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MISIONEROS EN CAMINO: VII Domingo del T.O. (Mt 5, 38-48) - Ciclo A: LA NO-VIOLENCIA ACTIVA DEL AMOR
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viernes, 18 de febrero de 2011

VII Domingo del T.O. (Mt 5, 38-48) - Ciclo A: LA NO-VIOLENCIA ACTIVA DEL AMOR



I. "Amad a vuestros enemigos". En el evangelio de hoy se leen las dos últimas antítesis del discurso del monte: perdón en vez de venganza, y amor al enemigo en vez de odio.

a) Alternativa a la ley del talión. La ley del talión se formula tres veces en los cinco libros del Pentateuco. En resumen: Vida por vida, ojo por ojo, diente por diente; es decir, puedes vengarte en la medida en que has sido ofendido. Hay que reconocer que una ley del talión a nuestra manera, está bien enraizada en el corazón humano: El que me la hace, me la paga.

Pues bien, para Jesús todo esto queda excluido. No sólo la venganza efectiva sino también el deseo de la misma, hasta llegar a renunciar a toda violencia activa, incluso como autodefensa. "Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente. Pero yo os digo: No hagáis frente al que os agravia". Y desarrolla su afirmación con cuatro ejemplos o situaciones diversas: bofetada, pleito, requerimiento y préstamo.


b) "Amad a vuestros enemigos". "Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os aborrecen y rezad por los que os persiguen y calumnian". En la primera lectura de hoy tenemos la primera parte del aserto; si bien en el texto del Levítico "prójimo" significa el pariente y el compatriota. Pero en el evangelio de Cristo significa todo hombre, sin distinción alguna de raza, lengua ni credo.

c) "Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto" Esta conclusión de las seis antítesis es la motivación de todo lo que antecede. Base ética profundamente religiosa: imitación del ejemplo de Dios, a cuya imagen está hecho el hombre. "Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos y manda la lluvia a justos e injustos". Al discípulo de Cristo no le basta saludar y amar a los amigos; eso lo hace cualquiera. Al cristiano se le pide más. Vosotros sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto, concluye Jesús. Eco
agrandado de la motivación y estribillo de la ley de santidad del Levítico: "Seréis santos, porque yo, el Señor vuestro Dios, soy santo" (la lect.).


2. La radicalidad del mensaje evangélico de este domingo plantea serios interrogantes: ¿Es éste un programa realizable o una simple utopía para soñadores? La respuesta de muchos es: imposible, inalcanzable, demasiado sublime. Cierto es que, vistas a la luz de la sabiduría de este mundo, tales consignas de Jesús pueden parecernos utopía ingenua e irrealizable; programa para soñadores o para tontos.

Bien está que Cristo nos mande excluir todo sentimiento de odio, rencor, malquerencia, fanatismo e intolerancia; pero ¡practicar el desarme unilateral, poner la otra mejilla y amar al enemigo!... Eso es demasiado; eso parece conducta de apocados y de resignados fatalistas. A lo más que podría llegar un ultrajado es a perdonar. Olvidar le va a costar mucho más. Amar a su ofensor le va a resultar imposible. Incluso a personas cristianas y de buen corazón se les oye decir: "Yo le perdono, pero no me es posible olvidar, menos aún quererle". Con lo cual no están gratificando en su corazón sentimientos de odio, rencor o agresividad; y menos aún el placer exquisito de la venganza.

Tanto una actitud de minimalistas a ultranza como la sabiduría natural de este bajo mundo darán una respuesta negativa y sin matices a todos estos interrogantes. Ideal imposible; por tanto, rechazable. Sin embargo, históricamente sabemos que hubo cristianos que dieron una respuesta afirmativa; y no eran inconscientes ni cobardes sino héroes de santidad, hombres y mujeres de corazón grande y de una madurez humana y cristiana inigualables, verdaderos aristócratas del espíritu que batieron todas las marcas olímpicas de los valores humanos. Porque lo más fácil y natural es vengarse, tomar la justicia por su mano a impulsos de la ley del talión, o al menos odiar; pero supieron perdonar y amar.

3. La no-violencia activa del amor. Tal como suenan las palabras de Jesús: "amad a vuestros enemigos", ¿establecerían como norma de conducta el amor afectivo o emocional al enemigo? Por ley no se puede imponer la simpatía, el amor afectivo y el cariño emocional al enemigo que nos agravia. Eso iría contra nuestra estructura síquica, resultaría patológico o inhumano. Tampoco Jesús lo exige por decreto. Pero sí nos propone su ejemplo, y nos manda el amor efectivo: hacer el bien al enemigo rezar por él, respetarlo siempre como persona y como hermano, hijo también de Dios que hace salir el sol sobre buenos y malos.

Conscientemente excluye Jesús toda violencia y malquerer, pero no una resistencia pacífica, aunque activa por el amor. Él mismo la practicó en el proceso de su pasión, pidiendo una explicación de la bofetada injusta ante el tribunal de Anás. No se aprueba cualquier silencio ante la sinrazón y la injusticia. Esta actitud cobarde ahorraría muchos mártires, cierto; pero también frenaría el proceso de humanización y, en muchos casos, silenciaría la voz de los pobres sin voz. Hoy como ayer hacen falta testigos, rebosantes de amor al "enemigo", defensores valientes de los derechos humanos aunque en ello les vaya la vida.

Perdonar y amar es la gran fuerza activa del no-violento, la única opción capaz de frenar y destruir la espiral del mal y de la violencia. El talante del discípulo de Jesús está, pues, constituido por la no-violencia, como primer paso: No hagáis frente al que os agravia. Y por el amor activo, en segundo lugar: Amad a vuestros enemigos; haced el bien a los que os aborrecen. Todo esto requiere temple, valentía y madurez humana y cristiana, al estilo de Jesús que murió perdonando y amando.

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WebJCP | Abril 2007