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MISIONEROS EN CAMINO: Domingo de Ramos (Mc 14,1-15,47) - Ciclo B: Cristo camina hacia la Cruz.
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jueves, 29 de marzo de 2012

Domingo de Ramos (Mc 14,1-15,47) - Ciclo B: Cristo camina hacia la Cruz.


Empezamos hoy la Semana Santa. Y las lecturas que acabamos de escuchar nos ayudan a entender la profundidad del misterio que vamos a celebrar.
El profeta Isaías presenta en cuatro poemas la figura palpitante del Siervo de Yahvé. Hoy ha sido el tercero de estos cánticos el que hemos escuchado. (El cuarto, más impresionante todavía, lo proclamaremos el Viernes Santo).
El Siervo de Yavhé es el que se ofrece a sí mismo, inocente por los pecadores, para salvar a todos. "Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que besaban mi barba. No oculté el rostro e insultos y salivazos".
Nosotros los cristianos leemos estos poemas como cumplidos en Cristo Jesús, que voluntariamente ha cargado con las culpas de todos.

Otro poema, esta vez en una carta de san Pablo, y que hemos escuchado en la segunda lectura, nos hace entender la dinámica de este misterio. "Cristo se despojó de su rango (de Dios) y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de Cruz".
Y ya sin poemas, sino con la fuerza expresiva de un relato escueto, entrañable, Marcos -el evangelista de este año- nos ha contado la Pasión y Muerte de Cristo Jesús.

-El tono de esperanza confiada

Las tres lecturas nos muestran así la profundidad del dolor de Cristo, la seriedad de su camino a la cruz y la muerte. El salmo nos ha hecho decir la exclamación angustiada que el evangelio pone en sus labios en la cruz, tomada del mismo salmo 21: "Dios mío, Dios mío ¿por qué me has abandonado?" (/Sal/021/01). Es la expresión dramática de la soledad y del dolor de un moribundo, que se siente olvidado incluso por Dios. Cristo se ha solidarizado con nuestra condición humana hasta la profundidad de la misma muerte.

Pero hay también un tono de esperanza.

El Siervo de Yahvé se ve animado en la fidelidad a su difícil misión porque se siente apoyado por Dios: "Mi Señor me ayudaba... y sé que no quedaré avergonzado".
El cántico de Pablo, después de describir la bajada de la muerte, termina gozoso afirmando que Dios "lo levantó sobre todo, y le concedió el nombre sobre todo nombre... para que toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre".
La Pascua son los dos aspectos: muerte y resurrección de Cristo. El que vaya a resucitar por el poder de Dios no quita nada de seriedad y profundidad a su entrega. El dolor de la muerte, a su vez, queda completado con la perspectiva de la Nueva Vida a la que el Espíritu de Dios le hará pasar.

-Acompañar a Cristo en su Semana Santa

Los cristianos de todo el mundo vamos a celebrar en esta Semana el misterio central de nuestra fe. Vamos a meditar y orar sobre ese camino salvador de Cristo: la muerte, el Viernes Santo, la sepultura, el Sábado Santo, y la resurrección a la nueva vida a partir de la noche pascual, con la Vigilia, y ya durante cincuenta días. Todo ello con un prólogo: la Eucaristía del Jueves Santo, en la que el mismo Cristo, ya en el lavatorio de los pies, pero sobre todo sacramentalmente con la donación de sí mismo como Pan y Vino, quiso anticipar la ofrenda histórica de la Cruz.
Es lo que hemos empezado a celebrar hoy, con las aclamaciones a Cristo en la procesión, a modo de entrada a esta semana tan intensa para la comunidad cristiana.
Contemplamos llenos de fe el dolor y la muerte de Jesús. Y a la vez dejémonos llenar de esperanza, porque también nuestro dolor o el dolor del mundo, aunque no sepamos cómo, tiene sentido como participación en el dolor salvador de Cristo Jesús.
A los que le seguimos en el camino de la cruz también nos hará partícipes de su Nueva Vida de Resucitado.

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WebJCP | Abril 2007