se mueve en línea profética. Sus palabras rememoran dos textos de Isaías, en concreto Is.35,5-6 (primera lectura de hoy). El mesianismo de Jesús hace suyos el dolor y la marginación, el desierto y el yermo, el páramo y la estepa, y los transforma en alegría, integración y vergel.
Jesús termina su aclaración con una bienaventuranza, que, de una parte, alberga la íntima esperanza de que su persona no sea para nadie motivo de escándalo, y, de otra, esconde el reconocimiento implícito de que no es tarea fácil aceptar el mesianismo que él propone.

Y cuando los mensajeros de Juan ya se han ido, Jesús habla a sus oyentes de Juan. Lo hace de manera directa y viva, conjugando interpelaciones, preguntas retóricas, imágenes, aseveraciones solemnes, ironía. Lo hace con reconocimiento y admiración. Jesús elogia la firmeza de Juan, su austeridad de vida. A Juan no se lo llevan ni el viento ni la comodidad, porque posee la reciedumbre del profeta Elías, que se retiraba al desierto y se enfrentaba al rey y a su corte. Juan es grande y, por su función de mensajero inmediato del Mesías, es incluso el más grande. Pero lo es dentro del tiempo de preparación. Hay un tiempo más completo y, en este sentido, más grande: el tiempo del Reino de los cielos, inaugurado por el Mesías. El último versículo no hay que leerlo en clave de valía o grandeza personales, sino en clave de historia de salvación.

3. Comprensión actualizante
El que tenía que venir ha venido ya y con Él el Reino de los cielos.
Jesús es novedad absoluta, persona absoluta y, por lo mismo, nunca aprehensible en su totalidad. En Él hay siempre algo que se nos escapa. Jesús siempre nos desborda.
¿Quién es Jesús? La pregunta retorna siempre. Nos la hacemos una y otra vez. Y no porque Jesús nos resulte desconocido, sino porque nos resulta siempre nuevo, con un poder de atracción y de fascinación inacabable.
¿Qué tiene de extraño que nuestra relación con él sea a veces dialéctica, de tira y afloja? La capacidad que tiene Jesús de sorprendernos puede llegar a inquietarnos, a dejarnos perplejos, a llenarnos de dudas. No tengamos miedo. Esa inquietud, esa perplejidad, esa duda tienen un único origen: la insondable inmensidad y riqueza de Jesús. Jesús jamás defrauda, jamás es motivo de escándalo. ¡Dichosos nosotros!

ALBERTO BENITO
alberto@dabar.net



NOTAS PARA LA HOMILIA

Este tercer domingo del tiempo de Adviento proclama ya la cercanía de la venida del Señor y nos invita a la alegría. La primera lectura repite tres veces la palabra “alegría” en tan solo un versículo. Habla también de regocijo, de florecimiento, de gozo. Pero ¿a quién o a qué se aplican estos conceptos que expresan una alegría tan inmensa? Las palabras anteriores se aplican al desierto y al yermo, al páramo y la estepa. Hay un cambio sustancial de paisaje. El desierto, el yermo, el páramo y la estepa se convertirán en lugares fértiles, floridos y hermosos porque les transforma la gloria del Señor y la belleza de nuestro Dios. El paso de Dios, que desfila, triunfante, hacia Sión, va transformando todo lo que encuentra a su paso: la desolación, en esperanza; la tristeza, en gozo; lo árido en fértil; el dolor, en gozo… Si, porque de lo que habla en realidad es del pueblo de Dios, que está viviendo en la amargura y el dolor, que se siente como el páramo y la estepa, que se ve estéril e incapaz de levantarse. La debilidad y la tristeza se han apoderado de él como en una depresión imposible de vencer ante la que sólo cabe esperar una muerte pronta que libere al pueblo, a cada persona, de semejante experiencia extrema. El profeta habla, hace una llamada: Fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes; decid a los cobardes de corazón: sed fuertes, no temáis. El pueblo ha de prepararse para un nuevo éxodo. Un largo peregrinar les espera para regresar a su tierra. Por eso es necesario hacer acopio de fuerzas, robustecer y fortalecer lo que se ha debilitado, las extremidades vacilantes. La liberación se acerca pero no será un camino de rosas: conlleva su esfuerzo y sus riesgos. Y esa liberación va a suceder porque la trae “Dios mismo, en persona”. Dios se ocupa, una vez más, de su pueblo, del pueblo de su Alianza. Sale al rescate, trae la salvación, la libertad. El paso del Señor y su acción salvadora harán que los abatidos recobren sus fuerzas, que los enfermos sanen, que los que se ven incapaces se sobrepongan. Así, Dios curará a muchos enfermos y sembrará alegría y salvación entre todos los que regresan. Son “los rescatados del Señor”. A Dios le acompaña la alegría perpetua y, definitivamente, “pena y aflicción se alejarán”.
El texto de la carta de Santiago apela una y otra vez a la paciencia ante la espera. Pero aporta un elemento del que casi nunca se habla cuando se espera. Y es el sufrimiento. Esperar, es cierto, puede ser también sufrir. La impaciencia lleva sufrimiento. Pero cuando uno está inmerso en el dolor y espera que ese dolor cese, sufre más si ve que quisiera adelantar ese momento y, sin embargo, no está en su mano. Y Santiago nos sugiere que recurramos a la paciencia de los profetas, que anunciaron cosas que nunca llegaron a ver; que pronosticaron acontecimientos que tardarían siglos en cumplirse. Con ese estilo de abnegación nos pide que esperemos la venida definitiva del Señor, pero sabiendo que vendrá aunque nosotros no vayamos a verlo en nuestra etapa temporal de la vida.
El pasaje de San Mateo que leemos hoy es muy hermoso porque la respuesta que Jesús da a los emisarios de Juan acerca de si él es el esperado, es el cumplimiento de las profecías. Con palabras textuales de Isaías, Juan va a saber que lo que el Señor prometió siglos atrás se está cumpliendo ahora con él. Jesús es Dios, que viene a Sión a salvar a su pueblo. Jesús es Dios que viene a salvar a su pueblo. Jesús es el que hace que sanen los enfermos. La presencia de Jesús es la presencia de Dios salvador. Por medio de Jesús, Dios rescata ahora a los suyos. Esto es lo que están viendo y oyendo. El día que se anunció ha llegado; y ha llegado en la persona de Jesús. “¡Dichoso el que no se sienta defraudado por mí!”, añade Jesús. Porque ya se presagia la controversia y la causa de división, pero Jesús es el que Dios ha enviado a rescatar a su pueblo. A los que le escuchan, les advierte que Juan es el mensajero que va delante de él, pero, en él, Dios mismo viene a salvar a su pueblo.
Qué importante es predicar la alegría; llevar la alegría a quien está sumergido en el dolor; acercarse, comprenderle, decirle palabras de empatía, palabras de alivio y consuelo, palabras de esperanza y de salvación. Y qué difícil es siempre esa tarea. Y es que, a veces, somos poco convincentes; se nos nota que nosotros mismos dudamos de lo que decimos. Otras veces, somos torpes y decimos algo inoportuno, hemos metido la pata. No hay mejor forma de llevar la alegría y la esperanza si ellas van con nosotros. A veces es mejor actuar que decir, pero en uno y otro caso, el contagio es la mejor forma de sembrar en el otro la esperanza y la alegría que queremos poner en ellos. Alegraos, hermanos: Dios está cerca. Gaudete.
JUAN SEGURA
juan@dabar.net



PARA LA ORACION

Señor, Dios nuestro, que quieres que tu pueblo se alegre por la próxima venida de tu Hijo; ayuda a todo el que sufre en este mundo; alivia la situación de los más desfavorecidos; consuela a los tristes; sana a los enfermos; manifiéstate a los que te andan buscando en la justicia, en la paz, en el amor; y otorga a todos la alegría en esta vida y la felicidad en la vida eterna.
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Al presentarte estos dones, te presentamos también nuestras luchas; nuestras victorias y fracasos; nuestras alegrías y los problemas que nos la roban. Que al convertirse en sacramento de salvación, nos hagan sentir en verdad los efectos de tu liberación.
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En verdad es justo darte gracias por todo, Señor. Nunca podemos agradecerte lo suficiente el habernos llamado a la existencia, el haberte dado a conocer a nosotros, el don de la encarnación de tu Hijo Jesucristo y el regalo del conocimiento del Evangelio y de la respuesta de nuestra fe. Por eso, porque has sido grande con nosotros y estamos alegres, te alabamos y te bendecimos con los santos y con todos los coros celestiales.
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Por tu gracia y tu benevolencia nos has alimentado, Padre, con el pan y el vino de la Nueva Alianza. Haz que ellos sean el alimento que nos dé la fuerza de permanecer en pie en todos los momentos de nuestra vida y los que nos hagan sentir la alegría de tu continua presencia.



LA MISA DE HOY

MONICIÓN DE ENTRADA
El domingo tercero del Adviento nos anuncia ya que el Señor está cercano y nos invita a alegrarnos por ello. En pasajes muy descriptivos, tanto la primera lectura como el evangelio de Mateo nos hacen ver los efectos reparadores de la presencia de Dios. Transforma en humedales las estepas, hace sanar a los enfermos… Dios viene a salvar, a rescatar a su pueblo; y el evangelio nos deja muy claro que la forma de hacerlo que ha escogido es hacerlo a través de Jesús. En él, Dios actúa en persona. Vivamos alegres esta espera. Bienvenidos.

ACTO PENITENCIAL
-Tú, el enviado de Dios al mundo. Señor, ten piedad.
-Tú, que haces realidad las promesas de Dios. Cristo, ten piedad.
-Tú, que nos llamas a alegría de la libertad. Señor, ten piedad.

MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA
El profeta Isaías convoca al pueblo a una cita para un nuevo éxodo. Lo hace con un llamamiento a la alegría y la esperanza y con la descripción de los efectos liberadores que ese acontecimiento va a traer. Dios mismo, en persona, conducirá el peregrinar hacia la libertad.

SALMO RESPONSORIAL (Sal 145)
Ven, Señor, a salvarnos.
El Señor mantiene su fidelidad perpetuamente, hace justicia a los oprimidos, da pan a los hambrientos. El Señor libera a los cautivos.
Ven, Señor, a salvarnos.
El Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los justos, el Señor guarda a los peregrinos.
Ven, Señor, a salvarnos.
Sustenta al huérfano y a la viuda y trastorna el camino de los malvados. El Señor reina eternamente, tu Dios, Sión, de edad en edad.
Ven, Señor, a salvarnos.

MONICIÓN A LA SEGUNDA LECTURA
El ciclo agrícola sirve al apóstol Santiago para hacer una llamada a la paciencia en la venida del Señor. En efecto, el fruto de la siembra sólo se logra sabiendo esperar. Así conviene esperar la venida definitiva del Señor, es lo que nos dice el apóstol.

MONICIÓN A LA LECTURA EVANGÉLICA
Desde la cárcel, Juan ha oído hablar de Jesús. Y no todo lo que oye coincide con su idea preconcebida acerca del Mesías, por eso se decide a preguntarle si es él o no. Jesús responde al Bautista con el cumplimiento de las Escrituras; las profecías hechas realidad. Jesús es el Mesías esperado. Pero Jesús hace un elogio de Juan para que nadie le descalifique por su idea inexacta o errónea.

ORACIÓN DE LOS FIELES
Acudamos a nuestro Dios, que lidera nuestros procesos de cambio hacia lo que nos hace más libres, más humanos, y presentémosle nuestra oración.
-Por la Iglesia de Jesucristo, extendida por el mundo entero, para que lidere un proceso de libertad interior en cuantos quieran acoger su mensaje, el mensaje de Jesús. Roguemos al Señor.
-Por el desarrollo integral de todos los pueblos y naciones; para que sus recursos reviertan en el bien de ellos mismos y alcancen la satisfacción de todas sus necesidades materiales. Roguemos al Señor.
-Por todos los que aguardan una liberación, sea del tipo que sea, para que la presencia de Dios les haga seres humanos libres de toda atadura y responsables de su propia historia. Roguemos al Señor.
-Para que Dios ponga en nosotros una palabra de aliento, un gesto de esperanza hacia aquellos que sufren y que viven unidos a la cruz. Roguemos al Señor.
-Para que la venida del Señor traiga la alegría a nuestros corazones y podamos extenderla con la convicción que da coherencia de vida según el Evangelio. Roguemos al Señor.
-Por nuestros familiares y amigos difuntos, para que Dios nos otorgue un día la alegría del reencuentro con ellos en su Reino. Roguemos al Señor.
Escucha, Dios bueno, la plegaria de tu pueblo; un pueblo que sigue esperando la venida del Señor desde la esperanza con la alegría que nos da su amor. Por JCNS.

DESPEDIDA
El Señor está cerca. Alegraos, hermanos. Podemos ir en paz.



CANTOS PARA LA CELEBRACION

Entrada. Qué alegría cuando me dijeron; Preparemos los caminos (disco “Nuevos cantos de Adviento y Navidad); Ven, ven, Señor, no tardes.
Acto penitencial. Señor, ten piedad (disco “12 Canciones religiosas y litúrgicas para el siglo XXI”).
Salmo. Ven, Señor, ven a salvarnos; LdS.
Aleluya. Aleluya, amén (de Deiss).
Ofertorio. La Virgen sueña caminos (disco “Preparad los caminos”).
Santo. De Palazón.
Aclamación. Este es el sacramento…
Comunión. Señor, ven a nuestras almas; Mi alma espera en el Señor (de Manzano); Tened encendida la lámpara (disco “Nuevos cantos de Adviento y Navidad”).
Final. Música instrumental.



Director: José Ángel Fuertes Sancho •Paricio Frontiñán, s/n• Tlf 976458529 Fax 976439635 • 50004 ZARAGOZA
Tlf. del Evangelio: 976.44.45.46 - Página web: www.dabar.net - Correo-e: dabar@dabar.net

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WebJCP | Abril 2007