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lunes, 31 de marzo de 2008

Misioneros Ad gentes

TESTIMONIO MISIONERO
DE ERICA FOSCHIATTI
MISIONERA ADGENTES EN TAILANDIA.

PUBLICADO POR: LA WEB MISIONERA

Hace un tiempo me pidieron que les compartiera un poco sobre la misión y la verdad es que es una larga historia que se sigue escribiendo.

Pero bueno, haré un poco de memoria y van mis disculpas anticipadas si me alargo un poco.

Creo que empezare por contarles como me sentía cundo fui asignada a mi primera tierra de misión allá por el 2002. Estaba re feliz! Era un poco el sueño hecho realidad. Venia de pasar casi 2 años en Canadá, como parte en la de Formación y misión en ese país, es allí adonde conocí a la comunidad del Arca y a los jóvenes que viven en las calles de Montreal, les sorprendería saber, cuanta pobreza hay en una ciudad materialmente tan rica. No entrare en detalles sobre todo lo que vive y aprendí con los mas olvidados, porque da para un libro, pero lo cierto es que me confirmo que todo país; es un país de misión.

Aquellos que me conocen saben lo que la misión significa para mí, soy el claro ejemplo del llamado Gratuito de Dios y si se quiere de lo ilógico de su llamado como Pablo lo escribió:… “fíjense a quienes llamo Dios”… (1Co 1,26-31).

Creo que en un principio, a mi misma me costaba mucho entender todo esto y la preguntas eran parte importante de mis conversaciones ‘con el Jefe”: Preguntas como: ¿por que yo? ¿Por que a mi y no a fulanito o menganita…que son mucho mejores para todo esto..?...estas y otras tantas preguntas más me surgieron en el camino. Me tomo un largo tiempo y un montón de lágrimas entender la gratuidad y generosidad del llamado.



Por allá en el año 2000, época en que salí de Argentina para recibir la Formación en Canadá me toco escuchar todo tipo de reacciones, había gente que me elevo a la categoría de Santa y por lo tanto me puso en un altar y hubo otra gente que critico profundamente mi decisión y me califico de aventurera. A decir verdad, esos dos extremos dicen muy poco de quien soy y del porque salí de misión.

Aquí intentare explicar un poco lo inexplicable, es que si bien es simple, es a la vez difícil de transmitir lo que se siente. Estoy en misión porque siento un llamado muy fuerte a salir de mi misma. Esta idea se me metió en el corazón, la cabeza, en los pies…en fin, en el alma, sin saber muy bien como ni cuando.

Es una idea mas fuerte que todo lo demás, en torno a ella gira mi vida. Como fue que toda esta locura empezó?

Creo que el llamado se hizo sentir con más fuerza, cuando la realidad que me rodeaba me empezó a hacer sufrir y me metió las ganas de hacer algo. Me gusta describir este momento como el tiempo en que comencé a escuchar los gritos…Imagínense que escuchan a alguien gritar por ayuda y ustedes están cerca de esa persona…Bueno algo así fue lo que me pasó, empecé a escuchar gritos desesperados y ya no pude quedarme tranquila.

Uno de los primeros gritos fue el de la Pobreza y la Injusticia. Era la época en que trabajábamos en el lote 296 un barrio muy humilde, cerca de mi casa.

Éramos un grupo de jóvenes, con estilos de vida muy diferentes pero que en el fondo buscábamos lo mismo; encontrar a Dios y a nosotros mismos. Todos los fines de semana íbamos a ayudar en el Comedor de Caritas; nuestro trabajo consistía en buscar a los chicos, ayudar a preparar y servir la comida, lavar caras, manitos y acompañar los chicos a sus casas, entre otras cosas.

Me acuerdo de un día en el que me toco ir a buscar con una amiga los chicos de la familia Perez *. Diez criaturitas alegres y ruidosas, la mayor una nena de aproximadamente 10 años, traía en sus brazos una beba, Clarita*. Como era la primera vez que iba al barrio, yo trataba de observar y aprender lo más que podía. Pero la verdad era que el grupete se destacaba por lo numeroso y ruidoso, me acuerdo que mientras sostenía un par de manitos, me preguntaba que más podía hacer para ayudar a calmar tanto entusiasmo de parte de los chicos.

Recuerdo que mi amiga se ofreció a cargar la beba, pero su hermanita se negó. Era increíble ver esta mujercita esforzándose por llevar a su hermanita. Ya casi al llegar, esta mama en miniatura me dijo: “Vos, tómala” y me paso la beba. Su reacción y el peso de la pequeña Clarita me tomaron por sorpresa; no pesaba casi nada. Fue en principio una sensación muy agradable, como la de todo bebe que se duerme entre nuestros brazos. Yo calculaba que se trataba de una beba de pocos meses y era por eso que pesaba tan poco y se dormía tan fácilmente.

Me acuerdo que le pregunte a su hermanita: ¿que tiempo tiene? A lo que ella me respondió un año y siete meses. Su respuesta me dejo helada, pensé en mis sobrinos que me dejaban los brazos doloridos con solo 3 meses de edad.

Cuando vi que Clarita hacia grandes esfuerzos por mantenerse despierta, pregunte que le pasa?, ¿esta enferma? La respuesta fue clara y directa: “Nada, viene saliendo del hospital”. Al mirarla mejor comprendí: vientre abultado, cabellos oscurecidos y en parte descoloridos…Clarita iba seguido al hospital porque sufría de desnutrición. Eso me dolió y me indigno, no era justo para Clarita ni para ninguna otra persona en el mundo. En ese momento sentí como si una espina se me clavara en el corazón…Creo que hasta ese momento la pobreza me era algo conocido, pero nunca me dolió. Ese fue el primero de muchos otros gritos que siguieron y que me hicieron tomar la decisión de dejar de preocuparme por mi misma y de hacer mi parte para que esa y otro tipo de injusticias no se reproduzcan.

En mis visitas a esa Comunidad, escuche a menudo la frase: “que se le va a hacer somos pobres, esa es la voluntad de Dios”…y por lo general le seguía el relato de la falta de dinero para comprar las medicinas, de los días en el hospital, de lo poco que se podía hacer…Una vez mas, esas palabras me resonaban fuerte, creo que aun sigo tratando de hacer escuchar con mi vida, que esa no es la voluntad de Dios, que Dios no quiere eso, que el Dios en el que creo, es Amor y quiere nuestra Felicidad, pero que esta Felicidad depende de la mutua colaboración.

Con frecuencia nos olvidamos que nos estamos aquí solos y de lo relacionados que estamos los unos con los otros. Muchas veces, dejamos de lado lo esencial por correr detrás del dinero; es por eso que nuestro mundo hay Hambre: hambre de justicia, de paz, de consuelo, de esperanza, de libertad, de perdón, y de todo aquello que Jesús proclamo sobre el Reino de Dios y que aun no llega a todos. La dignidad humana tiene poco valor y esa es una de las mayores injusticias.

Por ideas así de locas, irrealistas, revolucionarias, soñadoras o como quieran llamarlas, decide seguir a Jesús y responder aunque sea un poquito a sus necesidades actuales.

Hoy como ayer, se que hago muy poco, mi aporte no soluciona gran cosa pero al menos es algo.

En Tailandia, la prostitucion infantil sigue creciendo y la explotación de los trabajadores inmigrantes parece nunca acabar, sin embargo se que al menos estoy con ellos acompañándolos en esa realidad y al hacerlo, la realidad duele menos. Y quien dice a lo mejor la historia del hombre que devolvía Estrellas de Mar es cierta después de todo: Me gusta pensar, que en medio de mis limitaciones estoy haciendo la diferencia.

Les comparto un cuentito que me gusta:

Devolviendo estrellas

Cuentan que había un hombre caminando en la costa de la playa y que a poco de dar unos pasos, se agachaba, levantaba una estrella de mar anclada en la arena y la devolvía al mar.

Otro hombre que pasaba por allí, después de observarlo por un rato se acerco y le dijo: “No ve que lo que hace no tiene ningún sentido. Mire la costa, hay millones de estrellas ancladas en la arena, usted no podrá devolverlas a todas; lo que esta haciendo, no hace ninguna diferencia”

El otro hombre, se sonrío, levanto otra estrella de la arena y mientras la arrojaba devuelta al mar le dijo: “al menos para esta estrella, si hace la diferencia”…

Me gusta esta historia, habla un poco de creer que lo poco que hacemos, si cuenta…El secreto es descubrir en donde Dios cuenta con nosotros…

Paz y Bien,

Erica Foschiatti, Misionera Laica Ad Gentes.


  • ERICA FOSCHIATTI

  • (Tailandia)
  • Sociedad de Misiones Extranjeras

    Origen: Parroquia San José de Barranqueras

    Maestra de enseñanza especial

    2 años de Formación en Canadá y 5 de misión en Tailandia

  • (Canada 2007)
  • Equipo de Formación Misionera en la Sociedad de Misiones Extranjeras de Quebec


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WebJCP | Abril 2007