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MISIONEROS EN CAMINO: V Domingo del T.O - Ciclo B (Mc 1,29-39): MAS ALLA
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jueves, 2 de febrero de 2012

V Domingo del T.O - Ciclo B (Mc 1,29-39): MAS ALLA


Publicado por Fundación Epsilón

La condición humana tiende a ser sedentaria. Al hombre le gusta caminar para llegar y quedarse, asentarse, acomodarse, aclimatarse, establecerse y pararse. Y casi todo en la vida consiste en luchar por conseguir esa meta anhelada para después disfrutar de ella -si yo tuviera, si yo pudiera, si yo fuera-.
Es difícil encontrar seres humanos como aquél que, al morir, dejó como testamento sólo una frase: "He pasado toda la vida buscando"; personas siempre insatisfechas por naturaleza, con vocación exploradora de por vida; constantes buscadores de nuevas metas sin echar anclas en ninguna situación, por muy ventajosa que sea. No hay muchos con esta gozosa vitalidad, con esta feliz insatisfacción. Y por eso, tal vez, hay tantos que deambulan por la vida como muertos, tanta gente situada sin más aspiraciones que la contemplación de las metas logradas, tantos narcisos de sus propios éxitos que dejan inconcluso su proyecto humano, tantas medianías...
Jesús de Nazaret hubiera sido uno de estos, de haberle hecho caso a Pedro y a sus compañeros. Había terminado su jornada laboral en Cafarnaún en olor de multitudes; la gente se habla quedado extasiada al verlo curar a un endemoniado en la sinagoga; con Santiago y Juan había entrado en la casa de Simón y Andrés, y curado a la suegra de Simón que estaba en cama con fiebre -la fiebre era, según la mentalidad de la época, consecuencia de la habitación de un demonio en una persona (Mc 1,21-31).
Al atardecer, comienzo de un nuevo día para los judíos, la población entera se agolpó a la puerta de la ciudad, lugar de la vida pública ciudadana, convertida provisionalmente en sinagoga abierta para todos (agolparse -en griego "episynagomai"- suena a sinagoga); la sesión de aquella tarde fue pública, solemne, general: "allá le llevaron enfermos y endemoniados y Jesús los curaba..." (Mc 1,32ss).
Pero aquel triunfo inquietaba a Jesús: "El bien no hace ruido ni el ruido hace bien", se diría a si mismo. Por eso, tal vez no durmió mucho aquella noche, "se levantó muy de madrugada, se marchó a un descampado y estuvo orando allí".
Y en aquella oración debió tomar una firme decisión: no mirar atrás para quedarse en el triunfo fácil y multitudinario, no volver a Cafarnaún para establecerse y dormirse en los laureles, seguir caminando hasta dar la vida...
Dos veces más aparece Jesús orando en el Evangelio de Marcos, con los mismos resultados y por motivos semejantes: una, no queriendo ser aclamado por el pueblo tras dar de comer a cuatro mil, despidió a la gente y a los discípulos y se fue solo al monte a orar; la otra, en el Huerto de Getsemaní, donde necesitaba sacar fuerzas de flaqueza para seguir adelante hasta la cruz, sin pactar con el poder establecido, sin claudicar de la misión a él encomendada...
Jesús miraba siempre adelante. Por eso, cuando Simón y sus compañeros lo encontraron aquella mañana y le dijeron: "Todo el mundo te busca", Jesús le respondió: Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, que voy a predicar también allí; para eso he venido".
Jesús sabía bien que quien vuelve atrás, quien se para, se establece o se asienta, no llega a la meta, una meta que, en la vida está siempre más allá...

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WebJCP | Abril 2007