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MISIONEROS EN CAMINO: VII Domingo del T.O. (Mt 5, 38-48) - Ciclo A: Liturgia, Reflexiones, Exégesis y Oración
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jueves, 17 de febrero de 2011

VII Domingo del T.O. (Mt 5, 38-48) - Ciclo A: Liturgia, Reflexiones, Exégesis y Oración


Publicado por DABAR

Difícil tema el amor a los enemigos.
Es, en sí mismo, una contradicción semántica:
-Amor: conjunto de fenómenos afectivos, emocionales y de conocimiento que ligan una persona a otra, o bien a una obra, objeto o idea.
-Enemigo: contrario u opuesto a una persona o cosa, particularmente en un enfrentamiento armado.
Persona que desea o hace mal a otra o le tiene odio.
¿Amor al enemigo?, pero ¿cómo?, y sobre todo, ¿por qué?, ¿por qué tengo que amar a quien de alguna manera me ha ofendido o lastimado? Es mi enemigo, lleva el apelativo en su acción. ¿No es absolutamente contradictorio?
Yo creo que esta cuestión es irreconciliable e imposible siempre y cuando sigamos utilizando ese apelativo: “enemigo”.
¿Y si no tuviéramos “enemigos”?, ninguno, ¿verdad que sería más fácil así? Creo sinceramente que la cuestión reside en un cambio radical de actitud, un cambio de fondo, un cambio de “fuente”.
Desde nuestro ser humano y cotidiano aparecen en nuestra vida personas que nos ofenden, que nos hacen daño, que nos “odian”: nuestros enemigos. Pero desde nuestro ser divino, desde ese pequeño y gran lugar donde compartimos con Cristo el ser “Hijos de Dios” -nada más y nada menos-, en ese espacio vital e íntimo a la par que universal, desde ahí podemos ver a los hombres como “hermanos”; hermanos que se equivocan, que están perdidos, que pasan una mala racha, que sufren, que no se abren al amor de Dios. Si el otro es mi hermano puede dolerme su actitud, puede afectarme lo que me hace, puedo, como ocurre en numerosas ocasiones, enfadarme con él, pero... ¿lo considero mi enemigo?
A veces en las familias las relaciones no son fáciles; a veces dejamos de hablarnos con los hermanos por algún conflicto, pero de ahí a llamarlo “mi enemigo” creo que hay un abismo. Porque, incluso en esas situaciones, solemos sufrir por el distanciamiento y el silencio, sufrimos por ello porque en el fondo es nuestro hermano y le queremos.
La cuestión de fondo es que no vivimos con auténtico sentido la fraternidad que Dios nos ofrece.
Me diréis que esto es muy bonito en la teoría, en el papel, pero que le digan esto a una familia a la que, por ejemplo, le han asesinado a algún miembro.
Lleváis razón, esto es mucho más difícil de aceptar. En ocasiones así no vemos la posibilidad de llamarlo de otra manera que no sea “enemigo”.
Pero hay personas tocadas con la GRACIA, que en su sencillez no en su Sabiduría -como dice Pablo-, gente anónima, humilde, pero con tanto Espíritu que es capaz de, en situaciones humanamente duras, afirmar la pena que sienten por aquellas personas que les han infligido tanto dolor.
En clase de 1º de bachillerato, cuando les hablo a los chavales de las clases de Amor hasta llegar al “Ágape”, al Amor INCONDICIONAL, les suelo leer un artículo que salió hace unos años en El País sobre dos mujeres. El artículo se titula “Dos mujeres contra el odio”, y relata una situación que en sí misma no llama especialmente la atención: dos consuegras que viven juntas, una de 82 años enferma de Alzheimer y otra de 74 que cuida de la primera. Una realidad envuelta de ternura, pero ya casi cotidiana en nuestra sociedad, dos ancianas solas que cuidan una de otra, nada especial hasta llegar a la identidad de las dos mujeres.
La que cuida de las dos es la viuda de un comandante asesinado por ETA, la que sufre de Alzheimer es Esperanza Chaos Lloret, madre del terrorista Iñaki de Juana Chaos.
Siempre me ha conmovido esta desapercibida historia (en Internet “Dos mujeres contra el odio”), y a mis alumnos les ayuda a entender el AMOR INCONDICIONAL, ese que solo Dios posee y puede regalar, ese que Jesús tuvo por su Padre y por todos nosotros, ese que no es solo atributo divino sino también humano por nuestra singular filiación al Padre en Jesús.
No es fácil renunciar al dolor, al daño que se nos hace, pero este no impide el que podamos llegar a ver a mi “enemigo” como a un hermano perdido, quizás lastimado, confuso o enfermo: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lc 23, 34)
Solo desde esa perspectiva podemos romper la contradicción que nos supone “amar a nuestros enemigos”
No tengo enemigos, solo hermanos que pueden necesitarme, que están en un pozo, que viven en la oscuridad..., quizás así pueda, alguna vez, plantearme amarlos.
Pidamos a Dios que nos conceda la GRACIA de ver a nuestros ENEMIGOS como HERMANOS.

CONCHA MORATA
concha@dabar.net


DIOS HABLA

LEVÍTICO 19,1 2.17 18
El Señor habló a Moisés: «Habla a la asamblea de los hijos de Israel y diles: “Seréis santos, porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo. No odiarás de corazón a tu hermano. Reprenderás a tu pariente, para que no cargues tú con su pecado. No te vengarás ni guardarás rencor a tus parientes, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor”».

I CORINTIOS 3,16 23
Hermanos: ¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él; porque el templo de Dios es santo: ese templo sois vosotros. Que nadie se engañe. Si alguno de vosotros se cree sabio en este mundo, que se haga necio para llegar a ser sabio. Porque la sabiduría de este mundo es necedad ante Dios, como está escrito: «Él caza a los sabios en su astucia». Y también: «El Señor penetra los pensamientos de los sabios y conoce que son vanos». Así, pues, que nadie se gloríe en los hombres, pues todo es vuestro: Pablo, Apolo, Cefas, el mundo, la vida, la muerte, lo presente, lo futuro. Todo es vuestro, vosotros de Cristo, y Cristo de Dios.

MATEO 5,38 48
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: “Ojo por ojo, diente por diente”. Yo, en cambio, os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehúyas. Habéis oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo”. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto».



EXEGESIS

PRIMERA LECTURA
El texto primero de este domingo está elegido sin duda, para provocar el eco que en el A.T. tienen las palabras de Jesús: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (v.18). Pero es buena ocasión para enmarcarlo en su contexto original; dentro del Levítico, en los cap.17-26 que se ha dado en llamar el ‘Código de Santidad’, por la constante llamada a ‘ser santos como yo el Señor, vuestro Dios, soy santo” (v.2); a la vez que se concluye una y otra vez con lo que puede ser una referencia constante al primer mandamiento, fundamento y razón de todo creyente judío (y cristiano): “Anî, Ywhw” (v.3.18): “Yo, el Señor”. Es decir, ‘Yo soy Dios’; ‘Yo el señor lo digo’; ‘Yo lo mando, el Señor’. De la carencia de un verbo que determine la acción de Dios, hay que suponer que los lectores ya están al corriente de cómo leer esa apodíctica expresión, pero ciertamente tiene que ver con el primer mandamiento. La fe en Yhwh, Adonai, el Señor es la que exige al creyente el cumplimiento de la ley. Todo mandato, toda la ley, todo comportamiento humano tiene su base y fundamento en quien hace que ‘el hombre viva’, el Señor.
El Señor es quien ha elegido al pueblo, porque lo ha liberado de Egipto, de la esclavitud, quien lo conduce por el desierto, el que permanece fiel a sí mismo, a pesar de la rebeldía del pueblo (“Pensé derramar mi cólera sobre ellos… pero actué por respeto a mi nombre” (Ez.20,8-9).
El texto que estudiamos tiene su origen en círculos sacerdotales en los que la ‘moral y la ética judías’, la ley como parte que el pueblo ha de cumplir para corresponder a su pacto, a la alianza con Dios, no está hecha solamente de ritos, sacrificios etc. sino de un obrar que refleja en el pueblo lo que Dios ha hecho por él. “Los saqué de Egipto y los llevé por el desierto. Les dí mis preceptos y les enseñé mis mandamientos que dan la vida a quien los cumple. Les dí también los sábados como señal recíproca, para que se supiera que soy yo el Señor quien los santifico” (Ez 20,12).
Por ello, también Ezequiel, profeta-sacerdote, alude constantemente a la santidad y fidelidad del pueblo con el único argumento firme y permanente de que Dios es el Señor. Hasta 10 veces repite Ezequiel en el c.20 “Yo soy el Señor”. Y hasta 15 veces repite la misma expresión este capítulo19 del Levítico de la lectura de hoy.
Dicho esto tenemos que recordar que el precepto del amor al prójimo en el Levítico tiene que ver con el prójimo judío. No se habla de gente extraña, pero ya es un paso fundamental que la ley se ocupe de nuestros sentimientos, de nuestras actitudes más profundas en el obrar con relación a los demás. En el versículo 16 ya ha afirmado que ‘no odiarás de corazón a tu hermano, pero reprenderás a tu prójimo para que no cargues con su pecado’. Pero con el tiempo estas dos actitudes más y menos exigentes se convirtieron en la traición oral en un ‘odiarás a tu enemigo y amarás a tu prójimo’, tal como aparece en el texto evangélico.

TOMÁS RAMÍREZ
tomas@dabar.net

SEGUNDA LECTURA
En este final del capítulo 3 se mezclan, un tanto desorganizadamente, los temas de la Sabiduría divina, desarrollado sobre todo en los dos anteriores y el del ministerio del predicador, mencionado en 3,1-9.
De forma algo sorprendente aparece el Espíritu de Dios en una alusión aplicable desde luego al tema de la sabiduría y de la predicación, pero también a otros muchos.
En el caso presente se pueden sacar las siguientes conclusiones:
Primera, prevalencia total del plan de Dios sobre cualquier consideración de sabiduría humana. Es una reiteración de lo anterior.
Segunda: no confiar demasiado en los seres humanos cuando se consideran aisladamente de Dios. La tentación corintia era dar más importancia a lo humano sin verlo como revelación de Dios. No que a Dios le guste la estupidez, pero hay que ver la inteligencia y el razonamiento humanos como parte del plan divino, de ningún modo separados, y menos, contrapuestos
Tercera. Libertad. Quien se encuentra entroncado con Dios es libre y está por encima de todos. Los vv. 21-23 son una enorme proclamación de la libertad del cristiano. Posiblemente sea la proclamación de libertad más grande de todo el Nuevo Testamento. Toda la creación y el resto (iglesia incluida) está a disposición del ser humano. No hay que preocuparse de pequeñeces ni tonterías; ni tener miedo de nada ni de nadie; no hay que subordinarse a nada, ni a nadie fuera de Dios. No hay amilanarse por los fracaso ni ensoberbecerse por los éxito. Se dispone de todo, sin límites ni restricciones.
Leyendo estas expresiones se cae en la cuenta de que ser cristiano de veras puede ser difícil y que solemos estar lejos de ello. La clave está en las dos últimas frases “vosotros de Cristo y Cristo de Dios”. Cuando más cierto sea esto último, tanto más lo será lo anterior. La única manera de vivir adecuadamente esta libertad es estar unidos con Cristo de forma total.

FEDERICO PASTOR
federico@dabar.net

EVANGELIO

1. Aclaraciones al texto
V.38 Ojo por ojo, diente por diente. Se trata de formulaciones concretas de la ley del talión, que pueden leerse en Ex.21,24; Lev.24,20; Deut.19,21. La ley del talión pertenecía al derecho penal y consistía en hacer sufrir al delincuente un daño igual al causado por él. La ley del talión respondía a situaciones socio-culturales en las que la justicia era asunto de los particulares y trataba de introducir un criterio de objetividad en el ejercicio de esa justicia.
V.39 Pues yo os digo; v.44 Yo, en cambio, os digo. En el original la formulación es siempre la misma y siempre con un matiz acumulativo: Y yo os digo. Posible formulación sinónima: Habéis oído que se dijo… Y yo añado. En la formulación de Jesús hay énfasis y autoridad.
V.40 Túnica: prenda interior de vestir; capa: prenda exterior. Túnica y manto eran todo el vestido que se llevaba en tiempos de Jesús.
V.41 A quien te requiera. Esta requisición se remonta a los portadores de mensajes de los monarcas persas, quienes podían exigir a cualquiera la prestación que les fuera útil para cumplir su cometido. Prácticas análogas, en derecho o en abuso, se practicaban en tiempos de Jesús. Milla (romana): equivalente a kilómetro y medio.
V.43 Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo. Estaba mandado amar al prójimo, pero no estaba mandado amar al enemigo, lo que en la práctica se traducía en aborrecimiento y odio. Prójimo: el que compartía raza y religión; sinónimo de compatriota. Enemigo: el que deseaba, buscaba o hacía el mal a otro; sinónimo de pecador y extranjero.
V.46 Publicano: sinónimo de pecador.
V.47 Hermano: sinónimo de prójimo, compatriota; antónimo de pagano, gentil.
V.48 Sed perfectos. El término griego empleado remite a la plenitud proclamada por Jesús el domingo pasado en 5,17. Perfecto es sinónimo de pleno, y denota lo que se encuentra más allá de la letra de la ley, lo que se encuentra en la hondura y la riqueza del espíritu de la ley.

2. Texto
Jesús sigue hablando a los mismos alumnos de los tres domingos anteriores, sentados en el suelo alrededor de él. Lo hace en el mismo tono franco y directo; sigue con la enumeración de ejemplos prácticos de plenitud de la ley. A los cuatro del domingo pasado, el texto de hoy añade dos más.
Ojo por ojo, diente por diente (vs.38-42). Jesús va más allá del derecho penal y ofrece a sus alumnos una vía menos conocida, la de una actitud de espíritu generadora de paz en la relación con el otro, actitud que concreta en cuatro auténticos latigazos, difícilmente olvidables; casos todos ellos a cual más gráfico, hiperbólico, paradójico y chocante; cuatro aciertos sublimes de pedagogía, al servicio de un nuevo modo de ser y de superar conflictos, de hacer paz, de relacionarse con el otro. No responder con la misma moneda, llámese ésta vejación, pleito, coacción, exigencia inoportuna. Abnegación positiva y generosa. Interpretar a la letra los casos propuestos sería reducirlos a una casuística sin sentido ni provecho.
Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo (vs.43-48). La ley era clara en el amor al compatriota, pero la práctica no se correspondía con ella. Jesús avanza por combinación del verbo amar con el sustantivo enemigo, superando la incompatibilidad de ambos términos: Amad a vuestros enemigos. Nadie jamás en la historia había pronunciado palabras semejantes.
Jesús las pronuncia basado en Dios, de quien habla a sus alumnos en los siguientes términos: Vuestro Padre Dios hace salir el sol sobre malos y buenos y manda la lluvia a justos e injustos. Los alumnos sentados alrededor de Jesús saben desde ahora que tienen que imitar a su Padre Dios como hijos suyos que son. Puesto que su Padre Dios ama a buenos y malos, justos e injustos, también ellos tienen que amar a amigos y enemigos, compatriotas y extranjeros, justos y pecadores. Así serán hijos de su Padre Dios, de quien les vendrá la energía para amar sin distingos y poder así participar de la perfección misma de Él.

3. Comprensión actualizante
Del rigor justiciero frente a las injurias a la abnegación positiva y generosa en aceptarlas.
Del amor al prójimo con condiciones al amor al prójimo sin condiciones, por imitación del Padre Dios.
El Padre Dios es el referente que explica la diferencia entre quien es cristiano y quien no lo es. Gracias a Él sus hijos poseen una sensibilidad y una creatividad especiales para descubrir modos inéditos de ser y de relacionarse y para ser hacedores de paz.

ALBERTO BENITO
alberto@dabar.net


NOTAS PARA LA HOMILIA

“¿QUÉ HACÉIS DE EXTRAORDINARIO?”

¿Una hipérbole?
Hay que leer despacio y atentamente el evangelio de hoy para entender su mensaje, sin caer en la respuesta evasiva como si se tratase de una “hipérbole literaria”, una exageración para llamar la atención.
Evidentemente tampoco se trata de un código moral que pretenda regular la convivencia… “si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra”. Se trata de actitudes reales y posibles en virtud del cambio de mentalidad que el evangelio nos propone y posibilita.
Detrás de estas aparentes exageraciones, reacciones desde luego injustas si no se entienden correctamente, hay una realidad muy profunda. ¿Se cansa la madre de sus desvelos por su hijo recién nacido? ¿Desiste el montañero de subir a la cumbre, por los esfuerzos y riesgos que supone? ¿Se entrena duramente el deportista pensando sólo en una medalla?

Para que sea una realidad
El evangelio está constituido por el amor del Padre y los que están movidos por el amor siguen a Jesús, en camino hacia el Padre. No les interesa la recompensa. Así como el amor de Dios nunca dijo basta, tampoco el que ama se conforma simplemente “cumpliendo”, sino que espontáneamente sigue dándose y sirviendo sin calcular. Tampoco un buen profesional se limita al horario, porque le interesa la persona, no sólo el sueldo.
Cuando vivimos en plenitud, estamos preparados para recibir las sorpresas que ofrecen los grandes ideales, pues el amor supera las reglas, afronta los retos aunque fracase, sigue con esperanza y alcanza las alturas. Su enemigo es la frialdad mecánica, el cálculo o la rentabilidad.
Esta plenitud se consigue acercándonos al encuentro personal con Jesús resucitado. Avanzamos en él gracias a la fe y la oración. Todo lo demás han de ser medios para alimentar este proceso personal de resurrección.
Según el evangelio de hoy, para un discípulo de Jesús, “es normal hacer siempre algo de extraordinario”. En nuestro barro ha sido depositado el amor de Dios, el que saca fuerzas de flaqueza porque la fuerza de Dios se manifiesta en la debilidad.

Desviaciones a corregir
Cuando predomina en la fe cristiana la parte de memorización y en el culto, el aspecto de espectáculo, el pueblo fiel sólo necesita funcionarios del templo y los profetas que quedan, gritan en el desierto o son perseguidos.
Entonces el acceso a Jesús resucitado queda prácticamente cerrado y la mesa del Padre tiene pocos comensales. Jesús es la puerta, pero no llaman, se entretienen antes en los alrededores de la morada de Dios.
En este estado de cosas el mensaje del evangelio de hoy queda reducido a una mera hipérbole, a una exageración que no se puede practicar.
En cambio la conversión que la salvación de Jesús nos ofrece, conduce precisamente a este estado interior, lleno de la riqueza de Dios. Entonces las reacciones del evangelio de hoy van siendo reales. Con alegría somos capaces de practicar en el día a día las actitudes del evangelio de hoy.
Estas actitudes son el fruto del proceso que nos acerca a Jesús resucitado. La oración y la eucaristía nos hacen avanzar cada día hacia Él. Entonces es posible reproducir en el día a día hechos concretos que nos hagan “perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto… que hace salir el sol sobre malos y buenos y manda la lluvia a justos e injustos”.

LORENZO TOUS
lorenzo@dabar.net


PARA CONSIDERAR Y REFLEXIONAR EN GRUPOS

Habéis oído que se dijo:… Yo, en cambio, os digo
(Mt 5,38)

Preguntas y cuestiones
Las actitudes que describe hoy el evangelio, ¿son posibles en el día a día?
¿Cómo puedo conseguir que mi relación con Jesús resucitado me produzca las actitudes y reacciones que describe el evangelio de hoy?
¿Existen entre nosotros las divisiones que san Pablo describe en la segunda lectura? ¿Cómo podríamos superarlas?.


PARA LA ORACION

Hoy venimos, Padre, a tu casa con todo el peso de nuestras limitaciones.
Cada vez que nos habla tu Hijo Jesús, constatamos que estamos lejos de seguirle de cerca.
Danos tu ayuda para progresar en nuestra conversión y acercarnos más a Él.
Que tu Espíritu ilumine los ojos de nuestro corazón para secundar su obra en nuestra vida y en el mundo.
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El pan y el vino que ponemos sobre el altar son sencillos y pobres, pero tu Espíritu los transformará en signo sacramental de la presencia de Jesús resucitado en medio de nosotros.
También nosotros somos pobres en muchos sentidos, por eso confiamos en la ayuda del mismo Espíritu para ser más semejantes a Jesús.
-------------------------
Gracias, Padre, porque sigues a nuestro lado con tu amor providente.
Gracias porque tu Hijo Jesús nos ha acercado aún más tu presencia.
Desde antiguo tu amor se ha ido manifestando cada vez con mayor claridad, a medida que nuestra pobreza tenía capacidad de comprenderlo.
Ahora, en esta etapa final, tu proximidad es total ya que “tu Palabra se ha hecho carne y ha plantado su tienda entre nosotros”.
Jesús nos ha ido revelado tu rostro con una maravillosa claridad y nos ha abierto tus entrañas de misericordia.
Nosotros hemos aceptado tu amor que no hace distinción de personas y que carece de límites.
Por eso te alabamos con toda la corte celestial y con todos nuestros hermanos de peregrinación.
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Al terminar esta celebración de nuestra fe, nos sale del corazón un himno de gratitud.
Nuestra fe ha sido iluminada por las palabras de tu Hijo y tu Espíritu nos ha fortalecido con el pan del cielo.
Ahora nos sentimos más capaces de seguir a Jesús y dar testimonio de su mensaje con nuestra vida.
Danos, Padre, tu ayuda para alcanzar la meta que nos hemos propuesto.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.



LA MISA DE HOY

MONICIÓN DE ENTRADA
En este día del Señor venimos a celebrar nuestra fe y a alimentarla con la Palabra de Dios y el pan de la eucaristía.
El evangelio de Jesús hoy nos propone una meta muy alta. Ser perfectos como nuestro Padre del cielo. Puede parecer una pretensión orgullosa o una altura inalcanzable.
Sin embargo sabemos que Jesús no pide imposibles porque nos da su gracia abundantemente.
Dispongámonos, pues, a recibir la fuerza que nos viene de lo alto.

SALUDO
El amor de Dios y su gracia estén con todos vosotros.

ACTO PENITENCIAL
Confiemos en la bondad y la comprensión de Dios al exponerle nuestras flaquezas.
- “Señor, tu me sondeas y me conoces”. Señor, ten piedad.
-“No te apartes de mi, Señor, porque soy un pecador”. Cristo, ten piedad.
-“Hijo de David, ten compasión de mi”. Señor, ten piedad.
La misericordia de Dios, nuestro Padre, que quiere la salvación de todos, perdone nuestros pecados y flaquezas y nos dé vida eterna.

MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA
Ya en el Antiguo Testamento era la santidad de Dios la que marcaba el fundamento y la meta de la moral de su pueblo.
Jesús seguirá el mismo camino en el evangelio de hoy, pero después de manifestarnos con más profundidad el amor del Padre.
Por eso su mensaje nos da nuevas posibilidades y exigencias.

SALMO RESPONSORIAL (Sal 102)
El Señor es compasivo y misericordioso.
Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios.
El Señor es compasivo y misericordioso.
Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura.
El Señor es compasivo y misericordioso.
El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia; no nos trata como merecen nuestros pecados ni nos paga según nuestras culpas.
El Señor es compasivo y misericordioso.
Como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos. Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles.
El Señor es compasivo y misericordioso.

MONICIÓN A LA SEGUNDA LECTURA
San Pablo quiso corregir con estas palabras algunos abusos que se cometían en la comunidad de Corinto.
Recomienda humildad y sabiduría para convivir manteniendo la unión entre todos.
Insiste en luchar contra las divisiones dentro de la misma comunidad.

MONICIÓN A LA LECTURA EVANGÉLICA

Escuchemos ahora un mensaje de Jesús que a primera vista puede parecer una exageración o una meta imposible de alcanzar.
Si conseguimos entender bien el texto, veremos que es posible y hasta normal, que un cristiano que ha conseguido vivir en relación profunda con Jesús resucitado, consiga ir por la vida con estas actitudes.


ORACIÓN DE LOS FIELES

Padre, tu nos invitas por medio de tu Hijo Jesús, a vivir en plenitud la salvación que él nos ofrece.
Tu conoces nuestras limitaciones y las necesidades de nuestro mundo.
Atiende, pues, nuestras súplicas. Respondamos: Ayúdanos, Señor.
- Las graves consecuencias de la crisis económica mundial son un grito a la austeridad y a la solidaridad. Oremos.
- Los gobernantes no conseguirán la justicia y la paz, si los ciudadanos no ponemos nuestra parte. Oremos.
- Tu nos enviaste a predicar el Reino de Dios y a curar enfermos. Oremos.
- Señor, las guerras sólo producen muertes y maldades. Necesitamos paz. Oremos.
- Señor, en el mundo abundan los tristes, los atribulados y los moribundos. Oremos.
- Señor, auméntanos la fe para conocerte mejor y ser más coherentes. Oremos.
- Señor, todos los niños tienen derecho a crecer con salud y alegría. Oremos.
- Señor, los cristianos necesitamos una renovación profunda. Oremos.
- Señor, defiende a los cristianos perseguidos por tu nombre. Oremos.
- Señor, nuestros difuntos ya te pertenecen plenamente; queremos tener más fe en la vida eterna. Oremos.
Oración. Recibe, Señor, con bondad estas peticiones y atiende a las necesidades de nuestro mundo que Tu conoces mejor que nosotros. Haz que la voluntad de todos los hombres sirva a los intereses de tu Reino, para que entre todos realicemos el proyecto de salvación universal que tu Hijo Jesús inició. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor.



CANTOS PARA LA CELEBRACION

Entrada: El Señor nos llama (2CLN-A 5); Cristo nos une en torno a su altar (del reciente disco titulado “15 Cantos para la Cena del Señor” de Erdozáin); En medio de nosotros (2CLN-A 6).
Salmo: Gustad y ved (1CLN-518).
Aleluya: Con el estribillo popular “Un mandamiento nuevo”.
Ofertorio: Te presentamos (1CLN-H 3); Al altar donde tu vienes (del disco mencionado antes).
Santo: de Aragüés.
Aclamación al Memorial: 1CLN-J 1.
Comunión: Danos un corazón grande para amar (de Espinosa); Un mandamiento nuevo (Popular); Te conocimos al partir el pan (de Madurga, 1CLN-O 25).
Final: La estrofa final del canto “Como hermanos venimos”.



Director: José Ángel Fuertes Sancho •Paricio Frontiñán, s/n• Tlf 976458529 Fax 976439635 • 50004 ZARAGOZA
Tlf. del Evangelio: 976.44.45.46 - Página web: www.dabar.net - Correo-e: dabar@dabar.net

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WebJCP | Abril 2007