
Dios, que está en todas partes, no nos abandona nunca, a pesar de que en ocasiones tengamos la sensación de vacío u abandono; todos hemos tenido experiencia de ello, pero también hemos constatado su presencia, su misericordia y su amor.
Sino le conocemos bien podemos dejar pasar de largo la importancia de que cuando sentimos su ausencia es cuando realmente está más presente que nunca, porque Él jamás nos deja. Él permanece en lo “secreto”, en lo más íntimo de nuestras vidas porque es allí donde sólo Él puede llegar, porque sólo Él nos conoce como y quienes somos.
En estas palabras del evangelio de Mateo se deja entrever no únicamente la presencia de Dios en nosotros, sino la actitud, la “situación” con la cual nos presentamos ante la vida. Para encontrar y conocer a Dios no se hace sino que en la interioridad del ser humano y a través de la humildad. Diríamos que el tema es mucho más sencillo… simplemente tengo que vivir mi relación de amor para mí mismo y no pensando solamente en los demás. Creo que es un buen punto de partida para crecer interiormente y lograr así que después repercuta en bien de nuestros hermanos.
Dejemos que sea “nuestro Padre” el que entre en nuestra vida y la colme de todo lo que necesita. Aprendamos a escuchar el agua del río, la brisa del viento y la música de los pájaros porque en cualquier lugar se encuentra a Dios.
Texto: Hna. Conchi García.
Publicado por Mi Vocación
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