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MISIONEROS EN CAMINO: XXIII Domingo del Tiempo Ordinario (Lc 14. 25-33) - Ciclo C: Liturgia, Reflexiones, Exégesis y Oración
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viernes, 3 de septiembre de 2010

XXIII Domingo del Tiempo Ordinario (Lc 14. 25-33) - Ciclo C: Liturgia, Reflexiones, Exégesis y Oración


Publicado por DABAR
¿Quién comprende lo que Dios quiere?

“¿Qué hombre conoce el designio de Dios? ¿Quién comprende lo que Dios quiere? (…) Si apenas conocemos las cosas terrenas y con trabajo encontramos lo que está a mano, ¿quién rastreará las cosas del cielo? ¿Quién conocerá tu designio, si tú no le das sabiduría, enviando tu santo espíritu desde el cielo?.” Sabiduría 9,13 18
Tras ese texto sólo queda hacer silencio y orar, qué decir ante la conciencia de lo poco que conocemos a Dios y de Dios, de lo difícil que nos resulta rastrearlo, saber dónde está oculto y qué nos quiere decir con los acontecimientos de nuestra vida, tanto los más alegres como los más dolorosos.

¡Oh Señor! envía tu Espíritu, qué renueve la faz de la tierra,
¡Oh Señor! envía tu Espíritu, qué abra nuestros corazones a tu Palabra,
¡Oh Señor! envía tu Espíritu, qué guíe nuestros pasos hacia la luz del Sol, ese Sol que nace de lo alto y que, como tantos creyentes rezan a diario en la Liturgia de las horas, por la entrañable misericordia de nuestro Dios nos visita para iluminar a los que vivimos en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Brilla Señor para que yo te vea, pero brilla con luz cegadora Padre, porque mis ojos viven atrapados en destellos de otras luces que te imitan, que pretenden hacerme creer que con ellas basta, que quieren llenar mi ser sin saciarme nunca, que me llevan por caminos equivocados hacia soles minúsculos que no se te parecen… brillos que nos deslumbran impidiéndonos encontrarte, que nos atraen y confunden, nos llenan de preocupaciones vanas, que ocupan nuestra mente y nuestro tiempo, que cual cantos de sirenas seducen nuestro corazón.

Brilla Tú, Padre, con más fuerza, brilla esplendorosa belleza del amor, brilla atalaya de la esperanza, brilla para nosotros, no nos ocultes tu rostro, por tu misericordia Señor, que tantas veces como nos alejemos del camino de la paz podamos con tan sólo alzar la vista saber nuevamente hacia dónde ir. Envíanos tu Espíritu que nos ayude a identificar a quienes han sabido comprender en cada momento lo que Dios quiere para sus vidas, y que son para nosotros estrellas que en medio de esta noche oscura, en la que vivimos insertos socialmente, nos llevan hacia Jesús, sin pérdida ni rodeo.

Ayúdanos a descubrir la nube de testigos que habla de ti con su vida, porque ellos, mejor que nada ni nadie, nos ayudan a comprender lo que quieres. Son brújula en nuestras vidas que apunta sin error hacia Jesús. Haznos, oh Espíritu Santo, astutos para discernir quiénes te siguen humildemente, siendo capaces de llevar su cruz, sin ponerla por delante de todo lo demás, y mucho menos de todos los demás. Allí al lado están sus preocupaciones y dolores, que pueden ser iguales o más pesadas que las que llevamos los demás, pero que ellos sobrellevan ante nosotros como si fueran una pluma.
Ayúdanos, oh Espíritu Santo, a descubrirte en quienes sirven a su padre, su madre, su mujer o sus hijos sabiendo que en ellos estás Tú, pero que no se aferran a ellos como excusa para no entregarse a otros, sino al contrario.
Ayúdanos a arrimarnos más a estos creyentes, que conscientes de lo que supone ponerte en el centro de sus vidas, se dejan coger las entrañas por tu persona, que les atrapa ya para siempre, y así desprendidamente y sin avaricia asumen ‘el coste’, porque son capaces de ver que lo que encuentran a cambio de desprenderse de muchos bienes valorados socialmente, merece más la pena, mucho más, que todo lo que han ido dejando en el camino. E irradian inevitablemente luz, la luz de la felicidad y la paz, de la esperanza y la alabanza, la de la acción de gracias continua.

Gracias Padre porque has puesto en mi vida personas que han descubierto que su felicidad se basa en sentir que desde lo profundo les atraes hacia Ti y que no hay hilos en este mundo capaces de resistir esa atracción. Admirada y asombrada ante esa belleza, que refleja la tuya, me siento afortunada sólo con ello, aunque para mí esa contemplación no sea suficiente para romper los hilos que sí me atan a mis cruces, mis padres, mis bienes, mi imagen… y no logro andar como ellos siempre a tu lado y en paz.

ELENA GASCÓN
elena@dabar.net



DIOS HABLA

SABIDURIA 9,13 18
¿Qué hombre conoce el designio de Dios? ¿Quién comprende lo que Dios quiere? Los pensamientos de los mortales son mezquinos, y nuestros razonamientos son falibles; porque el cuerpo mortal es lastre del alma, y la tienda terrestre abruma la mente que medita. Apenas conocemos las cosas terrenas y con trabajo encontramos lo que está a mano: pues, ¿quién rastreará las cosas del cielo? ¿Quién conocerá tu designio, si tú no le das sabiduría, enviando tu santo espíritu desde el cielo? Sólo así fueron rectos los caminos de los terrestres, los hombres aprendieron lo que te agrada, y la sabiduría los salvó.

FILEMÓN 9b 10.12 17
Querido hermano: Yo, Pablo, anciano y prisionero por Cristo Jesús, te recomiendo a Onésimo, mi hijo, a quien he engendrado en la prisión; te lo envío como algo de mis entrañas. Me hubiera gustado retenerlo junto a mí, para que me sirviera en tu lugar, en esta prisión que sufro por el Evangelio; pero no he querido retenerlo sin contar contigo; así me harás este favor, no a la fuerza, sino con libertad. Quizá se apartó de ti para que lo recobres ahora para siempre; y no como esclavo, sino mucho mejor: como hermano querido. Si yo lo quiero tanto, cuánto más lo has de querer tú, como hombre y como cristiano. Si me consideras compañero tuyo, recíbelo a él como a mí mismo.

LUCAS 14,25 33
En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo: «Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no lleve su cruz detrás de mi no puede ser discípulo mío. Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: “Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar”. ¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz. Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío».



EXEGESIS

PRIMERA LECTURA

La influencia griega aparece con fuerza en este texto de Sabiduría. El viejo pensamiento de los dos principios: el bien y el mal, el dualismo aplicado al ser humano como compuesto de cuerpo y alma, funciona en este caso para eludir el grave problema de dos principios divinos para explicar el bien y el mal. Dios es el creador de todo ¿también del mal? Resulta duro admitir esto; tanto como inventarse algo o alguien que sea capaz de crear algo, en contraste con la fe cierta de que el Señor es al autor de todo.

No puede sostenerse en la Biblia el doble origen del bien y del mal como poderes distintos. Escandalosa que suene la afirmación no escatiman en afirmar que ‘el Señor es el causante del bien y del mal’. Sólo él es el principio de todo. Pero no deja de resultar escandaloso admitir que sobre el ser humano se ciernen tantas sombras de muerte que resulta difícil encontrarle explicación (habría que releer una vez más todo el diálogo de Job con sus amigos que arguyen sutilmente a que Job ha de ser necesariamente injusto para poderse explicar tanta humillación). Seguirán un tiempo afirmando los sabios que ‘al final’ Él puede cambiar la suerte de los humildes y trastocar el final de los malvados’. Pero esa afirmación, tantas veces cumplida, pero otras tantas veces fallida, no acaba de hacer comprensible la benevolencia de Dios. Ni puede sostenerse, a la vista de la propia experiencia, que triunfen siempre los justos ni sean castigados siempre los malvados.

Al contrario, tantas veces en la experiencia de nuestra vida comprobamos que los necios y malvados triunfan mientras que los humildes, los justos, siguen humillados.

Aparece un nuevo modelo para poder comprender mejor estos misterios. Conviven en el interior del hombre los dos principios el bien y el mal. La opción no se establece sino dentro del corazón humano, en su entraña, en su alma. Por una parte el cuerpo (‘lastre del alma’), por otra parte el alma, cuyos pensamientos y razonamientos son mezquinos y falibles. Pero que puede sin embargo recibir la sabiduría que procede de Dios: el santo espíritu que viene enviado por Dios desde el cielo.

“Sólo así fueron rectos los caminos de los mortales, los hombres aprendieron lo que agrada y la sabiduría los salvó” (v.17-18). Se da sí un paso hacia la autonomía (y responsabilidad) del hombre en sus propios actos. No es el hombre víctima de su insensatez ni de la soberbia de los demás, ni es marioneta inerte en manos del Señor. Está en su fuerza interior, en su alma, la capacidad de discernir entre la materia pesada de su cuerpo y las fuerzas que simboliza el alma, capaz de asumir la sabiduría que procede de Dios y que capacita al hombre para conocer lo que agrada al Señor (v.18), y alcanzar la salvación.

Una invitación, como el evangelio de hoy, a la reflexión sobre nuestros pasos, a la meditación sobre nuestra relación con el Señor y lo que nos rodea. Lo bueno no es vencer o ceder, sino actuar con conocimiento y responsabilidad.

TOMÁS RAMÍREZ
tomas@dabar.net


SEGUNDA LECTURA

El billete a Filemón - el escrito más corto de toda la Biblia - fue escrito (o dictado) realmente por Pablo con este motivo: Onésimo, esclavo de Filemón se había escapado de su amo y había buscado refugio con Pablo, dado que éste, y quizás el mismo Onésimo, se había convertido por la predicación del Apóstol.

Conviene recordar algunos detalles para percibir la importancia del tema y de la forma de proceder de Pablo. en tiempos del billete, todavía continuaba en vigor, aunque menos estrictamente, la costumbre/ley que permitía matar al esclavo fugitivo y aun animaba a ello. El dueño, en todo caso, disponía con toda libertad del esclavo. la huída era un delito no sólo contra la propiedad sino contra la estructura social y económica del imperio.

Todo ello para calibrar la decisión de Pablo y la conducta del propio Onésimo.

Pablo no acoge definitivamente a Onésimo sino lo devuelve a su dueño como portador de esta pequeña carta.

Pablo no da en ella doctrina sobre la esclavitud ni pretende suprimirla. No es su estilo intentar transformar las situaciones, sobre todo sociales, de forma inmediata. Además es dudoso que tuviese del todo claro que la esclavitud es incompatible con los principios cristianos y que fuera totalmente inhumana. Era hijo de su tiempo y su inspiración estaba condicionada por su cultura y tiempo.

De todas formas ya asienta y recuerda unos cuantos principios cristianos de los que ha surgido paulatinamente - muchos siglos han sido necesarios para ello - la abolición de la esclavitud. El Apóstol habla de la superación de las circunstancias sociales - algo no baladí en su ambiente - y de que los cristianos son hermanos más que cualquier otra cosa.

Otra cosa digna de notarse es el respeto de Pablo hacia Filemón y la delicadeza que emplea es su trato con él. Es un tono afectivo muy apreciable.

En resumen el billetito es una muestra de cómo el cristianismo influye en las relaciones humanas, tanto personales como estructurales, aunque en estas últimas este influjo pueda ser más a largo plazo.

FEDERICO PASTOR
federico@dabar.net

EVANGELIO

1. Observaciones al texto
V.25 Mucha gente acompañaba a Jesús. Texto original: Jesús iba de camino, acompañado de mucha gente. El recordatorio del camino de Jesús es un dato relevante en el evangelio de Lucas: arquetipo del camino del cristiano.
V.26 Y no pospone. Texto original: y no odia. Un ejemplo más de lenguaje pedagógicamente duro, crudo, agresivo incluso. Jesús formulaba principios en términos sorprendentes, dejando a sus oyentes la ineludible tarea de dar vueltas y vueltas a lo escuchado hasta llegar a la especificación concreta de las consecuencias. El significado de lo escuchado nunca va a estar en la literalidad de las palabras, pero esto no quiere decir que haya que edulcorar esa literalidad. Un lenguaje de estas características no dejaba indiferentes a los oyentes.
V.27 Quien no lleve su cruz detrás de mí. Texto original: El que no lleva su cruz para seguirme. ¿Cruz figurada? Nada de ello: ¡cruz en su sentido más literal!
V.28 Torre. Probablemente tiene el sentido de palacio.
V.33 El que no renuncia a todos sus bienes. El mismo lenguaje directo y radical de hace cuatro domingos: Vended vuestros bienes (12,33).

2. Texto
La gente seguía a Jesús en su camino a Jerusalén. ¿Sabían lo que este seguimiento significaba? ¿No estarían albergando expectativas equivocadas? Jesús tenía que ser claro, debía ser claro. ¡Y lo fue!
Para ello, nada mejor que hacerlo con palabras que no cayeran en el olvido. ¡A fe que lo consiguió!
Seguir a Jesús en su camino a Jerusalén no es algo que se pueda emprender a la ligera. Esto es lo que buscan inculcar las dos pequeñas parábolas de los vs.28-32: Antes de construir hay que estudiar costes; antes de emprender una guerra hay que calcular efectivos. Seguir a Jesús no es algo que se deba decidir a la ligera.
Seguir a Jesús es dar a Jesús un valor superior al de los seres más queridos, más incluso que a uno mismo (v.26). Seguir a Jesús es saber que tu vida corre serio peligro (v.27). Seguir a Jesús es valorarlo más que al dinero (v.33).
A quien quiera hacer el camino con Jesús, Jesús le indica las disposiciones con las que deberá hacerlo. Sin esas disposiciones no puede ser discípulo mío. Esta frase se repite tres veces: vs.26, 27 y 33). Indudablemente, Jesús no era sólo Hombre. ¿Qué ser humano puede hacer peticiones como las que Jesús hace en el texto de hoy?

3. Comprensión actualizante
Ser cristiano es seguir a Cristo, es decir, seguir a Jesús, verdadero Hombre y verdadero Dios. El cristianismo no es una ideología, no es una moral; es una relación personal con Jesús. Ser cristiano es seguir a Jesús, vivir desde Jesús. ¡No tengamos miedo de ser cristianos!
Ser cristiano no es una imposición. Jesús invita, pero no obliga y, por eso, previene, advierte, de forma que quien quiera ser cristiano lo haga con conocimiento de causa y de consecuencias. El cristiano debe conocer por anticipado la dureza del camino y saber que esta dureza puede tener forma de cruz.
Odiar a los seres queridos es ciertamente una monstruosidad y, por eso mismo, no es a este odio a lo que Jesús invita; pero puede haber ocasiones en que ser cristiano lleve a tener que posponer a los seres más queridos por Jesús. Y así respecto a uno mismo y respecto al dinero. El cristiano no presume de ser bueno (¡que debe serlo!); presume de conocer a Jesús.

ALBERTO BENITO
alberto@dabar.net



NOTAS PARA LA HOMILIA

Por la sabiduría
No es infrecuente que en nuestras Eucaristías, la primera lectura, normalmente tomada de la primera alianza, quede relegada a un segundo plano, si no llega a ser excluida del comentario en la homilía por razones de tiempo, importancia, etc... La de hoy es una verdadera joya que nos da la clave para situarnos globalmente ante nuestra propia existencia humana.
¿Quién conocerá tu designio, si tú no le das sabiduría, enviando tu santo espíritu desde el cielo? Sólo así fueron rectos los caminos de los terrestres, los hombres aprendieron lo que te agrada, y la sabiduría los salvó.
Comprendernos y entendernos sólo desde nosotros mismos y desde nuestras propias fuerzas, conocimiento, inteligencia, afectividad,… es imposibilitarnos llegar al conocimiento de verdad de nuestra propia realidad. Pero Dios nos concede la sabiduría, que nos capacita, y nos hace descubrir, sentir y vivir en hondura y paz. Necesitamos andar en rectitud, aprender el bien, y gozar de la dicha de la salvación…, sólo abriéndonos a la sabiduría… de Dios.

Comunión en el espíritu
Entrar en ese dinamismo de la salvación que Dios nos ofrece, en ese salir de uno mismo que nos permite encontrarnos con nuestro auténtico yo, lo concreta Pablo en la segunda lectura que hoy escuchamos de una manera entrañable, afectiva, al pedirle a Filemón que acoja a Onésimo. Si yo lo quiero tanto, cuánto más lo has de querer tú, como hombre y como cristiano. Si me consideras compañero tuyo, recíbelo a él como a mí mismo, no a la fuerza, sino con libertad.
Y es que en la comunidad, la acogida, el amor y la libertad son aspectos esenciales no sólo para la vida de la misma, sino también como referencia continua en la revisión de su propio funcionamiento. Lo que hacemos, planificamos, deseamos… ¿es por amor?... ¿hay libertad?...¿todos encuentran en ella un motivo para seguir esperando?. Cuestiones que tenemos que revisarnos constantemente porque forman parte del núcleo principal de la construcción de la comunidad cristiana, sin olvidar por supuesto que es Cristo Jesús el centro que nos mueve, en el que vivimos, nos movemos y existimos.
Y es que conforme vamos aproximándonos e introduciéndonos (siempre de forma incompleta e imperfecta) en la comunión del espíritu, vivimos esa sintonía con gente que desconocíamos, pero que con la que experimentamos de pronto no sólo una sintonía, empatía, o como queráis, sino una unidad del corazón, que percibimos no como algo logrado por nuestro esfuerzo, sino regalada por alguien más grande, y extraordinario.

Cuestión de prioridades
La lectura evangélica nos plantea una mirada de hondura a nuestras prioridades vitales. Sin ambigüedades, sin suavidad, sin ninguna posibilidad de descafeinar la cuestión: ‘quien no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío’.
La palabra ni relega, ni desplaza, ni devalúa a nadie. Sencillamente nos invita a que el que quiera de verdad seguir a Jesús y alcanzar el conocimiento de Dios, coloque ese deseo en el lugar correcto: el primero. Y no puede ser de otra forma (de todas formas, Dios ya se las va apañando de tantas maneras para ir entrando…porque no puede dejar de amar a sus hijos). Un autor lo sentenciaba así: ‘Si Dios no tiene la máxima importancia en nuestra vida, Dios no tiene ninguna importancia’.
No se trata ni de prescindir de padre, madre, amigos…incluso de uno mismo, sino todo lo contrario. Lo que se produce en este dinamismo es la desposesión, y precisamente así es como alcanzamos el orden justo en nuestros deseos y afectos (la sabiduría que comentaba arriba), y nos permite amar bien y mejor a padre, madre, hijos…
Revisemos nuestras prioridades, que Dios ocupe el lugar que le corresponde en nuestro corazón y nuestra vida cambiara y será plenificada.

JOSÉ ANGEL FUERTES
joseangel@dabar.net





PARA CONSIDERAR Y REFLEXIONAR EN GRUPOS

Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío
(Lc 14, 33)

Preguntas y cuestiones
-Esclavos actuales. ¿Los hay?. ¿cómo los tratamos?
-¿En qué influye nuestra teórica fraternidad en nuestras relaciones
-En el fondo no nos plantea una cuestión de necesidad, sino de prioridad. Poner a Dios en nuestra vida en la prioridad absoluta,…y todo lo demás pospuesto. ¿Es el lugar que Dios ocupa en nuestro corazón?



PARA LA ORACION

Padre nuestro, que nos amas como jamás nosotros seremos ca¬paces de amar; concédenos una verdadera esperanza y una plena confianza en que tus promesas se cumplirán en nosotros.
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Con tu palabra, Padre, y con tu pan alimentas a tus hijos; concédenos que estos dones nos lleven a superar la moda y las costum¬bres y vivamos confiando siempre y por encima de todo en ti. Por Jesucristo.
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Realmente es nuestro deber y nuestra salvación confiar plena¬mente en ti, pues tú y solo tú eres el verdadero sentido y la verda¬dera razón de nuestra vida.
Es cierto que muchas veces nos dejamos llevar por la moda, por los usos y costumbres de nuestra sociedad; y también es cierto que en esa moda y en esas costumbres te hemos dejado poco o ningún sitio. Pero el hecho de que nosotros te hayamos marginado con fre¬cuencia de nuestra vida y de nuestro mundo no significa que no nos seas imprescindible, como tampoco significa que tú te olvides de nosotros.
Por eso, porque sabemos que nos amas incondicionalmente, por¬que tú siempre estás con nosotros y, por tanto, tenemos motivos más que suficientes para confiar en ti, proclamamos ahora tu gloria.
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Dios, Padre nuestro, concédenos vivir confiando siempre en ti, y que cuando surjan en nosotros las dudas y las dificultades no nos echemos atrás, sino que reafirmemos nuestra fe incondicional en ti.



LA MISA DE HOY

MONICIÓN DE ENTRADA
La gran mayoría de los hombres y las mujeres de nuestro tiem¬po se debaten en la disyuntiva: seguir ese impulso que nos lleva a buscar la esperanza, impulso que surge en nosotros como el de res¬pirar, o dejarnos llevar por una vida gris y rutinaria en la convic¬ción de que nada puede cambiar y que estamos destinados a luchar, trabajar y sufrir para terminar muriendo en un anonimato que nos esconde para siempre.
Tal y como están las cosas, hay un doble impulso que tira de nosotros en una doble y opuesta dirección: por un lado, la necesi¬dad nos lleva a buscar un motivo para tener esperanza (pero, cui¬dado, que corremos el peligro de conformarnos con cualquier es¬peranza); por otro lado, el ambiente nos lleva a pensar que la espe¬ranza es un sueño y que la realidad es lo del ‘comamos y beba¬mos, que mañana moriremos’, que la única realidad es lo que vemos y palpamos.
Pero esa realidad que vemos y palpamos -y por la que frecuen¬temente nos dejamos llevar- a la hora de la verdad no nos llena y el dilema vuelve a comenzar. ¿Cómo lo resolveremos? ¿Nos de¬cidiremos a confiar en Dios, aceptando que confiar no significa en¬tender, sino sencillamente eso: confiar?

SALUDO
Que la esperanza en el cumplimiento de las promesas que nos ha hecho Dios nuestro Padre, de llevarnos a una vida en plenitud esté‚ siempre con todos vosotros.

ACTO PENITENCIAL
-Porque decimos tener fe en ti, pero a la hora de la verdad ape¬nas nos fiamos de tu palabra y de tus promesas. Señor, ten piedad.
-Porque preferimos agarrarnos a lo poco que nuestros ojos ven en vez de construir nuestra vida sobre tu palabra. Cristo, ten piedad.
-Porque nuestra cerrazón deja poco lugar a la esperanza y por eso vivimos tristes y desilusionados. Señor, ten piedad.

MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA
Conocer los designios de Dios es algo imposible para el hom¬bre por sus limitaciones; comprender sus planes es imposible, pues apenas somos capaces de conocer la realidad material y aun en ella nos equivocamos con frecuencia. Por eso la mejor salida para el hombre es confiar en Dios, pues es nuestro Padre.

SALMO RESPONSORIAL (Sal 89)
Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.
Tú reduces el hombre a polvo, diciendo: «Retornad, hijos de Adán». Mil años en tu presencia son un ayer, que pasó; una vela nocturna.
Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.
Los siembras año por año, como hierba que se renueva: que florece y se renueva por la mañana, y por la tarde la siegan y se seca.
Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.
Enséñanos a calcular nuestros años, para que adquiramos un corazón sensato. Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo? Ten compasión de tus siervos.
Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.
Por la mañana sácianos de tu misericordia, y toda nuestra vida será alegría y júbilo. Baje a nosotros la bondad del Señor y haga prósperas las obras de nuestras manos.
Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.

MONICIÓN A LA SEGUNDA LECTURA
Si hemos de confiar en Dios porque es nuestro Padre, esa con¬fianza también debe ser fraternidad entre todos los hombres. Si Dios nos ama, la actitud más lógica en el hombre debe ser la del amor, aunque en la práctica no sea la más frecuente.

MONICIÓN A LA LECTURA EVANGÉLICA
Renunciar a las propias seguridades, materiales o psicológicas, es algo absolutamente imprescindible para poder seguir a Jesús; y esto no es por capricho suyo, sino por exigencia de lo que es la fe y la confianza. Dios no se impone: ofrece e invita, y espera la res¬puesta del hombre, respetando plenamente su libertad.

ORACIÓN DE LOS FIELES
Oremos ahora todos juntos a Dios nuestro Padre, con la con¬fianza y la paz que nos debe dar el saber que estamos en sus manos y que Él se preocupa siempre de nosotros y nuestras necesidades:
-Para que la Iglesia siga mostrando a los hombres el camino que lleva a vivir confiando plenamente en Dios. Roguemos al Señor.
-Para que perdamos el miedo a abandonar nuestras seguridades y confiemos plenamente en Dios. Roguemos al Señor.
-Para que alcancemos la paz de quienes viven con la seguridad de que Dios es nuestro Padre que nos ama. Roguemos al Señor.
-Para que sepamos dar a los hombres un motivo de esperanza a pesar de todas las dificultades y sufrimientos que tengan que atra¬vesar. Roguemos al Señor.
-Para que nuestra comunidad (parroquial) sea testimonio vivo de hombres y mujeres capaces de vivir confiando en Dios, aunque no esté de moda. Roguemos al Señor.
Oración: Atiende, Padre, los deseos de tus hijos, pues acudi¬mos a ti conscientes de que tú estás siempre con nosotros. Por Je¬sucristo nuestro Señor.



CANTOS PARA LA CELEBRACION

Entrada. Cristo nos da la libertad (de Erdozáin); Vienen con alegría (1CLN-728); Al reunirnos (2CLN-A 7).
Salmo. LdS; Señor, tu has sido nuestro refugio (1CLN-513).
Aleluya. Canta aleluya al Señor.
Ofertorio. Te ofrecemos, Señor (2CLN-H 8); Llevemos al Señor (Disco “16 Cantos para la Misa”).
Santo. 1CLN-I 3.
Aclamación al memorial. 1CLN-J 22.
Comunión. Comeremos de la mesa del Señor (Disco “A la fiesta del Señor”); Tú has venido a la orilla; Victoria (1CLN-106).
Final. Te damos gracias, Señor (1CLN-605).



Director: José Ángel Fuertes Sancho •Paricio Frontiñán, s/n• Tlf 976458529 Fax 976439635 • 50004 ZARAGOZA
Tlf. del Evangelio: 976.44.45.46 - Página web: www.dabar.net - Correo-e: dabar@dabar.net

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WebJCP | Abril 2007