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sábado, 26 de marzo de 2011

Palabra para la Misión: Sed de agua y sed de Dios: tareas para la Misión

III Domingo de Cuaresma - Publicado por EUNTES
Año A – Domingo 27.3.2011

Éxodo 17,3-7 / Salmo 94 / Romanos 5,1-2.5-8
Juan 4,5-42

Reflexiones

El pasaje del Evangelio presenta situaciones sencillas, de la vida ordinaria: hace calor, Jesús está cansado del camino, se sienta, tiene sed, busca agua, los discípulos han ido a comprar comida, llega una mujer samaritana al pozo como solía hacerlo cada día; se habla de cántaro, provisiones de alimentos... Son realidades concretas de las que parte la estupenda evangelización de Jesús: Él involucra, gradualmente, a la mujer, a la gente del pueblo, a los discípulos… De la búsqueda del agua cotidiana Jesús los lleva “al surtidor de agua que salta hasta la vida eterna” (v. 14); del pozo de Jacob (v. 6) al agua del bautismo y al Espíritu Santo; de los templos sobre los montes a las personas que “adorarán al Padre en espíritu y verdad” (v. 23); de la provisión de comida hasta un alimento que los discípulos no conocen: hacer la voluntad del Padre (v. 31.32.34)... Estamos ante una página perfecta de metodología misionera.


El que pide agua para beber (v. 7) es el que después se dará a sí mismo como bebida que quita para siempre la sed de la mujer y de la gente: el Mesías “soy yo: el que habla contigo” (v. 26). ¡Suprema revelación de la identidad de Jesús! Él hace de esa mujer irónica (v. 9), poco seria en su vida sentimental, una misionera entusiasta de la buena noticia del Mesías: “vengan a ver…” (v. 29); y hace de muchos samaritanos de ese pueblo unos creyentes que le retienen durante dos días y lo reconocen como el “Salvador del mundo” (v. 43).


Los discípulos deben ahora aprender a leer los signos maduros del crecimiento del Reino: “Levanten los ojos y contemplen los campos, que están ya dorados para la siega” (v. 35). Palabras del Maestro, que aluden a la “mies abundante”, en la que faltan obreros; por tanto, es preciso rogar “al dueño de la mies para que envíe obreros para su mies” (Mt 9,37-38). El misionero debe tener ojos y corazón para leer esos signos, porque el Espíritu está trabajando desde antaño, como dice Pablo (II lectura): Cristo ha muerto por nosotros y “el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo” (v. 5): Él ya está presente y trabajando entre todos los pueblos, aun antes de la llegada de los misioneros (v. 36-38), transforma el corazón de las personas, incluso de las más imprevisibles.


Jesús introduce el tema del don de la fe y del agua viva, diciendo: “Si tú conocieras el don de Dios…” (v. 10), para llegar después a la misión, es decir, a la difusión del don. Jesús mismo es el don supremo del Padre y, en cuanto tal, se auto-propone para toda la familia humana. Un don que hay que descubrir, acoger, guardar, donar. Éste es el alcance misionero del don de la fe en el Señor Jesús, que es un motivo peculiar de acción de gracias y de renovado compromiso misionero. En efecto, la fe estimula a la misión y, a su vez, la misión fortalece la fe.


Hoy como en el pasado (I lectura), el pueblo está cansado, murmura, reclama agua. ¡Tiene derecho a ello! El pueblo estaba “torturado por la sed” (v. 3). Hoy como entonces. Aun antes del agua de la fe y del Espíritu, la humanidad es cada vez más consciente de la importancia del agua para la vida humana y para el planeta. Basándose en el desequilibrio meteorológico, con la consiguiente irregularidad de lluvias, escasez de recursos hídricos, aumento de la desertización, etc., los expertos en geopolítica prevén que, en las próximas décadas, el tema de las aguas será una causa para mayores conflictos y guerras a nivel mundial. Se trata de problemas que afectan a los países ricos y a los países pobres. La falta de agua potable golpea sobre todo a los países más necesitados y provoca trágicas consecuencias para la salud y la vida. (*) Numerosas poblaciones rurales en África y en Asia tienen escaso acceso (menos del 20%) al agua potable; son elevados los porcentajes de mortalidad infantil... Estos son tan solo algunos de los graves problemas diarios que afectan a la vida y a la actividad de los misioneros en muchas regiones del mundo, donde la gente tiene hambre y sed de Dios, ciertamente; pero también de justicia, pan, agua... Por lo tanto, programas e iniciativas como estos: “Agua para la vida”, “El agua un derecho para todos”, “H2Oro”, “Agua bien común” y otros, hay que apoyarlos y promoverlos. ¡En nombre del Evangelio!



Palabra del Papa

(*) “El derecho a la alimentación y al agua tiene un papel importante para conseguir otros derechos, comenzando ante todo por el derecho primario a la vida. Por tanto, es necesario que madure una conciencia solidaria que considere la alimentación y el acceso al agua como derechos universales de todos los seres humanos, sin distinciones ni discriminaciones”.

Benedicto XVI
Encíclica Caritas in Veritate, 29.6.2009, n. 27



Siguiendo los pasos de los Misioneros

- 27/3: S. Ruperto (+ ca. 718), de origen irlandés, fue gran evangelizador de Baviera y obispo de Salisburgo.

- 28/3: B. Cristóbal Wharton (+1600); 29/3: B. Juan Hambley (+1587); 31/3: B. Cristóbal Robinson (+1597) y otros sacerdotes ingleses martirizados bajo Isabel I, reina de Inglaterra.

- 30/3: B. Luis de Casoria A. Palmentieri (1814-1885), franciscano, educador; junto con otros trabajó activamente para rescatar a niños africanos de la esclavitud.

- 30/3: S. Leonardo Murialdo (1828-1900), sacerdote de Turín, educador, fundador del Instituto de los ‘Josefinos’ para la formación de los niños abandonados.

- 31/3/1767: Expulsión de los Jesuitas de España, de Portugal y de sus colonias en América Latina. Seis años más tarde (1773), tuvo lugar la supresión de la Compañía de Jesús, benemérita de la evangelización en el mundo entero.

- 1/4: B. Luis Pavoni (1784-1848), sacerdote de Brescia, pionero en el campo social, fundador, entregado a la educación humana, cristiana y profesional de los niños.

- 2/4: S. Francisco de Paula (1416-1507), ermitaño de vida austera, fundador de los Mínimos.

- 2/4: BB. Diego Luis de San Vitores (1627-1672), sacerdote jesuita español, y Pedro Calungsod (1654-1672), nacido en Filipinas, catequista seglar; ambos fueron matados por odio a la fe cristiana y arrojados al mar en la isla de Guam (Marianas, Oceanía).

- 2/4: B. María Laura Alvarado (1875-1967), nació y vivió en Venezuela, fundadora, entregada a la asistencia a los huérfanos, ancianos y pobres.

- 2/4: Aniversario de la muerte (2005) del Papa Juan Pablo II.

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WebJCP | Abril 2007