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martes, 22 de marzo de 2011

¡No pequemos más!


Publicado por Esquila Misional

Durante siglos, en varias de nuestras culturas la mujer ha sido considerada un ciudadano de «segunda» y la superioridad se ha centrado en el varón. Afortunadamente los paradigmas están cambiando. Hoy sabemos que la mujer y el hombre poseen la misma dignidad.
Esta Cuaresma, reflexionemos con firme propósito la enmienda de nuestros actos hacia ellas.
Para muchos de nosotros, jóvenes de última generación, pareciera ser «alivianado» el trato y la convivencia entre chavos y chavas, aunque sigue costando mucho esfuerzo el establecimiento de las mismas dignidades. Por otro lado, en nuestro vocabulario de generación tecnomodernista y egocéntrica, la Cuaresma, el perdón y la enmienda no figuran ya entre nuestros términos. Para algunos, la Cuaresma no dejará de ser sólo la temporada para variar el menú alimenticio, andar «cabizbajos» un día con una señal en la frente y meditar en un breve «encierro existencialista» sobre lo que hemos hecho o dejado de hacer. Otros de nosotros, con cierto conocimiento de nuestra fe, reflexionaremos sobre los actos pecaminosos, la mayoría de ellos, de índole individual, ¡ya es ganancia!... Pero, ¿qué pasa con los pecados e injusticias, como el trato hacia las mujeres, de los que formamos parte por callarnos ante actos como la violencia contra ellas?

Así es, ha llegado el tiempo para comenzar de nuevo; de renovar el profundo amor que nos tiene Cristo a hombres y mujeres, y de recibir como penitencia trabajar más por ellas. ¿Será tiempo de pedir perdón a Dios por nuestras injusticias contra ellas y de enmendar nuestro comportamiento con actitudes más respetuosas y de colaboración mutua?

El reto, ser como Jesús
Con las actitudes y palabras del joven Jesús hacia las mujeres de su tiempo, más allá de ponerlas en evidencia, enjuiciarlas o condenar su situación, nos muestra su compasión y nos exige a todos como humanidad, desde los más viejos, hasta los más jóvenes, liberarnos de prejuicios, normas absurdas y costumbres en el trato hacia ellas. Jesús deja claro que el pecado no está en la mujer, sino en la «vergüenza pública» de la que todos formamos parte en una sociedad indiferente y con sistemas legales y autoridades que, no sólo toleran, por ejemplo, la prostitución, sino que no castigan a los tratantes de blancas, incluso, en ocasiones, llegan a formar parte de las filas de los delincuentes. De eso sí tenemos que arrepentirnos, al menos de no haber gritado tal injusticia, ¡nunca es tarde!

Construyamos un cambio profundo en el trato hacia las mujeres en nuestras vidas; pidamos perdón a Dios y a ellas por tantos siglos de creer en «lo que era su deber»; una especie de esclavitud forzada en las labores domésticas asumida como natural... Arrepintámonos por tantos siglos de no hacer nada de quehacer en casa, considerando que no somos sólo «una ayudita» sino parte complementaria de las responsabilidades del hogar. Pidamos perdón, esta Cuaresma, por contribuir en cierta medida con nuestra complicidad en aquellas ocasiones donde supimos que el varón les pegaba a su esposa e hijos, y violaba a sus hijas...

Reconciliémonos entre nosotros y nosotras, y enmendemos nuestros pensamientos, chistes machistas o feministas que reflejan lo sucio que está nuestro corazón, ¡hagamos limpieza! Que el arrepentimiento no quede sólo en eso, que sea público y se explicite con acciones concretas. De no hacer nada por tantas mujeres heridas en cuerpo y alma, jamás viviremos una auténtica reconciliación con nosotros mismos y con nuestras sociedades, en donde las mujeres encabezan «mil» trabajos, además de las luchas sostenidas contra alguna injusticia.

Tomemos el simbolismo de «ese costado» como el sentido de esa insurgencia unida y pacífica en la lucha amorosa por un mundo justo y equitativo, en donde todos somos igual de responsables. Esta Cuaresma, ¿sólo estaremos dispuestos a pedir absolución y penitencia a Dios por tanto sufrimiento causado o profesaremos un firme propósito de enmienda?

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WebJCP | Abril 2007