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MISIONEROS EN CAMINO: IV Domingo de Cuaresma (Jn 9,1-41) - Ciclo A: Liturgia, Reflexiones, Exégesis y Oración
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jueves, 31 de marzo de 2011

IV Domingo de Cuaresma (Jn 9,1-41) - Ciclo A: Liturgia, Reflexiones, Exégesis y Oración


Publicado por DABAR

Pedid y se os dará

El tiempo de Cuaresma es un tiempo litúrgico por el que solemos pasar de puntillas. Nos motiva más prepararnos para la Navidad, que suscita mejores sentimientos, y vivimos con pasión la Pasión. La Cuaresma, con su tinte gris de ceniza y sus días largos, dedicados a meditar sobre las dificultades de nuestra vida cristiana, las tentaciones y los peligros, se convierte en una época con pocos adeptos. Como mucho, nos fijamos en la parte gastronómica de la cosa (¡ay!, el potaje de vigilia que hacía mi madre), y poco más.

Desde Navidad y los propósitos de Año Nuevo, han pasado varias semanas. En las tres últimas hemos vivido en el desierto, subido a la montaña, y nos ha entrado una sed que sólo se sacia con el agua que nos da Jesús. Ahora topamos con otra necesidad vital: no vemos nada de nada, y no nos gusta estar a la vera del camino, sin enterarnos de qué va la fiesta y dependiendo de la buena voluntad ajena.

Será por eso que el ciego, un poco harto de su situación, pensando en resolverla de una vez y llevado de su fe (o del espíritu de ¿qué puedo perder?) espera a Jesús y desea con fuerza que se detenga. Recuperar el sentido de la vista es lo mejor que le puede pasar. Y el ciego reza en su interior para que ocurra lo que tanto desea.

¿Qué pedía el ciego? ¿Qué pediríamos nosotros en su lugar? Pedir ver, que se nos abran los ojos, tiene sus riesgos. Si nosotros sólo queremos ver, simplemente, como cualquier otra persona; disfrutar de las puestas de sol y del desfile de las nubes; sonrisas, paisajes, belleza… quizá un buen cirujano de ojos nos resuelva la papeleta. Pedirle a Jesús que nos devuelva la vista es otro cantar. Porque todos podemos –y debemos- pedirle ver bien. Los ojos que abre Jesús descubren realidades inéditas que no ven los demás ojos. Cuando vemos como ve Él nos asomamos al mundo en el que la adúltera es perdonada, el que enterró los talentos es expulsado y a los niños se le anima a estar en el centro, junto al invitado principal. Las personas son lo que guardan en su interior, y las normas están para estirarlas más allá de su mero cumplimiento. La vista que devuelve Jesús sirve para ver lo mejor y para fijarse en el objetivo de llevar a cada uno a su máximo potencial. Con los ojos de Jesús se ve el Reino, no el mundo. Por eso el ciego no sabe donde se mete cuando acepta que le pongan barro en los ojos. A partir de ese momento es un apestado para los fariseos, y se encuentra listo para que Jesús sea su Señor.

Pedimos tantas cosas todos los días… Nos sentimos ciegos, cojos, sordos y empobrecidos. Sólo con mirar a quien tenemos al lado se nos ocurren montones de cosas que nos faltan. Pero no somos conscientes de nuestras verdaderas carencias. Nuestros ojos no ven y nuestros oídos no oyen. Sólo cuando Jesús pasa a nuestro lado y aceptamos su compañía nos sentimos preparados para aceptar al Señor como jefe.

Debe ser que nuestra oración no está muy bien orientada, porque nunca pasamos de tener una agudeza visual mediocre. Si nos dan lo que pedimos, y tenemos lo que tenemos, es que no pedimos bien. Nos da miedo que se nos abran los ojitos demasiado, y empezar a ver cosas, realidades frente a las que es imposible quedarse cruzados de brazos. No queremos conocer realidades, sólo disfrutar de las vistas.

El ciego de la historia no sabía qué iba a pasarle, pero confió en Dios y una vista nueva se le ofreció para hacerle vivir una vida nueva. Nosotros le insistimos al Padre para que nos dé lo que -creemos- es su verdadero espíritu. Es urgente pedir capacidad de aceptar lo que Él quiera enviarnos. Por mucho miedo que tengamos de lo que pasaría si aceptáramos los dones del Padre, peor será quedarnos con los sentidos cerrados para siempre.

A. GONZALO
aurora@dabar.net


DIOS HABLA

I SAMUEL 16,1b 6 7.10 13a
En aquellos días, el Señor dijo a Samuel: «Llena tu cuerno de aceite y vete, por encargo mío, a Jesé, el de Belén, porque entre sus hijos me he elegido un rey». Cuando llegó, vio a Eliab y pensó: «Seguro, el Señor tiene delante a su ungido». Pero el Señor le dijo: «No te fijes en las apariencias ni en su buena estatura. Lo rechazo. Porque Dios no ve como los hombres, que ven la apariencia; el Señor ve el corazón». Jesé hizo pasar a siete hijos suyos ante Samuel; y Samuel le dijo: «Tampoco a éstos los ha elegido el Señor». Luego preguntó a Jesé: «¿Se acabaron los muchachos?» Jesé respondió: «Queda el pequeño, que precisamente está cuidando las ovejas». Samuel dijo: «Manda por él, que no nos sentaremos a la mesa mientras no llegue». Jesé mandó a por él y lo hizo entrar: era de buen color, de hermosos ojos y buen tipo. Entonces el Señor dijo a Samuel: «Anda, úngelo, porque es éste». Samuel tomó el cuerno de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos. En aquel momento, invadió a David el espíritu del Señor, y estuvo con él en adelante.

EFESIOS 5,8 14
Hermanos: En otro tiempo erais tinieblas, ahora sois luz en el Señor. Caminad como hijos de la luz -toda bondad justicia y verdad son fruto de la luz-, buscando lo que agrada al Señor, sin tomar parte en las obras estériles de las tinieblas, sino más bien denunciadlas. Pues hasta da vergüenza mencionar las cosas que ellos hacen a escondidas. Pero la luz, denunciándolas, las pone al descubierto y todo lo descubierto es luz. Por eso dice: «Despierta, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo será tu luz».

JUAN 9,1.6 9.13 17.34 38
En aquel tiempo, al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento. Y escupió en tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego y le dijo: «Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado)». Él fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban: «¿No es ése el que se sentaba a pedir?» Unos decían: «El mismo». Otros decían: «No es él, pero se le parece». Él respondía: «Soy yo». Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista. Él les contestó: «Me puso barro en los ojos, me lavé, y veo». Algunos de los fariseos comentaban: «Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado». Otros replicaban: «¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?» Y estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego: «Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?» Él contestó: «Que es un profeta». Le replicaron: «Empecatado naciste tú de pies a cabeza, ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros?» Y lo expulsaron. Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo: «¿Crees tú en el Hijo del hombre?» Él contestó: «¿Y quién es, Señor, para que crea en él?» Jesús le dijo: «Lo estás viendo: el que te está hablando, ése es». Él dijo: «Creo, Señor». Y se postró ante él.



EXEGESIS

La lectura de hoy sobre la vocación de David no debería albergar dudas sobre el sentido más general de la llamada: es el Señor quien elige. Y elige ‘lo débil de este mundo (1Co 1,26-29: “Considerad si no, hermanos, vuestro grupo de llamados: no hay muchos sabios, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; Dios eligió lo que el mundo tiene por necio para humillar a los sabios; lo débil, para humillar a los fuertes; lo vil, lo despreciable, lo que es nada, para anular a los que son algo; para que nadie presuma delante de Dios”). Esta aparente ‘arbitrariedad’ en la elección va encaminada a que luego, en su tarea ‘vocacional, ‘nadie pueda engreírse frente a Dios’

Y con la elección va la fuerza necesaria para cumplir la misión recibida “En aquel momento invadió a David el espíritu del Señor y estuvo con él en adelante” (v.13ª). De esta transformación efectuada por el directo deseo de Dios nos hablan las otras lecturas. En Efesios se nos dice ‘ahora sois luz, entonces ‘erais tinieblas’. Y lo mismo, pero más plásticamente, se nos advierte en la transformación profunda de quien ha sido tocado por el dedo de Dios: los mismos que lo conocían advierten el cambio y se decían: ‘Es el mismo’, y otros: ‘No pero se le parece’. Y él decía: ‘Soy yo’. El convertido, el ungido, el curado por el Señor tiene ya otra vida, siendo el mismo. Pero algo maravilloso ha sucedido en su ser que el ungido se vuelve intocable, sagrado, para los demás (1Sam 10,1, 24,7). Como el mensajero adquiere la dignidad de quien lo envía.

No puede leerse, por ello, hoy este texto sin el contexto bautismal tan fuerte en la lectura evangélica. Así el bautismo es una elección/vocación. Nos elige el Señor ‘para estar con el y enviarnos’; como a los apóstoles, el Señor llama también a estas personas con las que quiere contar como protagonistas en la historia de la Salvación de manera personal, sorprendente y provocativa para el ‘mundo’. Moisés mismo le reconoce al Señor: ‘No sé hablar’ (Ex 4,10). Lo mismo que Jeremías: ‘¡Ay, Señor, que no sé hablar; que soy un muchacho’ (Jer.1,6) E incluso Isaías dirá ‘soy hombre de labios impuros’ (Is,6,3).

Pero es el Espíritu de Dios quien nos transforma, nos ‘recrea’ para llevar a cabo algo que supera con mucho nuestras fuerzas. Basta serle dóciles. Y cuenta el Señor con nosotros. Se sirve de lo más débil, pero él nos hará lo más fuerte si nos dejamos agarrar por él. En la medida de nuestra docilidad el Señor nos moldeará para la misión: ‘No les tengas miedo que yo te meteré miedo a ti’ Yo te convierto en plaza fuerte, columna de hierro…’ (Jer 1,16-17). Este joven que no sabía hablar, será oráculo del Señor. Por esos caminos terminará el episodio de hoy sobre David, el pequeño pastor de Israel, ignorado hasta por su padre.

TOMÁS RAMÍREZ
tomas@dabar.net


SEGUNDA LECTURA

En la sección exhortativa de Efesios se encuentra este párrafo. Se trata de animar a los cristianos a vivir como gente consciente de su vocación y coherentes con ella.

Para ello se emplea le metáfora de la luz y las tinieblas, tan frecuente en la literatura religiosa de muchas partes sin que sea preciso buscar para ella orígenes gnósticos o de otro tipo.

Se complementa la imagen, suficientemente comprensible sin grandes especulaciones, con el contraste entre lo que eran los destinatarios del escrito antes de su conversión y su conducta de entonces con la que en la actualidad se espera que lleven. Conectada con ese contraste está la contraposición entre la el comportamiento de los cristianos con el de los que no lo son.

Ambos contrastes eran bastante fáciles de percibir en aquel momento, en el cual casi todos los cristianos habían sido paganos adultos. También estaban rodeados de paganos cuya forma de proceder era fácilmente comparable. Quizás ahora sea preciso establecer otros puntos de comparación, lo cual tampoco es demasiado difícil dadas las circunstancias actuales.

Con todo lo esencial no es comparar y, mucho menos, sentirse hipotéticamente superiores, sino caer en la cuenta de que estamos obligados a vivir conforme a lo que profesamos so pena de incoherencia y, en último término, engaño existencial.

La exhortación es de tipo general. Las concretizaciones de esos principios han de sacarlas los interesados teniendo presentes las circunstancias en que se encuentran. Esta es la tarea de los cristianos del siglo XXI

FEDERICO PASTOR
federico@dabar.net


EVANGELIO

1. Observaciones previas
V.2 ¿Quién pecó, él o sus padres, para que naciera ciego? A pesar del libro de Job, en tiempos de Jesús todavía estaba en vigor la antigua idea de que entre pecado y enfermedad había una relación directa.
V.7 Enviado. Se trata probablemente de una adaptación etimológica libre del evangelista, explicitando la referencia a Jesús, el Enviado de Dios por antonomasia.
Vs.13,15 y 16 Los fariseos. Vs.18 y 22 Los judíos. Designaciones de la autoridad religiosa judía de tendencia farisea.
V.22.34.35 Excluir, expulsar de la sinagoga. Excomunión, es decir, exclusión permanente de alguien de la comunidad de Israel.

2. Texto
El relato empieza en el v.1 con la figura de un ciego que recupera la luz y finaliza en el v.41 con los fariseos que se han vuelto espiritualmente ciegos. En realidad, el relato refiere dos historias: la del que desde la tiniebla termina en la luz (ciego de nacimiento) y la del que desde la luz termina en la tiniebla (fariseos). Mientras el ciego de nacimiento, recobrada ya la vista, va abriendo gradualmente sus ojos a la verdad sobre Jesús, los fariseos se obcecan cada vez más en su incapacidad para ver esa verdad.
La evolución del ciego puede seguirse a través de sus respuestas a las preguntas que le formulan. Cuando le preguntan los vecinos (vs.8-12), todo lo que es capaz de responder es que su bienhechor es ese hombre que se llama Jesús (v.11). En el primer interrogatorio de la autoridad religiosa (vs.13-17), el interrogado llega a confesar que Jesús es un profeta (v.17), situando ya a Jesús en el ámbito divino, al igual que ya hiciera la samaritana el domingo pasado. En el segundo interrogatorio de la autoridad religiosa (vs.24-34), el interrogado se convierte en ardiente defensor de Jesús: Si éste no viniera de Dios, carecería de todo poder (v.33). Vale la pena releer con calma este segundo vibrante interrogatorio. Por último, en el momento culminante del relato (vs.35-41), el que había sido ciego reconoce a Jesús como el Hijo del Hombre y le confiere el título divino de Señor (vs.35-38).
En contraste con el que había sido ciego, la autoridad religiosa judía va perdiendo gradualmente la visión. En el primer interrogatorio, está dividida acerca de si Jesús deba o no debe ser considerado hombre de Dios (vs.13-17); en el segundo, desaparece en ella todo interés por conocer la verdad sobre Jesús (vs.24-34). Al final del relato, en el momento culminante del mismo, Jesús constata la ceguera de la autoridad religiosa judía (vs.39-41).
Es importante observar que el relato llega a su culmen cuando Jesús va al encuentro de quien acaba de ser excluido de la comunidad de Israel. Mientras el excluido está en el día, en la noche quedan quienes no son conscientes de su ceguera. Para un juicio he venido yo a este mundo; para que los que no ven vean y los que ven queden ciegos.

3. Comprensión actualizante
El ciego ve porque acude a Jesús, el Enviado de Dios por antonomasia. Donde está Jesús está la Luz.
Acercarse a Jesús es acercarse a la Luz. Alejarse de Él es entrar en la Tiniebla.
El ciego llega a creer, porque tiene la humildad de acudir con su ceguera al Enviado, entre el enfado, la descalificación y hasta la exclusión de los que están orgullosos de ver.
Excluido por los videntes, el ciego es buscado y encontrado por el Señor. Esa es su fuerza y su alegría.
¡Pobres los videntes que por cobardía o por orgullo se inhabilitan para acudir al Enviado! El Señor no acude al encuentro de quien no quiere ser encontrado.

ALBERTO BENITO
alberto@dabar.net


NOTAS PARA LA HOMILIA

Con cada vez mayor frecuencia, las diferentes sensibilidades que conformamos la Iglesia, decimos y nos decimos que tocan tiempos difíciles para la tarea evangelizadora.

De hecho, tanto en la documentación eclesial última -cartas papales, circulares episcopales- como en nuestros numerosos encuentros, congresos, foros, publicaciones, etc., parece que nos encolumnáramos cada vez más, detrás de la sensación común de no saber qué hacer, por qué camino conducir nuestros pasos.

De ahí, las palabras recurrentes, los planteamientos gastados, las iniciativas estériles, etc., etc., como sí algo ajeno a nosotros nos impidiese ver dónde está la salida; pues si bien de vez en cuando ha surgido algún nuevo “profeta” atrayéndonos con sus propuestas, ya hemos comprobado que la cosa no era tal, que aquello no era novedad, sino solo vetustez maquillada, disimulada.

¡Que en fin! ¡Que estamos como dando palos de ciego!

Por eso no puede ser más oportuno el pasaje joánico del ciego de nacimiento. De camino a la Pascua, a la luz, a la generación de lo nuevo que nos ofrece el Resucitado, el Evangelio según Juan pinta de cuerpo entero nuestra propia encrucijada eclesial.

De hecho, leer el episodio de hoy como metáfora del crecimiento en la fe, tan sólo desde la perspectiva de lo personal o individual, sería un error respecto a la intencionalidad del mismo. Esto por tratarse de un pasaje en el que la oposición cristiano-judía/sinagoga, viene a dar cuenta precisamente de la dimensión comunitaria de la misma fe. Es ella -dicha dimensión comunitaria- el marco, la condición de posibilidad para la auténtica relación donde debe darse el despertar a la fe… el nacer de y para la luz que es y nos da el Señor Jesús.

De ahí, que mientras el ciego viene a representar el proceso ascendente que supone recobrar la vista, hacerse hijo y testigo de la luz, enfrente, lo falsamente comunitario de vecinos y fariseos, desciende a los márgenes de la incomprensión y la expulsión por no querer ver. Por miedo a que abriendo los ojos, la oscuridad de los propios montajes, de las cegueras estructurales del no preguntarse y del nulo interés por la verdad, queden al descubierto.

Todo un mensaje a esas vivencias nuestras de la fe, que sistemáticamente buscan eludir ver hondo y profundo en los acontecimientos de la historia y de la propia existencia.

Un mensaje duro, interpelante, por otra parte, si consideramos que las actitudes del ciego son todo un desafío y una enseñanza de cara a la iluminación y trabajo que Jesús desea realizar en todos, pero ello de manera conjuntada, comunitaria.

Frente a los límites auto-impuestos o no, la fe como camino progresivo de evolución, es la vía de salida para nuestros atascos eclesiales, para nuestro no ver por dónde seguir andando en esta hora compleja, inédita que como Iglesia nos toca.

Por eso, como Iglesia, veamos que:
Alguien viene,
nos dirige su palabra,
una palabra que comprendemos
porque es clara.
afecta a nuestras miserias,
cura viejas heridas
y deshace tantos insoportables esfuerzos y montajes…

SERGIO LÒPEZ
sergio@dabar.net



PARA CONSIDERAR Y REFLEXIONAR EN GRUPOS

Al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento
(Jn 9,1)

Preguntas y cuestiones
-Jesús, de pasada como quien no quiere la cosa, ve a un hombre que no le puede ver…no es simplemente una llamada a la lástima, sino que le pone en acción, liberando al ciego de su ceguera. ¿Vamos por la vida descubriendo las cegueras a nuestro alrededor y nos ponemos en acción, o miramos a otro lado, o sencillamente nos quedamos en un ‘pobrecico’?
-También nosotros hemos estado ciegos…¿reconocemos a Jesús como quien nos ha sanado de nuestras cegueras… y eso nos ha llevado a reconocerlo como Señor?


PARA LA ORACION

Celebrando la cuaresma, Señor, caemos en la cuenta de que nuestros ojos están, con frecuencia, obcecados con prejuicios y marcados por la incipiente catarata de una religiosidad poco flexible. Ayúdanos a ser siempre tan humanos y comprensivos como Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos.
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En el camino de la vida añoramos compañeros que nos acojan, nos animen y nos hagan ver lo que el mundo nos oculta. Conviértenos en lazarillos de quienes no te conocen para conducirlos hacia Ti que eres el Dios de la luz y de la vida
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Con toda la alegría del mundo queremos expresarte nuestro agradecimiento por la suerte de haberte encontrado en nuestro caminar. Tú nos haces ver el mundo, surgido de tus manos para nuestro servicio y convivencia. Tú nos lo has entregado para administrarlo y gestionarlo de modo que a todos lleguen los regalos que en él has sembrado y que podremos recoger si los cultivamos con esmero y precaución. Nos invitas a compartirlos entre todos y nos animas cuando el desaliento se apodera de nuestro espíritu tantas veces alicaído por la tarea que tiene por delante.
Sentimos la presencia de Jesús junto a nosotros y nos hace ver que la esperanza no es una palabra más sino la convicción de tu poder entre nosotros actuando a nuestro lado y transformando el mundo y, sobre todo, nuestro corazón. Por eso y por tantas cosas que todos sabemos podemos y debemos darte gracias.
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Que nuestra experiencia de Ti, Señor, sea motivo de abrir nuestros brazos a todos, aceptando que cada uno tiene su proceso propio y que al final siempre estás saliendo al encuentro de quien te busca y te necesita.



LA MISA DE HOY

MONICIÓN DE ENTRADA
Somos la comunidad de quienes hemos encontrado a Jesús en nuestra vida. Cada uno lo ha encontrado de una manera distinta, personal. A veces ese encuentro ha sido tan natural, tan humano, que casi ha pasado inadvertido, pero ha dejado huella, nos ha hecho sentir de cerca que Dios es perdón, que Dios nos ayuda a vivir más intensamente, que abre nuestros ojos a realidades y dimensiones que, sin Él, nos pasarían inadvertidas.
Celebremos, pues, que Él realiza en nosotros el milagro de abrir nuestros ojos a la vida, de devolvernos la luz que tantas veces parece desaparecer y de mostrarnos su amistad y cercanía.

SALUDO
Que Dios abra nuestros ojos para poder descubrir su mensaje y nuestro corazón para aceptarlo en esta celebración en que le daremos gracias por estar presente misteriosamente entre nosotros.

ACTO PENITENCIAL
A Ti, Dios bueno, que aceptas a todos con su pesada carga de problemas, defectos y pecados, nos dirigimos al comenzar nuestra celebración:
-Tú que conoces el mundo y sabes que estamos hechos de barro con todas las cosas que escondemos en nuestro interior. Señor, ten piedad
-Tú que has compartido nuestra existencia y te has encontrado con nosotros en la calle, en casa y en el trabajo y sabes muy bien cómo somos. Cristo, ten piedad
-Tú que siempre nos acoges, nos comprendes, nos das esperanza y nos animas a seguir nuestro camino habiendo aligerado nuestra carga. Señor, ten piedad.
Dios nos acepta, nos muestra su amistad, nos perdona y nos invita a compartir la vida eterna

MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA
Ya en uno de los libros más antiguos de la Biblia se nos dice que Dios no nos quiere por nuestra apariencia, ni por nuestros méritos, ni por nuestras cualidades. Dios nos quiere porque sí. Todos podemos ser sus colaboradores en hacer que otros lo conozcan.

SALMO RESPONSORIAL (Sal 22)
El Señor es mi pastor, nada me falta.
El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar, me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas.
El Señor es mi pastor, nada me falta.
Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan.
El Señor es mi pastor, nada me falta.
Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa.
El Señor es mi pastor, nada me falta.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término.
El Señor es mi pastor, nada me falta.

MONICIÓN A LA SEGUNDA LECTURA
A los creyentes se nos dirige esta lectura que evoca muchas cosas y no necesita explicación. Estando atentos caeremos en la cuenta de la invitación que nos hace a vivir en la luz y siendo luz. Es decir, a ser cables por los que pueda pasar la luz de Dios a nuestro mundo.

MONICIÓN A LA LECTURA EVANGÉLICA
Narración llena de detalles irónicos en los que podemos vernos reflejados. Cada cual verá dónde se descubre, si en el ciego que consigue superar su situación, si en los padres que no se atreven a verse comprometidos, si en los guardianes de una religiosidad que, en lugar de favorecer la relación con Dios, impedía la experiencia cercana y bondadosa de Dios.

ORACIÓN DE LOS FIELES
Desde la contemplación que cada día hacemos de las necesidades del mundo nos dirigimos a Ti, Dios bueno, queriendo reflejar en nuestras peticiones esas necesidades y problemas que parecen desbordarnos.
-Por los creyentes cristianos, para que nunca seamos un obstáculo y un impedimento para quienes te buscan desde su angustia. Roguemos al Señor
-Por todos los que te buscan con anhelo para que puedan ver que estás cerca de quienes sufren. Roguemos al Señor
-Por todos los necesitados que pueden abrir nuestros ojos a la vida real y a tu presencia misteriosa, para que vivan con esperanza y nos sientan próximos. Roguemos al Señor.
-Por los que celebramos la cuaresma y nos acercamos a vivir la dimensión profunda de la vida en la Semana Santa, para que no nos desvíen la atención los preparativos externos. Roguemos al Señor
Oración: Escucha, Padre de bondad, estas súplicas que salen de nuestros corazones conmovidos por lo que vemos a nuestros alrededor, hazlo porque lo necesitamos y porque te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor.


CANTOS PARA LA CELEBRACION

Entrada: Cristo es el camino, del disco "Dios es amor"; El Señor es mi luz (1 CLN505); Qué alegría cuando me dijeron.
Salmo: El Señor es mí pastor (Gelineau, ficha F 22).
Ofertorio: Llevemos al Señor del disco "l 6 Cantos para la Misa".
Santo: de Palazón.
Doxología: 1 CLN K 3.
Paz: 1 CLN N 1.
Comunión: Creo en Jesús (1 CLN 274); Delante de ti (Amazing Grace), en la versión que se encuentra en el casete "Cantos para participar y vivir la Misa", de Carmelo Erdozáin; El pan de los creyentes (1 CLN O 7); Alabad al Señor.
Final: Himno a Jesucristo, tomado del disco "l2 Canciones religiosas y litúrgicas para el siglo XXI".



Director: José Ángel Fuertes Sancho •Paricio Frontiñán, s/n• Tlf 976458529 Fax 976439635 • 50004 ZARAGOZA
Tlf. del Evangelio: 976.44.45.46 - Página web: www.dabar.net - Correo-e: dabar@dabar.net

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WebJCP | Abril 2007