Publicado por De todos los días
Para el día de hoy (22/01/12):
Evangelio según San Marcos 1, 14-20
Hay una secuencia inevitable: el arresto del Bautista y el comienzo del ministerio de Jesús de Nazareth. Una lectura lineal indicaría que la cárcel de Juan es el disparador de la actividad de Jesús, pero hay más, siempre hay más. No hay violencia que prevalezca, no hay cruz ni mazmorras que sean definitivas, la salvación no puede detenerse.
La prisión de Juan preanuncia la Pasión de Jesús, como consecuencia de su santa rebeldía y su desafío valiente a los poderes que se oponen a la vida plena, voluntad de Dios.
Hay un signo cabal de esperanza para toda desolación: allí en donde andan campeando el dolor, la oscuridad y la muerte, el no se puede, la prisión definitiva, allí mismo han de comenzar cosas nuevas y buenas.
El Maestro se encamina a Galilea apenas se entera del arresto del Bautista. No es sólo su querencia, su provincia, su patria chica: se trata de la Galilea sospechosa, la de los impuros, la de los despreciados por los rigores de Judea y Jerusalem, la Galilea de los campesinos que carecen de poder y tierras, la Galilea de los márgenes perpetuos, la misma Galilea que será punto de reencuentro luego de la Resurrección. Quizás porque de allí nada puede esperarse, tal vez porque allí sólo se sabe de malas noticias comienza el anuncio del Reino de Dios cerca, muy cerca, tan cerca que está en el corazón de los más pobres y olvidados creciéndose en silencio y humildad. Allí germinará mejor la semilla porque la tierra de las almas está libre de las cizañas de rigores religiosos y las piedras estrictas de las normas y preceptos de exclusión.
Él hace un llamado urgente a la conversión, porque las cosas nuevas sólo pueden surgir y saborearse en corazones renovados.
Conversión -cum vertere- que significa vertirse o volcarse por entero a esta nueva dimensión de la existencia; es mucho más que el mero nuevo adepto a una religión, o un convencimiento doctrinario puntilloso y eficiente. Es volcarse por entero a una persona antes que a una idea, se trata de algo concreto que late y vive entre nosotros, Jesús de Nazareth. Somos lo que declamamos ser -cristianos- no tanto por dogmas sino porque seguimos los pasos de Alguien.
Desde esa Galilea de los márgenes, y desde todas nuestras Galileas de toda periferia ha de comenzar todo. Al igual que en relato del Génesis, en que la Palabra crea el universo, la humanidad se re-crea a partir de una noticia que sera permanentemente nueva y será buena, la mejor de las noticias, hay un Dios que es un Padre que nos ama y una Madre que nos cuida, un sueño concreto de hermanos, un viento fresco de justicia, un sol de misericordia, un tiempo de socorro y compasión.
Quizás nuestra vida sólo encuentre sentido pleno a partir de ello, que sólo desde una noticia fantástica, maravillosa, magnífica la existencia decide un horizonte real.
No es tarea sencilla, ni mucho menos individual. Es personal pero comunitaria, no estamos solos. Por eso el Maestro convoca a gentes sencillas en donde lo decisivo será la fidelidad y esas ganas de navegar mar adentro de las oscuridades del mundo, al rescate de tantos pequeños peces perdidos en el nado del sinsentido.
Él busca mujeres y hombres de corazones dispuestos al servicio y a la alegría; mujeres y hombres que no renuncian a lo que son -seguirán siendo pescadores como Andrés y Simón, como Santiago y Juan- pero que ahora resignificarán todo lo que son para arribar al puerto nuevo de todo lo que pueden ser.
Así nosotros estamos en nuestros afanes diarios, encallecidos por la rutina y la vorágine diarias, acomodados en nuestras costumbres, y Dios se nos acerca desde nuestras orillas, pura sonrisa e invitación a seguir sus pasos, pasos de vida plena, un Dios que mira con ojos de hombre, con Palabras humanas y eternas en la invitación increíble a que todos seamos felices.
Paz y Bien
Evangelio según San Marcos 1, 14-20
Hay una secuencia inevitable: el arresto del Bautista y el comienzo del ministerio de Jesús de Nazareth. Una lectura lineal indicaría que la cárcel de Juan es el disparador de la actividad de Jesús, pero hay más, siempre hay más. No hay violencia que prevalezca, no hay cruz ni mazmorras que sean definitivas, la salvación no puede detenerse.
La prisión de Juan preanuncia la Pasión de Jesús, como consecuencia de su santa rebeldía y su desafío valiente a los poderes que se oponen a la vida plena, voluntad de Dios.
Hay un signo cabal de esperanza para toda desolación: allí en donde andan campeando el dolor, la oscuridad y la muerte, el no se puede, la prisión definitiva, allí mismo han de comenzar cosas nuevas y buenas.
El Maestro se encamina a Galilea apenas se entera del arresto del Bautista. No es sólo su querencia, su provincia, su patria chica: se trata de la Galilea sospechosa, la de los impuros, la de los despreciados por los rigores de Judea y Jerusalem, la Galilea de los campesinos que carecen de poder y tierras, la Galilea de los márgenes perpetuos, la misma Galilea que será punto de reencuentro luego de la Resurrección. Quizás porque de allí nada puede esperarse, tal vez porque allí sólo se sabe de malas noticias comienza el anuncio del Reino de Dios cerca, muy cerca, tan cerca que está en el corazón de los más pobres y olvidados creciéndose en silencio y humildad. Allí germinará mejor la semilla porque la tierra de las almas está libre de las cizañas de rigores religiosos y las piedras estrictas de las normas y preceptos de exclusión.
Él hace un llamado urgente a la conversión, porque las cosas nuevas sólo pueden surgir y saborearse en corazones renovados.
Conversión -cum vertere- que significa vertirse o volcarse por entero a esta nueva dimensión de la existencia; es mucho más que el mero nuevo adepto a una religión, o un convencimiento doctrinario puntilloso y eficiente. Es volcarse por entero a una persona antes que a una idea, se trata de algo concreto que late y vive entre nosotros, Jesús de Nazareth. Somos lo que declamamos ser -cristianos- no tanto por dogmas sino porque seguimos los pasos de Alguien.
Desde esa Galilea de los márgenes, y desde todas nuestras Galileas de toda periferia ha de comenzar todo. Al igual que en relato del Génesis, en que la Palabra crea el universo, la humanidad se re-crea a partir de una noticia que sera permanentemente nueva y será buena, la mejor de las noticias, hay un Dios que es un Padre que nos ama y una Madre que nos cuida, un sueño concreto de hermanos, un viento fresco de justicia, un sol de misericordia, un tiempo de socorro y compasión.
Quizás nuestra vida sólo encuentre sentido pleno a partir de ello, que sólo desde una noticia fantástica, maravillosa, magnífica la existencia decide un horizonte real.
No es tarea sencilla, ni mucho menos individual. Es personal pero comunitaria, no estamos solos. Por eso el Maestro convoca a gentes sencillas en donde lo decisivo será la fidelidad y esas ganas de navegar mar adentro de las oscuridades del mundo, al rescate de tantos pequeños peces perdidos en el nado del sinsentido.
Él busca mujeres y hombres de corazones dispuestos al servicio y a la alegría; mujeres y hombres que no renuncian a lo que son -seguirán siendo pescadores como Andrés y Simón, como Santiago y Juan- pero que ahora resignificarán todo lo que son para arribar al puerto nuevo de todo lo que pueden ser.
Así nosotros estamos en nuestros afanes diarios, encallecidos por la rutina y la vorágine diarias, acomodados en nuestras costumbres, y Dios se nos acerca desde nuestras orillas, pura sonrisa e invitación a seguir sus pasos, pasos de vida plena, un Dios que mira con ojos de hombre, con Palabras humanas y eternas en la invitación increíble a que todos seamos felices.
Paz y Bien
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