El mal golpeaba mi puerta
queriendo apagar mis resplandores
yo le respondía a mi alma trémula
se puede amar en todas las situaciones.
De los silos de mi vida
saqué amores a montones
los entregué con mis sonrisas
y con mis manos cubiertas de flores(1)
Los poemas más hermosos son los que se dicen al pasar…, decía otro de sus tantos textos. Hoy, luego de su partida a la casa del Señor, es difícil poner en palabras todo lo bueno que este sacerdote hizo por los demás, durante su paso por este planeta. Asimismo, y he aquí la paradoja, abundan términos para definirlo.
Hernán fue sacerdote paulino, pero también amigo, comunicador y poeta. Una persona comprometida con la ecología, era amante de la naturaleza. Sentía un profundo respeto por todos los seres vivos. Siempre alegre, tenía mucho sentido del humor. Como buen comunicador, le encantaba relacionarse con gente de toda clase, pues él creía que las personas y las sociedades podrían mejorar si se abrieran al diálogo.
Le interesaban mucho las cuestiones sociales; participó activamente en el diálogo interreligioso (judeo-cristiano); también en ONGs dedicadas a promover y fortalecer la democracia de nuestro país.
En SAN PABLO Argentina, se desempeñó como director de periódicos y, en su afán de comunicar el Evangelio, llevó adelante El Domingo, La Hojita de los niños y la revista mensual La Liturgia Cotidiana. También colaboró en esta Revista On Line (ROL), a través de notas, entrevistas y poesías.
Era un Padre interesado en la cultura. El arte era, para él, una bella manera de expresar el Evangelio. Promovió el encuentro entre poetas (las obras se publican en La Liturgia Cotidiana y en “El Rincón Literario” de la ROL). Una vez por año, coordinaba el Encuentro de Iconografía (evento único en el país).
Como comunicador, por medio de El Domingo, impulsó el conocimiento de las diferentes pastorales, poniendo exclusivo énfasis en aquellas que promueven el ser humano desvalido (carcelaria, indígena, etc.). Esto le valió muchos reconocimientos y premios al periódico.
El padre Hernan ya no está. O, después de repasar un poco su historia, se puede decir que él permanece entre nosotros. Como dijo un cura amigo, Hernán supo dejar, en cada uno de nosotros y a lo largo de todo este tiempo, su semilla. Hoy, los que lo conocimos somos responsables de hacerla germinar para que continúe dando frutos.
Querido Hernán, si bien te vamos a extrañar, sabemos que no es un adiós, sino un hasta luego. Mientras tanto, el mejor homenaje que podemos hacer es seguir continuando la obra (tuya, nuestra, de todos).
Gracias por el cariño que nos diste durante el tiempo que estuviste con nosotros, incluso, hasta en el final, nos mostraste, al igual que san Pablo, que el camino es el amor.
(1) el texto es un fragmento del poema Los silos de mi vida, del P. Hernán Péres Etchepare.
por Hernán Traverso
Lic. en Ciencias de la Comunicación, Opinión Pública y Publicidad (UBA)
traversoher@san-pablo.com.ar
Hernán fue sacerdote paulino, pero también amigo, comunicador y poeta. Una persona comprometida con la ecología, era amante de la naturaleza. Sentía un profundo respeto por todos los seres vivos. Siempre alegre, tenía mucho sentido del humor. Como buen comunicador, le encantaba relacionarse con gente de toda clase, pues él creía que las personas y las sociedades podrían mejorar si se abrieran al diálogo.
Le interesaban mucho las cuestiones sociales; participó activamente en el diálogo interreligioso (judeo-cristiano); también en ONGs dedicadas a promover y fortalecer la democracia de nuestro país.
En SAN PABLO Argentina, se desempeñó como director de periódicos y, en su afán de comunicar el Evangelio, llevó adelante El Domingo, La Hojita de los niños y la revista mensual La Liturgia Cotidiana. También colaboró en esta Revista On Line (ROL), a través de notas, entrevistas y poesías.
Era un Padre interesado en la cultura. El arte era, para él, una bella manera de expresar el Evangelio. Promovió el encuentro entre poetas (las obras se publican en La Liturgia Cotidiana y en “El Rincón Literario” de la ROL). Una vez por año, coordinaba el Encuentro de Iconografía (evento único en el país).
Como comunicador, por medio de El Domingo, impulsó el conocimiento de las diferentes pastorales, poniendo exclusivo énfasis en aquellas que promueven el ser humano desvalido (carcelaria, indígena, etc.). Esto le valió muchos reconocimientos y premios al periódico.
El padre Hernan ya no está. O, después de repasar un poco su historia, se puede decir que él permanece entre nosotros. Como dijo un cura amigo, Hernán supo dejar, en cada uno de nosotros y a lo largo de todo este tiempo, su semilla. Hoy, los que lo conocimos somos responsables de hacerla germinar para que continúe dando frutos.
Querido Hernán, si bien te vamos a extrañar, sabemos que no es un adiós, sino un hasta luego. Mientras tanto, el mejor homenaje que podemos hacer es seguir continuando la obra (tuya, nuestra, de todos).
Gracias por el cariño que nos diste durante el tiempo que estuviste con nosotros, incluso, hasta en el final, nos mostraste, al igual que san Pablo, que el camino es el amor.
(1) el texto es un fragmento del poema Los silos de mi vida, del P. Hernán Péres Etchepare.
por Hernán Traverso
Lic. en Ciencias de la Comunicación, Opinión Pública y Publicidad (UBA)
traversoher@san-pablo.com.ar
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