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domingo, 8 de abril de 2012

VIVIR COMO RESUCITADOS


Publicado por El Evangelio en Casa

Durante el tiempo de cuaresma hemos escuchado decir “¡Es un tiempo de preparación y conversión!”. Entonces nos disponíamos a reflexionar y tomar conciencia de nosotros mismos para poder conocer los pecados y defectos.
Se nos invitaba a la penitencia y el ayuno con el fin de poder disponer el alma para la conversión. Y como buenos y obedientes cristianos nos privamos de la carne pero comíamos “salmón con salsa roquefort”.
Es tan fácil mal interpretar nuestra fe, que a veces damos por cierto cualquier tipo de prácticas, que de religiosas no tienen nada. Es tan penoso, encontrarse con cristianos dispuestos a combatir por la fe, pero que son ignorantes. Es triste escuchar a cristianos que viven con una culpa enorme por sus pecados y todo ello por ignorancia religiosa. Si vivimos mal nuestra fe, enseñamos a vivirlo mal. Creo que deberíamos dejar de hablar del pecado y del demonio y más del amor y del servicio.
Hojeando el libro de Martín Descalzo, “Razones para vivir” leí lo siguiente que quiero compartir con ustedes, porque creo que nos puede ayudar a comprender profundamente el espíritu de la pascua de resurrección.
«Cuando yo era muchacho oí predicar muchas veces que el hombre debía convertirse y que para ello tenía que “agere contra, trabajar contra sus propias tendencias, ir contra corriente de su alma, cambiarse como un guante al que se da la vuelta. Así, si eras orgulloso e impetuoso, tenías que volverte humilde y un poco apocado, si eras tímido, tenías que convertirte en atrevido; si eras lento, en rápido, si nervioso, en tranquilo, si impulsivo, en sereno. Yo pensaba: ¿Es posible que Dios se haya equivocado tanto al hacer a los hombres? Si quería que el tímido fuera atrevido ¿por qué no empezó por ahí? ¿Es que a Dios le encanta ver a los hombres peleándose con su naturaleza?»
La verdad que la invitación a la resurrección puede convertirse en un verdadero “calvario” si no sabemos comprender el sentido profundo de la pascua de Jesús. ¿Por qué? Por que a veces entendemos la conversión o la resurrección como un proceso de desnaturalización. Creemos que conquistar la vida, como lo hizo Cristo, es luchar de por vida contra nosotros mismo. Bajo el cliché de santificar la vida, iniciamos una batalla con nosotros mismos que nos lleva a la tristeza y la desolación. Y esto ya lo advirtió Jesús, cuando dijo «Un reino dividido internamente va a la ruina, una ciudad o casa dividida internamente no se mantiene en pie» (Mt 12, 25).
Si no entendemos en qué consiste la VIDA NUEVA que Cristo nos trajo con su resurrección, corremos el riesgo de no vivir como resucitados.
Martín Descalzo explica así la verdadera conversión que nos trae la pascua;
«El ejemplo de San Pablo fue claramente iluminador para mí. El apóstol de Tarso era un violento, un fariseo militante y exacerbado, brioso como un caballo pura sangre, enamorado de la lucha por lo que él creía el bien, tan peligroso como un león en celo. Perseguía a los cristianos porque creía que era su deber y porque le salía de los riñones. Y un día Dios le tiró del caballo y le explicó que toda esa violencia era agua desbocada. Pero no le convirtió en un muchachito bueno, dulce y pacífico. No le cambió el alma de fuego por otra de mantequilla. Su amor a la ley se trasmutó en amor a otra Ley, a la que serviría en e l futuro con el mismo apasionamiento con el que antes sirviera a la primera. Este es el cambio que se espera de lo hombres; que luchemos por el espíritu como hasta ahora hemos peleado por el poder; que nos empeñemos en ayudar a los demás como hasta ahora nos empeñábamos en que todos nos sirvieran a nosotros. No que apaguemos nuestros fuegos. No que le echemos agua al vino de nuestro espíritu, sino que se convierta en un vino que conforte y no emborrache ».
Éste es el espíritu de la resurrección, vivir en paz con uno mismo. Si sabes que eres egoísta, y te empecinas por luchar contra tu egoísmo lo más probable es que te pases la vida tratando de no ser egoísta, pero sin empezar a compartir. Si sabes que eres materialista y vives luchando contra la compulsión de comprar y tener, lo más probable es que termines resintiéndote, pero si por el contrario empiezas a tomar en serio tu vida espiritual, es probable que pronto descubras que poca cosa era el dinero, el poder y la imagen.
No luches contra ti mismo, vive en paz y no pierdas la alegría. Cultiva aquello que puede convertirte en hombre nuevo, con las mismas ganas de vivir que antes.



P. Javier Rojas sj

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WebJCP | Abril 2007