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MISIONEROS EN CAMINO: Evangelio Misionero del Dia: 11 de Diciembre de 2010 - SEMANA II° DE ADVIENTO - CICLO A
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viernes, 10 de diciembre de 2010

Evangelio Misionero del Dia: 11 de Diciembre de 2010 - SEMANA II° DE ADVIENTO - CICLO A


Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 17, 10-13

Los discípulos preguntaron a Jesús:
«¿Por qué dicen los escribas que primero debe venir Elías?»
Él respondió: «Sí, Elías debe venir a poner en orden todas las cosas; pero les aseguro que Elías ya ha venido, y no lo han reconocido, sino que hicieron con él lo que quisieron. Así también harán padecer al Hijo del hombre». Los discípulos comprendieron entonces que Jesús se refería a Juan el Bautista.

Compartiendo la Palabra
Por CELAM - CEBIPAL

El fogoso profeta
“Un profeta como fuego, cuyas palabras eran horno ardiente”

La liturgia de la Iglesia nos invita hoy a descubrir el perfil del profeta Elías. A diferencia de los días anteriores, hoy no leemos una profecía sino que contemplamos la personalidad del profeta. En contraluz con Elías comprenderemos mejor al último de los profetas que prepara el camino del Mesías: Juan Bautista.

El profeta Elías no escribió ningún libro, pero las historias que la Escritura ha conservado acerca de él (1 Reyes 17 a 22 y 2 Reyes 1-2), nos interpelan fuertemente.

El texto del libro del Eclesiástico que tomamos como referencia, tiene cuatro partes que describen la personalidad profética de Elías:
Primero: su personalidad de “fuego” (48,1),
Segundo: algunos detalles de su vida (48,2-4.9),
Tercero: el efecto de su profecía para el futuro de Israel (48,10),
Cuarto: su proyección como figura de esperanza relacionada con la llegada del Mesías (48,11).

1. Una síntesis de la personalidad del profeta: “Un profeta como fuego, cuyas palabras eran horno ardiente” (48,1). Elías tenía una personalidad fuerte, un temperamento ardiente. Hablaba duro, sus palabras golpeaban con fuerza, tenían la capacidad de estremecer.

2. Algunos detalles de su vida. El libro del Eclesiástico nos recuerda estos tres:
• “A los pecadores los hizo pasar hambre” y “Por orden de Dios cerró el cielo para que no lloviera”. El profeta hizo su debut con el anuncio de una sequía, lo hizo con la intención de presionar para que se hiciera justicia (1ª Re 17,1).
• “Los diezmó con la llama de su celo” y “tres veces hizo que cayera fuego”. En la contienda con los cuatrocientos sacerdotes de Baal en el Carmelo, Dios se manifestó de parte suya enviando fuego para consumir el holocausto (1ª Re 18,38), luego el profeta los ejecutó (1ª Re 18,20-40). Más tarde, en dos ocasiones más, hizo caer fuego sobre los enviados del rey que intentan capturarlo (2ª Re 1,10 y 12).
• “Un torbellino te arrebató a la altura, en un carro tirado por caballos de fuego”. Esta es quizás la gloria en la que ninguno lo puede superar. No se sabe de su muerte, tuvo el privilegio de ser arrebatado por Dios en las alturas.

3. El efecto de su profecía para el futuro de Israel. Se mencionan tres efectos de su misión dentro de la vida del pueblo. Según el texto del Eclesiástico, Dios lo ha destinado “para” (48,10):
• “Para que lo apacigües el día de su ira”: interviene favorablemente en el Día de Yahvé.
• “Para reconciliar a los padres con los hijos”: toca los corazones para la conversión en el núcleo familiar.
• “Para restaurar las tribus de Israel”: contribuye en la recomposición de la unidad perdida de Israel.

Este versículo merece algunas anotaciones:

Como puede notarse, llamando al culto del verdadero Dios, el profeta Elías promueve un movimiento de purificación de la idolatría, pero también de los afectos. La palabra profética remueve los cimientos de las relacionalidades que se petrifican, especialmente en la relacionalidad más estrecha de todas: el mundo de la familia.

La conversión es un replanteamiento de nuestras relaciones, cuando éstas parten del principio del egoísmo, niegan la comunión y hacen daño tanto a los demás como a sí mismo.

La reconciliación de los padres con los hijos es un signo claro de conversión porque en ella, la más estrecha de las relaciones, se notan más las pasiones y la posesividad, los celos y el acaparamiento del otro; hay, por lo tanto, más espacio para la agresividad.

La conversión es, en otras palabras, un camino de purificación del amor por los caminos de la Palabra y con el fuego que viene del corazón de Dios.

Lo que se busca es despertar el espíritu de servicio, la disponibilidad gratuita frente al otro. No hay mayor alegría que ver a los otros contentos, ver que las iniciativas funcionan bien, que el entorno de nuestras relaciones está en ordenada y en una clara dinámica que nos permite a todos crecer juntos en la dirección del proyecto creador de Dios.

4. El pueblo espera el regreso de Elías y este es el signo de la llegada del Mesías. Por eso el profeta Elías se convierte en figura mesiánica: “¡Dichoso el que te vea antes de morir y más dichoso tú que vives!” (48,11). El sueño de todo israelita es ver la llegada del Mesías, contemplando primero la de Elías, el profeta siempre “viviente”.

ELIAS Y JUAN BAUTISTA

El texto de Eclesiástico de hoy no se capta completamente sin la lectura del Evangelio, donde se establece una conexión entre los dos profetas: Elías y Juan Bautista.

En la escena de la transfiguración Elías aparece en primer plano conversando con Jesús. Luego, bajando de la montaña (Mt 17,10-13), Jesús y sus discípulos sostienen un diálogo sobre el regreso de Elías. El regreso del profeta “arrebatado a las alturas” es signo de la llegada del Mesías. En el trasfondo está el texto de Eclesiástico que acabamos de leer y también la predicción profética de Malaquías sobre el final de los tiempos: “He aquí que yo os envío al profeta Elías antes que llegue el Día de Yahvé, grande y terrible” (3,23).

Jesús confirma el regreso de Elías: “Ha de venir a restaurarlo todo” (Mt 17,11). Pero enseguida hace una precisión: “Elías vino ya, pero no le reconocieron” (v.12). Enseguida comenta el evangelista Mateo: “Los discípulos comprendieron que se refería a Juan Bautista” (v.13).

La venida de Jesús está estrechamente conectada con la misión de Juan Bautista. El bautista le ha preparado el camino a Jesús mediante un llamado a la conversión que pasa por la reconciliación de la familia, como leeremos dentro de poco: “Irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver el corazón de los padres a los hijos, y a los rebeldes a la prudencia de los justos” (Lc 1,17). Y no sólo la relacionalidad familiar sino también la de toda la sociedad, cuyo pilar debe ser la práctica de la justicia (ver Lc 3,10-14). Este es el adviento del Mesías preparado por Juan Bautista, a quien mejor comprendemos a la luz del profeta Elías.


Cultivemos la semilla de la Palabra en lo hondo del corazón:

1. ¿Cuál es la idea central de las cuatro partes del texto del libro del Eclesiástico que leemos hoy?

2. ¿Qué significado tienen en la Biblia las figura proféticas de Elías y Juan Bautista? ¿Cómo se conectan?

3. ¿Hay necesidad de reconciliación en mi familia y en mi comunidad?



P. Fidel Oñoro, cjm
Centro Bíblico del CELAM

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WebJCP | Abril 2007