Publicado por Pastoral SJ
Por Teresa del Hoyo Alonso Pimentel
Por Teresa del Hoyo Alonso Pimentel
Cada uno de nosotros tenemos algo así como la banda sonora de nuestra vida. Acompaña etapas, momentos, relaciones y emociones. Ahí está, a las duras y a las maduras, para arrancarnos una sonrisa, provocarnos un flashback inmediato con apenas unos acordes o sacarnos de la cama los lunes por la mañana.
Crecimos con aquellas cintas regrabadas, ¿quién no se acuerda de su primer disco?, los conciertos irrepetibles, esas tardes de verano con amigos y una guitarra, éxitos de radio y viajes en coche con tu padre como dj de turno...
Y van evolucionando (afortunadamente) nuestras preferencias, unos se decantarán por un estilo determinado al que seguirá una estética y un campo de cultura propio, otros tantos adoptarán el gusto de los 40 principales o la MTV y hoy, gracias a valiosísimas herramientas como YouTube, Spotify, Myspace o last.fm muchos iremos en busca de más y más sintonías con las que seguir caminando.
La música nos permite sentir emociones colectivas, nos lleva al encuentro, multitudinario o personal, para compartir ritmos y letras.
Palabras de amor, historias de vida, mensajes de esperanza y canciones que nos mantienen una noche de fiesta y destrozan cada articulación del esqueleto... que hacen que nos salten los fusibles y dejan que las corcheas se mezclen con nuestros glóbulos rojos recorriendo arterias y venas hasta llegar al corazón.
En un mundo cada vez más global, algunos artistas componen en inglés para llegar a más público, otros permanecen fieles a su lengua materna para llegar mejor, y lo mismo ocurre con los oyentes: ¿Entendemos el discurso que con tanta fuerza cantamos? ¿Te transmite lo mismo Dylan que
Britney? ¿Vetusta morla que Keane? ¿Quique Gonzalez que Jack Johnson? Cada uno irá recopilando sus temas especiales, sus catalizadores, sus grandes éxitos, canciones que llenan nuestros iPods y, en definitiva, a nosotros también.
Alabad al Señor que la música es buena.
Desde la Biblia, en el Salmo 150 se nos invita a alabar al Señor con todos los instrumentos. La música acompañará nuestra oración en múltiples momentos, ayudando en nuestra disposición a la reflexión, dando luz a tramos de penumbra, uniendo nuestras voces, animando la Eucaristía (donde caben órganos de tubos y guitarras españolas). "El canto se convierte así en la respuesta de un corazón rebosante de alegría, reconoce a su lado la presencia de Dios" nos dijo Juan Pablo II tras compartir escenario con Bob Dylan en un encuentro de jóvenes.
A continuación ahí va un pequeño set list de música de hoy y siempre en la que yo he encontrado una conexión con la oración, la inspiración y la fe.
1. Hola a todo el mundo.
Hatem prayer team
2.Sufjan Stevens.
God'll ne'er let you down.
3.R.E.M.
Losing my religion.
(Porque las dudas también están ahí)
4.Lori Meyers.
Mi realidad.
5.Coldplay.
Don´t panic.
6.Florence and the Machine.
You´ve got the love.
7.U2.
Sometimes you can´t make i ton your own.
8.Bob Dylan.
Knockin' on heaven's door
(Link a la actuación con el Papa en 1997)
9.Wilco.
Jesus, etc.
10.Mercedes Sosa.
Solo le pido a Dios.
11.Leonard Cohen versión de Jeff Buckley.
Hallelujah.
12.Bon Iver.
Skinny Love.
13.Crystal Fighters.
Follow.
14.The verve.
Bittersweet Symphony.
¿Y tú? ¿Qué temas incluirías en la banda sonora de tu vida?
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