LUGAR DE ENCUENTRO DE LOS MISIONEROS DE TODO EL MUNDO
MISIONEROS EN CAMINO: Evangelio Misionero del Dia: 7 de Noviembre de 2010 - DOMINGO XXXII DEL TIEMPO ORDINARIO
NO DEJES DE VISITAR
www.caminomisionero.blogspot.com
El blog donde encontrarás abundante material para orar y meditar sobre la liturgia del Domingo. Reflexiones teológicas y filosóficas. Videos y música para meditar. Artículos y pensamientos de los grandes guías de nuestra Iglesia y Noticias sobre todo lo que acontece en toda la vida eclesial
Fireworks Text - http://www.fireworkstext.com
BREVE COMENTARIO, REFLEXIÓN U ORACIÓN CON EL EVANGELIO DEL DÍA, DESDE LA VIVENCIA MISIONERA
SI DESEAS RECIBIR EL EVANGELIO MISIONERO DEL DÍA EN TU MAIL, DEBES SUSCRIBIRTE EN EL RECUADRO HABILITADO EN LA COLUMNA DE LA DERECHA

domingo, 7 de noviembre de 2010

Evangelio Misionero del Dia: 7 de Noviembre de 2010 - DOMINGO XXXII DEL TIEMPO ORDINARIO


Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 20, 27-38

Se acercaron a Jesús algunos saduceos, que niegan la resurrección, y le dijeron: «Maestro, Moisés nos ha ordenado: "Si alguien está casado y muere sin tener hijos, que su hermano, para darle descendencia, se case con la viuda". Ahora bien, había siete hermanos. El primero se casó y murió sin tener hijos. El segundo se casó con la viuda, y luego el tercero. Y así murieron los siete sin dejar descendencia. Finalmente, también murió la mujer. Cuando resuciten los muertos, ¿de quién será esposa, ya que los siete la tuvieron por mujer?»
Jesús les respondió: «En este mundo los hombres y las mujeres se casan, pero los que son juzgados dignos de participar del mundo futuro y de la resurrección, no se casan. Ya no pueden morir, porque son semejantes a los ángeles y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección.
Que los muertos van a resucitar, Moisés lo ha dado a entender en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor "el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob". Porque Él no es un Dios de muertos, sino de vivientes; todos, en efecto, viven para Él».

Compartiendo la Palabra
Por Pedro Garcia cmf

¿Cómo va a ser el Cielo que esperamos?... El mes de Noviembre lo empezamos siempre con esas dos fechas tan entrañables de la fiesta de Todos los Santos y la Conmemoración de los Fieles Difuntos.
En estos dos días nuestro pensamiento, naturalmente, queda clavado en la vida eterna. Suspiramos por el Cielo. Pero, nos seguimos preguntando:
- ¿Y cómo será el Cielo?...
El Evangelio de este Domingo es muy aleccionador al respecto.
Los judíos del tiempo de Jesús entendían la vida eterna de una manera muy material, muy crasa, como hoy los musulmanes: todo iba a ser como los placeres de aquí: espléndidos e interminables banquetes, mujeres estupendas para ellos..., y para ellas hombres magníficos, desde luego...
Siendo esto así, tal como lo entendían los fariseos, vienen los saduceos, una secta que negaba la resurrección, y le proponen a Jesús una cuestión estúpida, con la cual pretendían dejarle en ridículo, pues Jesús aseguraba también la resurrección... Así que le vienen con el cuento.
- Sabes que Moisés dejó establecido en la Ley que, si uno moría sin descendencia, un hermano suyo tomara la viuda como mujer propia y le diera de ella descendencia al hermano difunto. Pues, bien; murió uno, y su hermano tomó consigo a la viuda. Muere este segundo hermano, también sin descendencia..., y a repetir la historia con la viuda. ¡Siete hermanos, y los siete con la misma cuestión!... Cuando venga la resurrección de los muertos, ¿de quién será mujer la viuda, pues la tuvieron como mujer propia los siete?...
Había para divertirse, pero Jesús era más listo que sus contrincantes, y son ellos los que van a quedar en ridículo, cuando les contesta Jesús muy serio:
- ¡Ignorantes! ¡Ciegos! La resurrección existe. ¿No habéis leído nunca en la Escritura que Dios es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob? Dios es un Dios de vivos, y no de muertos, y lo sería de muertos si esos Patriarcas no estuvieran vivos...
Los saduceos callan avergonzados. Pero Jesús lleva hasta el final la polémica.
- Y ahora, la otra cuestión de las mujeres, en la que demostráis que no conocéis para nada el poder de Dios. En la resurrección, ni se casarán los hombres ni serán dadas las mujeres en matrimonio, porque serán todos como los ángeles de Dios.
La proposición burlesca de los saduceos fue para nosotros providencial.
Porque en la Iglesia no ha cabido nunca el error de antiguos judíos ni de actuales musulmanes, sino que tenemos la idea bien clara, propuesta definitivamente por Jesús: acabará la condición actual de nuestros cuerpos, que, al resucitar, serán revestidos de inmortalidad y participarán de las dotes espirituales del alma.
A pesar de que el cuerpo será real y no aparente, ese cuerpo nuestro, resucitado, tendrá las propiedades de los mismos Angeles.
En el Cielo no habrá necesidad de comer para vivir, ni habrá ya lugar para la reproducción, cuando el número de los elegidos se haya completado para siempre.
El matrimonio, por lo mismo, es provisional.
En el Cielo ya no existirá otro desposorio que el de Jesucristo, único Esposo con su única Esposa la Iglesia glorificada.
¡Saduceos tontos, qué bien que nos hicisteis con vuestra propuesta tan ridícula!...
Ahora, por lo mismo, podemos discurrir sobre nuestra condición en la vida futura, sin caer nosotros en errores tan groseros como han sostenido otras creencias.
Cuando leemos en las vidas de muchos Santos que se han visto trasladados a jardines maravillosos y han gustado manjares exquisitos, y tantas cosas más, y a cual más bella, ya se ve que todo esto no son sino imágenes con que Dios quería representarles delicias para nosotros insospechadas.
No podemos ni imaginar lo que va a ser el Cielo.
El Concilio Vaticano II nos lo propuso, y todo lo que se atrevió a decirnos es: que en el Cielo quedarán satisfechos todos los anhelos del corazón humano.
Se tendrá toda delicia y todo placer de tal manera, que no se podrá desear nada más, porque tendremos la misma felicidad de Dios, participada por los Angeles y por todos los elegidos.
Veremos a Dios tal como es Él y tal como se ve Sí mismo. ¿Podemos sospechar lo que será esto?..
Contemplaremos la gloria inmensa de Jesucristo, la que dejó bobos a los Apóstoles en el Tabor.
El esplendor de María, de los Angeles, de todos los Santos y el nuestro propio, será una visión tan fascinante que no la podemos ni barruntar.
Y todo, para siempre, sin que hastíe nunca, sino con delicias cada vez más nuevas...
¡Señor Jesucristo!
Lo saduceos te proponían una dicha muy crasa, absurda y totalmente material.
Tú, en cambio, nos propones y prometes un Cielo muy diferente.
Gracias a ti, Señor, sabemos hacia dónde vamos...
Y esto nos llena de dulce nostalgia, al pensar en la Patria que nos espera, y que enciende en nosotros deseos ardientes de poseer pronto esa dicha que nos haces vislumbrar.
¡Oh bienes del Señor! ¡Y cuándo os poseeremos, oh bienes de nuestro Dios!...

0 comentarios:


WebJCP | Abril 2007