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MISIONEROS EN CAMINO: Materiales Litúrgicos y Catequéticos: XXXI Domingo del T.O. (Mateo 5,1-12) - Ciclo B
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jueves, 29 de octubre de 2009

Materiales Litúrgicos y Catequéticos: XXXI Domingo del T.O. (Mateo 5,1-12) - Ciclo B



Monición de entrada
(A)

Hoy, día primero de Noviembre, la Iglesia celebra una fiesta en honor de Todos los Santos. Los Santos son todos los hombres, mujeres, jóvenes y niños que, mientras vivieron en la tierra, amaron mucho a Dios y ayudaron a los demás.
Algunos tienen su día en el calendario. Conocemos su vida, llevamos su nombre: María, José, Ana, Pablo... Pero existen millones de Santos que no aparecen en el calendario, pero han sido formidables.
Se trata de recordar a un gentío enorme. Algo así como una manifestación de gente de todos los pueblos, razas y lenguas.
Los Santos nos esperan en la Casa de Dios, nuestro Padre. Y el camino para llegar a su misma meta lo vamos a descubrir en el Evangelio de hoy: Las Bienaventuranzas. Bienaventurados los que llevan una vida de servicio y amor.

(B)

Lo que vamos a escuchar hoy en el Evangelio no es Buena Noticia para los soberbios, ni para los conformistas, ni para los injustos o violentos, ni para los que tenemos las manos manchadas o el corazón arrugado por el motivo que sea. Las bienaventuranzas sólo son Buena Noticia para los que creen en el Reino de Dios.
Todos estamos llamados a ser santos. Y lo seremos, si nos abrimos al Espíritu de Jesús y vivimos su mensaje, a pesar de nuestras limitaciones y fallos. La fiesta de Todos los Santos nos recuerda la bondad de Dios sobre nuestra pobreza, al elevarnos a la dignidad de hijos suyos y brindarnos gratuitamente la salvación.

(C)

Hoy, miles de personas visitan el cementerio.
Allí hay: oraciones, flores, lágrimas; fruto del buen corazón de las personas y señal del amor existente entre los hombres y las familias. Allí se encuentra el recuerdo:
- del niño y del anciano,
- del joven y del adulto,
- de la madre, del hijo, del esposo, del amigo...
Nos están recordando en la fiesta de hoy: "una muchedumbre inmensa que están con Dios":
- de todas las regiones,
- de todas las naciones,
- de todas las razas,
- de todas las épocas de la historia; pero que algo común les une: "la fidelidad a Dios y haber pasado por el mundo haciendo el bien, como Jesús".
Por eso son santos y están con Dios.

(D)

Hermanos: hoy es un día de fiesta y de alegría para todos. Vamos a celebrar con gozo la Eucaristía en compañía de los hermanos. En este día de TODOS LOS SANTOS, unidos a toda la Iglesia, celebramos no sólo la grandeza de nuestro Dios, sino también la grandeza de tantos hombres y mujeres que han vivido entregados a los demás, siguiendo a Jesucristo, y que son para nosotros modelo de entrega y de servicio.

A todos ellos, conocidos o no, que gozan ya del amor pleno del Padre, honramos y celebramos en esta festividad. Dios Padre -el único santo y origen de santidad- nos da su Espíritu para que lo consigamos. Jesús, nos ofrece un "programa de vida", las bienaventuranzas. Un camino a seguir.
Iniciemos este encuentro de fe.

Pedimos perdón

Tenemos que reconocer que estamos muy lejos de ser Santos. Estamos manchados de mil defectos que nos impiden agradar a Dios y servir a los demás con generosidad. Pero en esta fiesta, Dios y la asamblea de todos sus Santos, quieren salir a nuestro encuentro y olvidar todo el mal que hemos hecho.

Por el gran interés que prestamos a los ídolos del deporte y a las estrellas del cine y la canción, y el poco aprecio que sentimos por los que llevan una vida de entrega y servicio. SEÑOR, TEN PIEDAD...
Por lo mucho que nos preocupa el dinero, el placer y la comodidad, y el poco valor que le damos a la entrega, el sacrificio y la generosidad. CRISTO, TEN PIEDAD...
Por el tiempo que matamos ante la televisión, las horas muertas que pasan sin hacer nada y el poco tiempo que dedicamos a la oración y a hacer cosas por los demás. SEÑOR, TEN PIEDAD...

(B)

Tú que proclamas dichosos a los pobres y misericordiosos. SEÑOR, TEN PIEDAD...
Tú que proclamas dichosos a los que trabajan por la paz y a los que sufren por la justicia. CRISTO, TEN PIEDAD...
Tú que proclamas dichosos a los limpios de corazón y a los que lloran. SEÑOR, TEN PIEDAD...

Gloria

Dios es perdón y no una multa o castigo. Por eso entonamos un grito de alabanza en comunión con todos los seres de la tierra y Santos del cielo por la alegría del perdón...


Escuchamos la Palabra

Monición a las tres lecturas.

Esta primera lectura, en un lenguaje propio del Apocalipsis, nos ofrece un mensaje de esperanza y consuelo: Dios no abandonará a los suyos cuando llegue la hora de la prueba.
Jesús, al hablarnos de las Bienaventuranzas, nos quiere explicar cómo Dios ama a todos, sin excepción. Como en toda familia, los primeros en experimentar ese amor, son los más abandonados, los más débiles.

Primera lectura
Juan, con un lenguaje extraño y simbólico, nos relata su visión del cielo; no podemos explicarlo ni describirlo, pero las palabras de Juan nos aseguran ese futuro junto a Dios, esa esperanza en la vida eterna que es esencia en nuestra fe. Si nuestra esperanza del cielo no está viva, nuestra vida cristiana no tiene sentido

Evangelio
Las bienaventuranzas, o el proyecto del Reino. Todo un camino, un reto, pero en modo alguno algo inalcanzable o reservado para selectos. El plan de Dios está llamado a llegar a todas las personas. Jesús proclama felices y bienaventurados a aquellos que se esfuerzan por expresar en su vida concreta la propia fe.

Las lecturas de la fiesta…

Homilías
(A)

Sabemos que la Iglesia de Dios tiene detrás muchos años de historia. A través de los siglos, en la Iglesia ha habido
muchas personas que se han esforzado por vivir los valores del evangelio. Desde el principio, a todos los cristianos se les llamaba santos, pero en las comunidades cristianas pronto se empezó a mirar con admiración y con un respeto especial a las personas que habían vivido con intensidad su vida cristiana. En las comunidades cristianas, esas personas eran ejemplo, los héroes, los modelos a seguir. Sin duda, esas personas ayudaban a todos a entrar en la hondura hermosa de la experiencia cristiana. Se les llamó santos porque en sus vidas se veía un cierto reflejo de la bondad y la santidad de Dios. Luego, con el correr de los siglos, ha habido tanta gente buena en la Iglesia de Dios que no era posible incluirlos a todos en una lista, ni siquiera recordar sus nombres. Por eso, la Iglesia instituyó la fiesta de Todos los Santos para dar gracias a Dios por tantas personas buenas y para recordarnos a todos nuestra vinculación con ellas.
La primera lectura habla de una muchedumbre inmensa, que nadie podía contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas. Dice que vienen de la gran tribulación. Es decir: no vienen de una vida cómoda, sin esfuerzos, sin luchas. Son personas que abrazaron en sus vidas el evangelio de Jesús y contribuyeron a cambiar nuestro mundo, cada uno desde su sitio y con los dones que Dios les dio. A algunas de esas personas las hemos conocido y hemos llegado a saber sus nombres y algo de su historia. Son los santos, canonizados o reconocidos oficialmente como tales. Pero a otros muchos no los hemos conocido ni hemos llegado a saber sus nombres. Son para nosotros santos anónimos que pasaron su vida haciendo el bien y que, gracias a ellos, nuestro mundo funciona un poco mejor.
Jesús, en el evangelio, enumera algunos detalles de sus vidas. Son pobres porque no pusieron las riquezas como lo principal de sus vidas. Son sufridos porque fueron personas capaces de aguantar mucho y de sufrir malos ratos sin echarse para atrás. Son hombres y mujeres que tienen hambre y sed de justicia porque tuvieron hambre y sed de hacer las cosas bien y reflejaron en sus vidas la bondad de Dios. Son misericordiosos, compasivos, capaces de disculpar y perdonar a todos, pero, sobre todo, capaces de compadecerse de los más desgraciados del mundo. Son limpios de corazón, transparentes como los niños, sin malas intenciones, diciendo siempre la verdad con sus palabras y con sus vidas. Y dice Jesús que les llamarán «hijos de Dios» porque trabajaron por la paz. Son esas personas que contagiaron paz, que daba gusto estar con ellas, que infundían ánimos y esperanza. Recordamos que la paz de Dios nace de las cosas bien hechas. Pero esas personas, igual que Jesús, también sufrieron el rechazo y la oposición de otras gentes. También en eso reprodujeron en sus vidas los rasgos de Jesús. Cada santo es una obra hermosa de Dios, un regalo maravilloso de Dios para nuestro mundo.
Todas esas personas recibieron en sus almas la bondad y la santidad de Dios y han hecho más humano y más habitable nuestro mundo. Quiero pensar que los cristianos que estamos celebrando esta fiesta también participamos de esa santidad que regala Dios. Este día también es nuestra fiesta. Estamos haciendo nuestro mundo más humano y más habitable. Podemos sentirnos miembros de esa familia inmensa de santos en la que Dios también nos regala a nosotros sus rasgos más hermosos.


(B)

Hoy, fiesta en honor de todos los Santos, y mañana, día de recuerdo especial para nuestros familiares y amigos, que se han ido en el ultimo viaje, son fechas que tienen un colorido especial: de añoranza y esperanza, de tristeza y alegría... Viajes a los pueblos de origen, visitas a los cementerios, adorno de las tumbas y panteones familiares, compra de flores, encargo de misas... Todo esto va unido a una antigua tradición familiar cristiana.
Son días de un recuerdo especial para los seres que nos han sido muy queridos que han partido de entre nosotros. Ya no están en la casa, pero de alguna manera los queremos retener por medio de símbolos que expresan amor, como son las flores y la oración.
Son las dos formas que mejor expresan nuestro cariño, como humanos, y nuestro deseo, como cristianos, de que vivan junto a Dios y sean felices para siempre.
Una pequeña flor es símbolo suficiente para expresar nuestro amor y gratitud. Las flores son hermosas y agradables, perfuman y alegran el paisaje. Una flor significa amor, entrega y cariño. Todo lo que se diga de una flor es poco.
Pero en este día se abusa de este símbolo tan hermoso: competencia a la hora de adornar las tumbas, olvido de los que no tienen personas o familiares cercanos...
Con el dinero que gastamos en este día, nuestros cementerios podrían ser unos jardines todo el año, pero, en realidad, son unos
zarzales el resto del año.
Pero los cristianos, en este día, no nos podemos quedar sólo con el símbolo de las flores, por muy bonitas que sean. Los creyentes tenemos que dar un paso más y unirnos a nuestros seres queridos a través de la oración.
Tampoco se trata de encargar muchas misas ni de rezar muchas oraciones de memoria. Se trata de algo muy distinto. Las flores son signo de cariño y amor; la oración es para recordar que están junto a Dios y son felices para siempre.
Nos lo acaba de decir el Evangelio:
Felices los que miran la vida como un servicio y la gastan en hacer dichosos a los demás...
Dichosos los que, a pesar de los golpes de cada día, se levantan de nuevo y siguen adelante...
Alegres los que siempre piensan bien de los demás y tratan de comprender sus defectos...
Afortunados los que no dan ninguna importancia al dinero y les sobra para que los demás puedan comer...
Vamos a seguir unidos a nuestros santos en el cielo y a nuestros seres queridos en la oración más importante que nos concentra a todos los creyentes en Jesús muerto y resucitado. En ella recordamos que Jesús, y todos los que le siguen, han pasado a una vida nueva y feliz para siempre.

(C)

Bernanos se lamentaba de que “puede conocer a un cardenal desde muy lejos por su hermosa capa escarlata, mientras que a un santo durante su vida, no se le distingue por ningún hábito especial...”
Sí, pero es que la santidad no necesita ningún tipo de vestido vistoso. Y normalmente no se abre camino a base de hechos espectaculares...
Cuando uno lee los testimonios presentados en los procesos de canonización de los santos por parte de individuos que han vivido codo a codo con el personaje en cuestión. Muchos exclaman: “Nunca caí en la cuenta de que fuese un santo..” Sí, ciertamente era “bueno, generoso, paciente, rezaba, trabajaba...Pero nada especial...”
En muchas personas todavía está enraizada la idea de que los santos han de caminar con aureola en la cabeza y que su tarjeta de identidad tiene un sello especial del Padre eterno..
La fiesta de hoy sirve, entre otras cosas, para corregir este equívoco.
Nos recuerda que los santos caminan por nuestros caminos, que están en medio de nosotros, se dedican a nuestras mismas ocupaciones ordinarias, y tienen sobre la cabeza, no los soportes de la aureola, sino nuestros mismos problemas, dificultades y preocupaciones.
En una palabra hoy es la fiesta de la santidad anónima, con vestiduras pobres, que pasa inadvertida.
Es la fiesta de los innumerables santos, no relacionados en el calendario oficial de la Iglesia. Gente tan igual a nosotros, y tan distinta al mismo tiempo.
Es, hoy también, una fiesta de la reparación: En el sentido de que hoy se remedian tantos olvidos, tantas distracciones. En efecto, con mucha frecuencia no estamos atentos, no caemos en la cuenta de los santos que viven entre nosotros, porque nuestra enfermedad se llama milagrismo y tenemos necesidad de hechos excepcionales.
Y estos tienen el inconveniente de vivir silenciosamente, se contentan con “ser”. No son expertos en publicidad. No hacen nada por llamar la atención.
Pero al mismo tiempo, es una fiesta incómoda. Porque nos recuerda que la santidad es un asunto, que nos toca de cerca, porque es un compromiso asumido desde nuestro bautismo. ...
Nosotros hemos realizado con los santos una operación de “alejamiento”: Les hemos adornado con vestiduras extraordinarias, milagros en la mano, prodigios a cada paso, los hemos colocado en ornacinas muy altas. Les hemos puesto en unas órbitas que nada tienen que ver con nuestro caminar de cada día.
Les hemos rodeado de veneración, respeto y los mantenemos a una distancia prudente. Pero ni tan siquiera se nos pasa por la cabeza que esa santidad pueda inquietar nuestra vida, nuestros comportamientos y actitudes ...
Hemos construido una santidad que es más para “gigantes” que pertenecen al cielo que a la tierra...Y hemos establecido la mediocridad como la condición común para todos los otros, para los cristianos normales...
La fiesta de todos los santos nos ha de obligar a realizar la operación inversa: en vez de alejarnos, acercarnos a ellos...
La fiesta de hoy nos obliga a tomar nota de una santidad cercana, con el vestido de todos los días, de una santidad a nuestro alcance...
Santo es aquel que alcanza la grandeza envuelto en los trapos de nuestra vida de cada día.
Santo es aquel capaz de realizar una obra de arte con material ordinario y pobre...
Los innumerables santos que hoy recordamos no se van a contentar con que les encendamos algún cirio o les hagamos alguna súplica...
El evangelio de hoy nos ha presentado una serie de “bienaventuranzas”...
Se trata de distintas posibilidades, que nos ofrece Cristo.
Sería oportuno, por lo menos probar.

(D)

Queremos una parroquia que se preocupe de los muertos; pero, por favor, queremos una parroquia que se preocupe más de los vivos que de los muertos.
Un escritor escribía lo siguiente: Esta mañana he recibido esta terrible noticia: «Barnard ha muerto». Barnard era amigo mío y se ha suicidado. Barnard, mi querido amigo, ¿por qué lo has hecho? ¡Quién lo sabe! ¿Tal vez porque te faltó una verdadera amistad, la que hace que el peso que se lleva a cuestas resulta menos pesado porque otros lo llevan contigo?
Voy a ir al entierro. Barnard, estoy seguro de que nunca habrías imaginado la décima parte de las alabanzas que vamos a darte ahora. Seguramente con la mitad o la cuarta parte de esas alabanzas, si te las hubiéramos dado en vida, no te hubieras suicidado porque te darías cuenta de lo importante que eras tú en la vida.
Barnard, hoy he hecho casi doscientos kilómetros para pasar la tarde contigo, cuando estabas muerto; pero cuando estabas vivo, yo nunca hice unos cuantos kilómetros para pasar la tarde contigo. ¿Por qué la amistad sólo se expresa ante un cadáver y no ante un rostro de carne y hueso que vive, mira y espera? Barnard, te prometo que en adelante me voy a preocupar más de los vivos que de los muertos.
Hermanos, una parroquia que celebra la esperanza en Cristo con la misa, cuando un miembro de la comunidad se muere, debe aprender a preocuparse de los vivos. Dejadme que grite: No esperes a que la gente se muera para quererla. A veces las muestras de cariño se las damos después de que se ha muerto. A veces llenamos las carrozas de flores; y cuando esa persona estaba viva, nunca o casi nunca le hemos regalado una flor; aunque lo más importante no son las flores.

Un maestro les preguntó a sus discípulos si sabrían decir cuándo acaba la noche y empieza el día. Uno de ellos dijo:
-Cuando ves un animal a distancia y puedes distinguir si es una vaca o un caballo.
-No -dijo el maestro.
-Cuando a lo lejos puedes distinguir una oveja de una cabra -dijo otro discípulo.
-Tampoco es así -contestó el maestro.
-Entonces, ¿cuándo, maestro? -preguntaron los discípulos.
Contestó el maestro: cuando miras a un hombre o a una mujer al rostro y reconoces en él a tu hermano, cuando miras a la cara a una mujer y reconoces en ella a tu hermana y vives en conformidad con ese descubrimiento, entonces se ha acabado la noche y nace el día.

Hermanos, para el que reconoce a los demás como hermanos y vive en conformidad con este descubrimiento ha amanecido para él. Ya no anda en la oscuridad, porque sigue a Jesús. Y Jesús ha dicho: Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad.
Tengamos presentes estas palabras de Cristo y no esperemos a que la gente se muera para quererla.


Oración de los fieles

Presentamos a Dios Padre, nuestras necesidades e inquietudes.
(DESDE LOS DOS AMBONES)

1. Felices los de espíritu sencillo, porque suyo es el reino de Dios.
• Que el Señor nos ayude a poner toda nuestra confianza en Él, sabiendo valorar lo sencillo, lo humilde, lo bello y lo pequeño. Roguemos al Señor.

2. Felices los que anhelan que triunfe lo que es justo y bueno.
• Que el Señor nos ayude a trabajar a favor de la justicia y a alegrarnos del bien de los demás. Roguemos al Señor.

3. Felices los misericordiosos, porque Dios tendrá misericordia de ellos.
• Que el Señor nos ayude a vivir en la familia, en la comunidad y en la sociedad, siendo tolerantes, comprensivos y misericordiosos. Roguemos al Señor.

4. Felices los que tienen limpia la conciencia, porque ellos verán a Dios.
• Que el Señor nos ayude a tener un corazón limpio, a vivir con transparencia y a actuar sin engaño. Roguemos al Señor.

5. Felices los que trabajan a favor de la paz, porque Dios los llamará hijos suyos.
• Que el Señor nos ayude a construir la paz, siendo constantemente instrumentos de reconciliación. Roguemos al Señor.

Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.

(B)

A lo largo de estos años han ido muriendo familiares, amigos o personas que nos fueron muy queridas y nos hemos puesto tristes. Hoy les vamos a recordar de nuevo, pero no con pena sino con alegría, porque son felices junto a Dios y nos animan para que sigamos el camino que conduce al cielo.

Por todos los pobres del mundo, por lo que les toca sufrir y llorar, para que encuentren en Jesús el camino en este mundo y la meta en su casa del cielo... Roguemos al Señor.
Por los que se compadecen y ayudan a los demás, por los que son limpios en su corazón y piensan siempre bien de su prójimo, para que descubran a Dios en los que viven a su alrededor... Roguemos al Señor.
Por los que trabajan por la paz, por los partidarios de la no- violencia y de solucionar los problemas por la vía del diálogo y la comprensión para que un día consigan la verdadera paz junto a Dios... Roguemos al Señor.
Por los cristianos perseguidos por ser fieles a su fe, por los que son encarcelados por tener ideales distintos a los demás y por todos los que mueren en la lucha por la justicia, para que Dios les reciba en su casa de amor y de paz. Roguemos al Señor.

Concédenos, Señor, la intercesión de tus Santos, para que por sus méritos y nuestros ruegos, consigamos lo que te pedimos con fe, a ti que vives y reinas por los siglos. Amén.

Ofrendas

PRESENTACIÓN DE UN CENTRO FLORAL

(Puede hacer esta ofrenda uno de los jóvenes de la comunidad)
Señor, traemos a tu altar en este día de fiesta, este centro de flores, como el símbolo de la hermosura y la belleza que han supuesto tantos hombres y mujeres buenos, que han vivido en este mundo y que lo han llenado de tu bondad y de tu misericordia...
Ellos con el testimonio de sus vidas han enriquecido nuestras vidas... Y nosotros hoy queremos expresar con este símbolo, nuestro compromiso de hacer, que allí donde cada uno vivimos, sigan floreciendo tu bondad y tu hermosura...
UNA LLAVE

Si queremos vivir como nos han indicado las bienaventuranzas: siendo mansos y humildes, siendo limpios de corazón, misericordiosos, luchando no sólo por nuestra paz y nuestra justicia, sino por la de todos...
Si queremos caminar por las sendas de la Santidad...
tenemos que dejarle a Dios las llave de nuestro corazón para que pueda entrar en él y transformarlo...

Prefacio...

Te damos las gracias, Señor, por la Fiesta de hoy,
en honor de Todos tus Santos nuestros amigos y hermanos.
Ellos han alcanzado ya la meta, mientras nosotros caminamos hacia su encuentro.
Te damos gracias por habernos enviado a Jesús, el Santo entre los santos.
Él ayudó a todos y convivió con los pobres y necesitados.
Nos enseñó a amarnos y a colaborar unidos.
Nosotros ahora, guiados por el ejemplo de los santos
y ayudados por su intercesión,
Te cantamos mientras vamos de camino, el himno de tu gloria, diciendo...

Santo, Santo, Santo ...

Padre Nuestro

La fiesta de hoy nos está diciendo que Santos son todos los que se toman en serio a Dios. Pero cuesta. Por eso, en el Padre nuestro pedimos que no nos falte el alimento y las fuerzas para seguir trabajando para que su Reino llegue a todos los seres de todos los pueblos, razas y naciones y juntos decimos: Padre Nuestro ...

Nos damos la paz

Antes de acercarnos a la Mesa con Jesús, volvemos a recordar su Mensaje de hoy: “Dichosos los que trabajan por la paz...” Que la paz sea nuestra principal tarea de cada día y de nuestra vida...
Que la paz llegue, por fin, a todos los rincones y corazones.

Compartimos el pan

Jesús nunca viene sólo, viene siempre acompañado de una multitud de pobres, presos, marginados, olvidados... Seres no queridos por nuestra sociedad, pero hijos de Dios como nosotros. No puedo comulgar con Jesús si dejo atrás a los demás...
Dichosos los llamados a la mesa con Jesús...

Despedida

Señor, después de celebrar con gozo esta Eucaristía, te pedimos nos ayudes a vivir, en nuestras vidas, el mensaje de las Bienaventuranzas; y, nuestros corazones se llenen de alegría al saber que estamos llamados a ser felices para siempre en el Cielo. Por JNS.

Ayúdanos con tu Bendición...

Dios nuestro Padre, gloria y felicidad de los Santos, que nos ha concedido celebrar esta fiesta en honor de todos los Santos, nos dé sus bendiciones. Amén.
Que por la intercesión de todos los Santos estemos libres de todo mal y, alentados por el ejemplo de sus vidas, perseveremos constantes en el servicio a Dios y a los hermanos. Amén.
Que Dios nos conceda reunirnos con todos los Santos para gozar de la felicidad plena y eterna del Reino. Amén.
Y que la bendición de Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y siempre nos acompañe. Amén

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WebJCP | Abril 2007