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MISIONEROS EN CAMINO: Evangelio Misionero del Dia: 11 de Setiembre de 2010 - SEMANA XXIII DURANTE EL AÑO
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viernes, 10 de septiembre de 2010

Evangelio Misionero del Dia: 11 de Setiembre de 2010 - SEMANA XXIII DURANTE EL AÑO


Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 6, 43-49

Jesús decía a sus discípulos:
No hay árbol bueno que dé frutos malos, ni árbol malo que dé frutos buenos: cada árbol se reconoce por su fruto. No se recogen higos de los espinos ni se cosechan uvas de las zarzas.
El hombre bueno saca el bien del tesoro de bondad que tiene en su corazón. El malo saca el mal de su maldad, porque de la abundancia del corazón habla su boca.
¿Por qué ustedes me llaman: "Señor, Señor", y no hacen lo que les digo? Yo les diré a quién se parece todo aquél que viene a mí, escucha mis palabras y las practica. Se parece a un hombre que, queriendo construir una casa, cavó profundamente y puso los cimientos sobre la roca. Cuando vino la inundación, las aguas se precipitaron con fuerza contra esa casa, pero no pudieron derribarla, porque estaba bien construida.
En cambio, el que escucha la Palabra y no la pone en práctica se parece a un hombre que construyó su casa sobre tierra, sin cimientos. Cuando las aguas se precipitaron contra ella, en seguida se derrumbó, y el desastre que sobrevino a esa casa fue grande.

Compartiendo la Palabra
Por Conrado Bueno, cmf

¿Qué abunda en nuestro corazón?

Sí y no

No es fácil ajustar el equilibrio en nuestra vida. No hemos de ser moralizantes, pero sí que necesitamos bajar al compromiso de cada día. No debemos obsesionarnos en hacer por hacer, en trabajar mucho, pero sí que estará en nuestros fines la fecundidad evangélica. No será nuestro empeño el afán mundano por buscar la imagen de eficacia, pero sí que el Maestro nos invita a dar testimonio, a poner la luz bien alta. No nos debe acosar el pragmatismo, pero sí que es necesario aterrizar, no quedarse en mil razonamientos y en palabras bonitas.

El árbol y la roca

Dos imágenes nos presenta el Señor. El árbol y la roca. De la calidad del árbol será el fruto que produzca. Las zarzas y los espinos no pueden dar higos o racimos. Y lo aplica en seguida. El que sólo bondad alberga en su corazón va despidiendo cosas buenas para todos.
Otra imagen es el edificar sobre roca. La roca es garantía de firmeza, de seguridad, de perennidad. Jesús lo dice de su palabra. Es lo que afirma Jesús de su propia Madre. Solamente el que escucha la palabra evangélica y la lleva a término es el que pone su vida sobre unos fundamentos firmes. Tan firmes que son más fuertes que una crecida gigante del río que arremete. Lo contrario serán palabras y gestos vacíos.

Dar frutos: los frutos del Espíritu

La piedra de toque, la prueba del algodón, será siempre nuestra vida. Lo primero es la vida. Y en cristiano es dar frutos del Espíritu. Quien se acerca a los sacramentos y a la Palabra produce frutos de amabilidad, de bondad, de mansedumbre, de paz. Lo dice el pueblo en el refrán de predicar y dar trigo. Palabras bellas y ricas pueden ser corrompidas en el uso y abuso de las mismas.
Entre las dos imágenes, Jesús se queja del culto formal, vacío, ineficaz. No basta con rezar, con gritar “Señor, Señor”; hasta podría convertirse en antitestimonio. Una acción menos buena no dejará de serlo porque se le peguen palabras como “apostólico”, “pastoral”, “bendición” y hasta “queridos hermanos”. Un arma eficaz contra este culto o formalismo hipócrita nos la enseña hoy San Pablo: comemos el mismo pan y bebemos el mismo vino; de esta manera, podemos vivir bien, vivir en Cristo.
Miremos cuál es la “abundancia de nuestro corazón”. Del corazón brotan los sentimientos y actitudes. Pongamos nuestro corazón junto al corazón de Dios. Cultivemos la bondad de corazón, trabajemos por un “corazón de oro”

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WebJCP | Abril 2007