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MISIONEROS EN CAMINO: XIII Domingo del T.O.(Lc 9, 51-62) - Ciclo C: NUESTRA VOCACIÓN ES LA LIBERTAD
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sábado, 26 de junio de 2010

XIII Domingo del T.O.(Lc 9, 51-62) - Ciclo C: NUESTRA VOCACIÓN ES LA LIBERTAD



1.- Al leer el Evangelio de hoy y ver las respuestas que da Jesús a los que quieren ser discípulos suyos me ha surgido una pregunta: ¿qué hace falta para seguir a Jesús? A cada uno de los tres le da una respuesta, como si les pusiera un “pero”. Ellos le dicen: “Señor, queremos seguirte”. Y Él les contesta como diciendo: “vale, pero…”. Al primero le dice que Él no tiene casa, no tiene un sitio fijo donde quedarse, sino que va de aquí para allá, y si quiere seguirle, que no busque estabilidad. Al segundo y al tercero les dice que en algunas ocasiones tendrá que primar el Reino de Dios por encima de los deberes familiares o las relaciones con la propia familia. ¿Qué es lo que les está pidiendo Jesús, en el fondo?

2.- Si hiciéramos una encuesta a la salida de la Iglesia y preguntáramos ‘¿qué hace falta para seguir a Jesús?’, imagino que las respuestas serían de lo más variado. Yo creo que la Palabra de Dios hoy dice que para seguir a Jesús hace falta ser libres. Puedes pensar que es una respuesta muy simple, porque a nadie nos obligan a ser cristianos, y si estamos aquí es porque queremos. Pero me gustaría que os fijarais en dos expresiones de las lecturas de hoy que nos pueden ayudar a entender esta respuesta. La primera está en la primera lectura. El profeta Elías escucha a Dios que le dice que elija a Eliseo como sucesor suyo. Elías se marcha a buscarlo y “le echó encima el manto”, signo de la elección de Eliseo como nuevo profeta. En seguida Eliseo, que está arando con los bueyes, suelta el yugo y le pide que le deje despedirse de sus padres. Y la respuesta de Eliseo es: “ve y vuelve, ¿quién te lo impide?”. Con esa frase Elías le da a entender a Eliseo que la respuesta que ha dado a la elección como profeta nace de su propia libertad. Dios no nos quiere con Él obligados, sino libres, muy libres. Eres libre, responde con fidelidad a tu vocación, a lo que has descubierto que Dios quiere de ti, no porque nadie te lo imponga, sino porque sabes que esa respuesta te va a hacer feliz. ¿Y qué hay más importante en esta vida que ser feliz?

3.- La segunda expresión es de San Pablo en la segunda lectura. Continuamos leyendo la Carta a los Gálatas, a través de la cual Pablo quiere evitar que los cristianos de esa comunidad, que antes eran gentiles, provenientes del paganismo, sucumban a la presión de aquellos que pretenden someterles a la ley judía. San Pablo les dice y nos dice: “para vivir en libertad, Cristo nos ha liberado… no os sometáis a ningún yugo… vuestra vocación es la libertad”. Y la libertad hace que seamos “esclavos unos de otros por amor”. Y ahí está el elemento fundamental de la cuestión, una vez más EL AMOR.

No podemos querer ni a Dios ni a nadie por obligación. Si decimos que le queremos es por amor y el amor siempre nace unido a la libertad. “Sólo desde el amor la libertad germina” dice un himno de la liturgia de las horas que rezamos los sacerdotes, y “sólo desde la fe va creciéndole alas” al amor. La fe en Dios, el seguimiento de Jesús, hunde sus raíces en el amor de un Dios que nos amó primero, de manera libre, generosa y gratuita, sin nosotros pedirlo, ni merecerlo. Por ese amor primero nace también nuestra respuesta libre y generosa de amor, que se convierte en COMPROMISO.

4.- Si todo lo que hacemos en la iglesia, o por los demás, o en nuestras casas, o en los espacios donde empleamos nuestro tiempo diario, no nace del amor, en lugar de compromiso será una “carga insufrible” que acabaremos por dejar y que no nos habrá ayudado a crecer y madurar como personas y como cristianos. Seremos como esos Gálatas que cedieron ante la presión de someterse a una ley, la judía, que no les decía nada, pero con la que había que “cumplir”. De ahí las respuestas de Jesús a los que querían seguirle. Porque a uno que se siente amado no le importa necesitar y no tener donde reclinar la cabeza, si comparte con Jesús la piedra como almohada. A uno que se reconoce amado no le escandaliza estar obligado y no poder cumplir con un compromiso social, si se compromete por una sociedad nueva, por el reinado de dios en el mundo. El amor de Dios, manifestado en Jesucristo de forma plena, libera “esclavizando” por amor.

Amor, libertad y compromiso son tres pies que sostienen nuestra fe, o por lo menos así ha de ser. La Eucaristía semanal deja de ser una carga, o un mandato, o una obligación, y se convierte en un momento celebrativo, de fiesta, de agradecimiento a Dios y de encuentro con los hermanos. Todo lo que queráis hacer por Dios, ofrecerle o entregarle, que sea por amor y desde la libertad. Y también con valentía, porque “el que echa mano al arado y sigue mirando para atrás no vale para el reino de Dios”.

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WebJCP | Abril 2007