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MISIONEROS EN CAMINO: Evangelio Misionero del Dia: 25 de Diciembre de 2010 - SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR - Ciclo A
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viernes, 24 de diciembre de 2010

Evangelio Misionero del Dia: 25 de Diciembre de 2010 - SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR - Ciclo A


Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 1, 1-18

Al principio existía la Palabra,
y la Palabra estaba junto a Dios,
y la Palabra era Dios.
Al principio estaba junto a Dios.
Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra
y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe.
En ella estaba la vida,
y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en las tinieblas,
y las tinieblas no la percibieron.

Apareció un hombre enviado por Dios,
que se llamaba Juan.
Vino como testigo,
para dar testimonio de la luz,
para que todos creyeran por medio de él.
Él no era la luz,
sino el testigo de la luz.

La Palabra era la luz verdadera
que, al venir a este mundo,
ilumina a todo hombre.
Ella estaba en el mundo,
y el mundo fue hecho por medio de ella,
y el mundo no la conoció.
Vino a los suyos,
y los suyos no la recibieron.
Pero a todos los que la recibieron,
a los que creen en su Nombre,
les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios.
Ellos no nacieron de la sangre,
ni por obra de la carne,
ni de la voluntad del hombre,
sino que fueron engendrados por Dios.

Y la Palabra se hizo carne
y habitó entre nosotros.
Y nosotros hemos visto su gloria,
la gloria que recibe del Padre como Hijo único,
lleno de gracia y de verdad.

Juan da testimonio de Él, al declarar:
«Éste es Aquél del que yo dije:
El que viene después de mí
me ha precedido,
porque existía antes que yo».

De su plenitud, todos nosotros hemos participado
y hemos recibido gracia sobre gracia:
porque la Ley fue dada por medio de Moisés,
pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo.
Nadie ha visto jamás a Dios;
el que lo ha revelado es el Dios Hijo único,
que está en el seno del Padre.


Compartiendo la Palabra
Por Pedro Garcia cmf

¡Navidad!... El Evangelio de este día nos lo sabemos de memoria desde que somos
niños.
La noche que se echa encima...
El bueno de José que busca alojamiento para María, y no lo encuentra...
Una cueva natural en una roca que da a Belén...
Una jovencita y feliz mamá que se encuentra sobre sus rodillas y entre sus brazos al
chiquitín que acaba de nacer virginalmente... Por los cielos, todo un ejército de ángeles que
van cantando: ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres amados de
Dios!...
Y unos pastores que vienen a adorar a ese chiquillo que yace entre las pajas de un
pesebre...
Todo esto lo tenemos tan grabado nosotros en la mente como tan escrito en las páginas
de Lucas. ¿Para qué volver a contar ahora lo que todos conocemos tan bien?...
Una coplilla graciosa corría de boca en boca: Por los cielos de Belén - suenan cantos de
alegría, - que ha nacido en un portal - Manolito el de María.
Manolito, Emmanuel, el Dios-con-nosotros, ¿es hijo sólo de María? No; no es sólo de
Ella, es de cada uno de nosotros, porque, como nos dice el profeta Isaías, hoy se nos ha
dado un niño, nos ha nacido un hijo.
Por medio de María, todos hemos recibido como algo nuestro, y propio de cada uno, este
Hijo de Dios que se hace hombre y niño encantador para estar con nosotros y salvarnos.
Ante la cunita de este Niño que es nuestro, todos perdemos hoy la cabeza. La alegría de
hoy no es privativa del querido San Francisco de Asís, del que se cantaba con simpatía:
Dice el Padre San Francisco - que el día de Navidad, - el que no ha perdido el seso - no
tiene el seso cabal.
La antigüedad pagana y politeísta inventó muchos dioses, y todos eran potentes, grandes,
ricos; y hasta los malos eran grandes en su maldad, pero siempre grandes... Nuestro Dios,
por el contrario, es un Niñito lleno de encantos y de ternura, que, encima, nos viene en
medio de una pobreza, una austeridad y una humildad desconcertantes.
Un hereje del siglo segundo de la Iglesia se rebelaba contra este hecho, y decía furioso:
Quitadme de delante esos pañales vergonzosos y ese pesebre, indignos del Dios a quien
adoro.
¡Pobre Marción!, que así se llamaba el hereje. Un hombre lleno de soberbia, en cuya
cabeza no podía entrar la humildad de un Dios que se hace tan pequeño... Y es que, para
entender el misterio de Belén, todos nos tenemos que hacer pequeños.
Si somos como los pastores, magnífico.
Si somos como los Magos, magnífico también, con tal que nos abajemos.
Pero si nos empeñamos en permanecer grandes, equivocamos la puerta. No hay manera
de entrar en el misterio del Dios hecho niño...
Los detalles del relato de Lucas son la clave para adivinar las intenciones de Dios al
nacer Jesús.* Comienza el Evangelio por situarnos en la Historia, y nos dice: En los días de César
Augusto, cuando el censo. Nada de un Jesús misterioso, de un mito, de un ser irreal. Jesús
es el Emmanuel, el “Dios-con-nosotros”, que participa en todo nuestra suerte de hombres,
para que nosotros participemos con Él la suerte de Dios, de su vida y de su gloria. La
Navidad es la manifestación más grande de la ternura de Dios.
* Después añade: No había lugar para ellos ni en el mesón público. Como hoy. Jesús se
encuentra con muchos corazones en los que no puede nacer. Llenos de egoísmo, de odios y
rencores, de avaricia y de placer, ¿cómo va a poder meterse allí el pobrecito de Belén, todo
pobreza, amor y sacrificio? Sin austeridad en la vida es muy difícil disfrutar de un Dios que
tiene cabida sólo en corazones desprendidos...
* Nos señala después la hora misteriosa en que nace Jesús: A mitad de la noche. Es todo
un símbolo. Pero la noche que envuelve a nuestra sociedad se convierte en un mar de luz,
cuando se deja iluminar por el que viene a ser la Luz del mundo. El conocimiento de
Jesucristo, que nosotros adquirimos al leer, estudiar y asimilar su Evangelio, convierte la
noche de nuestra vida en un día esplendoroso y sin ocaso.
* ¿Y qué hace el Cielo? Los ángeles cantan: ¡Paz, paz, paz!... Se acabó la guerra entre
Dios y el hombre, por pecador que el hombre sea. Se puede y se debe acabar la guerra
estúpida que entablamos los hombres entre nosotros, cuando se nos ha puesto en medio de
todos el que viene como Príncipe de la paz.
* Finalmente, los pastores, que oyen decir: ¡No temáis! Lo vais a encontrar entre
pañales y recostadito en un pesebre. Los pobres son los preferidos de Dios. Los pobres, los
primeros que llegan. Los pobres, los que mejor conocen el camino para llegar a Jesús. Los
pobres, los que mejor se parecen al Dios que nos ha nacido. Los pobres, los que más
derecho tienen a celebrar hoy la fiesta de Navidad, cuando fue Dios mismo quien les hizo
celebrar en nombre nuestro aquella primera Navidad de hace dos mil años...
¡Navidad!… ¡Jesús, cuántas cosas nos dice tu Navidad, y tus pobres la saben contar
mejor que nadie!...
¡Jesús! ¿Tienes en cada corazón una cunita más blanda y caliente que el duro pesebre
de aquella noche?...
Nosotros conocemos tus gustos de Niño chiquito, y a un niño no se le niega nada. ¿Te
vamos a negar una sonrisa, un cariñito, un beso, una ayuda que a lo mejor nos pides?...

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WebJCP | Abril 2007