III Domingo de Cuaresma
Año B - 11.3.2012 / Por EUNTES
Éxodo 20,1-17 / Salmo 18 1Corintios 1,22-25
Juan 2,13-25
Reflexiones
Año B - 11.3.2012 / Por EUNTES
Éxodo 20,1-17 / Salmo 18 1Corintios 1,22-25
Juan 2,13-25
Reflexiones
La conciencia laica y el estado laico encuentran legitimidad y contenidos de fondo en la I lectura de hoy. Los 10 Mandamientos tienen susraíces en la naturaleza misma del ser humano, aun antes de que Dios los proclame. No son una invención de la Iglesia, sino el resultado de una reflexión puramente humana. Y, por tanto, vinculantes, afortunadamente, para toda persona e institución. Se debe decir ‘afortunadamente’, porque ellos constituyen la base de la ética humana universal. Un patrimonio compartido entre las naciones. ¡Una plataforma común para el encuentro de todos los pueblos!
Culto y ética, credo religioso y práctica moral son dos elementos constitutivos del perfil espiritual de cada persona humana, que emergen de la Palabra de Dios proclamada hoy. En cuanto al culto, la venida de Jesús ha traído cambios radicales con relación al Antiguo Testamento. Cualquiera que reflexione con realismo sobre el hecho de Jesús que, a base de latigazos, echa del templo a mercaderes y cambistas, bueyes, ovejas y palomas (Evangelio), queda sorprendido de la energía y el valor con que Él se atreve a afrontar categorías de personas vinculadas más al dinero y a los intereses que al culto y a la religión. Se trata de una actuación de Jesús que será un motivo para acusarle en el juicio que lo llevará a la muerte.
El significado de ese gesto tan desacostumbrado (casi descompuesto) de Jesús, “manso y humilde de corazón” (Mt 11,29), va mucho más allá de la irritación momentánea por un hecho tan indecente como el haber convertido “en un mercado la casa de mi Padre” (v. 16). Ese gesto es un signo de que ya se acabó el tiempo de un culto vinculado al sacrificio de animales y al ofrecimiento de cosas para aplacar a Dios. Ese gesto, junto con el hecho de que “el velo del Santuario se rasgó en dos, de arriba abajo” (Mc 15,38), son signos de que la religión judía está definitivamente superada. Desde entonces en adelante, el único templo es el cuerpo de Cristo crucificado y resucitado: en efecto, Él hablaba del templo de su cuerpo” (v. 21).
El contacto con Él -el único Salvador- se realiza no ya en la estrechez de muros, sangre de animales, cumplimiento mecánico, casi mágico, de ritos exteriores, sino en la intimidad de cada persona, “en espíritu y verdad” (Jn 4,23). Para el cristiano, de manera especial, el contacto tiene lugar en la fede y en los signos sacramentales. El único culto agradable a Dios brota de un corazón arrepentido, como en el publicano (Lc 18,13-14), y de un corazón reconciliado: “vete primero a reconciliarte con tu hermano, luego vuelves y presentas tu ofrenda” (Mt 5,24). Con razón, por tanto, Pablo exhorta a los cristianos “a que ofrezcan sus cuerpos como una víctima viva, santa, agradable a Dios: tal será su culto espiritual” (Rm 12,1). Este mensaje abre fructuosas perspectivas para la Misión, el diálogo interreligioso y la inculturación del Evangelio. Los caminos para llegar a Cristo el Salvador no están reservados solo para algunos, sino que están abiertos a todas las gentes: a cualquiera que busque a Dios con corazón sincero. (*)
Además de la fe y del culto, podemos leer, en esta perspectiva misionera universal, también los compromisos de la vida moral. Los 10 Mandamientos (I lectura) tienen su fundamento en la ley natural, la cual es anterior a la Revelación de Dios en la Biblia y en la Iglesia. Esta verdad tiene una importancia extraordinaria para el diálogo entre los pueblos y el trabajo de los misioneros. Los Mandamientos son patrimonio espiritual y ético de toda la humanidad, si bien la Revelación cristiana nos ofrece una comprensión más segura y global de la misma ley natural.
Nos lo enseña también el Catecismo de la Iglesia Católica. “Los 10 Mandamientos pertenecen a la Revelación de Dios. Nos enseñan, al mismo tiempo, la verdadera humanidad del hombre. Ponen de relieve los deberes esenciales y, por tanto, indirectamente, los derechos fundamentales, inherentes a la naturaleza de la persona humana. El Decálogo contiene una expresión privilegiada de la ‘ley natural’: «Desde el comienzo, Dios había puesto en el corazón de los hombres los preceptos de la ley natural. Luego se contentó con recordárselos. Esto fue el Decálogo» (S. Ireneo de Lyón). Aunque accesibles a la sola razón, los preceptos del Decálogo han sido revelados. Para alcanzar un conocimiento completo y cierto de las exigencias de la ley natural, la humanidad pecadora necesitaba esta revelación: «En el estado de pecado, una explicación plena de los mandamientos del Decálogo resultó necesaria a causa del oscurecimiento de la luz de la razón y de la desviación de la voluntad» (S. Buenaventura). Conocemos los Mandamientos de la ley de Dios por la Revelación divina que la Iglesia nos propone, y por la voz de la conciencia moral” (CIC, n. 2070-2071).
San José -cuya fiesta es cercana- ha entrado de manera singular en el misterio pascual de Jesús, de María y de la Iglesia, de la cual es Patrono universal. Él es un modelo insigne de búsqueda, escucha y fidelidad al plan de Dios, ofreciéndole el culto de su corazón sincero, junto con las obras buenas.
(*) “No es el poder lo que redime, sino el amor... El Dios, que se ha hecho cordero, nos dice que el mundo se salva por el Crucificado y no por los crucificadores. El mundo es redimido por la paciencia de Dios y destruido por la impaciencia de los hombres”.
- 12/3: S. Luis Orione (1872-1940), sacerdote piamontés, fundador de la Pequeña Obra de la Divina Providencia y de algunas Congregaciones religiosas para la asistencia a los más necesitados.
15/3: S. Luisa de Marillac (1591-1660), viuda, fundadora, junto con S. Vicente de Paúl, de las Hijas de la Caridad.
- 15/3: ‘Cumpleaños de S. Daniel Comboni (1831-1881): nació en Limone sul Garda (Brescia) y murió en Jartum (Sudán); fue el primer Vicario apostólico de África Central.
- 15/3: B. Artémides Zatti (1880-1951), salesiano, médico misionero en Patagonia (Argentina).
- 17/3: S. Patricio (385-461), nacido en Inglaterra, fue el gran misionero y evangelizador de Irlanda; fue obispo de Armagh y es patrono de Irlanda.
Culto y ética, credo religioso y práctica moral son dos elementos constitutivos del perfil espiritual de cada persona humana, que emergen de la Palabra de Dios proclamada hoy. En cuanto al culto, la venida de Jesús ha traído cambios radicales con relación al Antiguo Testamento. Cualquiera que reflexione con realismo sobre el hecho de Jesús que, a base de latigazos, echa del templo a mercaderes y cambistas, bueyes, ovejas y palomas (Evangelio), queda sorprendido de la energía y el valor con que Él se atreve a afrontar categorías de personas vinculadas más al dinero y a los intereses que al culto y a la religión. Se trata de una actuación de Jesús que será un motivo para acusarle en el juicio que lo llevará a la muerte.
El significado de ese gesto tan desacostumbrado (casi descompuesto) de Jesús, “manso y humilde de corazón” (Mt 11,29), va mucho más allá de la irritación momentánea por un hecho tan indecente como el haber convertido “en un mercado la casa de mi Padre” (v. 16). Ese gesto es un signo de que ya se acabó el tiempo de un culto vinculado al sacrificio de animales y al ofrecimiento de cosas para aplacar a Dios. Ese gesto, junto con el hecho de que “el velo del Santuario se rasgó en dos, de arriba abajo” (Mc 15,38), son signos de que la religión judía está definitivamente superada. Desde entonces en adelante, el único templo es el cuerpo de Cristo crucificado y resucitado: en efecto, Él hablaba del templo de su cuerpo” (v. 21).
El contacto con Él -el único Salvador- se realiza no ya en la estrechez de muros, sangre de animales, cumplimiento mecánico, casi mágico, de ritos exteriores, sino en la intimidad de cada persona, “en espíritu y verdad” (Jn 4,23). Para el cristiano, de manera especial, el contacto tiene lugar en la fede y en los signos sacramentales. El único culto agradable a Dios brota de un corazón arrepentido, como en el publicano (Lc 18,13-14), y de un corazón reconciliado: “vete primero a reconciliarte con tu hermano, luego vuelves y presentas tu ofrenda” (Mt 5,24). Con razón, por tanto, Pablo exhorta a los cristianos “a que ofrezcan sus cuerpos como una víctima viva, santa, agradable a Dios: tal será su culto espiritual” (Rm 12,1). Este mensaje abre fructuosas perspectivas para la Misión, el diálogo interreligioso y la inculturación del Evangelio. Los caminos para llegar a Cristo el Salvador no están reservados solo para algunos, sino que están abiertos a todas las gentes: a cualquiera que busque a Dios con corazón sincero. (*)
Además de la fe y del culto, podemos leer, en esta perspectiva misionera universal, también los compromisos de la vida moral. Los 10 Mandamientos (I lectura) tienen su fundamento en la ley natural, la cual es anterior a la Revelación de Dios en la Biblia y en la Iglesia. Esta verdad tiene una importancia extraordinaria para el diálogo entre los pueblos y el trabajo de los misioneros. Los Mandamientos son patrimonio espiritual y ético de toda la humanidad, si bien la Revelación cristiana nos ofrece una comprensión más segura y global de la misma ley natural.
Nos lo enseña también el Catecismo de la Iglesia Católica. “Los 10 Mandamientos pertenecen a la Revelación de Dios. Nos enseñan, al mismo tiempo, la verdadera humanidad del hombre. Ponen de relieve los deberes esenciales y, por tanto, indirectamente, los derechos fundamentales, inherentes a la naturaleza de la persona humana. El Decálogo contiene una expresión privilegiada de la ‘ley natural’: «Desde el comienzo, Dios había puesto en el corazón de los hombres los preceptos de la ley natural. Luego se contentó con recordárselos. Esto fue el Decálogo» (S. Ireneo de Lyón). Aunque accesibles a la sola razón, los preceptos del Decálogo han sido revelados. Para alcanzar un conocimiento completo y cierto de las exigencias de la ley natural, la humanidad pecadora necesitaba esta revelación: «En el estado de pecado, una explicación plena de los mandamientos del Decálogo resultó necesaria a causa del oscurecimiento de la luz de la razón y de la desviación de la voluntad» (S. Buenaventura). Conocemos los Mandamientos de la ley de Dios por la Revelación divina que la Iglesia nos propone, y por la voz de la conciencia moral” (CIC, n. 2070-2071).
San José -cuya fiesta es cercana- ha entrado de manera singular en el misterio pascual de Jesús, de María y de la Iglesia, de la cual es Patrono universal. Él es un modelo insigne de búsqueda, escucha y fidelidad al plan de Dios, ofreciéndole el culto de su corazón sincero, junto con las obras buenas.
Palabra del Papa
(*) “No es el poder lo que redime, sino el amor... El Dios, que se ha hecho cordero, nos dice que el mundo se salva por el Crucificado y no por los crucificadores. El mundo es redimido por la paciencia de Dios y destruido por la impaciencia de los hombres”.
Benedicto XVI
Homilía en el comienzo solemne del Pontificado, 24 de abril de 2005
Homilía en el comienzo solemne del Pontificado, 24 de abril de 2005
Siguiendo los pasos de los Misioneros
- 12/3: S. Luis Orione (1872-1940), sacerdote piamontés, fundador de la Pequeña Obra de la Divina Providencia y de algunas Congregaciones religiosas para la asistencia a los más necesitados.
15/3: S. Luisa de Marillac (1591-1660), viuda, fundadora, junto con S. Vicente de Paúl, de las Hijas de la Caridad.
- 15/3: ‘Cumpleaños de S. Daniel Comboni (1831-1881): nació en Limone sul Garda (Brescia) y murió en Jartum (Sudán); fue el primer Vicario apostólico de África Central.
- 15/3: B. Artémides Zatti (1880-1951), salesiano, médico misionero en Patagonia (Argentina).
- 17/3: S. Patricio (385-461), nacido en Inglaterra, fue el gran misionero y evangelizador de Irlanda; fue obispo de Armagh y es patrono de Irlanda.
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