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MISIONEROS EN CAMINO: XVIII Domingo del T.O. (Mt 14, 13-21 ) - Ciclo A: Bipolaridad
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domingo, 31 de julio de 2011

XVIII Domingo del T.O. (Mt 14, 13-21 ) - Ciclo A: Bipolaridad

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Por J. Garrido

1. Situación

Vivimos esta paradoja: «No sólo de pan vive el hombre; pero sin pan no puede vivir». ¿Cómo integrar la necesidad de pan con la experiencia de que el pan no sacia nuestro hambre?

La cuestión tiene aplicación personal y social, al mismo tiempo. De hecho, ha servido tanto a los espiritualistas, que insisten en el pan espiritual, como a los temporalistas, que insisten en el estómago lleno como requisito para todo planteamiento espiritual.

¿Cuál es tu modo de ver este problema y, sobre todo, de vivenciarlo?


2. Contemplación

La Palabra de Dios mantiene la bipolaridad: pan para el hambriento y pan para los que comen y no se sacian.

La lectura de Is 55,1-3 resulta muy actual, especialmente para nuestras sociedades de consumo. Lo probamos todo y estamos cada día más vacíos. Este vacío existencial es el presupuesto donde cabe pronunciar la Palabra: Escuchadme y viviréis. Porque es la Palabra el verdadero alimento del corazón humano.

La multiplicación de los panes de Jesús exige un doble principio de lectura: por un lado, el realista encarnado, el de la praxis mesiánica de Jesús, que trae el Reino para los hambrientos de estómago, sin metáfora; por otro lado, el eucarístico, pues realiza el signo de la abundancia para los últimos tiempos, representado y realizado al dar gracias a Dios por el don de su Hijo.

Ver la correlación de ambos aspectos en entrar en la Alianza perpetua, prometida a David, puesta en marcha por Jesús.

El salmo responsorial celebra el amor de Dios cuidando de sus hijos como un padre cariñoso y entrañable: que los alimenta, cuida, instruye, promete...


3. Reflexión

No es fácil creer en las expresiones del salmo a la letra. ¿Es verdad que Dios da la comida a su tiempo a los que esperan en El? ¡Que lo digan en Bangladesh o en el Chad!

Es normal, por ello, que muchos hombres hayan prescindido de Dios para cumplir la palabra de Jesús: ¡Dadles vosotros de comer!

El cristiano adulto no cae en ese dualismo. No hace de Dios la solución del hambre en el mundo; pero tampoco prescinde de Dios en los problemas humanos. Al contrario, según madura su fe:

— La motiva con la praxis de Jesús, que no dejó abandonada a la gente hambrienta en medio del descampado, y toma en serio el compartir lo poco o mucho que tiene, y no justifica su insolidaridad diciendo que con lo que él dé no se arregla el problema.

— No se limita a dar de comer, pues la persona humana es más, y trabaja por su plenitud integral: la sicológica, la cultural, la moral, la religiosa...

— Pero no se siente protagonista y señor de la historia, sino un servidor del Reino, un pobre discípulo de Jesús. Cada vez que comparte lo que tiene o reivindica los derechos humanos, cada vez que ve afirmarse la solidaridad humana en todas sus formas, siente la presencia providente de Dios inclinada amorosamente sobre sus hijos.

— No le pide a Dios cuenta de por qué no libera a la humanidad del hambre o de los horrores de la guerra o de la opresión. Como Jesús, sustituye la pregunta por la acción y por la confianza en Dios.


4. Praxis

¿Qué puede significar multiplicar los panes en nuestra vida diaria? Abrir la casa y la mesa, pues la intimidad no debe ser una fortaleza.

¿Por qué la Eucaristía del domingo tiene tan poco que ver con la Eucaristía del pan compartido y multiplicado? ¿Cómo redescubrir que el pan-cuerpo de Cristo es el pan entregado por todos y mandamiento irrenunciable: Haced esto en memoria mía?

No caer en la crispación de quien le echa a Dios la culpa del hambre y de otras calamidades. Y tampoco erigirnos en jueces del mundo. El que vive de la Palabra y confía en la Providencia transforma su realidad en amor de humanidad, pues, ¿de qué sirve dar de comer si no damos dignidad y esperanza al corazón humano?

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WebJCP | Abril 2007