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MISIONEROS EN CAMINO: Solemnidad de la Santísima Trinidad (Jn 3,16-18) - Ciclo A: Liturgia, Reflexiones, Exégesis y Oración
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viernes, 17 de junio de 2011

Solemnidad de la Santísima Trinidad (Jn 3,16-18) - Ciclo A: Liturgia, Reflexiones, Exégesis y Oración


Publicado por DABAR

Siempre el complejo tema de la Trinidad. Esa relación, unión y donación que nos asombran y desconciertan. Es lo que tienen los misterios: nos fascina pensar que podemos desentrañarlos y por otro lado, nos defrauda resolverlos porque dejan de ser misterios.
Padre, Hijo y Espíritu Santo, unidos por el amor, viviendo en amor, generando amor.
Visto así, queda muy bonito, pero no nos parece excepcional, único, reservado a lo divino, pues muchos de nosotros tenemos esa misma experiencia en nuestras familias, con nuestros amigos, en la parroquia, en el trabajo...
El amor mutuo que une y fortalece a la Santísima Trinidad ya no es, para nosotros, un misterio.
Pero ¿quién regala al hombre su capacidad de Amor?, y más difícil: ¿por qué?
Siempre hemos oído que Dios es Amor, amor que se nos regala, amor que sale de sí y crea, amor que genera vida y Amor.
Dios es Amor, pero... ¿de dónde sale su experiencia de Amor?
Todos somos capaces de Amar, pero para ello necesitamos dos requisitos: haber tenido experiencia de ser Amado y un objeto de Amor.
No podemos conocer al amor si no tenemos esa experiencia de ser amados, y no podemos amar si no tenemos un objeto de amor, si no tenemos a quien amar.
En el siglo XIX hubo un gran avance en la sociología cuando apareció en Nuremberg el primer “niño salvaje”, Kaspar Haüsen. Había crecido solo en una selva, sin contactos humanos. Era frío y calculador, agudizado su ingenio, pero falto de cualquier clase de sentimientos y emociones: no sabía lo que era el amor.
Dios es amor, y es amor porque sabe lo que es amar y ser amado, porque en la unión de la Trinidad todos son el amor, el amante y el amado. ¿También Dios necesitaba esta experiencia para sentir, saber y generar amor? No lo sé, es una mera elucubración (y espero no ser herética)
Dios experimenta tanto amor por su Hijo, el Hijo le devuelve tanto amor al Padre, que no puede quedarse para sí esa experiencia tan hermosa, y por medio del Espíritu (el amor que les une) crea y genera vida de Amor.
Su preciosa experiencia nos crea, nos constituye. Dios no puede quedarse para si el Amor, después de su experiencia Trinitaria siente el deseo de compartir y se regala, se dona en la Creación, nos hace objetos de su amor, “a imagen y semejanza”. Por haber nacido del Amor somos capaces de amar.
Ahora vivimos esa experiencia con cotidianidad, pero, en el fondo, ¿no es un gran Misterio que, viviendo Dios en continuo amor generado, sentido y regalado en el seno mismo de la Trinidad, haya tenido a bien regalarlo al mundo en la Creación, en su continua revelación, y al final en su propio Hijo?
Creo que en vez de intentar desentrañar El Misterio, más nos valdría vivir el misterio del amor de Dios.

CONCHA MORATA
concha@dabar.net


DIOS HABLA

EXODO 34,4b 6.8 9
En aquellos días, Moisés subió de madrugada al monte Sinaí, como le había mandado el Señor, llevando en la mano las dos tablas de piedra. El Señor bajó en la nube y se quedó con él allí, y Moisés pronunció el nombre del Señor. El Señor pasó ante él proclamando: «Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad». Moisés, al momento, se inclinó y se echó por tierra. Y le dijo: «Si he obtenido tu favor, que mi Señor vaya con nosotros, aunque ése es un pueblo de cerviz dura; perdona nuestras culpas y pecados y tómanos como heredad tuya».

II CORINTIOS 13,11 13
Hermanos: Alegraos, enmendaos, animaos; tened un mismo sentir y vivid en paz. Y el Dios del amor y de la paz estará con vosotros. Saludaos mutuamente con el beso ritual. Os saludan todos los santos. La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo esté siempre con todos vosotros.

JUAN 3,16 18
Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree, ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.



EXEGESIS

PRIMERA LECTURA
Este texto, dentro de la liturgia de este día de la Santísima Trinidad, quiere evocar, sin duda, la figura del Dios único de Israel bajo una definición histórica básica para la experiencia de Israel; y quiere que siga siendo válida para nuestros días. Después de todo contiene lo más profundo y consolador del mensaje cristiana: la benignidad y compasión del Dios-Padre revelado en Jesús.
Es un pequeño texto dentro del contexto de renovación de la alianza de Dios con su pueblo. Refuerza la fidelidad de Dios consigo mismo. Y proclama el fundamento de esta fidelidad. El mismo ser compasivo y misericordioso le lleva a ‘no llevar cuentas del mal’.
Moisés ha renovado con sacrificio de sangre y posterior banquete el pacto con el Señor. Con la sangre ha asperjado al pueblo; los notables comparten banquete después de haber ascendido al Monte con Moisés y Aarón (c.24,1-12).
Es entonces cuando Moisés asciende solo a la montaña y recibe las dos losas de piedra con las Diez Palabras escritas en ellas. La Ley santa que el pueblo se compromete a guardar.
Inmediatamente (c.32) se nos cuenta cómo, tardando en bajar Moisés del monte el pueblo presiona a Aarón para que les haga ‘un dios que vaya delante de nosotros’. La irritación del Señor ante la burla y desconfianza que este hecho trasluce, se traduce en castigo terrible que pasa a espada a tres mil (c.32,28).
Ni Moisés puede calmar la ira del Señor, que se niega a acompañar a ese pueblo porque ‘en un momento que os acompañe, os aniquilaré’ (35,5). Sólo se aviene a aconsejar a Moisés cómo guiar a su pueblo: Moisés le recuerda al Señor que este pueblo es el suyo, del Señor. El Señor se compromete a acompañarlo (33,17) Pero Moisés no se conforma; quiere sentir la presencia del Señor y le pide: “Enséñame tu Gloria”. Y el Señor se lo concede. “El Señor hablaba con Moisés cara a cara como un hombre con su amigo” (33,11).
Repentinamente el Señor cambia de actitud. Va a revelar a Moisés cómo es Él. Va a hacerle conocer el porqué de su actitud y de su no cumplir lo que el pueblo merece por su idolatría, la bofetada que supuso ‘fabricarse un dios’. Dios va a deponer su ira, su enfado. Se rebaja a la altura de su pueblo. No puede desdecir su naturaleza, ‘lento a la cólera y rico en piedad’. E invita a Moisés a pronunciar el nombre del Señor, que es conocerlo a Él.
En este contexto aparece el texto de hoy. Moisés sube al monte y al conjuro de su invocación Dios mismo se define a sí mismo como lo que es. Ciertamente ‘es Dios y no hombre’, fiel a sí mismo, que olvida nuestras culpas porque él es ‘Adonai, Adonai, Dios compasivo y misericordioso’ (v.6). Y Moisés, fiel a su pueblo, intercede por él ante el Señor.
La conclusión de este capítulo es hermosa. Dios se compromete a sí mismo y renueva el pacto. Y vuelve a dictar sus mandatos a Moisés: “Escríbete estos mandatos. A tenor de estos mandatos hago mi alianza contigo y con Israel” (34,27). Y es que Moisés ha subido con dos tablas nuevas al monte (34,1) como le ha mandado el Señor. A diferencia de la primera vez en que las losas fueron escritas por el fuego del Señor: “Las losas estaban escritas por ambos lados, por delante y por detrás; eran hechura de Dios y la escritura era escritura de Dios, grabada en las losas” (32,16)
¿Querría decir ahora el Señor que su palabra al estar transcrita por Moisés estará tan cercana a nosotros que no podamos decir que no la entendemos por estar ‘más alta que los cielos o más profunda que los mares’? Está dentro de nosotros, a nuestro alcance.

TOMÁS RAMÍREZ
tomas@dabar.net


SEGUNDA LECTURA

El final de Segunda Corintios es la exhortación a la alegría, concordia, unión y paz, cosas todas ellas no indiferentes en un contexto como el de la comunidad de Corinto. Realmente aquellos cristianos tenían necesidad de que Pablo les animase a estas actitudes, dadas las tensiones que se habían dado entre ellos.
Hay, además, en el v. 12 el típico saludo de la época.
Pero lo más importante es el verso final de todo el escrito. Bien podría tratarse, dada su formulación, de una fórmula litúrgica. Actualmente nos resulta familiar dado que con frecuencia es usada en el comienzo de nuestras eucaristías. Lo cual habría recuperado el contexto inicial en que nació. No es, pues, "invento" de Pablo, sino que el Apóstol usa la fórmula como conocido en sus comunidades.
Resulta interesante que aparezca la Trinidad de forma muy explícita y elaborada. Hay que tener en cuenta que "Dios" en la literatura paulina equivale a "Dios Padre". Por tanto encontramos mención de lo que, posteriormente y no de modo muy exacto ni útil, se llamarán "personas divinas" (para ser coherentes con la formulación dogmática habría que habla de "hypostaseis", pero este término griego resulta incomprensible actualmente). En fecha tan temprana como la de esta carta (hacia mediados/finales de los años 50) ya existían formulaciones como la que aquí encontramos.
Pero más importante es percibir que no se trata de una mera afirmación teórica, sino que se atribuyen a los Tres de la Trinidad "gracia/don", "amor" y "comunión". La Trinidad aparece aquí no lejana o abstracta, un misterio ontológico total, sino como fuente de dimensiones reales y prácticas para los cristianos. Creer en Ella sería, pues, abrirse a su don, amar y estar en comunión con los demás. Sin ello, aunque se acepte el misterio, para poco o nada vale.
Siguiendo el ejemplo paulino habría que insistir más en esta Trinidad funcional, real, significativa para nosotros, que en especulaciones no muy útiles.

FEDERICO PASTOR
federico@dabar.net

EVANGELIO

1. Aclaraciones al texto
Nicodemo. Mencionado únicamente en el cuarto evangelio, Nicodemo era probablemente miembro del Sanedrín, órgano supremo de gobierno del pueblo judío.
V.16 Tanto amó que entregó. La construcción consecutiva empleada en el original griego indica que la consecuencia es un hecho real: tanto amó que realmente entregó. Entregar tiene el sentido de dar. El mundo. La creación como lugar del hombre, resultado de la Razón creadora de Dios. Perecer: no tener la vida que Dios tiene. No tener esa vida es estar condenado. Vida eterna. Expresión favorita del cuarto evangelio para designar la vida propia de Dios, la vida misma con que vive Dios y que la muerte no puede destruir.
Vs.16 y 18 Hijo único de Dios. El adjetivo único connota singularidad, excelencia. Hijo único, hijo singularmente valioso.
V.18 El que cree en él no será condenado. Más de acuerdo con el original griego: El que cree en él no está condenado (presente en lugar de futuro). Creer en el nombre de alguien: expresión con el significado de dar la adhesión a alguien.

2. Texto.
Jesús habla a Nicodemo sobre Dios y lo hace en términos de amor de Dios al hombre.
Amor sin restricciones ni en origen ni en destino. Dios da lo más valioso que tiene y lo da a todos sin excepción. Es una formulación de máximos, con un único objetivo: que el hombre viva la vida misma de Dios.
Esta vida de Dios adquiere garantía empírica en el hijo singularmente valioso de Dios. En este punto Jesús habla a Nicodemo sobre sí mismo.
Adhiriéndose a este hijo de Dios el hombre hace suya la vida misma de Dios y, consiguientemente, está salvado.

3. Comprensión actualizante
Dios ha querido entrar en el mundo porque lo ama y sólo porque lo ama.
Dios ha venido al mundo para hacer partícipe al hombre de su misma vida.
Dios es la certeza que el hombre necesita absolutamente.
A través de Jesús el saber sobre Dios se nos acerca de manera empíricamente accesible y creíble.
Jesús es la garantía empírica de un Dios que ama, de un Dios cuya existencia no obedece al miedo humano ni a la angustiada interrogación humana ante el misterio del dolor y de la muerte.
Jesús es la garantía empírica de que Dios nos ama a todos sin excepción y de que la vida de Dios está objetivamente al alcance de todos sin excepción.

ALBERTO BENITO
alberto@dabar.net


NOTAS PARA LA HOMILIA

Nuestro tiempo no favorece el recogimiento…por eso se ha de educar al Pueblo de Dios en el valor del silencio…la gran tradición patrística nos enseña que los misterios de Cristo estan unidos al silencio y sólo en él la Palabra puede encontrar morada en nosotros, como ocurrió en María, mujer de la Palabra y del silencio inseparablemente”.Exhortación Apostólica “Verbum Domini” del papa Benedicto XVI, nº 66.

“¡Silencio en su presencia todo el mundo!”. Habacuc 2, 20. Ante la obra del Creador, de la que apenas conocemos una pequeña parte, nos quedamos admirados de su belleza, de su poder y de su imaginación.

“Cuando abrió el séptimo sello, se hizo en el cielo un silencio de media hora”. Apocalipsis 8, 1. El misterio de Dios no sólo se nos acerca en las maravillas de la creación, sino en la persona de Jesús de Nazaret, en él Dios se nos ha acercado todo cuanto puede caber en nuestra limitada naturaleza.

“No perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna”. Evangelio de hoy. “Los que creen en él”, son los que han dado el difícil paso de la fe. Difícil porque cuesta ver a Dios en la normalidad de la persona y la misteriosa vida y muerte de Jesús. Difícil, si nos planteamos en serio el hecho del “Dios con nosotros”.

La fe supone humilde disponibilidad para aceptar el misterio, una actitud lógica si hemos caído en la cuenta del misterio que habita en cada uno de nosotros y en el mundo.

Supone también haberse planteado las capacidades del Amor en mayúscula, cuyas huellas podemos vislumbrar en la historia de la humanidad y en la de cada uno de nosotros. “Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único”. Evangelio de hoy.

Nos ayuda a creer en Él como enviado del Padre, el constatar en los evangelios y en la historia de la Iglesia, que todos los que se acercaban a Jesús y los que también hoy se encuentran de verdad con Él, experimentan la cercanía de Dios, que siempre es salvadora.

Después de la progresiva revelación de Dios, a medida de las capacidades del hombre, “en esta etapa final nos ha hablado por medio de un Hijo”. Hebreos 1,2. Los contemporáneos de Jesús de Nazaret pudieron vislumbrar el Espíritu de Dios que en él habitaba. Su novedad dejó perplejos a muchos; los pobres aceptaron la salvación recibida por medio de Él y creyeron; los sabios y entendidos, se reafirmaron en su seguridad y se cerraron al misterio del amor de Dios que en Él se hizo patente. Este drama continua hoy.

Para creer en Dios hay que estar introducidos en los misterios del amor. “Tanto amó Dios al mundo” y tanto sigue amándonos nuestro Padre del cielo, “pues Dios no da el Espíritu tasado”. Juan 3, 34.

LORENZO TOUS
lorenzo@dabar.net





PARA CONSIDERAR Y REFLEXIONAR EN GRUPOS

Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo,
sino para que el mundo se salve por él
(Jn 3, 17)

Preguntas y cuestiones

El gran problema del mundo actual es la increencia.
Constatar su realidad y sus efectos.
¿Cómo hemos de dar testimonio de nuestra fe?


PARA LA ORACION

Padre nuestro, nunca podremos alabarte y darte gracias como te mereces, por los dones de tu Espíritu que hemos recibido por medio de Jesucristo, nuestro hermano mayor.
Recibe hoy la gratitud que sentimos por haberte conocido y por llamarnos hijos y por serlo en verdad.
Son muchos los hombres que no te conocen pero que te buscan a su manera.
Hoy nos unimos con todos ellos para formar tu familia por Jesucristo nuestro Señor.
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Padre entrañable y lleno de bondad, te alabamos y bendecimos porque nos has abierto la puerta de tu casa y nos has sentado a tu mesa.
Cuando aún estábamos lejos, Tu nos enviaste a Jesús, como mensajero de la paz, para mostrarnos el camino que nos conduce hacia ti.
Tu Espíritu, que Jesús nos prometió y nos mereció en la cruz, nos acompaña en nuestro caminar.
Todo es un don tuyo, la vida y la salvación.
Somos un número incalculable de hijos tuyos. Muchos peregrinamos aún por el mundo entre luces y tinieblas, pero sabemos que tu amor providente nos acompaña siempre.
Son también muchos los que terminaron su paso por esta vida y ahora descansan contigo en la eterna.
Con ellos y con todos nuestros hermanos queremos cantar tu alabanza.
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Padre del cielo, hoy nos has tenido a tu mesa y nos has alimentado con el Pan del cielo. Tu querías que tu mesa estuviese llena de comensales y enviaste mensajeros a buscarlos por calles y plazas hasta que tu casa estuvo llena de buenos y malos.
Hoy nos sentimos enviados también al mundo para hablar de Ti con palabras y obras. Que no nos falte tu ayuda para conseguirlo.
Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor.


LA MISA DE HOY

MONICIÓN DE ENTRADA
Los cristianos no hablamos de Dios como si fuese un atrevimiento, condenado al vacío, sino como una necesidad de nuestra fe porque Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios, nos ha revelado el Amor del Padre.
Hoy le invocamos y le alabamos como Creador y como el Salvador que nos ha querido sentar a su mesa como hijos y herederos de la vida eterna.


SALUDO
El Dios del amor y de la paz esté con vosotros.

ACTO PENITENCIAL
Preparémonos para escuchar la Palabra de Dios y celebrar nuestra fe, implorando la misericordia de Dios.
- Nosotros, tus hijos, ponemos nuestras culpas ante Ti. Señor, ten piedad
- Ten compasión de nosotros, tus amigos. Cristo, ten piedad.
- Sácianos de tu misericordia. Señor, ten piedad.
Dios misericordioso, lento a la ira y rico en piedad, concédenos tu perdón y renueva nuestra confianza. Por Jesucristo nuestro Señor.

MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA
Escuchemos la revelación que Dios hizo de si mismo a Moisés, en la que le muestra su misericordia entrañable.

SALMO RESPONSORIAL (Dan 3)
A ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres, bendito tu nombre santo y glorioso.
A ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres en el templo de tu santa gloria. Bendito eres sobre el trono de tu reino.
A ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas los abismos. Bendito eres en la bóveda del cielo.
A ti gloria y alabanza por los siglos.

MONICIÓN A LA SEGUNDA LECTURA
San Pablo nos exhorta a recibir de Dios su paz y a esforzarnos para crear un clima de bondad y de amor entre nosotros.

MONICIÓN A LA LECTURA EVANGÉLICA
Hablando Jesús con Nicodemo, le revela el amor de Dios que ha querido salvar el mundo dándonos a su Hijo Jesús.

ORACIÓN DE LOS FIELES
Presentemos al Padre las necesidades de todos sus hijos los hombres. Respondamos: Señor, creemos pero aumenta nuestra fe.
- Padre, autor de la vida, que todos los hombres puedan vivir dignamente. Oremos.
- Padre, creador del mundo, que todos los hombres respeten la naturaleza. Oremos.
- Padre, tu nos enviaste a Jesús para salvarnos, danos tu Espíritu para conocerle y seguirle. Oremos.
- Padre, tu eres padre de huérfanos y protector de viudas, consuela y anima a todos los que sufren. Oremos.
- Padre bueno, tu eres justo y misericordioso, ayuda a los gobernantes con tu justicia y tu bondad. Oremos.
- Padre, tu siempre acoges al que te busca, ilumina a los que van errados. Oremos.
- Padre santo, llena con tu amor a todos los que están lejos de ti. Oremos.
- Padre, que todos los que formamos esta comunidad, experimentemos la fuerza del Pan bajado del cielo que nos ofreces. Oremos.
- Padre eterno, recibe en tus amorosos brazos a todos tus hijos que han fallecido. Oremos.
Oración. Padre, tu conoces el corazón del hombre y sabes lo que necesitamos antes de que te lo pidamos. Ayúdanos a conocer la abundancia de tus dones, para que vivamos alabándote siempre. Por Jesucristo nuestro Señor.



CANTOS PARA LA CELEBRACION

Entrada. Alabaré, alabaré; Cristo nos une en torno a su altar (disco “15 Cantos para la Cena del Señor” de Erdozáin); Eme adelantaré hasta el altar (3ª estrofa); Dios nos convoca (disco “16 Cantos para la Misa”); Todos unidos formando un solo cuerpo (1CLN-408).
Salmo. LdS; o como estribillo, la antífona de Deiss Gloria, honor a Ti, Señor Jesús; o el estribillo Por siempre yo cantaré tu nombre, Señor.
Aleluya. Aclamemos al Señor, Aleluya; Aleluya (2CLN-E 4).
Ofertorio. Señor te ofrecemos el vino y el pan (de Goicoechea Arrondo).
Santo. De Palazón.
Comunión. Tan cerca de mí (de Luis Alfredo, disco “Baja a Dios de las nubes”); Oh, buen Jesús; Gustad y ved (2CN-O 24); Acerquémonos todos al altar (1CLN-O 24).
Final. Mientras recorres la vida u otra canción a la Virgen.



Director: José Ángel Fuertes Sancho •Paricio Frontiñán, s/n• Tlf 976458529 Fax 976439635 • 50004 ZARAGOZA
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WebJCP | Abril 2007