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MISIONEROS EN CAMINO: Homilías y Reflexiones para el VI Domingo de Pascua (Jn 14, 15-21) - Ciclo A
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domingo, 29 de mayo de 2011

Homilías y Reflexiones para el VI Domingo de Pascua (Jn 14, 15-21) - Ciclo A


Publicado por Iglesia que Camina

LA SAVIA CAMINA POR DENTRO

Puede que la Iglesia hoy esté golpeada y hasta dando signos de pobreza y motivos de crítica. Sin embargo, la Iglesia es como esos troncos de árboles que tiene una corteza áspera y dura, pero que por dentro viaja la savia que les sigue dando vida. Vemos los troncos por fuera, pero no vemos la savia que está dentro.

Vemos una Iglesia con un rostro afeado y maltrecho por una serie de infidelidades de cada uno de nosotros. Sin embargo, por dentro, la Iglesia lleva algo invisible que le da vida. Es la presencia del Espíritu. Jesús nos dice con claridad: “Entonces sabréis que yo estoy con mi Padre, y vosotros conmigo y, yo con vosotros.”

La Iglesia tiene que ser algo visible, aunque su verdad es invisible. La Iglesia es Iglesia de los hombres y mujeres de todos los tiempos, aunque la Iglesia es de Él, de Jesús, y del Espíritu Santo, que lo único que hace es hacernos sentir esta presencia de lo invisible.

Quien quiera ver a la Iglesia solo desde su lado humano, es posible que se desilusione. Pero quien quiera ver la Iglesia por dentro, por su lado invisible, descubre que en su corazón hay mucho de vida. Cuando alguien nos dice “a pesar de los años se te ve bien”, se olvida que lo de afuera engaña. La carrocería puede conservarse más o menos, pero interiormente esconder un virus de muerte. Cuántas veces hemos dicho: “Con lo bien que se le veía y en dos meses se nos fue.” Yo diría que con la Iglesia sucede todo lo contrario: “Qué mal que se le ve en estos tiempos a la Iglesia.” Es posible que muchos estén pensando en el final de la Iglesia y se olvidan que por dentro la Iglesia lleva un dinamismo que no vemos, pero que está ahí. El don pascual de Jesús que es su propio Espíritu, capaz de renovarla cada día y hacerla nueva cada día.

Los hombres podemos hacerla vieja, mas el Espíritu la renueva cada día. Los hombres podemos arrugar su rostro, mas es el Espíritu que cada día le devuelve la tersura y la finura de su rostro.

No negamos que la Iglesia tenga como el árbol su cáscara arrugada y avejentada, pero seguimos creyendo que siendo nuestra. La Iglesia no es nuestra sino de Jesús que vive y habita en ella. “El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque vive en vosotros y está con vosotros.”

Benedicto XVI habla de la ceniza que se ha ido posando sobre la Iglesia a lo largo de los siglos, pero luego afirma que bajo esas cenizas hay todavía unas basas capaces de encender un nuevo fuego. Por eso la Iglesia se está renovando cada día. El peor pecado contra la Iglesia es ponerle obstáculos a su renovación y cambio, además de pretender que siga siendo la de siempre y como siempre.



DAR RAZÓN DE NUESTRA ESPERANZA

Como creyentes no somos utópicos, somos realistas.
Sabemos que el mundo anda mal.
Pero sabemos que puede estar mejor.
Porque si está mal es por nosotros no por el mundo.
Si está mal por nosotros, nosotros lo podemos cambiar.

Dicen que el mundo no cree porque existe el mal.
Nosotros decimos que creemos porque podemos vencer el mal.
Dicen que el mundo no cree porque la Iglesia anda mal.
Nosotros creemos porque podemos hacer una Iglesia mejor.
Dicen que en la Iglesia existe el pecado.
Pero sabemos que también existe la santidad.
Dicen que no creen en el matrimonio porque anda mal.
Nosotros sí creemos en el matrimonio porque depende de nosotros que ande bien.

Nosotros no creemos por creer.
Nosotros tenemos razones para creer.
porque creemos en Jesús resucitado que venció la muerte.
porque creemos que Jesús está vivo en medio de nosotros.
porque creemos que no estamos solos sino El con nosotros.
porque creemos que Jesús es verdad, camino y vida.
porque Jesús sigue viviendo entre nosotros.
porque tenemos fe de que detrás de la realidad está Dios.

Porque no hay futuro donde no hay esperanza.
Porque no hay mañana si no existe el hoy.
Porque nuestra fe no es una ilusión sino que se fundamenta en Dios.

Porque sin esperanza sólo existe el pasado que ya no existe.
Porque sin esperanza nadie lucharía en la vida por nada.
Porque sin esperanza la vida estaría muerta en nuestros corazones.
Porque sin esperanza nada tendría sentido y todo esfuerzo sería inútil.
Porque sin esperanza ni la vida tendría sentido y donde no hay sentido no hay futuro.
Porque sin esperanza la alegría sería imposible.
Porque sin esperanza todos renunciaríamos a la lucha por algo mejor.
Porque sin esperanza el sufrimiento sería una desgracia.
Porque sin esperanza todo nos sería indiferente.
Porque sin esperanza ni Dios tendría sentido en nuestras vidas.
Porque sin esperanza Dios dejaría de existir.
La gran razón de nuestra esperanza es que el Crucificado ha resucitado.
La gran razón de de nuestra esperanza es que “sabemos que Jesús está en el Padre, y nosotros con Él y Él con nosotros."

La gran razón de nuestra esperanza es que no estamos huérfanos porque tenemos un Padre en el cielo.

Podemos perderlo todo, menos la esperanza.
Podemos renunciar a todo, menos a la esperanza.
Podemos ser pobres, menos en esperanza.

Todos los días anochece, pero sabemos que mañana amanecerá.
Sabemos que el sol se esconde hoy, pero volverá a brillar mañana.





ENTRE EL AYER Y EL HOY

Olvida los fracasos de ayer.
Piensa que tampoco hoy lo lograrás todo.
Piensa que un fracaso reaviva tus energías para el triunfo.
Ayer tuviste problemas.
Hoy también los tendrás.
Nunca será buen día, el día que no tengas ninguno.
Ayer fue un mal día para ti.
Piensa que hoy puede ser mejor.

Comienza el día pensando que hoy todo puede es nuevo.
Hoy las cosas son como ayer.
Pero tú puedes ser distinto.
Ayer no había sol en tu vida.
Posiblemente tampoco hoy luzca con demasiada claridad.
Pero sueña que algún día amanecerás con sol en tu ventana.
Ayer todo lo veías imposible.
Puede que hoy la imposible se haga algo posible.
Ayer la vida te cansaba y estas harto de vivir.
Puede que hoy te despiertes con unas granas grandes de vivir.
Ayer tus amigos se olvidaron de ti.
Es posible que hoy tus amigos te busquen.
Ayer no veías futuro para tu vida.
Es posible que hoy veas luz en el horizonte.
Ayer todo te salió mal.
Es posible que hoy te salga bien.

Por eso nunca decidas por lo que un día sucede en tu vida.
Piensa que todos los días no son iguales.
Es que la vida, amigo, no siempre es luz de mediodía.
Ni tampoco oscuridad de media noche.
Todos los días tienen un amanecer y un atardecer.
Disfruta de tus amaneceres.
Y disfruta de tus atardeceres porque mañana volverá a amanecer.

Ayer fue un día triste para ti.
¿Quién te dice que hoy no puede ser un día alegre?
Ayer estuviste de mal humor.
Es posible que hoy la alegría vuelva a sonreír en tu corazón.
Acepta los fracasos de hoy.
Ellos te preparan para los éxitos de hoy.
Ni la vida dejó de ser vida ayer.
Ni la vida deja de ser vida hoy.





VIDA CONTEMPLATIVA

Juan Pablo II decía: “En un mundo que va perdiendo el sentido de lo divino, ante la supervaloración de lo material, ustedes queridas religiosas, comprometidas desde sus claustros en ser testigos de unos valores por los que viven, sean testigos del Señor para el mundo de hoy, infundan con su oración un nuevo soplo de vida en la Iglesia y en el hombre actual.”

Mientras unos se olvidan de Dios, otros viven de Dios.
Mientras unos marginan a Dios, otros lo ponen como centro de sus vidas.
Mientras unos piensan que Dios no es necesario, otros lo sienten como esencial.
Mientras unos niegan a Dios, otros lo hacen visible en sus vidas.
Mientras unos viven sin Dios, otros no pueden vivir sin El.
Mientras unos hablan contra Dios, otros hablan con El.
Mientras unos lo olvidan en la calle, otros los recuerdan cada día en el silencio de los claustros.

¿Qué pintan esas monjas de clausura?
Pueden que pinten cuadros, pero sobre todo se convierten en alma de la Iglesia.

¿Qué no hacen nada?
¿Y te parece poco mantener vivo el recuerdo y la presencia de Dios?
Mientras unos se divierten, otros en el silencio oran.
Mientras unos llenan su vacío interior con los ruidos, otros se llenan interiormente con la experiencia de Dios.

¿Qué nadie las ve?
Tampoco ves la savia que corre por dentro del tronco de los árboles. Ves solo la corteza, la vida va por dentro. Tampoco ves la sangre que corre por tus venas, pero gracias a ella tú puedes vivir.





HAZ DE TU VIDA UNA FIESTA

No es lo mismo hacer fiesta en la vida que hacer de la vida una fiesta. ¿No crees que tu vida, la tuya en concreto, puede ser una fiesta diaria? Ciertamente tú eres cada día una fiesta para Dios. Dios se recrea mirándote. Es que en tu vida descubre semillas de la suya propia y viéndote a ti se está viendo a Él mismo. Ya que eres fiesta para Dios, sé fiesta para ti mismo.

Haz de tu vida una fiesta para los demás. Invítalos a todos a tu vida, invítalos a tu fiesta, hazles sentir la alegría que vives dentro de ti. Ellos aprenderán a hacer de la suya su propia fiesta. Vive la alegría de lo que eres, aunque seas poca cosa. Hay flores muy chiquitas que tienen una gran belleza.

Para hacer fiesta, te basta una sola cosa: saber que Dios te ama. Tú podrás dudar de tu amor para con Él, pero no tengas la menor duda de su amor por ti. ¿Qué no te lo mereces? Es que si lo merecieses te amaría menos. Dios cuando te ama te hace más digno de ser amado.

¿Que te cuesta creer que Dios ame tan poca cosa? Ojala fueses menos aún. Los que se creen mucho no suelen sentir necesidad de Dios. En cambio, Dios tiene preferencia por los más pequeños. ¿Recuerdas a María? “El poderoso ha hecho obras grandes en mí… que soy la esclava del Señor.” Tu pequeñez nunca es un estorbo para que Dios te ame. Más le estorbarían tus aires de grandeza.

Ponle música diaria a tu vida. ¿La orquesta? La orquesta te la pone el mismo Dios. Por el bautismo y luego por la Confirmación te regaló al Espíritu Santo, que es precisamente la orquesta musical de Dios. ¿Recuerdas lo que dice San Pablo de los frutos del Espíritu Santo: amor, paz, alegría, bondad, afabilidad etc? Toda una orquestación musical de la vida.

¿Qué tú no estás para fiestas, pues por dentro llevas un velorio entero? ¿Y te olvidas de que Él puede resucitar al muerto que llevas escondido, y que lo que era muerte puede hacerse vida? Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro, ya olía mal, y Jesús le hizo salir afuera oliendo a vida, oliendo a resurrección. También hoy, si quieres, puedes dejar de oler mal y oler a vida nueva.

Hacer fiesta de tu vida no implica necesariamente mucho ruido, eso está bien para los jóvenes, para ti es preferible esa fiesta serena, tranquila, un poco en estilo de música de cámara. Esa es la fiesta del Espíritu, es la fiesta que vivió Jesús cada día de su vida. Por fuera mucho ruido en torno suyo, pero por dentro el Padre era su música y su fiesta diaria. Igual que hoy puede ser tu propia fiesta.

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WebJCP | Abril 2007