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MISIONEROS EN CAMINO: Homilías y Reflexiones para el XV Domingo del T.O. (Mt 13,1-23) - Ciclo A
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sábado, 9 de julio de 2011

Homilías y Reflexiones para el XV Domingo del T.O. (Mt 13,1-23) - Ciclo A



LA FUERZA SECRETA DEL EVANGELIO

Los Evangelios son más que cuatro libros, son el Evangelio. Y como Evangelio de Jesús es la nueva semilla del Nuevo Reino, del Nuevo Mundo, del Nuevo Hombre. Anunciar el Evangelio es sembrar semillas de vida nueva. Leer el Evangelio es ir sembrando en la tierra de nuestros corazones semillas de Dios, semillas de mundo, semillas de hombre. Cuando escuchamos o leemos o meditamos el Evangelio, imperceptiblemente, estamos sembrando semillas de algo nuevo dentro de nosotros mismos. Incluso cuando decimos que no logramos entenderlo, aún entonces van cayendo semillas.

Es lo que mejor sabe hacer Dios, sembrar, porque Dios todo nos lo regala en semillas. Luego será la tierra de cada corazón la que hará brotar esas semillas. Dios nos regala la felicidad, pero en semillas. De nosotros depende el resto. Dios nos regala la vida eterna, pero en semillas. De nosotros depende el resto. Dios nos regala el amor, pero en semillas. De nosotros dependerá luego el que amemos. Dios nos regala el Evangelio, pero de nosotros dependerá que su palabra brote y crezca dentro de nosotros. El Evangelio es como una fuerza secreta que calladamente va echando raíces, va brotando y va dando frutos. El Evangelio es la Buena Noticia de Dios a los hombres. Noticia sobre Dios, noticia sobre el hombre, noticia sobre el mundo.

Es posible que muchas veces nosotros mismos nos resistamos a esa Buena Noticia yos cueste creer en ella. Sin embargo, ahí seguirá, tal vez dormida durante años, pero en algún momento esa semilla ha de brotar. También el agricultor tiene que esperar su tiempo para que sus semillas comiencen a brotar, necesita de tiempo para que todo aquello que le impedía brotar al grano de trigo se pudra y el germen secreto y oculto empieza a brotar.

Es cierto que no todos los campos son igualmente fecundos, pero aún en los menos fecundos brotan los trigales. Como tampoco todos los corazones son iguales. Los hay de todos los estilos. Cada uno conoce el suyo. Hay corazones endurecidos. Hay corazones con demasiada maleza para que allí pueda crecer el Evangelio. Hay corazones demasiado indiferentes, en los que la semilla del Evangelio parece muerta. Sin embargo, la fuerza del Evangelio seguirá madurando allá dentro. En algún momento, Dios aprovechará la oportunidad para que nos abramos a esa semilla. Será tarde o temprano. Dios no utiliza reloj, sabe esperar. Sabe esperar a que la tierra de nuestro corazón se reblandezca o se limpie y purifique. Los golpes de la vida también hacen pudrirse la cáscara para que brote el germen. Más de una vez he sido testigo de que lo sembrado brotó casi en el último momento de la vida, pero brotó y dio su fruto de gracia.



LA CREACIÓN ESTÁ DE PARTO

Felizmente no solo las mujeres tienen partos. Para Pablo toda la creación está de parto, mejor dicho “está con dolores de parto”. Pero los dolores de parto son precisamente los que anuncian el nuevo nacimiento. Estos dolores de parto son también los que anuncian el nuevo nacimiento de la creación entera.
Nuestros bosques están con dolores de parto, a la espera de que el hombre les respete y los bosques se renueven y no se mueran en manos del egoísmo económico de los grandes.
Nuestros ríos están con dolores de parto, a la espera de dejemos de contaminarlos, ensuciándolos con todos nuestros deshechos y nuestros químicos.

Nuestro cuerpo está con dolores de parto, a la espera de que recuperemos su sentido, lo respetemos, lo valoremos y no hagamos de él cualquier basura.
Nuestra sexualidad está con dolores de parte, a la espera de que hombres y mujeres descubramos su verdadero sentido de comunicación y comunión de personas.

Me causó sorpresa cuando hace unos años paseándome por una ciudad leí este letrero: “Casa de Fotografía ecológica.” No resistí a la tentación y, demostrando mi ignorancia, entré y pregunté qué quería decir. Algo muy simple, los líquidos para el revelado de las fotos no los echamos por el alcantarillado, sino que los guardamos en depósitos para luego entregarlos en un centro encargado de purificarlos, así evitamos contaminar la ría.

Pero hay otros dolores de parto para Pablo: “También nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior, aguardando la hora de ser hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo.” Vivimos en constante dolor y sufrimiento anunciando nuestra renovación interior, nuestra conversión y por tanto nuestro nuevo nacimiento como hijos de Dios. Hay sufrimientos de muerte, pero también hay sufrimientos que son el anticipo y el anuncio de una vida nueva en nosotros.





EL DIOS DE LAS SEMILLAS

Es posible que todos estemos pensando más en la siega del trigo que en la sementera.
Me he convencido de que lo importante en la vida no es la siega, sino la siembra.
Lo que vale en la vida es sembrar semillas.
Dejémoslas luego.
Tal vez no fructifiquen en el tiempo que nosotros quisiéramos,
pero florecerán.
Las semillas no se pierden tan fácilmente.

Lo que sembremos en los hijos, tardará, pero algún día florecerá.
Lo que sembremos en la juventud, tardará, pero algún día echará el tímido brote.
Lo que sembremos en nuestras comunidades, tardará, pero, con frecuencia, hasta los frutos son invisibles.

Las semillas no mueren, mueren renaciendo.
Las semillas no son fáciles de matar.
Nadie se dedica a matar semillas.
Su dinamismo tarde o temprano brota.

Pienso que la pedagogía de Dios es la pedagogía de las semillas.
Dios siembra semillas en nuestros corazones. Algún día brotarán.
Dios siembra semillas de verdad en nuestras mentes. Algún día brotarán.
Dios siembra semillas de gracia en nuestras almas. Algún día brotarán.
Dios siembra semillas de santidad en nuestras vidas. Algún día brotarán.

No nos lamentemos de la siega.
Preguntémonos cuánto hemos sembrado.
No nos lamentemos de nuestros aparentes fracasos.
Preguntémonos si hemos sembrado buena semilla.
No perdamos la esperanza.
Preguntémonos cuántas semillas han salido de nuestras manos.





PARA TOMAR DECISIONES

Cada decisión que tomas en tu vida, de alguna manera de hace o te destruye. Es importante saber decidir:

Entre la duda de hacer el bien o el posible mal, elige siempre el bien.
Entre la verdad y la mentira, escoge siempre la verdad, aunque de momento pueda complicarte la vida.
Entre criticar o alabar, es preferible que alabes siempre.
Entre murmurar de alguien o hablar bien de él, es mucho mejor hablar bien, incluso aunque te equivoques.
Entre gritar o hablar con serenidad, es mejor que escojas la serenidad. El grito déjalo para otros.
Entre hacer algo por los demás o servirte de ellos, siempre será preferible que los sirvas a ellos en vez de servirte de ellos.
Entre hacer algo o no hacer nada, escoge siempre el hacer algo. Quien hace tiene derecho a equivocarse. El que no hace nada ya se equivocó.
Si hablan mal de ti, entre defenderte o callar, mucho mejor es que te calles. Tu silencio te hace más digno que tu protesta.
Entre mirar al futuro o encerrarte en el presente, mejor que apuntes lejos, al mañana, sin olvidarte por ello del hoy.
Entre una cara seria y una sonrisa, regala siempre una sonrisa. Así siempre quedarás bien.
Entre ser santo o un pecador, decídete por la santidad. Es mucho más elegante.
Entre la vulgaridad o lo grande, decídete por lo grande. Te sentirás mejor.
Entre amar o ser amado, decídete por amar. Así te amarán todos.
Entre lamentar o hacer algo, siempre será mejor que hagas algo. Te aburrirás menos.
Entre encerrarte en tu egoísmo o preocuparte de los otros, no dudes en preocuparte por los demás.
En toda decisión siempre hay otra posibilidad. Tú escoge siempre:

Lo difícil y no lo fácil.
Lo que exige y no lo cómodo.
Lo riesgoso y no lo seguro.
Lo que más te acerque a Dios y no lo que te aleje de Él.
Lo que más te acerque a los demás y no lo que te distancie.




¿QUIERES SER CARRETERA?

¿Te parece raro el título? Es maravilloso. Las carreteras unen los pueblos unos con otros. Los intercomunican. ¿Por qué no te decides tú a ser ese únete de unión que una a la gente, une al grupo donde estás, une a los pueblos? Cuanto más unidos vivamos somos más humanos. ¿Te decides?

Las carreteras son esas vías por las que todo el mundo pasa y nadie se detienen ellas. ¿Qué importa que a ti no te hagan caso? Lo importante es si tú haces de carretera por donde los demás puedan caminar, pasar, transitar de aquí para allá. Hasta Jesús dijo de sí mismo que “Él era el camino”. Claro, entonces no había carreteras. ¿No diría hoy “yo soy carretera”? ¿Te decides?

Por las carreteras se transportan los alimentos de un pueblo a otro, para que la gente pueda comer. ¿No podías ser tú esa carretera por donde Dios hace llegar el pan de cada día a los hermanos que no tienen pan? ¡Qué sabor más agradable tiene que tener el pan que pasa por ti y no se detienen sólo en tu mesa sino que llega hasta la mesa de los demás! ¿Te decides?

Hay carreteras por las que da gusto caminar. Están bien cuidadas. No tienen baches. ¿No crees que tú pudieras ser esa carretera donde los demás no tropiecen, no corran riesgo de herirse, y transiten a gusto? Qué bueno si los demás, al pasar por ti, no se han enterado de ti. Era tan suave el caminar que ni te notaban. Saber servir en silencio es hermoso. ¿Te decides?

Hay carreteras con tremendos baches, es horrible transitar por ellas. Hay corazones por los que es imposible cruzar, tienen demasiados baches de egoísmo, demasiados baches de posesividad, uno se queda atrapado en ellos. Rellena tus baches, los de tu corazón. Una buena confesión puede ayudarte. Así los demás no se herirán al tocarlo. ¿Te decides?

Hay carreteras que son puras cuestas. Por ellas se camina muy lento. Hay vidas que son pura cuesta arriba. Son corazones duros, no es precisamente el tuyo, ¿verdad? Porque tu corazón prefiere ser cuesta abajo por donde uno pueda deslizarse con facilidad. ¿Te decides?

Hay carreteras abandonadas que ya no llevan a ninguna parte. Hay vidas que realmente no llevan a ningún sitio, son vidas sin trascendencia alguna. Por tanto, vidas que terminan en ellas mismas. Sólo hablan de ellas mismas y no apuntan a ninguna parte. Pero la tuya, estoy seguro de que lleva lejos. Quien se acerque a tu vida sentirá muy cerca la proximidad de Dios. ¿Te decides?

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WebJCP | Abril 2007