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MISIONEROS EN CAMINO: Materiales liturgicos y catequeticos: XXIII Domingo del Tiempo Ordinario (Lc 14. 25-33) - Ciclo C
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viernes, 3 de septiembre de 2010

Materiales liturgicos y catequeticos: XXIII Domingo del Tiempo Ordinario (Lc 14. 25-33) - Ciclo C



Monición de entrada

(A)
Hermanos, estamos aquí porque valoramos a Jesús. En estos encuentros celebramos lo más significativo de su persona y lo que nos caracteriza como discípulos. Y así como a cada uno se le nota el “aire” de familia, en cuanto cristianos se nos debe notar el parecido con Jesús. Ser cristiano es irse pareciendo cada vez más a Jesús en obras y palabras. Hoy se nos recuerda que debemos dejar todo aquello que nos impida seguirlo. Vivir a su estilo no es una gracia barata. Oremos para que el Espíritu nos ayude a ser verdaderos seguidores de Jesús.

(B)
Cada día disfrutamos de alegrías o cargamos con la cruz de cada día.
Pero, a veces, no sabemos llevarla con aceptación; y, mucho menos, convertirla en cruz salvadora y redentora como la de Cristo-Jesús.
Una vez más, el Señor nos va a recordar hoy -al igual que lo hacía con aquella gente que le rodeaba- que "el que quiera seguirle debe aceptar su cruz". Seguir su camino exige esfuerzo.


(C)

Cada día amanece y anochece, y cada día tenemos nuestra tarea.
Ser cristiano es seguir a Jesús en todos los momentos de la vida.
Cristo, no nos pide grandes cosas, no nos pide ser héroes, ni mártires de la religión. Pero sí nos pide que carguemos con la cruz... con la tarea de cada día.
“Quien no lleve su cruz detrás de Mí, no puede ser discípulo mío” “El que quiera seguirme, niéguese a sí mismo, cargue con su cruz de cada día y venga conmigo”. Nos dice el Señor.
Parece sencillo pero es duro seguir a Jesús en cada momento y en cada situación.


Saludo del Sacerdote

Que la ayuda de Dios Padre, la amistad de su Hijo y la fortaleza del Espíritu Santo estén con todos vosotros...



Acto penitencial

(A)

A veces tenemos la culpa de que las cosas no marchen. Por eso, pidamos perdón con sinceridad y arrepentimiento.

Tú que nunca condenaste a quien se descubrió con sencillez cuando se acercó a solicitar tu comprensión. SEÑOR, TEN PIEDAD...
Tú, que te reunías a cenar con pecadores y ahora nos sigues invitando a participar de tu mesa. CRISTO, TEN PIEDAD...
Tú, que siempre quisiste devolver la esperanza y desterrar el rechazo y la acusación. SEÑOR, TEN PIEDAD...

(B)

Ante Jesús, que nuevamente nos reúne, reconozcámonos pecadores y pidamos perdón .

Tú, que nos has amado y nos has mostrado el amor del Padre, SEÑOR, TEN PIEDAD...
Tú, que eres el Pan que alimenta nuestra fe, CRISTO, TEN PIEDAD...
Tú, que has derramado tu Sangre para la redención de la humanidad entera, SEÑOR, TEN PIEDAD...

(C)

La verdad es que no siempre seguimos a Jesús en la tarea de cada día. A veces le olvidamos y le dejamos de lado. Pensamos que hay momentos para seguirle y momentos para nosotros. Por eso, ahora, le pedimos perdón.

Porque, a veces, nos olvidamos de seguirte, y dejamos a un lado nuestra cruz, nuestra tarea. SEÑOR, TEN PIEDAD...
Porque nos quejamos de que nuestra cruz es dura, y que Tú eres el que la haces pesada. CRISTO, TEN PIEDAD...
Porque queremos cargar nuestra cruz, nuestra tarea, pero sobre los hombros de los demás. SEÑOR, TEN PIEDAD...

Gloria

Dios nos ha perdonado una vez más. Es un Padre cariñoso que perdona y olvida. Nosotros nos sentimos agradecidos y le decimos...



Escuchamos la Palabra

Monición a la lectura

La verdadera sabiduría consiste en conocer la voluntad de Dios y sobre todo en cumplirla.


Monición al Evangelio

Para seguir a Jesús hay que aceptar sus condiciones. La decisión es libre, pero debe ser responsable.


Homilías

(A)

Érase una vez una mujer que caminando por las montañas encontró una piedra preciosa en un riachuelo.
Al día siguiente se encontró con un viajero hambriento. Nuestra mujer abrió su bolsa para compartir la comida. El viajero que vio la piedra preciosa, lleno de avaricia, se la pidió y ella se la dio sin más. El viajero siguió su camino feliz, sabía que esa piedra preciosa tenía mucho valor y le iba a proporcionar mucho dinero.
Unos pocos días después, el viajero volvió y le devolvió la piedra a la mujer. He estado pensando y vengo a devolverle su piedra y espero me dé algo mucho mejor. Déme lo que usted lleva dentro y le da el poder de desprenderse, sin más, de esta piedra preciosa.
¿Verdad que esta historia viene a cuento con el evangelio de hoy?
Sí, hay algo más precioso y más valioso que las joyas o las cadenas de oro que se pueden comprar en una joyería.
Lo más valioso está dentro de nosotros, en nuestro corazón:
la libertad frente a las cosas y las personas,
el desprendimiento de las riquezas,
la mirada limpia,
la sabiduría para discernir lo permanente de lo efímero,
el Espíritu Santo que me ayuda a renunciar a todo para seguir a Jesús.
Déme lo que lleva dentro y le da el poder de desprenderse, sin más, de esta piedra preciosa.
Nos dice Lucas: "Caminaban con Jesús grandes multitudes y dirigiéndose a ellos, les dijo: No puede ser mi discípulo el que prefiere a su padre, a su madre… El que no cargue con su cruz. El que no renuncia a todos sus bienes.
En los evangelios y en la predicación hay un Jesús peligroso, un Jesús que nos escandaliza, un Jesús difícil de entender y hay también un Jesús dulce, manso y comprensivo.
Jesús es siempre peligroso. Escucharle y seguirle exige valentía y correr riesgos que el hombre corriente nunca alcanza a comprender.
¿Verdad que usted prefiere a un Jesús hecho de bizcocho que a un Jesús exigente y bravo?
¿Verdad que usted prefiere un Jesús alto, hermoso y amable a un Jesús ensangrentado y crucificado?
Hay cosas que ninguna persona puede imponer a otra.
Nadie le va a imponer o decir: renuncia a tus bienes; le dirá enriquézcase, robe si es necesario, pero hágase rico.
Nadie le va a decir: cargue con su cruz; le dirá más bien, disfrute, goce, beba…
Nadie le dirá: deje a su padre y a su madre…
Sólo Jesús nos lo dice. Sólo Jesús tiene autoridad para exigirlo a los suyos. Sólo Jesús tiene poder para vincularnos a su persona.
Sólo Jesús puede ser el todo de un cristiano.
Sólo Jesús dejó a los suyos para predicar el Reino de Dios.
Sólo Jesús cargó con la cruz y murió en la cruz.
Sólo Jesús renunció a todo para hacer la voluntad del Padre.
Sólo Jesús es modelo para nosotros.
Y hoy le escuchamos y nos dice: "No puede ser discípulo mío si…
no vive desprendidamente, no es libre interiormente, no experimenta la liberación de los afectos humanos y de las posesiones humanas, no permite que todo lo suyo sea vivificado por el amor absoluto de Dios.
Tal vez no tenga que renunciar a nada.
Pero como la señora del cuento tiene que estar interiormente tan desprendido que puede darlo todo cuando el Señor Jesús se lo pida. Jesús es peligroso y se lo puede pedir en cualquier momento.
Jesús también nos ha contado hoy dos cuentos.
Érase una vez un hombre que quería construir una casa en su campo y comienza a calcular los gastos…
Jesús nos invita a reflexionar, a calcular los gastos, a aceptar el riesgo, a mantenernos firmes.
Seguir a Jesús no es cuestión de un entusiasmo pasajero, de una súbita emoción, de una conversión superficial.
Jesús no promete a sus discípulos éxito, fama, poder…sino riesgos, renuncias y la cruz.

(B)

En el Evangelio de hoy y en varias ocasiones, Jesús nos ha dicho: "El que quiera venir conmigo, que cargue con su cruz y me siga". y al que se una a Él, le promete el descanso y el alivio en sus tareas.
Muchas veces hemos pensado que seguir a Cristo en serio, formar parte de sus seguidores de verdad es algo heroico y difícil; y es verdad, pero no del todo.
El seguir a Jesús así, no es heroico en el sentido de que haya que hacer grandes cosas, o incluso dar la vida por seguirle, como los mártires. No es ése el heroísmo que Dios nos pide hoy.
Pero sí es heroico en el sentido de que seguir a Jesús, ser cristiano, significa que en las pequeñas cosas de cada día tenemos que ir cumpliendo con el deber, tenemos que realizar esas tareas con responsabilidad y con el esfuerzo de cada momento. Es decir: dando poco a poco nuestra vida en esa tarea diaria. Eso es seguir a Jesús.
Pero Jesús en el Evangelio añade: “Venid a Mi los que estáis cansados que yo os aliviaré”.
Esta segunda parte la solemos tener olvidada, o casi olvidada. Acudimos a Dios en momentos duros, pero no acudimos a Él para las tareas de cada día. Aunque decimos que la vida es dura. Debemos acudir a Él , no para dejar la tarea en sus manos, porque esa la debemos realizar nosotros, pero sí acudir a Él para pedir apoyo y alegría.
Muchas veces cargamos con la cruz, con la tarea de cada día, pero queremos hacerlo solos; sin la ayuda de Dios ni de nadie.
El cristianismo es una religión, una vida y como tal debemos vivirla con la ayuda de Cristo y en grupo, como Él quiso.
Más de una vez hemos realizado los trabajos, las tareas de cada día entre varios, en grupos, ayudándonos unos a otros. Entonces nos hemos dado cuenta de que parece que el trabajo se multiplica y las tareas se hacen más llevaderas. La tarea se termina antes, y resulta más llevadera para todos.
Es lo que nos dice Jesús en el Evangelio: "Venid a Mí, unios los unos a los otros y el trabajo resultará más sencillo y no tan pesado. Unios, ayudaos en las tareas de cada día en casa, entre vecinos, entre compañeros y vuestra tarea no será tan pesada". Y esto es verdad, porque todos lo hemos experimentado alguna vez.
En esta Celebración de hoy vamos a aceptar esta enseñanza de Jesús, que es fácil de decir, y fácil de escuchar, pero nos cuesta ponerla en práctica. Pero aunque nos cueste no vamos a dejar de intentarlo.
Tenemos la promesa de Jesús que nos ofrece su ayuda y el alivio en la tarea.

(C)

"El que quiera a su padre o a su madre...". La familia no es intocable. Con frecuencia, los creyentes hemos defendido la "familia" en abstracto, sin detenernos a reflexionar sobre el contenido concreto de un proyecto familiar entendido y vivido desde el evangelio.
Y sin embargo, no basta con defender el valor de la familia sin más, porque la familia puede plasmarse de maneras muy diversas en la realidad.
Hay familias abiertas al servicio de la sociedad, y familias replegadas egoístamente sobre sí mismas. Familias que educan en el egoísmo, y familias que enseñan solidaridad. Familias liberadoras y familias opresoras...
¿Cómo conseguir que la familia multiplique la vida de sus miembros en lugar de dividírsela? ¿Cómo lograr que potencie su libertad sin encadenarles?.. Estos son, puntos de reflexión a tener en cuenta cuando Jesús nos advierte que la familia no es algo absoluto e intocable...
La familia ha sido base de lanzamiento de muchos genios, pero cuando se corrompía, ha sido cepo en el que muchos han quedado encadenados para siempre. Siempre que se juega a lo grande es mucho lo que se puede ganar, porque es mucho lo que se puede perder, de ahí que, para construir una familia, debería la gente (dicho sea vulgarmente) atarse muy bien los machos.
Y tal vez esto sea lo más asombroso de la humanidad: que cuanto más importante es una cosa, menos pensamos que hay que prepararse para ella. A mí siempre me ha asombrado que se exija un título de ingeniero a quien ha de construir un puente o el de arquitecto para firmar los planos de una casa, y que, en cambio, para construir una familia, que es infinitamente más difícil, parezcan bastantes un montón de sueños y mucha ingenuidad.
Y no es que uno aspire a la creación de una universidad de padres, con matrículas y exámenes, pero sí a que todo el que se case tuviera que pasar antes de hacerlo por el tribunal de la propia seriedad y la autoexigencia. ¡Porque son tantos los aplastados por el hundimiento de su propia familia!. Y no hablo sólo, de las familias rotas por el divorcio. Hablo de todos esos divorcios interiores que viven con frecuencia matrimonios aparentemente unidísimos. Hablo de los que son una yuxtaposición de soledades o una multiplicación de egoísmos. Hablo de los que conviven soportándose.
Hablo de los que "poseen" a sus hijos. O de los hijos que
"dominan" a sus padres. Hablo de todas esas formas de corrupción familiar en las que los unos dejan de ser trampolines para que salten mejor los demás para convertirse en cadenas que
amarran y atan.
Porque el gran misterio de toda comunidad es el de llegar
a ser dos (o cinco o doce) sin que cada uno deje de ser uno mismo. Este es el misterio de la individualidad y la
libertad de cada uno de los seres humanos: hombres todos, hechos con un molde aparentemente idéntico, pero hechos todos en realidad con moldes que se rompen después de fabricado cada uno. ¿Por qué en la misma familia es cada hijo completamente diferente de sus hermanos? ¿Cómo es que, si todos recibieron la misma educación y conocieron idéntico ambiente, reaccionan
de maneras diferentes? No lo sabremos jamás. (El gran asombro
de toda paternidad es que sólo muy en parte pueden hacerse los hijos a imagen y semejanza del progenitor. Y el otro asombro no menor es que el amor no implica igualdad de los amantes y que, incluso con frecuencia, los amores más intensos surgen en seres muy distintos entre sí.
Esta es la grandeza del amor: unir sin igualar. Y esta es a veces la verdadera tragedia del fracaso familiar: nadie puede hacernos tanto daño como los que debieron amarnos. La traición de un amigo es una traición de segunda división. La de un hermano, la de un padre o la de un hijo, ésas sí tienen fuerza para destruir el alma. Los árabes lo dicen con un hermoso refrán: "El único dolor que mata más que el hierro es la injusticia que procede de nuestros familiares". Estos debieran ser los problemas fundamentales para todo hombre. Yo he pensado muchas veces en el verdadero drama de Galileo Galilei, de quien nos han contado sus enormes descubrimientos o sus conflictos entre la ciencia y la fe, pero de quien jamás contó nadie la soledad de su mujer (Marina Gamba), a la que abandonó en Padua cuando le ofrecieron su cátedra en Florencia, o de sus dos hijas (Livia y Virginia)a las que encerró en un convento a los once años para poder ir a triunfar y convertirse en padre del mundo. ¿Fueron felices esas tres mujeres? ¿O acaso el genio que sabía todo de las estrellas lejanas y frías no llegó a enterarse de que tenía en casa tres estrellas calientes y verdaderas? Porque ¿de qué nos servirá conquistar y descubrir el mundo entero si no amamos y somos amados por las tres o cuatro personas que "hemos elegido" para vivir a nuestro lado?...
Cuando la familia impide la solidaridad y fraternidad con los demás hombres y nos cierra a la justicia querida por Dios entre los hombres, Jesús exige una libertad crítica, aunque ello traiga consigo conflictos y tensiones familiares...

(D)

Nosotros solemos constatar con cierto orgullo y satisfacción que la Iglesia católica es la más numerosa: más de mil millones de creyentes. Incluso superamos, aunque por poco, a los musulmanes. Nos preocupa el «cuántos». Ante cualquier acontecimiento salta la pregunta «¿cuántos estuvieron?». A juzgar por el evangelio de hoy (Lucas 14, 25-33), a Jesús no le obsesiona la cantidad. «Mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo: Si alguno se viene conmigo y no pospone a su madre y a su padre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y hermanas, e incluso asimismo, no puede ser discípulo mío». No aprovecha aquella oportunidad para engordar o aumentar su «clientela» poniendo fáciles las cosas y limando posibles aristas punzantes. Más bien les arroja un jarro de agua fría. Nosotros, como los partidos políticos, como los comerciantes, buscamos más votantes, más seguidores, más clientes. Si no lo conseguimos, -después, no antes- añadiremos que lo importante no radica en la cantidad, sino en la calidad.
Se discute permanentemente si el cristianismo o seguimiento de Cristo es para todos o más bien para una minoría. Algunos apuntan que, si el mensaje de Jesús sólo está destinado a unos pocos, no tendría mucho sentido. De hecho, Jesús se mostró enormemente exigente en los principios. Después, en los hechos y momentos concretos se reveló -excepto en algunas pocas ocasiones- ampliamente comprensivo. Lo observamos en encuentros como, por ejemplo, con Zaqueo.
Cristiano no es quien sólo se comporta bien. Se trataría de una aprobación injusta y abusiva por nuestra parte. En otras religiones o simplemente entre ateos se registran comportamientos ejemplares. Es cristiano quien conoce y cree en el mensaje de Jesús. Se supone que, a renglón seguido e impulsado por una elemental coherencia, trata de vivirlo. De lo contrario, caería en el cinismo.
El socialismo «ese inmenso sueño de la humanidad», teóricamente, es una doctrina elogiable. Sin embargo, en los países del llamado «socialismo real», la práctica se quedó muy lejos de la teoría o de los principios. A nosotros, los cristianos, nos puede suceder algo similar, aunque no se dé una caída tan espectacular y simbólica como la del muro de Berlín, que descubrió la diferencia entre el dicho y el hecho. Hoy, el seguir a Jesús implica varias actitudes y sentimientos: uno de ellos o de ellas incluye la lucha por la justicia. No sólo por el vecino próximo, también por otros pueblos más lejanos. Tal conducta se resume en la llamada «opción por los pobres».
En otro momento del texto evangélico de hoy pregunta Jesús: «¿Quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? ... Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío». En otras palabras, que para seguir a Jesús se necesita valor, decisión y reflexión. No basta una difusa tendencia ni prometer mucho el día de la 1ª Comunión o de la boda o de la ordenación sacerdotal o de la confirmación o...
En ocasiones o quizá con frecuencia, tales «emociones» se reducen a flor de un día.
A pesar de todo, la vida -también la cristiana- consiste en un proceso. Al final brilla, se perfila una meta, una utopía, una aspiración: ser constructores del Reino de Dios (una sociedad de vida, de paz, de justicia, de hermanos por tener el mismo Padre) que fue la tarea iniciada por Jesús.
Cristianos ¿son muchos?, ¿pocos? Posiblemente tenga razón el filósofo danés: «el único cristiano fue Cristo. Los demás intentamos serlo». Pero dudo de que lo intentemos tantos como los inscritos en los libros parroquiales del bautismo. «Intentar» supone varias cosas: como mínimo una cierta dosis de entrega.
Se necesita pasar de una Iglesia multitudinaria, inconversa, incolora, desmayada, a una comunidad de convertidos...
Hay que abandonar la obsesión de la muchedumbre, del número... El ideal de una Iglesia multitudinaria no aparece en ningún sitio del NT ... Todo lo contrario. Los evangelios distinguen al grupo de los discípulos de la masa. Se trata de un pequeño puñado de sal, de levadura.. .
No se trata de establecer un tribunal que dictamine quiénes pueden permanecer en la Iglesia y quiénes no... Se trata de anunciar sin rebajas el Evangelio, se trata de proclamar en toda su verdad la Palabra de Jesús... Basta que celebremos con autenticidad... Cuando Jesús anunció el misterio de la Eucaristía se produjo una gran desbandada... cuando el Bautismo y la Eucaristía son lo que deben ser, nuestras asambleas se podan enormemente La Iglesia no es sin más la comunidad de los bautizados, sino la comunidad de los convertidos al Evangelio... Y hay que comenzar a pensar en una Iglesia de minorías.
Lo que no hizo nunca Jesús fue aguar el vino para que llegase a todos, sino que transformó el agua en vino...
Jesús acogió a todos... pero ello no significó ninguna traición a su mensaje, y llamó siempre al pan, pan, y al vino, vino; por eso murió. Acogió a Mateo, a la samaritana, al ladrón, a la adúltera, a los publicanos, pero quienes deseaban entrar en su comunidad, tenían que configurar la vida a su estilo de vida y aprender a compartir, a perdonar, a dar la vida por los demás, a vivir en comunión, a ser pura disponibilidad, a servir, a liberarse de la tiranía del tener, del dominar y del triunfar.
No hay más que abrir el Evangelio. La comunidad cristiana era bien diferente del resto. Y estaba en medio del mundo como luz, sal, fermento...
Cuando la Iglesia está formada por cristianos que viven un cristianismo sociológico o de costumbres. Pierde su fuerza, su identidad. Y lo único que termina por distinguir a los cristianos de los que no lo son es un rito apresurado, inexpresivo e intrascendente que llamamos Eucaristía... y que dura cuarenta minutos...


(E)
Tres condiciones

-“¿A quién quieres más, a papá o a mamá?”, preguntaba la tía anciana inclinada sobre su sobrina pequeña, de apenas tres años, que desde allá abajo miraba con ojos asustados… y ante el silencio expectante no tuvo más remedio que al final responder:

-“A los dos”, escuchando las risitas de aprobación que mostraban como padres, tía y demás asistentes a la escena se daban por complacidos por la salida airosa de la niña.

La misma sensación podemos hoy tener ante la proclamación de la Palabra de Dios que se hace en el Evangelio. Parece que Jesús quiera ponernos en un aprieto y nos pregunta si queremos más a nuestros padres o a Él, a nuestros hijos o a Dios… y hábilmente también podemos quizás justificar que nuestros actos de amor a nuestros padres o hijos son ya nuestra manera de demostrarle a Dios que le queremos. Pero todos sabemos que nuestra vida de cristianos en realidad es una vida de opciones.

Hemos oído hablar muchas veces de las famosas ‘escalas de valores’. Dependiendo de qué es más o menos importante, vamos tomando decisiones a lo largo de la vida. Y así, ante cualquier encrucijada, por determinante o no que sea, nos paramos a valorar: ¿qué hago, esto o lo otro? Y en función de a qué le damos más valor y mayor importancia, optamos. Cristianamente hablando diría que nuestra vida es lo mismo. El cristiano ante cada toma de decisión valora: ¿qué es lo más importante? ¿Qué me pide Dios que haga ahora? ¿Qué haría Jesús en mi lugar? Y entonces opta, actúa tras valorar. Hoy Jesús nos recuerda que en cada opción, hay que recordar tres cosas, y no actuar sin previsión, a tontas y a locas:

1. Que ser cristiano implica amar a Dios sobre todas las cosas. Y por eso, el amor a los otros jamás puede ser una excusa para optar por hacer lo contrario de lo que Dios espera. Incluso cuando los propios padres o los propios hijos, esos seres tan amados, tan arriba en nuestra escala de valores, parezca que nos implican o nos exijan decirle no a Dios o alejarnos de Él.
2. Que para ser cristiano hay que estar dispuestos a cargar con la cruz. Es decir, a dar la vida… incluso, si es preciso, literalmente hablando. Cargar con la cruz de cada día, y cargar con la cruz del sacrificio. Cargar, además, con la cruz de los demás, como hizo Simón de Cirene con la de Jesús, para aliviar la carga del que sufre. Y aceptar que el camino tras Jesús implica, pues, vivir continuamente ‘cargados’ y sobrecargados.
3. Que ser cristiano implica la renuncia a los bienes. Es decir, bajarlos muchos niveles en nuestra escala de valores, es más, sacarlos de ahí. Lo que tenemos no puede ser llamado propio, ya no es ‘mío’, es un mero instrumento para poder ser más útil en la construcción del reino.

…y un único beneficio

Bueno, y teniendo todo esto claro, nos puede surgir lo mismo que Pedro le dijo una vez a Jesús… “Oye, Maestro, y nosotros que lo hemos dejado todo por seguirte… ¿qué vamos a obtener a cambio?”. Porque quizás podemos sentirnos abrumados, o pensar que quizás es mejor ser del grueso de esa cristiandad que va a misa y se confiesa practicante pero su vida cambia bien poquito… ¿Qué vamos a sacar? ¿No es mejor vivir de una manera un poco más relajada y hacerse menos problemas? Pues en el fondo, hay un único beneficio de esto, y es lo mismo que plantea Jesús… eso es lo que debéis hacer para ser de los míos. Es decir, para ser del grupo de los que trabajan por el Reino, por un mundo mejor, más a imagen de Dios. El único beneficio será saber que estamos respondiendo con amor real y no sólo verbal a lo que Él espera y confía de nosotros. Y en el fondo, como nos recordaba la primera lectura, siendo auténticamente sabios, puesto que las cosas de Dios, como siempre, siguen escapándosenos en la mayor parte de las ocasiones


Oración de los Fieles

(A)

Pidamos que Dios Padre escuche las necesidades de nuestra vida, que ahora le presentamos hechas oración; respondemos a cada petición con un momento de silencio.

- Ayúdanos, Señor, a ser personas sencillas y acogedoras, capaces de generar confianza y alivio. Oremos en silencio.
- Ayúdanos, Señor, a ser, en la sociedad de los que apostemos por el bien de todos, defendiendo la dignidad y el reconocimiento de todos los derechos humanos. Oremos.
- Ayuda, Señor, a los padres de familia, a los maestros y educadores, para que al comenzar un nuevo curso, se comprometan a formar a los niños y jóvenes, en los verdaderos valores que nos hacen libres, generosos, sabios. Oremos.
- Ayúdanos, Señor, a reflexionar con calma y serenidad, lo que supone el compromiso cristiano, confiando siempre en que sin ti no podemos hacer nada. Oremos.

Escucha, Padre, lo que con fe te hemos pedido. Por JNS.


(B)

Por la Iglesia, para que aliente al mundo con la fe, la esperanza y la caridad. ROGUEMOS AL SEÑOR...
Por los pueblos y sus dirigentes, para que persigan un nivel de vida digno para todos. ROGUEMOS AL SEÑOR...
Por nuestra Diócesis, para que evangelice humanizando. ROGUEMOS AL SEÑOR...
Por nuestra Comunidad, para que sea un espacio de fraternidad creciente. ROGUEMOS AL SEÑOR...
Por todos nosotros, para que, impulsados por la fe, trabajemos en la transformación de nuestro pueblo. ROGUEMOS AL SEÑOR...


(C)

Con la certeza de que Dios Padre está continuamente invitándonos a construir su Reino, acudimos a Él con confianza para pedirle fuerzas diciendo:

ACOMPÁÑANOS EN NUESTRO CAMINAR

Para que la Iglesia no dude en renunciar a cuanto pueda empañar su fidelidad a Jesús, optando por los sencillos y necesitados. Oremos.
Para que los cristianos no rebajemos las exigencias del Evangelio para acomodarnos al «buen vivir» y al egoísmo de nuestra sociedad. Oremos.
Para que los que rigen los destinos de los pueblos y las personas cuyas decisiones influyen en la vida de los demás tomen esas decisiones desde los desvalidos y desprotegidos. Oremos.
Para que nuestros trabajos y afanes por ganarnos responsablemente el pan no nos impidan disfrutar de la vida, jugar con los hijos, conversar con los amigos, disfrutar las fiestas, vivir libres y en sintonía con la voluntad de Dios. Oremos.
Para que nuestra comunidad viva de modo concreto y cotidiano la caridad hacia quien es más necesitado. Oremos.

Dios, Padre nuestro, que nos acompañas continuamente con sabiduría y amor, y te complaces en aquellos que en el mundo no cuentan, ayúdanos para que la llegada de tu Reino sea cada día una realidad mayor entre nosotros. Por J.C.N.S.


(D)

Hermanos y hermanas, pidamos al Señor que escuche nuestras plegarias y atienda nuestras peticiones: A cada petición respondemos: Te rogamos, Señor, óyenos.

Por la santa Iglesia de Dios, para que el Señor le conceda la paz y la unidad, la guarde de todo mal y acreciente el número de sus hijos, roguemos al Señor.
Por la paz del mundo, para que cesen las rivalidades entre las naciones, renazca en el corazón humano el amor y arraigue entre todos los pueblos la mutua comprensión, roguemos al Señor.
Para que Dios, Padre todopoderoso, purifique al mundo de todo error, devuelva la salud a los enfermos, aleje el hambre, abra las prisiones injustas y conceda el regreso a los que añoran la patria, roguemos al Señor.
Para que el Señor nos conceda perseverar en la fe hasta el fin de nuestra vida y, después de la muerte, nos admita en el reino de la felicidad, de la luz y de la paz, roguemos al Señor.

Señor, Dios todopoderoso y eterno; tú que sabes que apenas conocemos las cosas de la tierra y con trabajo descubrimos el rastro de las del cielo, escucha nuestras oraciones y envíanos la sabiduría de tu Espíritu, para que, como verdaderos discípulos de tu Hijo, llevemos nuestra cruz de cada día y, unidos a él, sigamos fielmente tus caminos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Gesto de ofrenda

Libro de familia: Bendice, Señor, nuestras familias, para que todos cumplamos tu voluntad.
Planta muy florida: Señor, la convivencia más inteligente es la que engendra libertad y fraternidad.


Ofrendas


PRESENTACIÓN DE UNA DE LAS PERSONAS QUE SE OCUPAN DE LA LIMPIEZA

(Esta ofrenda la hace alguna persona dedicada a la limpieza de los locales de la comunidad)
Mira, Señor, a ______, ella es la contraposición al poder, por el que tanto suspiran los hombres y mujeres de nuestro mundo. Se ocupa de una de las tareas más sencillas de nuestra comunidad, aunque necesaria para el buen orden y el funcionamiento de toda la liturgia y el culto. Sabes que lo hace con dedicación y entrega.
sabiendo que está haciendo algo en favor de la comunidad y de los demás. No le preocupa absolutamente si su tarea es aplaudida o reconocida. Lo hace sin más, sin esperar nada a cambio.
Qué bueno sería que todos fuéramos capaces de hacer frente a la vida desde esta perspectiva de servicio y de entrega a los demás. Porque… no merece la pena luchar por el poder; lo que merece la pena son los demás y ello, además es lo único que produce satisfacción.


UN CATEQUISTA PRESENTA UN NIÑO

(Agarrados de la mano, llegan hasta el presbiterio, donde el catequista dice:)

Señor, bien sabes que soy una de las catequistas de esta comunidad. Tengo la conciencia de esta referencia y de que mi trabajo no es tanto mío, como hecho por y en nombre de la comunidad. Hoy te traigo este niño. Es uno de los que pertenecen a nuestros grupos. Al presentártelo hoy, quiero, en mi nombre y en el de toda la comunidad, significar lo que es el amor entre nosotros, en el seno de la misma comunidad y, también, el de asumir nuestro compromiso de cara al nuevo Curso, que ya está a la vuelta de la esquina. Acepta, Señor nuestra tarea y nuestro compromiso.


PRESENTACIÓN DE UN DESPERTADOR

(Puede hacer la ofrenda cualquier miembro adulto de la comunidad; aunque, a ser posible, la debiera hacer un padre de familia)

Señor, yo te traigo hoy este despertador, que me llama a la vigilia y a incorporarme a la vida y a mis tareas todas las mañanas. También pone en marcha la vida familiar para la convivencia y para la responsabilidad. Te lo ofrezco, en nombre de toda la comunidad, como signo de nuestra necesaria vigilancia, para que no se nos pase desapercibida ninguna de tus manifestaciones y presencias. Sin embargo, sabemos, Señor, por las dificultades que nos rodean y por nuestra debilidad, que, sin tu ayuda, nuestra vigilancia no es posible, nos dominará el sueño y nos entretendrán nuestras ocupaciones y el bienestar. Ayúdanos a estar vigilantes.



Prefacio...

Te damos gracias, Señor,
porque nos enviaste a tu Hijo Jesús,
que cargó con su Cruz, y llegó a la Gloria.
A tus discípulos no les prometes la riqueza
sino la persecución y la calumnia de los acomodados.
Hablas del honor de perder la vida por los demás
y del poder de la Cruz.
Nuestra vida es un misterio de cruz y gloria como la tuya.
El mismo Jesús, ofreció el sacrificio
de su vida y así entró en la Gloria del Padre,
de la que participan todos los que le siguen.
Por eso unidos a todos los seguidores de Cristo
entonamos un himno de gloria diciendo:

Santo, Santo, Santo...


Padre nuestro

Con el corazón volcado a Ti, te decimos unidos:
Padre nuestro

Nos damos la paz

Jesús, Tú dijiste: ¡La paz os dejo, mi Paz os doy!. Que esto sea una realidad en nuestras vidas y así será más llevadera nuestra tarea.

Compartimos el pan

Jesús nos invita a su Mesa. Su alimento es la fuerza que nos hará caminar en la vida junto a Él. Dichosos los invitados...

Oración después de la comunión

Señor, no alcanzamos a ver,
más que lo que nuestras fuerzas nos permiten.
Por eso, a menudo nos sentimos débiles
para llevar la cruz de cada día.
Tú, que eres capaz
de transformar nuestros actos humanos,
haz que sintamos la fuerza de tu Espíritu,
para llevar adelante la tarea de cada día.
Que sepamos reunirnos fielmente
en torno a Ti y a tu ejemplo,
para que el mundo vea,
que más allá de los intereses particulares
es posible un mundo más solidario y fraterno.
Por NSJ...


Bendición final

(A)

Hermanos: Como en otros domingos, de nuevo nos vemos confrontados hoy con Jesús y su mensaje.
Éste somete nuestra vida a la crítica del Evangelio.
¿Eres tú mi discípulo? Muy bien.
Pero ¿te atreves a hablar claro en favor de los hermanos?
¿Prestas atención y tiempo a quien te necesita?
¿Puedes aceptar dificultades por amor a los otros?
¿Eres capaz de renunciar a tu bienestar para que otros estén mejor?
Éstas son las señales del verdadero discípulo.
Hemos reflexionado sobre ellas y le pedimos a Dios que nos dé fuerza.
Para ello, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.

¡Feliz semana!

(B)

Jesús nos llama a seguirle. Y aunque nos veamos con muchas limitaciones, su invitación sigue en pie. Las condiciones son exigentes, no han variado en estos dos mil años... Su Espíritu nos ayuda. Para ello que la bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre vosotros...

¡Feliz semana!

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WebJCP | Abril 2007