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MISIONEROS EN CAMINO: Homilías y reflexiones para el XXIII Domingo del Tiempo Ordinario (Lc 14. 25-33) - Ciclo C
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viernes, 3 de septiembre de 2010

Homilías y reflexiones para el XXIII Domingo del Tiempo Ordinario (Lc 14. 25-33) - Ciclo C


Publicado por Iglesia que Camina

¿CRISTIANOS PARA REÍRSE?

No quiere decir que eso de ser cristiano es una risa o para reírse. Quiere decir que posiblemente una gran mayoría de los cristianos hoy “dan risa”. También ellos comenzaron a construir la torre y no calcularon bien y se quedan con la torre a medias. Y claro todo el mundo se ríe del constructor. ¿No nos sucede esto también con los cristianos? Comenzamos todos con un solemne bautismo. Muchas fotos y hasta con Video ahora. Hacemos la Primera Comunión y luego ¿qué? Ahí nos quedamos como si ya no tuviésemos fuerzas ni ilusiones ni ánimos para seguir creciendo en nuestra fe. Por las justas unas cuantas prácticas piadosas y nada más. No logramos que nuestra fe, que el Evangelio, que Jesús logren impregnar nuestras vidas. Es decir, nos quedamos “cristianos enanos, achatados” incapaces de crecer y de madurar hasta llegar, como nos dice San Pablo, a la “plenitud de Cristo”.

Cristianos de nombre, pero no cristianos de vida.
Cristianos de Bautismo, pero no cristianos que luego vivan bautismalmente. Algo así como si tuviesen que caminar arrastrando su Bautismo y su fe. Incapaces de vivirlos con alegría, con ilusión y hasta diría con orgullo.

A principios de año comenzó a circular por los medios eclesiásticos la Carta personal que el P. Henri Boulad escribió al Papa Benedicto XVI, a través de la nunciatura de Egipto, que es donde él trabaja, donde muy fraternalmente le hacía ver al Papa ese declive de la Iglesia y de los cristianos. “La práctica religiosa está en constante declive, le decía. Un número cada vez más reducido de personas de la tercera edad, que desaparecerán enseguida, son las que frecuentan las Iglesias de Europa y de Canadá. No quedará más remedio que cerrar dichas Iglesias o transformarlas en museos, en mezquitas, en clubes o en bibliotecas municipales, como ya se hace. Lo que me sorprende es que muchas de ellas están siendo constantemente renovadas y modernizadas mediante grandes gastos con la idea de atraer a los fieles. Pero no es esto lo que frenará el éxodo.”

Así le propone como diez problemas cada uno más candente que el otro. Es una carta muy respetuosa y que demuestra gran amor a la Iglesia, pero que reclama de la Iglesia un cambio radical si queremos tener unas comunidades vivas, unos cristianos maduros y comprometidos. No se trata de caer en el pesimismo, pero tampoco de engañarnos. Corremos el peligro de ser la torre construida a medias, para que los que pasan se rían de nuestra pobreza. ¿Acaso nuestro cristianismo inspira esperanza? ¿Esperaremos a que los viejos se nos mueran para hacer de nuestras Iglesias museos de cuadros antiguos?


MI ESPERANZA DEPENDE DE TI

Puede resultar curioso. El trigo depende de las manos del sembrador, sin alguien que siembre no tendremos trigales maduros. La harina depende de un molino, sin el molino los granos no se hacen harina.

Algo parecido nos sucede a nosotros. Somos porque alguien decidió tener un hijo. Hemos nacido porque nuestra madre nos gestó nueve largos meses. Nos sentimos bien porque alguien nos ama y nos quiere. Los triunfos nos ilusionan porque alguien nos aplaude y admira. Lo que acontece cada día dentro de nosotros depende, en gran parte, de la actitud que los demás han manifestado hacia nosotros. Nos sentimos bien porque nos sentimos amados. Nos sentimos seguros porque alguien se ha fiado de nosotros. Nos sentimos importantes porque alguien nos ha valorado.

Nos guste a no, todos vivimos dependientes los unos de los otros. Los otros no son algo indiferente en nuestras vidas. Los otros son algo importante para nuestra salud sicológica.

Comentando a Antonio Machado, Olegario González de Cardedal escribe: “Dependerá de las posibilidades que el prójimo nos mantenga abiertas, el que para nosotros prevalezca el miedo o la esperanza.” “La dimensión trágica de la condición humana consiste en que para cada uno de nosotros sólo nos es realmente posible aquello que un prójimo cercano nos haga sentir como deseable y nos acerque como real.” “Sin la sonrisa de una madre, no es posible la confianza en la vida por parte del niño.” (Cuatro poetas desde la otra ladera, pág. 339)

De alguna manera todos somos responsables de lo que acontece en los demás.
El ambiente frío, nos hace sentir el cuerpo frío.
El ambiente con calefacción, nos hace sentir el calor.
La fe que los demás tienen en nosotros nos hace sentirnos más seguros.
El amor que los demás nos tienen nos hace sentir más a gusto con nosotros y con los demás.

Muchos de nuestros miedos los vamos asimilando del ambiente inseguro que nos rodea.
Muchas de nuestras desilusiones se nos van pegando a la piel por el ambiente positivo o negativo donde vivimos. Allí donde todos hablan de “lo imposible” no será fácil creer que para nosotros es posible. Allí donde nadie ve futuro, no será fácil descubrir bellos horizontes en nuestras vidas.


¿HIJOS MASCOTAS?

Jesús utiliza unas frases que bien pudieran chocar con nuestra sensibilidad que, sin embargo, reflejan toda una realidad.

Madre es la que da seguridad al hijo.
Madre es la que engendra, pero luego no se hace dueña de la vida del hijo.
Madre es la que nos enseña a ser nosotros mismos y a crecer como personas maduras.

Pero hay demasiadas madres que todavía siguen llamando “hijito” a ese hombrazo de cuarenta años y que lo tienen asfixiado porque no le dejan crecer, no le dejan ser él mismo, no le dejan irse y caminar por su propio pie.

Mamás que no aceptan ninguna de las enamoradas de su “hijito precioso”.
Mamás que cuando el hijo se casa siguen metiendo cuchara en su vida y quieren tenerlo atado como si les siguiese perteneciendo.
Demasiados matrimonios entran en crisis por culpa de las mamás que quieren meter demasiado las narices en la vida de la pareja.

Jesús lo aplica al seguimiento. Para seguirle es preciso “posponer”, que no dice abandonar, pero sí “posponer” a su padre, a su madre, a sus hermanos, incluso a su esposa y hasta a sí mismo.

Para ser uno mismo se requiere sentirse libre. Para seguir a Jesús se necesita ser libre de verdad. Nadie tiene derecho a llevarnos atados a la cadena del amor como llevamos a esa mascota cuando salimos a la calle. Los hijos no son mascotas, los hijos están llamados a ser ellos mismos, a crecer, a ser independientes, y a ser responsables. Sólo así lograrán ser hombres y mujeres maduros. Sólo así lograrán seguir a Jesús por los caminos de la fe del Evangelio.

Este es el verdadero amor de los padres. No quedarse con sus “hijos mascotitas”, sino dejarlos caminar libres. Los padres no pueden ser muletas de los hijos. Los hijos tienen dos piernas para caminar solos. Dejémoslos caminar, aunque tropiecen. Ya se levantarán.



¿ESTAMOS PREPARADOS PARA CASARNOS?

Jesús es bien claro, no le gusta que nos llevemos sorpresas. Por eso nos dice que quien quiera seguirle piense primero si está realmente dispuesto a correrse las consecuencias y llegar hasta el final. El camino del seguimiento de Jesús es largo y tiene muchos tramos difíciles, hasta terminar en la Cruz. ¿Será por eso que muchos nos quedamos a medio camino o volemos atrás?

Ahora, yo quisiera aterrizar. ¿Los jóvenes hoy están preparados para casarse? Realmente han echado todos los cálculos para saber:
¿si podrán ser consecuentes hasta que la muerte los separe?
¿si serán capaces de amarse en la riqueza y pobreza, enfermedad y salud?
¿si serán capaces de ser fieles a la palabra que comprometen delante del Señor?
¿si serán capaces de hacerse felices mutuamente?
¿si serán capaces de vivir su matrimonio como signo del amor de Dios al hombre?
¿si serán capaces de no cansarse el uno del otro hasta el final del camino?

Porque ante la cantidad de fracasos uno se pregunta con qué seriedad vamos al matrimonio. El matrimonio no es un juego, es algo muy serio. En él se comprometen los novios, Dios, la Iglesia, los hijos.

¿Cuántas parejas hacen su Plan de vida antes de casarse? ¿Cuántas parejas se preguntan si realmente están dispuestos a vivir en la verdad y no en el engaño y la mentira? Uno siente alegría cuando une esas dos vidas, pero también le entra una angustia. ¿Y esto hasta cuándo? ¿Hasta cuándo durará la fiesta de este amor que hoy comienza con tanta ilusión? Hay demasiadas torres que quedan a medio edificar. Hay demasiados matrimonios que quedan a medio camino. Por eso, hay que pensarlo bien antes.


LA LEY DE LA CONTINUIDAD Y PERSEVERANCIA

Nuestra Pastoral sufre de una seria deficiencia, posiblemente fruto de la estructura misma de la comunidad cristiana.

Bautismo: Mucha solemnidad, pero luego qué continuidad le damos al Bautismo. ¿Qué hacen los padres y qué hacen los padrinos, si es que sirven para algo?

Primera Comunión: Mucho interés en la preparación y celebración, pero tiene luego continuidad. ¿Acompañamos a los niños para que sigan creciendo en su fe?

Confirmación: Para muchos es su último contacto con la Iglesia. Luego desaparecen hasta el matrimonio, si es que se casan por la Iglesia. ¿Qué hacen los padrinos? ¿Acompañan a sus ahijados a ser fieles a su fe y a testimoniarla? De lo contrario uno se pregunta para qué se necesitan los padrinos.

Matrimonio: ¿Quien acompaña a los recién casados en ese nuevo camino y aventura de sus vidas? Toda la importancia se la damos a la celebración, pero luego los dejamos solos y que ellos se las vean. Juan Pablo II en la Exhortación Familiaris Consortio hacía insistencia en la necesidad de una “pastoral de acompañamiento”.

Acompañados por la comunidad misma que participó en su boda.
Acompañados por los padres y padrinos.
Acompañados por el sacerdote que bendijo su amor.

Tenemos que reconocerlo. Tenemos pastoral pre-sacramental. Tenemos pastoral sacramental o de celebración. Hasta hacemos el ensayo para que todo salga bien y bonito. Luego, terminada la fiesta, ¿quién se hace compañero de camino para que no se sientan solos y tengan en quien apoyarse en la novedad que recién comienzan? Es como si diéramos a luz un hijo y lo dejamos tirado en la calle. Alguien tiene que acompañarlo hasta que pueda valerse por sí mismo. El acompañamiento es indispensable para la perseverancia.

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WebJCP | Abril 2007