Publicado por OMP Argentina
Pbro. Dante De Sanzzi, Director Nacional de las OMP - Argentina
Queridos hermanos: Otro año más en nuestras vidas que tenemos la posibilidad de meditar el misterio de la Pasión, muerte Y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.
Se renueva la invitación a ir creciendo en la fe; invitación que nos hace Dios Padre de acercarnos a su Hijo, Dios también hecho hombre para que lo conozcamos, lo amemos, lo sigamos.
Muchas sensaciones encierran esta semana. Claro que los sentimientos se ponen en marcha en las almas capaces de entender este misterio y de creer en él.
El refrán popular es inconfundible: “Nadie da lo que no tiene”. Si una persona no tiene fe, difícilmente irradie el amor de Dios en su vida. Dios lo ama igual, pero el corazón cerrado, duro, difícil de compadecerse por el dolor ajeno, pueda celebrar el misterio pascual.
Pero Dios también tiene lugar para estos hijos suyos, ya que Juan en una de sus cartas lo dejó explícito: “Él nos amó primero, y entregó su vida por nosotros”.
¿Cómo vivir entonces nosotros nuestra fe y nuestra semana santa en medio de tanto ruido e incredulidad? Y la mejor respuesta es acrecentando la fe en Aquél que tuvo la delicadeza y la ternura de amarnos primero y entregar en la cruz su vida para nuestra salvación. En entender que con la muerte no acaba la vida, sino que nos conduce a la vida eterna. Qué no es solamente un regalo de la sociedad, del almanaque o de un calendario civil para disfrutar “el no hacer nada”, “el feriado largo”, el entregarse sin rumbo a las horas del día sin comprender ni descubrir que es, en definitiva, la semana más sagrada de la historia, de nuestra historia.
San Pablo lo declaró magistralmente: “Cristo, nuestra Pascua (nuestro Paso a la vida verdadera) ha sido inmolado”. Que no caiga en tierra, sin haber dado sus frutos, la sangre derramada en la cruz por nuestro Redentor. Y que sintamos, en ese domingo Santo y Glorioso, su brillante Resurrección.
Resucitemos también nosotros a una vida nueva. No nos quedemos en el viernes santo; que sea una antesala a la paz definitiva. Así sea.
Felices Pascuas de Resurrección, les deseamos todos los que hacemos posible desde esta Sede Nacional, que la Iglesia sea más misionera.
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