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sábado, 5 de febrero de 2011

Palabra para la Misión: Las «buenas obras» de la Misión


V Domingo del T. O. Año A
Domingo 6.2.2011 - Por EUNTES

Isaías 58,7-10 / Salmo 111 / 1Corintios 2,1-5
Mateo 5,13-16

Reflexiones

Un principio universal de pedagogía reza así: “Las palabras vuelan, los ejemplos arrastran”; y “un hecho vale más que mil palabras”. Jesús lo confirma en su programa, anunciado en las Bienaventuranzas (ver domingo anterior) y en todo el sermón de la montaña. Como buen pedagogo y predicador concretro y eficaz, Jesús lo explica tomando los ejemplos diarios de la sal y de la luz (Evangelio). La sal da sabor a la comida, cauteriza heridas, conserva alimentos; pero si pierde fuerza y sabor (es decir, su identidad), no sirve para nada y se arroja a la basura; una sal sosa es un contrasentido (v. 13). Lo mismo vale para la luz: está hecha para alumbrar a las personas, la casa, el camino, las cosas… La lámpara, el candelero, la ciudad puesta sobre un monte (v. 14-15) son otras de las imágines que aclaran el mensaje de Jesús: la luz está para alumbrar; una luz tapada o escondida no sirve para nadie. La sal y la luz, por su naturaleza, tienden a expandirse e irradiar su presencia; conllevan, por tanto, una idea de universalidad.

Jesús aplica estas imágenes, tomadas de la vida cotidiana, a las “obras buenas” (en griego, las obras bellas) de sus seguidores, quienes, inmersos en el mundo, están llamados a dar y conservar el gusto y el sabor del Evangelio a las realidades de la vida de cada día; a ser puntos de referencia para quienes andan en la oscuridad, extraviados, en busca del camino. Naturalmente, nos advierte Jesús, la motivación y la finalidad de las obras buenas no es la vanidad complaciente del discípulo, sino la gloria del Padre (v. 16). La luz es Jesús mismo, luz para iluminar a los pueblos (Lc 2,32; LG 1). Sin embargo, la luz de Cristo no brilla en el mundo si los discípulos no son también luz. El discípulo tiene y es luz solo si le sigue a Él (Jn 8,12; versículo para el Evangelio). Jesús tiene confianza en los discípulos, les confía la misión de ser sal y luz: sin ellos la tierra no tendría sabor ni gusto, el mundo estaría en tinieblas; la vida humana sería sosa, oscura, sin sentido. Jesús pide a sus seguidores que compartan el don más precioso que tienen: su esperanza, capaz de dar sabor a la vida y un poco de luz a cuantos viven en la noche de la prueba.

Comentando la imagen del candelero, S. Juan Crisóstomo decía: “No te pido que abandones la ciudad y que rompas todas tus relaciones sociales. No, quédate en la ciudad: aquí es donde tienes que ejercitar la virtud… Porque de aquí se derivará un bien considerable”. Es un mensaje misionero, que vale para cada situación de evangelización: se trata del valor del testimonio de vida, (*), que, según el Concilio Vaticano II (cf AG 11-12), es “la primera forma de evangelización” (RMi 42), como afirma Juan Pablo II al presentar los caminos de la misión. (**)

En muchos casos el testimonio es el único modo posible de ser misioneros, sobre todo en los contextos de minorías cristianas y de persecuciones; a veces es posible tan solo ser grano de trigo que cae en tierra y muere en el surco; el fruto ya vendrá más tarde (cf Jn 12,24). En los años sesenta del siglo pasado, que fueron particularmente difíciles para la Iglesia en Sudán (expulsiones, restricciones, cárcel…), a los misioneros que se preguntaban qué debían hacer, la Congregación de Propaganda Fide les contestó en nombre del Papa con un mensaje resumido en “tres P”: presencia, paciencia, plegaria. Si añadimos también pobreza, tenemos la síntesis completa del testimonio. Cuando este llega hasta el martirio, la luz del amor y del perdón brilla más luminosa, enriquecida por la fuerza de la intercesión.

La I lectura indica por dos veces cuáles son las obras buenas que agradan al corazón de Dios: dar de comer al hambriento, vestir al que está desnudo, hospedar en casa a los pobres, a los sin techo, desterrar la opresión… (v. 7.9). Las obras de misericordia tienen su lenguaje, hacen brillar la luz en las tinieblas (v. 8.10); curan nuestras heridas (v. 8); serán el test para el juicio final (Mt 25). Estas obras -junto con el compromiso por la paz, la justicia, los derechos del hombre, la promoción humana- desde siempre acompañan, con su típica elocuencia, la misión de la Iglesia. Pero con una condición: el amor es y sigue siendo la fuerza de la misión; es decir, la gratuidad, sin miras proselitistas u otros intereses (cf RMi 42.60). Incluso la oración, la alabanza orante y el culto agradan a Dios solo si van unidos al testimonio de la caridad y del apostolado. (cf SC 15). Las conversiones y los bautismos llegarán más tarde, como dones del Espíritu, cuando Él quiera.


La actividad misionera, nos enseña Pablo (II lectura), en cuanto testimonio del misterio de Dios y anuncio de Cristo crucificado (v. 1.2), se lleva a cabo por personas débiles y temerosas (v. 3), que cuentan, sin embargo, con la manifestación del Espíritu (v. 4), para que la fe de los nuevos creyentes no se funde en sabiduría de hombres, sino en el poder de Dios (v. 5). Estamos ante una página de gran intensidad misionera.



Palabra del Papa

(*) “El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan, o, si escuchan a los que enseñan, es porque dan testimonio”.

Pablo VI
Exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi n. 41

(**) “La primera forma de testimonio es la vida misma del misionero, la de la familia cristiana y de la comunidad eclesial, que hace visible un nuevo modo de comportarse”.

Juan Pablo II
Encíclica Redemptoris Missio n. 42


Siguiendo los pasos de los Misioneros

- 6/2: S. Pablo Miki, sacerdote jesuita japonés, y 25 compañeros (jesuitas, franciscanos y laicos), martirizados-crucificados en Nagasaki (Japón) el 5.2.1597.

- 6/2: S. Mateo Correa Magallanes (1866-1927), sacerdote mexicano, martirizado porque se negó a revelar el secreto de la confesión.

- 8/2: S. Josefina Bakhita, religiosa canosiana (Darfur-Sudán 1869-1947 en Schio, Vicenza).

- 9/2: S. Miguel Febres C. (1854-1910), ecuatoriano, de los Hermanos de las Escuelas Cristianas.

- 10/2: B. Luis Stepinac (1898-1960), arzobispo de Zagabria (Croacia), defensor de la fe, libertad religiosa y dignidad humana bajo el régimen comunista en Yugoslavia.

- 10/2: Memoria de la muerte del Papa Pío XI (Achille Ratti, +1939), que dio un gran impulso a la actividad misionera, con numerosas iniciativas e importantes documentos.

- 11/2: Virgen de Lourdes (apariciones en 1858). - XIX Jornada Mundial del Enfermo, con el tema: “Con sus heridas habéis sido curados” (1P 2,24).

- 11/2: Aniversario de la creación del Estado de la Ciudad del Vaticano (1929).

- 12/2: S. Saturnino, sacerdote, y 48 compañeros laicos norteafricanos mártires (+304), en Abitine, Cartago), quienes declararon ante el procónsul romano: “Sin el domingo no podemos vivir”.

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WebJCP | Abril 2007