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MISIONEROS EN CAMINO: Vigilia Pascual (Mt 28, 1-10 ) - Ciclo A: Liturgia, Reflexiones, Exégesis y Oración
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viernes, 22 de abril de 2011

Vigilia Pascual (Mt 28, 1-10 ) - Ciclo A: Liturgia, Reflexiones, Exégesis y Oración


DIOS HABLA
Lecturas del Antiguo Testamento:
1.- Génesis 1,1-2,2
2.-Éxodo 14,15-15,1
3.- Ezequiel 36,18-28

Epístola: Romanos 6,3-11
Evangelio: Mt 28 1-10


EXÉGESIS

LECTURA: Gen. 1,1-2,2
“En el principio…..” La solemnidad ritual pausada y solemne, repetición casi litánica de este poema fundacional conmueve en esta noche feliz de Sábado Santo.
Un poema que algunos quieren desprestigiar fácilmente porque hoy tenemos otros conocimientos científicos. Algunos porque creen que la jerarquía de la creación con la humanidad en el culmen de todo lo creado es una ilusión (no dan más valor a las personas que a los animales o a las cosas); algunos elucubran sobre la cadena evolutiva tratando de adaptarla a estos textos en un esfuerzo (tan noble como inútil) por ‘racionalizar’ lo que entienden ser la verdad.
Con todo ello le hacen perder su dinamismo poético, la capacidad de evocación de cuanto nos supera, el lento placer de la contemplación ante una obra maravillosa e inasible: la creación, el cosmos, desde lo más nimio a lo más inalcanzable.
Hay que leer este texto desde el momento que vivimos hoy comunitaria y litúrgicamente, “desde lo hondo…” de ayer, Viernes Santo: injusticia, gritos,, silencio.. Desde el periódico de hoy: injusticia, gritos, silencios… Desde nuestro interior atormentado, arrepentido en la culpa, rebelde en la sumisión: injusticia, gritos, silencio. Así llegó este texto a los oídos del Pueblo de Dios por los años del Destierro y la Dispersión del s.VII a.C. Aplanados por la humillación y el silencio de Dios. Un pueblo que ya ha pagado cien veces su pecado, un pueblo que se ha sentido ‘Siervo de Dios’ arrastrando sobre sus espaldas todo el pecado del pueblo y de los pueblos, está expectante porque su fe le lleva a esperar: “Aguarda anhelante al Señor, espera en su palabra (Sal 129,5).
Así acabamos de aclamarlo nosotros apenas hace unos minutos encendiendo la llama ‘Luz de Cristo’, “¡Demos gracias a Dios!”. Y adentrándonos en la oscuridad (Viernes Santo en cada momento de la vida y de la humanidad) hemos comenzado a escuchar este poema: pura luz; espléndida pintura; confiada consistencia de la vida, la naturaleza y la humanidad, sacados de la tiniebla del no-ser, el pecado, hacia la luz y hacia la vida…. ‘otro milagro de la primavera’.


LECTURA: Ex 14,14-15,1
El final de esta lectura nos da la clave, ‘y el pueblo temió al Señor y creyó en el Señor y en Moisés su siervo y los hijos de Israel cantaron al Señor’.
Un canto que se entona cada día por parte de los creyentes recordando las maravillas del Señor. Constatando que cada día en nuestra vida se renueva la presencia siempre amorosa del Señor sobre su pueblo.
Celebramos unas Bodas de Oro matrimoniales. En torno, hijos y nietos, amigos abundantes de la pareja. Felices. “Hay que dar muchas gracias a Dios. Parece mentira que todo esto lo hayamos podido hacer nosotros. No teníamos nada ¡el día y la noche! y mira ¡un milagro! Ha sido el Señor. Hay que darle gracias!”. y ‘esto’ se convierte en su alegría, en su consuelo (los achaques son duros ahora) y en su fortaleza. Habrá que seguir adelante.
En tiempos de crisis a Israel le sale espontáneo el recuerdo de las maravillas del Señor. Ha quedado grabado en la memoria del Pueblo la esclavitud, el desierto, la desolación; pero más fuerte aún permanece el recuerdo de la liberación de forma prodigiosa ¡un milagro!
Las tradiciones se entremezclan en el relato ¿Fue el viento nocturno que endureció las arenas permitiendo el paso del pueblo al retirarse las aguas? ¿Fueron las nubes de arena las que aislaron al pueblo e impidieron su captura por parte de los egipcios? ¿Fue la mano del Señor por medio de Moisés su siervo?......... ¡Fue salir de la muerte a la vida, de la esclavitud a la libertad, del encierro al horizonte libre, fue pasar de las cebollas… a una tierra que mana leche y miel!
Y el creyente sabe que lo que fue, es; y que lo que sucedió se repite en cada generación porque creemos que el Señor está con nosotros. Por eso Isaías pregunta primero por el recuerdo y afirma rotundamente el presente (la salida, el exilio y el retorno por el desierto (Is. 43, 18-19) “¿No os acordáis del pasado…..”

LECTURA: EZEQUIEL 36, 16-28
Después de una concisa pero vívida descripción de la degradación de la casa de Israel que le lleva a la Dispersión y al ludibrio de los pueblos (vv.16-21), en un lenguaje muy litúrgico, donde brilla el carácter sacerdotal de Ezequiel, el Señor confiesa el proceder que le exige su propia Santidad, su propio ser: ‘Porque yo soy santo’, tantas veces repetido en la Ley de Santidad (Lev 17-26), tan cercana al pensamiento de Ezequiel. Esto le da razones para pedir a su pueblo el cumplimiento de leyes que lo hagan Santo. Y esta razón aparece como quicio de la historia pasada y presente.
Él mismo se compromete en salvar la santidad de su nombre, de forma que los mismos que ironizaban: “Estos son el pueblo del Señor…! (v.20) tendrán que reconocer que ‘Yo soy el Señor’ (v.23).
Y a partir de ahí se nos descubre el actuar del Señor: una nueva Creación donde todo lo pone el Señor. Así como en la Alianza Nueva , la alianza definitivamente válida (eterna; cfr supra Ez 54,19) porque ya no dependerá de la fidelidad del pueblo a la misma sino de la fidelidad de Dios a sí mismo, aquí la nueva creación ya no se podrá frustrar porque El mismo obrará todos los pasos, nos llevará arrastrados de su mano hasta que seamos su pueblo y El sea nuestro Dios’ (vv.24-28)
Con estas promesas y este solemne compromiso de Dios que nos cambia el corazón (v.26) y nos infunde su Espíritu (v.27) no nos queda en este momento sino saludar ansiosos la venida de la Luz y de la Vida.
Vamos a terminar estas lecturas con un grito de ansia por ver al Señor. Las lecturas, la historia, las promesas, el nuevo corazón, el impulso del Espíritu de Dios en nuestros corazones, lo expresa maravillosamente el Salmo Responsorial: “…. envía tu luz y tu verdad, que ellas me guíen…. el Dios de mi alegría…. quiero darte gracias, Dios, Dios mío”.

TOMÁS RAMÍREZ
tomas@dabar.net

EPISTOLA

En el contexto de Romanos este párrafo describe cómo se unen los cristianos a Cristo, que es el bautismo. Pero no un bautismo entendido mágicamente, sino como una unión personal al Señor por medio de la fe que culmina en el rito.

Lo esencial de todo es la incorporación, la unión, establecida entre este cristiano y el Señor muerto y resucitado. Ahora bien, más que intentar especular teóricamente acerca de esta unión o sobre los detalles de un texto difícil, podemos atenernos a lo indiscutible.

Cuando Cristo muere rompe toda relación con el pecado humano, que ha sido la causa de su muerte por medio de los actores concretos de ella. Del mismo modo, quien se une a Cristo también ha de romper, mejor, ha roto, toda relación con el mismo pecado y vive de otra manera.

Cristo ha resucitado; vive de un modo tal que supera los anteriores condicionamientos. De modo semejante también el cristiano se encuentra en la nueva situación.

Todo el párrafo, de modos muy diversos, pretende destacar la nueva vida del unido con Cristo y se exhorta a ser coherentes con esa transformación.

La cual ha tenido lugar no por los esfuerzos del actor humano, sino por la misteriosa unión con el Señor. El párrafo está sembrado de términos, algunos muy extraños y que hacen violencia a la gramática - aunque ese punto no se nota tanto en la traducción castellana - con los que Pablo quiere destacar dicha unión. Al destacarla su objetivo es que los cristianos vivan de acuerdo con eso que ha tenido lugar en su bautismo. Porque, efectivamente, es posible dar marcha atrás o no vivir conforme a lo que somos. De ahí las abundantes exhortaciones en ese sentido.

Lo que probablemente ocurre es que los cristianos viejos, bautizados de niños y que no hemos cobrado conciencia adulta de cuanto ello significaba, simplemente no hemos percibido la importancia que ha tenido y tiene ese suceso. Nos hemos habituado a vivir con una aceptación indiscutida de la Vida del Resucitado, pero sin percatarnos de su importancia. Celebramos la Resurrección, pero sin darnos cuenta de hasta qué punto ella nos compromete a quienes confesamos a Cristo Resucitado como Señor nuestro.

En la Vigilia Pascual, renovando nuestro bautismo, tenemos una excelente oportunidad de renovar y profundizar en ese compromiso.

FEDERICO PASTOR
federico@dabar.net

EVANGELIO

El sepulcro de Jesús estaba custodiado por los centinelas que la autoridad religiosa judía había pedido a Pilato para evitar el robo del cuerpo de Jesús. A ver el sepulcro acuden las mismas dos mujeres que habían estado sentadas enfrente de él al anochecer del viernes. Dos bandos diferenciados, dos intenciones distintas, dos actitudes distintas.

Un seísmo sacude el lugar: es Dios que rompe su silencio y abre de par en par el sepulcro para decir a ambos bandos que Jesús no está en el sepulcro porque ha resucitado. La escena es impresionante, sobrecogedora. Los centinelas se quedan en el miedo; las mujeres sobrepasan el miedo con la alegría de saber que Jesús había resucitado, como él mismo había dicho que sucedería.

Las dos mujeres ven confirmada definitivamente su alegría con la presencia misma de Jesús resucitado. Incapaces de articular una palabra, ellas se expresan con un gesto de adoración, sólo a Dios debido.

Cuando esta noche entremos en la Iglesia buscando a Jesús crucificado, Dios volverá a romper su silencio para dar la razón a Jesús y proclamarlo resucitado. Sobrepasemos el miedo y saltemos de alegría: Jesús ha resucitado.

No nos guardemos la noticia. Demos la noticia a los conocidos nuestros que esta noche no están en la iglesia. Proclamemos que nuestro hermano mayor ha resucitado. Digámosles que lo busquen, porque también ellos lo encontrarán.

ALBERTO BENITO
alberto@dabar.net


NOTAS PARA LA HOMILÍA

Lo que hemos venido recordando y actualizando en estos días, en esta noche podemos decir que llega a su máxima expresión. En efecto, en este preludio de un nuevo día, el Amor de Dios, el Amor de Aquel que las lecturas que hemos proclamado nos presentan como creador, liberador y artífice de una nueva existencia, llega a lo que podríamos denominar el tercer acto de un drama -también de Amor- en el que una vez más el Señor se nos da como vida y sentido, al resucitar de entre los muertos al justo crucificado, a Jesús.
Un drama en favor del hombre, una acción en la que una vez más, por fidelidad a Él mismo como Amor sin condiciones, Dios responde a nuestras preguntas más duras y profundas. ¿Acaso es cierto que la vida tenga sentido? ¿Acaso vale la pena la lucha por la verdad y la libertad? ¿O sólo son vanos esfuerzos que la muerte termina por arrasar? ¿Podemos contar con alguna esperanza que dé sentido al aparente sin sentido de lo truncado y roto?
A estas preguntas de siempre, es a las que la resurrección de Jesús da respuesta. Una respuesta que por inédita, supone un plus de Amor, inesperado e inmerecido. De hecho, desde lo roto y truncado, prácticamente desde la nada, el Dios fiel vuelve a crear, a recrear la existencia de la criatura, pero no de la criatura en solitario, sino la de un ser en comunidad, capaz de levantarse y volver una y otra vez, tras los pasos de algo mejor. Tras los pasos de la utopía que nace cuando todo parece ir en contra de la esperanza, de la utopía que nace cuando precisamente no existen condiciones de posibilidad para la misma.
Son estas preguntas y sobre todo el sentido existencial nuevo que surge de la respuesta de Dios a las mismas, es decir, la respuesta que exige el creer en el Resucitado, lo que el Evangelio de esta noche y los Evangelios de estos días intentarán subrayar. Este juego, esta articulación entre pregunta, respuesta y nueva vida, no del hombre Jesús, tampoco de alguno de sus seguidores, sino de toda una comunidad, es lo que los textos contienen como intencionalidad: que comunitariamente vivamos y proclamemos la resurrección. De ahí la importancia de entrever entre los gestos y acciones de los personajes de esos mismos textos, el sentido profundo del mensaje.

De ahí que no haya que ver los relatos como la crónica detallada de unos acontecimientos, sino como expresión de un proceso de fe que se inició al día siguiente de la muerte de Jesús y se consolidará en la mente y el corazón de aquella gente que le seguía sólo con el tiempo. Tal como nos sucede a nosotros que decimos creer en la Resurrección, pero que en lo operativo, en el día a día, no nos regimos por las consecuencias o exigencias de dicho creer.
Por eso lo que importa es tener en cuenta que:
-De lo que hoy son testigos las mujeres, es de algo totalmente nuevo, sin ningún tipo de comparación con cualquier otro tipo de experiencia, por eso debemos asumir que nunca podremos saber a ciencia cierta cómo fueron las cosas; lo cual no quiere decir que no hayan sucedido, la prueba de hecho, está en que la vida de esta gente cambio... casi más por lo que no vieron que por lo que vieron.
-Que lo que permite entender a esas mujeres es su fidelidad al Amor, es más, la posibilidad de amar como les enseñó su Amigo, porque Él les dejó su Espíritu, Espíritu que nosotros tenemos por el Bautismo. De donde que deberíamos hacernos esta pregunta: ¿Nuestra fe en la Resurrección es lo suficientemente fuerte como para cambiar el sentido de la vida? ¿Amamos lo suficiente como para hacer de nuestros actos de entrega pequeñas resurrecciones?

Es el Amor de Dios el que hoy a pesar de todo el sufrimiento y el dolor, del culpable como del inocente, vuelve a apostar por nosotros y nos salva de una manera inaudita, por eso:
-Comienza un tiempo nuevo: el primer día de la semana... como si estuviésemos ante una nueva creación.
-Comienza un tiempo donde Dios nos manifiesta, nos revela, que seguimos a alguien que está vivo: como dirá el ángel de aspecto refulgente... que por lo tanto será inútil buscar entre los muertos o entre los despojos de los muertos.
De donde se sigue que el misterio que celebramos tiene unas características que deberíamos revisar si vivimos. Sólo así podremos decir que creemos -y vivimos- en el Resucitado, que Jesús vive y es nuestra fuerza. Este creer será cierto sólo si:
-Levantamos los ojos del suelo -como hicieron las mujeres- y vemos la vida que Dios nos sigue regalando; pues esto es testimoniar la Resurrección. Sin el amor de estas mujeres que van a embalsamar a su Amigo, difícilmente nos encontraremos con el Jesús que es la Vida.
-Renunciamos a los ritos que nos fijan en los muertos y nos animamos a pasar casi por locos, como seguro pasaron las mujeres cuando fueron a contar que Jesús esta vivo.
-Salimos de nosotros mismos, las mujeres salieron con el aroma de su afecto, buscando... y no se detuvieron mirando el suelo, miraron hacia todos lados y comprendieron y comenzaron a difundir la noticia más grande de la historia, esa que dice que Jesús vive y es nuestra vida.
-Finalmente nos hacemos transmisores, testigos, comunicadores de lo que en nosotros ya es una realidad, que Jesús es nuestra vida.

Que el Señor en esta noche Santa nos conceda la gracia de salir, buscar, comprender y seguir comunicando dónde está el sentido de nuestras vidas… en Jesús que vive y es nuestra vida.

SERGIO LOPEZ
sergio@dabar.net





LA MISA DE HOY

ENTRADA
Nos hemos reunido en medio de la noche, en torno a Jesús muerto y sepultado, pero no lo hacemos con temor ni dolor, sino con esperanza, porque confiamos en el Amor de Dios, que es más fuerte que todos los poderes del mundo, más fuerte que todos los males, más fuerte que la propia muerte.
En medio de las tinieblas que ahora nos rodean, vamos a bendecir el fuego, del que encenderemos el cirio pascual, símbolo de Cristo Resucitado. Al tomar nuestra luz de la Luz recibimos la fuerza de Cristo resucitado, fuerza real y permanente para cuantos quieren vivir caminando en la verdad, en el amor, en la justicia, en la paz y en la luz. Feliz Pascua de Resurrección, y que a todos alcance la nueva Vida que esta noche inauguramos.

PREGÓN PASCUAL
El pregón pascual que vamos a proclamar ahora, y con el que comenzamos la gran fiesta cristiana de la Pascua, nos invita a descubrir la entrañable misericordia de nuestro Dios que es capaz de transformar el pecado en gracia, la muerte en Resurrección y Vida.

LECTURAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO
Las siguientes lecturas nos recuerdan los momentos claves de la historia de la Salvación, en los que contemplamos cómo actúa Dios con la humanidad: nos ha creado, nos llama a la vida, nos saca de la esclavitud y, en Jesús, destruye la muerte, para que todos tengamos abiertas las puertas de la Vida, Vida con Él, Vida eterna, Vida en plenitud.

EPÍSTOLA
Pablo nos recuerda que el bautismo nos identifica con Cristo Muerto y Resucitado. Hemos renacido a una vida nueva, y este renacer supone vivir de una manera nueva. Es un canto de alegría y de esperanza, pues sabemos que nuestra vieja personalidad ha dado paso a la vida sin fin, la misma vida de Cristo Resucitado.

SALMO RESPONSORIAL (Sal. 117)
Aleluya, aleluya, aleluya.
Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia.
Aleluya, aleluya, aleluya.
La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es excelsa. No he de morir, viviré para contar las hazañas del Señor.
Aleluya, aleluya, aleluya.
La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente.
Aleluya, aleluya, aleluya.

LECTURA EVANGÉLICA
El Evangelio de esta noche proclama lo central de la vida de los cristianos, que la Iglesia ha venido transmitiendo fielmente desde sus primeros momentos: JESÚS HA RESUCITADO. Este es el núcleo de nuestra fe, esta es nuestra esperanza; ya no hay nada que temer: la VIDA ha triunfado sobre el pecado y la muerte.

LETANIAS/BENDICION DEL AGUA
Ha llegado el momento de bendecir el agua (administrar el Sacramento del Bautismo) y renovar nuestras promesas bautismales. Por el bautismo morimos al hombre viejo y somos incorporados a la nueva vida de Cristo Resucitado. Esta es la noche en que el bautismo adquiere su pleno sentido; por eso le pedimos a Dios que venga sobre esta agua y que cuantos van a ser bautizados (o vamos a recibir la aspersión) andemos en esa vida nueva que se nos regala.

ASPERSIÓN
Ahora, recordando nuestro propio bautismo por el que se nos incorporó a la vida de Dios, vamos a recibir sobre nosotros el agua que acabamos de bendecir. Se trata de un signo que nos hace presente la grandeza de Dios y el compromiso que adquirimos en el bautismo, cuando renacimos a la nueva Vida de Cristo Resucitado.

ORACIÓN DE LOS FIELES
La resurrección del Señor nos llena de gozo y de esperanza, y nos hace comprender que siempre y en todo debemos confiar en Dios nuestro Padre, que ha puesto Vida donde nosotros pusimos muerte; le presentamos ahora nuestras súplicas diciendo: ¡Señor, danos tu Vida y tu amor!!
Tú, que con la resurrección de Jesús has vencido las fuerzas del mal destruyendo el pecado y la muerte, concede a tu Iglesia la paz, la libertad y la valentía para anunciar el Evangelio a todas las gentes. Oremos.
Tú, que con la resurrección de Jesús nos has dado una vida nueva, concede a todos los pueblos el progreso y la justicia para que vivan con dignidad y te reconozcan como el Dios Padre de la Vida. Oremos.
Tú, que con la resurrección de Jesús nos has mostrado que la fraternidad y el amor pueden más que la fuerza y la violencia, concede a todos los gobernantes, sentido de la justicia y afán de trabajar por la paz. Oremos.
(Tú, que con la resurrección de Jesús nos has abierto las puertas de la vida, concede a estos hijos tuyos que hoy han recibido el bautismo participar de la vida nueva de Cristo resucitado. Oremos).
- Tú, que con la resurrección de Jesús has vencido a la muerte, concede a todos los difuntos el gozo de contemplar tu rostro cara a cara y vivir para siempre junto a Ti. Oremos.
Tú, que con la resurrección de Jesús nos has dado una vida nueva, concede a esta comunidad (parroquial) permanecer firme en la fe, alegre en la esperanza y constante en el amor. Oremos.
Oración: Acoge, Padre, con bondad todas estas súplicas que te presentamos en esta noche grande y santa, llena de gozo y de luz para todos nosotros. Por Jesucristo.

EQUIPO DABAR

CANTOS PARA LA CELEBRACION

Lucernario. Luz de Cristo (antífona del Misal); El Señor es mi luz (de Taulé); Cuando llega la luz (de Barja); Oh luz gozosa (de Deiss).
Salmos. El Espíritu del Señor (de Bedmar); Oh, Señor, envía (de Deiss); Tu palabra me da vida; El Señor es mi fuerza (estrofas 1 y 4); Cantemos al Señor (1CLN-O 2); Como el ciervo (1CLN-A 2); Te ensalzaré, Señor (1CLN-524).
Liturgia bautismal. Una nueva vida (1CLN-426); A las fuentes de agua viva (disco “16 Cantos para la Misa”); Iglesia santa (1CLN-428); Fuente bautismal (1CLN-427); Un solo Señor.
Letanías. Pueden usarse las respuestas 1CLN-G 3 y G 4.
Gloria. De Angelis, o el de la Misa de Manzano..
Antes del Evangelio. Este es el día (de Manzano).
Aleluya. Aleluya pascual (1CLN-E 2).
Ofertorio. Música instrumental.
Santo. De Aragüés.
Aclamación al memorial. 1CLN-J 2.
Comunión. Canta con júbilo (disco “Cantos para participar y vivir la Misa”); Resucitó, resucitó (de Kiko); Fiesta del banquete.
Final. Aleluya de Haendel.

Publicado por DABAR

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WebJCP | Abril 2007