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MISIONEROS EN CAMINO: Homilías y Reflexiones para el III Domingo de Adviento, GAUDETE (Mt 11, 2-11) - Ciclo A
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sábado, 11 de diciembre de 2010

Homilías y Reflexiones para el III Domingo de Adviento, GAUDETE (Mt 11, 2-11) - Ciclo A


Publicado por Iglesia que Camina

LAS SEÑALES DE QUE DIOS ESTÁ CERCA

De Isaías, en la primera lectura, nos señala los signos de la presencia de Dios en medio de nosotros y, por tanto, las señales de la venida de Jesús. Son las siguientes:

1. “Se despegarán los ojos del ciego.” Los ciegos verán. La Navidad, según la tradición comenzó a media noche, pero el Jesús que nace entre nosotros es la luz que abrirá los ojos de los ciegos. De los ciegos que no ven y de los ciegos que no quieren ver que son muchos más. Nos hará ver la “gloria del Señor” y la “belleza de nuestro Dios”. Él es la luz que revela y manifiesta a Dios. No se puede celebrar la Navidad con los ojos cerrados. No hay Navidad para quien no es capaz de ver con los ojos de la fe, lo maravilloso del corazón de Dios amando a los hombres.

2. “Fortaleced las manos débiles.” Débiles para extenderse fraternalmente hacia los demás. Débiles para estrechar las manos de los demás. Débiles para meterlas en el bolsillo y compartir lo nuestro con los hermanos. Nada de mancos en Navidad. Manos generosas que saben dar y saben crear amistad y perdón.

3. “Robusteced vuestras rodillas vacilantes.” Rodillas para saber adorar a Dios. Rodillas dobladas para orar. Rodillas firmes para caminar hacia Dios y hacia los hermanos.

4. A los cobardes decidles: “Sed fuertes, no temáis.” La Navidad es una invitación a la valentía, a la fortaleza. La Navidad es un no a tantos de nuestros miedos. Porque la Navidad es la valentía de Dios que se atreve a bajar a nuestra condición humana, a hacerse hombre y compartir nuestras vidas. Hay que ser valiente para renunciar a las alturas y abajarse a hacerse débil con los débiles. Hay que ser valiente para hacerse pobre con los pobres. Hay que ser valiente para amar a todos, incluso a aquellos que se negarán a recibirlo y le cerrarán las puertas y lo enviarán a las afueras de Belén a un cobijo de pastores.

La Navidad es una invitación a ser fuertes en nuestra fe. A ser fuertes en nuestras coherencias. A ser fuertes para amar a todos. A ser fuertes para que la Navidad no nos encuentre enemistados sino a todos perdonados.

5. “Los oídos del sordo se abrirán.” Saber escuchar las pisadas de Dios que viene a nosotros. Saber escuchar el gemido y el dolor de los demás que pasan a nuestro lado. Saber escuchar el sufrimiento de las carencias y pobrezas de los demás.

Un buen programa de preparación para que nuestra Navidad, sea la verdadera Navidad de Dios.




ATRÉVETE A LA ESPERANZA

¿Te atreves a ser un hombre y una mujer que apuestan por la esperanza? Aunque todo lo veas negro, piensa que al otro lado la vida está blanca. Aunque todo te parezca imposible, piensa que al otro lado aún quedan las posibilidades de Dios en ti. Aunque todo te parezca absurdo, piensa que al otro lado está la lógica de Dios.
¿Te atreves a ser un hombre y una mujer que apuestan por la esperanza? Donde todos vean lágrimas descubre, tú sonrisas. Donde otros vean noche, tú descubre el amanecer. Donde todos vean muerte, tú puedes descubrir vida. Donde otros no vean nada, tú puedes ver la mano invisible de Dios. Para el que espera, lo imposible es posibilidad.
¿Te atreves a ser un hombre o una mujer que apuestan por la esperanza? Donde los demás descubran miseria, tú aún puedes descubrir la riqueza de los corazones. El otro día veía a una pobrecita mujer dando de mamar a su hijito, con unos trapos cubriendo su cuerpecillo, pero el niño se sentía caliente colgado del pecho de su mami al calor del corazón mismo.
¿Te atreves a ser un hombre o una mujer que apuestan por la esperanza? Cuando los demás te digan que ya no hay nada que hacer, entonces harás más esfuerzo y pondrás mayor empeño en hacer las cosas. No creas a los pesimistas que esconden su pereza detrás de los imposibles. Para el que no quiere, todo es imposible. Para el que quiere, todo es posible. Por ejemplo, tú mismo.
¿Te atreves a ser un hombre o una mujer que apuestan por la esperanza? Donde todos lloren su desgracia, tú pon una mirada esperanzadora de que mañana será todo mucho mejor. Porque los fracasos de hoy son semillas de los triunfos del mañana. Mañana siempre puede ser mejor, a pesar de los profetas de las desgracias. A esos no les creas.
¿Te atreves a ser un hombre o una mujer que apuestan por la esperanza? Donde unos sólo apuestan por el pasado, tú apuesta por el futuro. Donde otros apuestan por tener más, tú apuesta por ser más. Donde otros apuestan por no hacer nada, tú apuesta por multiplicar tus esfuerzos. La esperanza te hace nadar contra corriente, sobre todo contra todos los pesimismos.
¿Te atreves a ser un hombre o una mujer que apuestan por la esperanza? Pues entonces, apuesta por la fe donde otros sólo apuestan por la razón. Apuesta por el amor, donde otros apuestan por el odio. Apuesta por la vida, donde otros apuestan por la muerte. Apuesta por el hombre, donde otros apuestan por las cosas. La esperanza es la apuesta de Dios por el hombre y la apuesta del hombre por Dios.




MI LÁMPARA ENCENDIDA

Mi vida es una lámpara encendida.
Mi fe es una lámpara encendida.
Mi esperanza es una lámpara encendida.
Mi caridad es una lámpara encendida.
Mi bautismo es una lámpara encendida.
Mi vocación es una lámpara encendida.
Mi llamada a la santidad es una lámpara encendida.
Lámpara que Dios mismo encendió en mi vida.

Pero ahora soy yo quien debo mantenerlas encendidas.
Por la oración.
Por la contemplación.
Por el encuentro con la Palabra.
Por el sacramento de la Penitencia.
Por la Eucaristía.

De mi depende que estén todas encendidas.
De mí depende que no se apaguen.

No puedo vivir con las lámparas apagadas.
Si su luz se apaga no puedo ver el camino.
Si su luz se apaga no puedo mostrar al otro el camino.
Si su luz se apaga no sé dónde estoy y a dónde voy.





BIENAVENTURADOS LOS QUE LUCHAN POR UN IDEAL

Porque:

Siempre tendrán una razón para vivir.
Siempre tendrán una razón para luchar.
Siempre tendrán una razón para no cansarse.
Siempre tendrán una razón para soñar.
Siempre tendrán una razón para esperar.

Siempre tendrán una razón para mirar al futuro.
Siempre tendrán una razón para no mirar atrás.
Siempre tendrán una razón para decir sí al esfuerzo.
Siempre tendrán una razón para renunciar a lo fácil.
Siempre tendrán una razón para enfrentar lo difícil.

Siempre tendrán una razón para vivir con alegría.
Siempre tendrán una razón para saber que la vida tiene sentido.
Siempre tendrán una razón para ir por donde los otros no se atreven.
Siempre tendrán una razón para ser diferentes a los demás.
Siempre tendrán una razón para ver lo que otros no ven.
Siempre tendrán una razón para creer que
“la vida vale la pena”.



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TE ESPERARÉ

“Te esperaré, Señor, tenso el oído
al callado temblor de tu pisada
sobre la senda nueva, acostumbrada
de tanto presentirte ya viniendo.

Te esperaré, Señor, estremecido
el cielo de mi noche inacabada,
despierta mi impaciencia a tu llamada
y hecha mi cárcel vuelo reprimido.

Te esperaré, Señor, hasta que quieras
trocarme en logro de tu dulce encuentro
esta amargura quietud de mis esperas.

Te esperaré, Señor, en mi casa anochecida,
vallada en soledad por fuera y dentro
a la luz de mi lámpara encendida”.
(E. García Setién)

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WebJCP | Abril 2007