Publicado por Entra y Verás
Hace poco escuchaba por todas partes aquel estribillo de la canción de Juanes: “Es tiempo de cambiar: it is time to change”. Y me taladró el corazón de piedra, de costumbres, de rutinas sin sabor… Es tiempo de cambiar. Hoy –hoy y no mañana–, que comenzamos la cuaresma. Cambiar no sólo porque ella sea el tiempo de conversión, también porque ya estaba tardando en cambiar, porque ya me estaba acostumbrando a vivir con el interior anclado en donde no están las raíces.
Hoy es tiempo de mirar a Jesús, de seguirle hasta desgastarme allí donde me gasto todos los días, cuidando de no servir delante de mis hermanos para que me vean. Servir porque es el modo preferente de ir con Cristo por este mundo. Hoy es tiempo de cambiar recordando que no soy el centro. “Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos” (Mt 6, 1).
Hoy es miércoles de ceniza, y los seguidores de Jesús recordamos que no somos el centro, aunque seamos el blanco de muchas miradas, miradas que gracias a Dios son críticas. Aún así no me repliego, porque jamás he entendido que “lo secreto” es una invitación a ocultarme. Creo firmemente que lo secreto es lo ordinario, eso que sucede desde que me despierto hasta que me voy a la cama a descansar. Allí se ve la coherencia de seguir al Maestro. “Tu Padre, que está allí, en lo secreto, te recompensará” (Mt 6, 4).
Hoy es el día en el que recordamos que somos polvo. No somos el centro, a veces el blanco de críticas, y lo vivimos de tal modo que optamos por pasar desapercibidos. Y me convierto en una persona que esconde su fe y su alegría de vivir, “cabizbajos, como hipócritas” (Mt 6, 16). “Lo escondido”: no me parece una invitación a ser camaleones en la jungla de la sociedad, camuflándome en ella sin ser de ella. ¡No! ¡Ni de chiste! Quizá soy un anónimo, uno más, pero porque intento integrarme en ella, no haciéndome enemigo de ella, porque en ella están mis amados, mis amigos… Más bien aprendo de ella e intento aportar esta calidez que solo nace de Jesús. Lo “escondido” es una invitación a lavarme el rostro y perfumármelo, para que quien me diga “hola” vea que hay algo diferente en mí, y que eso proviene de mi Dios. “Y tu Padre que ve en lo escondido, te recompensará” (Mt 6, 6).
Hoy es tiempo de cambiar. Basta de tantas bobadas. A lo esencial. Sin hipocresías. Tonterías las justas –para reírse un rato–. Ya es tiempo de cambiar y te invito. Te invito a solidarizarnos con los que más sufren, a luchar contra la pobreza (limosna), a eliminar el hambre (ayuno), a rebelarnos contra el sin sentido (oración), sin trompetear (cf. Mt 6, 2), sin palabrerías, (cf. Mt 6, 7) y sin desfigurarnos el rostro (cf. Mt 6, 16).
José Asunción Sánchez Mendoza, agustino recoleto. Colegio San Agustín (Valladolid, España)
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