LUGAR DE ENCUENTRO DE LOS MISIONEROS DE TODO EL MUNDO
MISIONEROS EN CAMINO: Materiales litúrgicos y Catequéticos: XVII Domingo del Tiempo Ordinario - Ciclo C
NO DEJES DE VISITAR
www.caminomisionero.blogspot.com
El blog donde encontrarás abundante material para orar y meditar sobre la liturgia del Domingo. Reflexiones teológicas y filosóficas. Videos y música para meditar. Artículos y pensamientos de los grandes guías de nuestra Iglesia y Noticias sobre todo lo que acontece en toda la vida eclesial
Fireworks Text - http://www.fireworkstext.com
BREVE COMENTARIO, REFLEXIÓN U ORACIÓN CON EL EVANGELIO DEL DÍA, DESDE LA VIVENCIA MISIONERA
SI DESEAS RECIBIR EL EVANGELIO MISIONERO DEL DÍA EN TU MAIL, DEBES SUSCRIBIRTE EN EL RECUADRO HABILITADO EN LA COLUMNA DE LA DERECHA

sábado, 24 de julio de 2010

Materiales litúrgicos y Catequéticos: XVII Domingo del Tiempo Ordinario - Ciclo C


Monición de entrada

(A)

Solemos decir: "Que sólo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena". Es decir, que sólo acudimos a Dios, cuando nos vemos apurados.
Además, muchas veces acudimos a Dios, esperando que Él resuelva, lo que tenemos que solucionar nosotros. Esperamos milagros del cielo, cuando los problemas los tenemos que resolver nosotros, en colaboración con los demás.
Jesús nos enseñó a orar diciendo “Padre nuestro” y pidiendo “el pan nuestro...". Pero suele ocurrir que lo que decimos muchas veces con los labios, no es lo que deseamos en nuestro corazón. Decimos a Dios "Padre Nuestro”, y en nuestro corazón estamos sintiendo "Padre mío", o pedimos “el pan nuestro”, y en realidad, desde el fondo de nuestro corazón, estamos pidiendo “el pan mío”.
En esta celebración de hoy vamos a intentar que nuestro corazón sienta lo que decimos con nuestros labios.
Este canto nos va a poner en postura de alabar a Dios con nuestra voz y con un gran corazón...

(B)

Orar es mirar a Dios con amor y agradecimiento, descubrir en Él un corazón de madre y experimentar la salvación como un regalo. Orar es mirar a Jesús para entender la vida como Él: vida generosa, de calidad, con sentimientos y actitudes de verdadero creyente. Orar es colaborar con la labor que el Espíritu va realizando calladamente en nosotros. Celebremos el valor de la oración que Jesús nos enseña con su palabra y testimonio.


Saludo

Que el amor de Dios Padre, de su Hijo Jesús y del Espíritu Santo, estén con todos vosotros...

Pedimos perdón

(A)

En un momento de silencio, pedimos a Dios, que perdone nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos ofenden.

Porque no nos fiamos de ti. Señor, ten piedad.
Porque nos creemos suficientes y no contamos contigo. Cristo, ten piedad.
Porque no sabemos orar como nos conviene. Señor, ten piedad.

Que Dios, nuestro Padre tenga misericordia de nosotros perdone nuestros pecados y nos lleva a la vida eterna.


Este es el momento más indicado, antes de continuar nuestra oración de hoy, para pedir perdón al Señor por nuestras rutinarias oraciones...

Porque, en ocasiones, no sentimos en el fondo del corazón lo que decimos con nuestros labios... Señor, ten piedad.
Porque muchas veces no llevamos a la vida lo que rezamos y pedimos en la oración... Cristo, ten piedad.
Porque al salir de la Iglesia nos olvidamos de lo que hemos pedido, porque no lo sentimos de todo corazón... Señor, ten piedad.

(B)

Pedid y se os dará, llamad y se os abrirá, nos dice Jesús. Con esta confianza reconocemos nuestras limitaciones.

Tú, rico en piedad y misericordia, que te dejas afectar por todo lo humano. SEÑOR, TEN PIEDAD...
Tú, que nos perdonas siempre y nos das la Vida. CRISTO, TEN PIEDAD...
Tú que nos llevas de la mano con infinito amor. SEÑOR, TEN PIEDAD...



Escuchamos la Palabra

Monición a la lectura

Dios revela a Abrahán sus planes. Y Abrahán intercede por los hombres ante la misericordia divina.


EVANGELIO DIALOGADO (Niños)

Narrador: San Lucas en su evangelio nos dice que un día Jesús estaba orando con su Padre y, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo:

Discípulo: Señor, enséñanos a orar con Dios.

Jesús: Mirad, cuando oréis con Dios, decidle: “Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día el pan que necesitamos, perdona nuestros pecados, como también nosotros perdonamos a los que nos hacen mal, y no permitas que nos apartemos de Ti”.

Narrador: Y después de enseñarles cómo tenían que orar, les dijo:

Jesús: Y si tenéis que pedirle a Dios algo que necesitáis, hacedlo con toda confianza. No olvidéis que Dios es vuestro Padre.
Pues, si entre vosotros, cuando un hijo le pide a su padre pan, no le da una piedra; o si le pide pescado, no le da una culebra...., mucho menos os dará algo malo vuestro Padre del cielo, que es el mejor Padre de todos.
Por eso, cuando necesitéis algo, pedídselo a vuestro Padre Dios con toda confianza. Pues, si os conviene lo que pedís, Él os lo concederá.

Palabra del Señor


Homilías

(A)

Cuando los apóstoles le pidieron a Jesús que les enseñase a rezar, Jesús les enseñó el padrenuestro. Y la primera palabra que en el padrenuestro dirigimos a Dios es la palabra «Padre».
Es que realmente lo es. Lo es por doble motivo. En primer lugar, porque padre es el que da la vida a sus hijos, y Dios nos dio la vida a todos aunque valiéndose de nuestros padres.
En segundo lugar, en el bautismo Dios nos hizo sus hijos adoptivos, nos hizo sus herederos. Y la herencia que Dios quiere darnos es el cielo. Por el bautismo, al ser hijos adoptivos de Dios, formamos una comunidad de hermanos, y como hermanos debemos amarnos.
Es una dicha muy grande tener una persona a la que poder llamar ¡padre! Tener una persona a la que poder llamar ¡madre! Lo sabemos muy bien cuando llegan a faltarnos.
Nuestra confianza en un buen padre o en una buena madre debe ser total. Como la confianza de un niño en su padre, que cuando llega del trabajo lo toma en brazos y juega con él, como que va a tirado por la ventana y le dice: «¡Una, dos, tres!». El niño, en vez de asustarse, confía y grita: «¡Más, papá; otra vez!».
Confianza también cuando el niño se ha hecho un hombre. Cuando se sienta abandonado por todos, aún le queda el refugio y amparo de sus padres. Siempre podemos volver a ellos.
A este respecto decía un escritor: «Hay detalles que valen por mil palabras... Mi padre marchaba por las mañanas a trabajar con una escasa merienda en la fiambrera. Eran tiempos de escasez y los alimentos más nutritivos tenía que reservarlos mi madre para las duras tareas del campo.
Por la noche, vuelto a casa, los hijos pequeños acudíamos con ilusión a recoger las alforjas, abríamos la fiambrera y sacábamos con mucha alegría el trocito de merienda del que nuestro padre se había privado por nosotros; pero era mayor la alegría de aquel padre bueno viéndonos disfrutar a sus hijos. El valor de aquel detalle no lo olvidaremos jamás».
He ahí el amor de un padre, amor que refleja el amor de Dios. ..
¿Y qué decir de las madres? Una madre, cuando los años se lo permiten, es la primera en levantarse de la cama y la última en sentarse a la mesa.
Algunos recordamos los tiempos del hambre. ¿Cómo se arreglarían las madres en aquel entonces? ¿De qué se alimentaban ellas después de repartir lo mejor para los demás? ¡Personalmente puedo deciros que mi madre siempre prefería las cosas que dejábamos los demás! ¡Siempre le gustaban más las cosas que a nosotros nos gustaban menos!
El amor de una madre es también un reflejo del amor de Dios. Por eso Dios nos dice en la Biblia: «¿Podrá una madre olvidarse del hijo de sus entrañas? pues aunque lo olvide, yo no te olvido. Eres precioso a mis ojos y te quiero».
Hermanas y hermanos: si el amor de un padre o de una madre es preocupación constante por el bien de sus hijos; si se lo dan todo a cambio de nada, ¡cuánta será la confianza que debemos tener en Dios, pues en la vida y en la muerte somos de Dios, somos sus hijos!


(B)

El tema de esta Celebración de hoy es la Oración. La necesidad de la oración y la eficacia de la oración.
Yo pienso que una de las tragedias graves de la humanidad actual, de los que vivimos en esta sociedad del ruido, de la rapidez, es que nos hemos olvidado de orar.
Me explico. Quiero decir que hemos perdido la capacidad de reflexionar en el silencio de nuestro interior, y hemos perdido la
capacidad de dirigirnos a Dios. Somos incapaces de encontrarnos con nosotros mismos con sencillez, porque hay mucho ruido dentro de nosotros. Y somos incapaces, también de dirigirnos a Dios con sinceridad, porque somos demasiado orgullosos.
Nuestra sociedad que tiene como criterio primero y casi único la eficacia, el rendimiento, la utilidad inmediata, no deja un hueco para la oración y la reflexión. "Eso no sirve para nada, no es útil".
Y, sin embargo, necesitamos orar para encontrar silencio, serenidad y descanso que nos permitan sostener el duro ritmo del quehacer diario.
Necesitamos orar, encontrarnos a nosotros mismos para vivir con serenidad y claridad en la sociedad que nos rodea, para estar atentos y vigilantes, para vivir como personas humanas en esta sociedad superficial y deshumanizadora, para vencer las prisas y el aburrimiento de la vida.
En una palabra, necesitamos reflexionar en nuestro interior para darle un sentido a la vida. Necesitamos orar para encontrarnos con nuestra propia realidad, para no desalentarnos en el esfuerzo y la tarea de cada día.
Necesitamos orar para salir de nuestra soledad y de nuestro aburrimiento. Necesitamos orar para pedir a Dios, para sentirnos más humanos, hijos de un mismo Padre, al que llamamos Dios y está siempre atento y acoge nuestras peticiones.
La oración de petición es la oración de los pobres, de los que tienen hambre de pan y de justicia, de los que lloran y sufren: en una palabra, de todos aquellos a los que Jesús llamó bienaventurados y a los que prometió el Reino de los Cielos.
Es la oración de los que quieren vivir, vivir como personas.
Pero orar no es evadirse de los problemas de la vida. "A Dios rogando .,. y con el mazo dando". Es el tema de la Celebración de hoy. Y esto debe ser en la realidad de la vida.
Porque orar es reflexionar y pedir, pero orar es sobre todo trabajar para que el mundo sea más justo, más humano y viva en paz.
Dios nos dijo: " Pedid y recibiréis ", pero pedir a Dios lo que tenemos que hacer nosotros, eso no es oración, eso es evasión, cobardía y vagancia.
Este es el sentido de la oración cristiana, y este debe ser el sentido de nuestra oración.
Debemos reflexionar en el silencio de nuestro interior y pedir
ayuda a Dios para ser fieles a nuestro compromiso de trabajar en la tarea de cada día.
Es la enseñanza de esta celebración y es el compromiso de cada uno. Orar y trabajar. "A Dios rogando y con el mazo dando ".

(C)

“Señor, enséñanos a orar”...
Esta súplica está muy extendida hoy entre la gente; las personas desean orar, más de lo que pensamos, y se quejan...
¿Qué parroquia enseña hoy a orar a sus feligreses? ¿Cuántas lo hacen?...
En esta súplica no se reclama “enséñanos una oración”..., sino una iniciación a una manera distinta de orar.
Puede ser relativamente fácil enseñar oraciones. Y de hecho, gran parte de la educación religiosa no ha sido más que un aprendizaje de fórmulas, de modos, de reglas.
Es mucho más arduo “crear” la oración, descubrirla, inventarla, descubrir su fuente.
Puede ser cómodo insistir en el “deber” y quizás recurrir al chantaje y al miedo (“quien ora se salva, quien no ora se condena”, como tronaban los maestros en un pasado no tan lejano)... Es más difícil hacer brotar desde dentro la exigencia de la oración, comunicar su atractivo, su gusto, su belleza.
El terreno propio de la oración es la vida, no el de las prácticas o los cumplimientos o la observancia legal.
Hay quien recita oraciones. Y hay quien reza.
Estas dos categorías de personas están separadas por un abismo. La una está afincada en la vertiente del “deber”, la otra en la vertiente del “amor”.
Existen los recitadores y existen los orantes.
Los primeros se sienten satisfechos cuando han mascullado con sus labios las fórmulas prescritas. Y los otros sienten la necesidad de establecer el contacto del corazón.
Para unos la oración son oraciones, devociones, prácticas. Para los otros, la oración es un diálogo.
Al recitador le interesa la cantidad, el número. Al orante le interesa la comunión, la relación.
El recitador se agarra a las palabras. El orante está más familiarizado con el silencio.
Para los recitadores la oración se caracteriza por la velocidad. El orante no tiene prisa...
Uno “sabe oraciones”. El otro no sabe a dónde le va a llevar la oración.
Sí, hoy, también a nosotros nos dirigen esta súplica “Enséñanos a orar”... Y si no sabemos contestar a este deseo la gente irá a otros lugares...

Y Jesús nos pide que insistamos en la oración... (Lc 11,5-8).

Es una de las enseñanzas que necesitamos con más urgencia. El texto nos muestra la situación real de muchos creyentes a quienes nos cuesta practicar la oración constante.
Me parece que muchos cristianos tenemos en este punto una conciencia de que no estamos siendo fieles a una dimensión esencial de nuestra vida...
Bastantes cristianos tenemos una sensación de plenitud, cuando servimos, cuando ayudamos a otras personas e incluso cuando exponemos la fe. En cambio, cuando oramos, tenemos la sensación de estar perdiendo el tiempo...
A la conciencia de no orar lo suficiente, se une la conciencia de una oración deficiente. Una oración a la que le falta vigor, estabilidad (sin tiempos prefijados, la oración va de tumbo en tumbo y será la pariente pobre de la jornada). Le puede faltar duración: escatimamos el tiempo que le dedicamos. Le falta profundidad, cuándo nuestros labios están recitando fórmulas ¿dónde está nuestro corazón?...
Los cristianos somos “aprendices crónicos” de la oración, como esos muchachos y muchachas que van año tras año a cursos de natación y no acaban de ser nadadores.
Esta mala conciencia no se saldará mientras no estemos “enganchados” a la vida orante. Mientras la oración no deje de ser un imperativo categórico y se convierta en una necesidad del corazón, la oración será la pariente pobre de nuestra vida.
Hoy hacemos nuestra esa invocación: “Señor, enséñanos a orar”. Nos ponemos ante Dios con la convicción de que nos separa una gran distancia; y ello nos produce sufrimiento y confusión. ¿Puedo ser guía de otros, Señor, si no vivo de ti, si no tengo familiaridad contigo?

(D)

Hay algo que no siempre se señala al estudiar la crisis religiosa de nuestros días. Unos se alejan de la religión, otros la han reducido al mínimo, no pocos viven una fe apagada. Pero, con frecuencia, todo esto se está produciendo sin que las personas se planteen de forma consciente y responsable qué actitud quieren adoptar ante Dios y por qué... Se actúa casi por inercia, por dejadez... sin criterios ni puntos claros de referencia... Por otra parte, es fácil observar que muchos que se dicen cristianos, hablan de Dios como "de oídas". No hay ninguna experiencia personal... Se olvida, como dice un autor que la "religión sólo puede captarse de verdad desde dentro"... por lo que tenemos el peligro de hablar de ella "como hablaría un ciego de los colores"...
La fe en Dios se puede debilitar o apagar de muchas maneras... como puede ser el caso de cada uno de nosotros, pero sólo conozco un camino para reavivarla: la oración personal. Ese "ponerse ante Dios" en silencio y a solas. No sé de nadie que haya vuelto a Dios sin haberlo escuchado como amigo en el fondo de su ser. La fe se despierta cuando la persona invoca a Dios, lo busca, lo llama, lo interroga, lo desea de verdad... Cuentan que un joven preguntó a su maestro espiritual:
¿ Cómo sabré que Dios es necesario en mi vida? El maestro le respondió:
¿De verdad quieres saber si Dios es importante para nuestras vidas?
El joven asintió. El maestro le dijo: "Acércate". Le cogió la
cabeza con ambas manos y se la sumergió dentro de un gran recipiente lleno de agua y así se la mantuvo durante un tiempo. Entonces el joven sintió que le faltaba el aire para respirar. Empezó a forcejear para liberarse de las manos que lo mantenían en aquel medio asfixiante y torturador. Una vez liberado, el maestro le dijo:
"Cuando Dios te sea tan necesario como el aire que
necesitabas, entonces descubrirás la necesidad de Dios en tu vida"...
La VIII semana de Teología, cuyo tema era "¿Dónde está Dios? Itinerarios y lugares de encuentro"... Martín Velasco recordaba: "Sin oración personal, resulta muy difícil tener una experiencia
de Dios en las celebraciones comunitarias"... Vendremos a misa, pero no nos encontraremos con Dios y por tanto saldremos igual que hemos entrado... ¿No es eso lo que sucede muchas veces? Sin oración nuestra vida cristiana y nuestra vida humana, comienza a tambalearse...
Cuentan que el capitán de un barco de vela, ya en alta mar, mandó subir al palo mayor a un joven grumete. Una vez arriba, el muchacho miró triunfante hacia la cubierta... y la vio tan pequeña y con el balanceo del barco, empezó a tener miedo...
De pronto el capitán percibió que el muchacho podía desvanecerse y caer sobre la cubierta o bien en el mar y le gritó: "¡Muchacho, mira hacia arriba!"
El joven grumete, instintivamente, miró hacia el firmamento y se encontró con aquel cielo que él conocía. El capitán le gritó de nuevo:
"Baja poco a poco, pero no dejes de mirar hacia arriba"
Enseñar a estos pequeños a mirar hacia arriba y enseñarles a llamar a Dios "Padre", como nos enseñó Jesús, será sin duda un medio de caminar por la vida con la confianza de que alguien nos acompaña y no estamos solos en la vida...
Estamos llamados a una tarea de siembra...(padres, padrinos, comunidad cristiana)... desde ahora, estamos llamados a dejar
caer sobre estos pequeños el agua fina de nuestro testimonio,
de nuestra vida, de nuestra palabra. Esta siembra requiere sobre todo presencia y paciencia...
Después vendrá la respuesta personal..., pero nadie da esa respuesta desde el vacío, hay que poner los cimientos y eso es cosa nuestra. Nuestra porque Dios lo ha querido así. Dios necesita de nuestra palabra y de nuestra vida para que hablemos de él. Necesita de la ternura y la presencia de los padres para que los niños entiendan cómo les quiere Dios y cómo les acompaña...
Necesita que hablemos de Él a nuestros hijos...
Necesita que hablemos a El con nuestros hijos...

(E)

Rezar es hablar con Dios para alabarle, darle gracias, perdirle perdón y cosas convenientes.
Un grupo político escribió a la puerta de una iglesia: «No basta rezar». Y a la verdad que tenía razón.
Que no basta rezar lo dijo también Jesucristo: «No el que dice "Señor, Señor" entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre». Es que también se necesitan obras.
Aquel mismo grupo político podría haber escrito a la puerta de un campo de fútbol: «No basta jugar». Y a la puerta de muchos políticos: «No basta hablar». Y es cierto.
Pero el hombre no es un animal. Debe darse cuenta de lo mucho que le debe a Dios y de lo mucho que necesita, mas de Él.
Es fácil rezar cuando las cosas van mal.
En las inundaciones que se dieron en Cataluña una muchacha estuvo agarrada a un árbol en medio del río Segre durante ocho o nueve horas -toda una noche- y gritando. Ella había visto desaparecer aguas abajo a su compañero, que también se había subido a un árbol. Unos doscientos hombres rastrearon cuarenta kilómetros del río para encontrar y rescatar el cadáver del joven ahogado. Lo hallaron al cabo de cuatro días. Después del funeral y del entierro del joven se preguntó a la muchacha qué era lo que ella hacía cuando se dio cuenta de que su compañero había sido arrastrado por las aguas, sola y en la oscuridad.
La muchacha, de dieciocho años, contestó llorando: «rezaba».
Dios es nuestro Padre. Y si es bueno hablar con amor a un padre y nunca será tiempo perdido, también será bueno hablar con amor a Dios y nunca será tiempo perdido.
No sabéis la suerte que tenemos los que tuvimos unos padres que con su palabra y su ejemplo nos hacían ir a misa los domingos y nos enseñaron a rezar. Lo que aprendimos de niños, para bien o para mal, queda en el fondo del alma.
Visitando yo un enfermo, una persona ya mayor, unos días antes de morir rompió a llorar y me dijo que, aunque había abandonado todas las prácticas religiosas, jamás dejó de rezar una oración que siendo niño le había enseñado su madre, de la que había quedado huérfano muy pronto.
La oración es hablar con Dios, pero también es oración el escucharlo. Y esta es la mejor clase de oración.

Oración de los fieles

(A)

Nos dirigimos a Dios “hablando con Él, cara a cara, como un hombre con su amigo”. Diremos: Padre, escúchanos.

- Por todos los que formamos la Iglesia para que valoremos la oración como alimento y expresión de nuestra fidelidad a Jesucristo. Oremos.
- Por todos los ciudadanos de todos los países para que la experiencia de amistad con Dios nos lleve a escucharnos los unos a los otros, y fomente una convivencia más pacífica entre todos. Oremos.
- Por todos los “cansados y agobiados” por las preocupaciones y problemas de cada día, para que la vida nueva que brota de la amistad con Jesús dé sentido a lo que están viviendo. Oremos.
- Por nuestra comunidad parroquial, para que el dialogo de amistad con Dios sea central e insistente, y nos lleve a una sincera caridad fraterna hacia todos. Oremos.

Padre nuestro, al hablar contigo te presentamos todas nuestras necesidades. Que Tu misericordia nos impulse a amar a todos sin rechazar, ni excluir a nadie. Por Jesucristo, nuestro Señor.



(B)

Vamos a orar con insistencia a nuestro Padre y a pedirle lo que Él nos puede conceder, y que no está al alcance de nuestras manos.

Pedimos por la Iglesia Universal, para que en sus dirigentes y fieles seguidores, crezca el amor y la solidaridad. Roguemos al Señor.
Pedimos por todos los que tienen poder y autoridad en las naciones, para que sepan emplearla en ayudar a los más necesitados.Roguemos al Señor.
Pedimos por las comunidades que dedican su vida a la oración y contemplación, para que se mantengan fieles a su vocación de orantes ante el Señor. Roguemos al Señor.
Por todos los que nos hemos reunido en este lugar de oración, para que lo que pedimos en nuestra plegaria lo llevemos a la práctica con nuestra vida de servicio y entrega. Roguemos al Señor.

Oremos: Todas estas cosas y muchas más que Tú sabes que necesitamos, te las pedimos por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

(B)

Que Dios Padre, que siempre quiere lo mejor para todos, escuche nuestras necesidades: ¡Señor, escucha nuestra oración!

Para que la Iglesia muestre un rostro cercano de Dios, el rostro cercano y entregado que vemos en Jesús. Oremos.
Para que sepamos vivir en comunicación con Dios, al vivir entregados al servicio a las personas. Oremos.
Para que el trabajo de cada día haga que a ninguna persona le falte el pan necesario para la vida. Oremos.
Para que sepamos decir no al consumo y al despilfarro, favoreciendo lo que sea solidaridad y compartir. Oremos.
Para que hagamos cada vez más del bautismo un signo del Amor de Dios, no un acto social. Oremos.

Oración: Atiende, Señor, nuestra oración y concédenos aquello que mejor nos ayude a vivir en tu presencia. Por Jesucristo.


Ofrendas

PRESENTACIÓN DE UN ROSARIO

Traemos a tu altar, Señor, este signo de la oración más popular y sencilla. Posiblemente lo hagan más los mayores y los menos letrados de tu Iglesia, pero te la ofrecemos como una forma de oración que se ajusta fielmente a lo que hemos escuchado hoy en el Evangelio. Y te pedimos que nos escuches siempre que te la dirijamos, así como a cuantos lo hacen en esta comunidad y en la Iglesia universal.

PRESENTACIÓN DE UNA CANCIÓN

Te presentamos esta plegaria en forma de canción, desde el corazón y en nombre de toda la comunidad: queremos aprender a orar; por lo tanto, enséñanos Tú mismo a orar, para que así imitemos a Jesús y seamos como él testigos de tu amor ante el mundo y signos de lo que significa vivir como hijos y como hermanos. Lo necesitamos y lo queremos vivir. Ayúdanos con tu Espíritu. (Canto de la canción: Ven Espíritu de Dios...)


PRESENTACIÓN DE UNA BIBLIA

Te traemos, Señor, una Biblia, tu Palabra escrita para nosotros. Con ella te entregamos nuestra disponibilidad a escucharte siempre. Tú, Señor, no enmudezcas nunca. No nos dejes de dirigir tu Palabra, que es la luz que ilumina nuestras vidas. Pero no te olvides de tocar nuestros corazones, para que nunca se cierren a la Palabra que Tú nos diriges.

Prefacio…

Te damos gracias y te bendecimos,
Señor, por todo lo creado,
que de ti recibimos en cada momento de la vida.
En especial por Jesús, nuestro Hermano,
que no dudó en compartir nuestra experiencia
para mostrarnos cómo es tu Amor
y cómo debe ser la entrega y el servicio entre los hombres.
El nos enseña a sentirte aquí, entre nosotros,
y a llamarte Padre nuestro;
desde Jesús sabemos que lo más importante
es trabajar por hacer posible la fraternidad entre los hombres.
Haznos, Señor, de los tuyos.
Haz que sepamos unir nuestra vida a la de tantas personas
que te glorifican diciendo:

Santo, Santo, Santo.


Padre nuestro

"Señor, enséñanos a orar..." le dijeron los discípulos a Jesús. "Señor, enséñanos a hablar contigo..." le decimos hoy nosotros. Y él nos responde lo mismo que a ellos: "Cuando oréis, decid..."
Padre Nuestro ...


Un gesto de paz

Concédenos, Señor, la experiencia de la paz en nuestra relación con los demás. Que tengamos todos los mismos sentimientos como tenemos un mismo origen y un único destino. Que nuestras palabras y nuestras acciones vayan siempre encaminadas a vivir en paz y amistad...
La paz del Señor esté con todos nosotros...
Hacemos un gesto en favor de la paz

Compartimos el Pan

Muchas veces, Señor, no alcanzamos a ver más allá de lo que nuestra pobre mirada nos permite. Nos sentimos incapaces de ver más allá de nuestra pequeña parcela. Pero tú nos das fuerza y reconfortas invitándonos a tu Mesa
Dichosos nosotros por ser los invitados a la Mesa del Señor...


Bendición

Si hemos compartido el mismo pan, compartamos ahora la vida y el amor en fraternidad a lo largo de toda la semana. Que la gracia y la bendición de Dios nos acompañe a lo largo de estos días.
La Bendición de Dios...

0 comentarios:


WebJCP | Abril 2007