I Domingo de Cuaresma
Año C – 17-2-2013/ Publicado por EUNTES
Deuteronomio 26,4-10 / Salmo 90 / Romanos 10,8-13
Lucas 4,1-13
Reflexiones
“En el desierto un hombre sabe cuánto vale: vale lo que valen sus dioses” (A. de Saint-Exupéry); es decir, sus ideales, sus recursos interiores. “En el desierto del mundo”, alimentados con el pan de la Palabra y fortalecidos por el Espíritu, hemos entrado a celebrar nuevamente la Cuaresma, “signo sacramental de nuestra conversión”, para poder vencer -con las armas jamás obsoletas del ayuno, oración y limosna- “las continuas seducciones del maligno” (oración colecta). La Cuaresma vuelve a proponer los temas fundamentales de la salvación y, por tanto, de la misión: la primacía de Dios y su amor por el hombre, la redención que recibimos gratuitamente del sacrificio de Cristo, la lucha permanente con el pecado, las relaciones de fraternidad y respeto con nuestros semejantes y con la creación... Son temas propios del desierto cuaresmal.
Las tentaciones (Evangelio) no fueron para Jesús un juego-ficción; fueron pruebas verdaderas, como lo son para el cristiano y la Iglesia. “Si Cristo no hubiese vivido la tentación como verdadera tentación, si la tentación no hubiese significado nada para Él, hombre y Mesías, su reacción no podría ser un ejemplo para nosotros, porque no tendría nada que ver con la nuestra” (C. Duquoc). Justamente porque ha sido probado, se convierte en ejemplo y puede ayudar al que es probado (cf Heb 2,18; 4,15).
Jesús se enfrentó realmente al diablo sobre los posibles métodos y caminos para realizar su misión como Mesías. Las tres tentaciones son una síntesis teológica de un largo período de lucha contra el mal, sostenida por Jesús en los 40 días de desierto (v. 2) y durante toda su vida, incluida la cruz, cuando el demonio regresó (v. 13). Las tentaciones representan modelos diferentes de Mesías. Y, por tanto, para nosotros, también de misión. Para Jesús las tentaciones eran como “tres atajos para no pasar por la cruz” (Fulton Sheen). Las tentaciones eran un modo de socavar las relaciones con las cosas materiales, con las personas y con Dios mismo. Eran la tentación de ser: -1. un reformador social: convertir las piedras en pan para sí y para todos hubiera garantizado el éxito popular; -2. un mesías del poder: un poder basado en el dominio sobre las personas y sobre el mundo hubiera dado satisfacción al orgullo personal y del grupo; -3. un mesías milagrero: con gestos ostentosos hubiera asegurado espectacularidad y fama.
Jesús supera las tentaciones: opta por respetar la primacía de Dios, se fía del Padre y de su plan para la salvación del mundo. Renuncia a manipular las cosas materiales en provecho propio (ahora no cambia para sí las piedras en pan, pero más tarde multiplicará panes y peces para la muchedumbre hambrienta); se niega a dominar sobre las personas y prefiere servir; guarda siempre una relación filial con Dios fiándose de su fidelidad. Acepta la cruz por amor y muere perdonando: así, logra romper la espiral de la violencia y le quita el veneno a la muerte: la muerte es vencida por la Vida.
Jesús afronta y supera las tentaciones con la fuerza del Espíritu Santo, del cual está lleno (v. 1). Es el Espíritu del Bautismo (Lc 3,22), de la Pascua y de Pentecostés. Es el Espíritu de la Misión. A veces se ha creído que poder, dinero, dominio, supuesta superioridad, hiperactividad… son caminos apostólicos. A menudo al misionero le tientan estas ilusiones; por tanto, necesita el Espíritu de Jesús, que es el protagonista de la Misión (cf RMi 21ss). El Espíritu nos hace entender que el desierto cuaresmal es un tiempo de gracia (kairós): tiempo de las cosas esenciales, las únicas que valen; don que se ha de vivir en el silencio, lejos de las contaminaciones del ruido, las prisas, el dinero, las ligerezas; ¡tiempo del compartir misionero! (*)
La Cuaresma es un tiempo de salvación, centrado sobre la fe en Cristo muerto y resucitado (II lectura): Él es el Señor de todos los pueblos, el que ofrece abundantemente la salvación a todo el que invoca su nombre, sin distinción de pertenencias (v. 12-13). Esta primacía de Dios sobresale también con la ofrenda de las primicias de los frutos de la tierra (I lectura). Se trata de un signo de gratitud y de propiciación. Pero también de una manera de compartir con quien pasa necesidad: en efecto, la ofrenda de las primicias se destinaba también al forastero, al huérfano, a la viuda, “que comerán de ella dentro de tus puertas hasta saciarse” (v. 10-12). Hay aquí una preciosa indicación de itinerario espiritual y misionero: el que se acerca a Dios y vive en sintonía con Él descubre a los demás, cercanos y lejanos. ¡Y se hace solidario y generoso!
Palabra del Papa
(*) “La existencia cristiana consiste en un continuo subir al monte del encuentro con Dios para después volver a bajar, trayendo el amor y la fuerza que derivan de este, a fin de servir a nuestros hermanos y hermanas con el mismo amor de Dios... A veces, se tiene la tendencia a reducir el término «caridad» a la solidaridad o a la simple ayuda humanitaria. En cambio, es importante recordar que la mayor obra de caridad es precisamente la evangelización, es decir, el «servicio de la Palabra». Ninguna acción es más benéfica y, por tanto, caritativa hacia el prójimo que partir el pan de la Palabra de Dios, hacerle partícipe de la Buena Nueva del Evangelio, introducirlo en la relación con Dios: la evangelización es la promoción más alta e integral de la persona humana. Es el anuncio de Cristo el primer y principal factor de desarrollo”.
Benedicto XVI
Mensaje para la Cuaresma 2013, n. 3.
Siguiendo los pasos de los Misioneros
- 17/2: I Domingo de Cuaresma. Tema para la Cuaresma 2013: “Creer en la caridad suscita caridad”. «Hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en Él» (1Jn 4,16).
- 17/2: SS. Siete Fundadores de la Orden de los Siervos de María (Florencia, s. XIII), mendicantes y misioneros.
- 17/2: S. Pedro Yu Chong-nyul, coreano, padre de familia, asesinado en Pyeongyang (+1866), porque fue sorprendido en la casa de un catequista leyendo el Evangelio de noche. Es uno de los 103 Santos Mártires coreanos (memoria el 20/9).
- 18/2: S. Francisco Régis Clet (1748-1820), sacerdote francés de la Congregación de la Misión, misionero durante 30 años en China y mártir.
- 18/2: S. Alberico Crescitelli (1863+1900), sacerdote del PIME, misionero en China y mártir (21/7) en la revolución de los boxers. Se celebra hoy en el aniversario de su beatificación.
- 22/2: Fiesta de la Cátedra de S. Pedro, y del Papa, en cuanto vicario de Cristo y de Pedro, llamado a presidir en la caridad, para el servicio de la unidad en la Iglesia y de la misión en el mundo entero.
- 22/2: B. Diego Carvalho (1578-1624), sacerdote jesuita portugués, misionero y mártir en Sendai (Japón), junto con muchos otros compañeros.
- 23/2: S. Policarpo (+ca. 155), discípulo de S. Juan apóstol, obispo de Esmirna, último de los Padres Apostólicos.
- 23/2: B. Josefina Vannini (1859-1911), religiosa italiana, que, junto con el B. Luis Tezza, fundó la congregación de las Hijas de S. Camilo, para el servicio a los enfermos.
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