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MISIONEROS EN CAMINO: Materiales liturgicos y catequeticos: Epifanía del Señor (Mt 2, 1-12) - Ciclo A
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martes, 4 de enero de 2011

Materiales liturgicos y catequeticos: Epifanía del Señor (Mt 2, 1-12) - Ciclo A



Moniciones de entrada:
(A)
Celebramos hoy, con alegría, esta Eucaristía en la Epifanía del Señor, es decir: La manifestación de Jesucristo a la humanidad entera.
Al igual que los Magos se pusieron en camino y se dejaron guiar por la luz de una estrella, busquemos también nosotros a Jesús guiados por la luz de la fe, Él siempre está junto a nosotros.

(B)
Hoy, para pequeños y mayores es día de ilusiones, de emociones y, también, de desencantos.
Para todos nosotros, que nos reunimos para la celebración de la Eucaristía, debe ser un día especial de acción de gracias al Señor por el gran regalo que Dios nos ha hecho con el nacimiento de su Hijo Jesús: la manifestación de Jesús como Salvador.
Si el día de Reyes es ocasión para:
* hacer "las paces" ofreciendo un regalo,
* manifestar un afecto con un obsequio,
* expresar los buenos deseos con un recuerdo,
para nosotros, como miembros de la familia de Dios, se nos ofrece la oportunidad de rehacer y afianzar nuestra amistad con Dios.
Por ello, en el día de Reyes, pedimos a Dios el mejor regalo que podemos recibir: "la alegría del perdón de Dios y de los hermanos".

(C)



Nos encontramos al final de las vacaciones de Navidad y vamos a despedir estas fiestas, con la celebración de un día dedicado muy especialmente a los niños: La Adoración de los Magos a Jesús y la traída de regalos a los niños.
Pero la fiesta de hoy tiene un significado especial para los cristianos, ya que celebramos el día en que Jesús se manifestó como Hijo de Dios al mundo.
Ante la venida del Niño Dios a la tierra se dieron dos posturas distintas: Los Pastores y los Magos de ponen en camino para llegar a Jesús y encontrar la verdad; Herodes y su corte no quieren aceptar la verdad y al conocer la noticia del Nacimiento de Jesús, quieren matarlo.
También hoy en día se dan entre nosotros estas posturas: los que aceptan a Jesús con un corazón de niño y los que no creen que alguien tan bueno como Jesús, venga de parte de Dios.

(D)

En esta fiesta de la Epifanía o de los Reyes Magos, celebramos la Manifestación de Dios a todos los hombres en la persona de su Hijo Jesús, que nació de María. Dios se manifiesta a todas las razas y culturas de la tierra, representadas en aquellos tres magos o sabios que buscaban a Dios. En estos días de Navidad las ciudades se han iluminado maravillosamente, pero quizá sigue habiendo oscuridad en el corazón de la gente. No olvidemos que Cristo es Luz para los creyentes y que su Luz ilumina nuestras vidas.



Como los magos que vinieron de Oriente a adorar al Niño, también nosotros nos reunimos hoy para presentar a Jesús nuestro homenaje de fe, de confianza, de adoración. Esta fiesta de hoy, la Epifanía, es la fiesta de la Manifestación de Jesús. “Jesús se manifiesta a todos los hombres, representados en estos tres magos o sabios de diversas razas y nos manifiesta quién es Él”. Sintámonos hermanos de todos los hombres y mujeres del mundo, porque la noticia del Nacimiento de Jesús no es para unos pocos, sino para todos, y eso debe alegrarnos.

Saludo del Sacerdote:

En esta Celebración de hoy, Jesús se presenta como la Luz del mundo en un Niño recién nacido. Vamos a hacernos por un día como niños, para que la fe, el amor y la alegría que Jesús nos trae por medio de los Reyes Magos, esté con todos vosotros...

Pedimos perdón:

Dejando de lado lo de los juguetes y regalos, vamos a pensar en algo importante: que con Jesús se encontraron quienes se tomaron la molestia de salir de sus comodidades y ponerse en camino al encuentro con Dios.
Pero a nosotros nos puede pasar lo mismo que a la gente importante del tiempo de Jesús, si damos más importancia a los regalos que a Dios. Empecemos por pedir perdón.

Tú eres la luz, que brilla en la tiniebla. SEÑOR, TEN PIEDAD...
Tú eres la luz, que alumbras a todos. CRISTO, TEN PIEDAD...
Tú eres la luz, que da vida al mundo. SEÑOR, TEN PIEDAD...

Gloria:

Guiados por la estrella, los Magos llegaron hasta el Portal, se llenaron de inmensa alegría al conocer al Niño Dios y le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. También nosotros ofrecemos nuestra voz para unirlas a otras voces y cantar juntos llenos de alegría...


Escuchamos la Palabra

Monición a las lecturas

Nos disponemos ahora a escuchar la Palabra de Dios. El texto de Isaías, con su canto y llamada a la esperanza, anuncia de modo claro que la salvación de Dios se extenderá a todas las gentes.
Jesús es el Salvador de todos y su Buena Noticia está dirigida, a toda persona de buena voluntad.



Lectura del profeta Isaías

¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz, la gloria del Señor amanece sobre ti! Mira: las tinieblas cubren la tierra, la oscuridad los pueblos, pero sobre ti amanecerá el Señor, su gloria aparecerá sobre ti; y caminarán los pueblos a tu luz; los reyes al resplandor de tu aurora.
Levanta la vista en torno, mira: todos ésos se han reunido. Vienen a ti: tus hijos llegan de lejos, a tus hijas las traen en brazos. Entonces lo verás, radiante de alegría; tu corazón se asombrará, se ensanchará, cuando vuelquen sobre ti los tesoros del mar y te traigan las riquezas de los pueblos. Te inundará una multitud de camellos, los dromedarios de Madián y de Efá. Vienen todos de Sabá, trayendo incienso y oro, y proclamando las alabanzas del Señor.

Palabra de Dios
Salmo 71:
Se postrarán ante ti, Señor, todos los reyes de la tierra

+ Lectura del santo Evangelio según San Mateo

Jesús nació en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos Magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: - ¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo.
Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos pontífices y a los letrados del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: - En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta: “Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judá; pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel”.
Entonces Herodes llamó en secreto a los Magos, para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles: - Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo. Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rosillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.
Y habiendo recibido en sueños un oráculo para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.

Palabra del Señor

Homilías:
(A)

Ayer me estuve fijando: los cristianos fueron a misa con las caras de siempre. Por el camino, yo me iba fijando en los rostros de los críos que me cruzaba por las calles y, desde luego, no eran las de diario. No era que los Reyes les hubieran traído juguetes, es que les habían cambiado el alma. Y, con el alma, la cara. Eran todos como niños-dobles o niños-triples, doblemente felices, triplemente niños. Y todo, porque sacaban a flote la ilusión que habitualmente llevan sumergida en las almas y que ayer se veía en su rostro como una vaselina.
Los mayores, no. Los mayores vinieron a misa de Reyes con su cara de buenas personas, levemente adormecidos aún, fielmente cumplidores. Pero sin brillo en la piel, sin esplendor en los ojos.
Y yo pensaba: ¿Para qué vienen entonces? Si un señor viene a misa sin esperanza, ¿para qué viene? Si no cree ya en los Reyes, en la ilusión, en la posibilidad de que el milagro se realice, ¿qué hace en una iglesia?
Yo no sé si los Reyes Magos son o no una fábula. No sé si pasan o no por los balcones llenándolos de regalos. Sé –y digo “sé” en lugar de “creo”, porque para mí siempre la fe ha sido más cierta que la certeza- que Dios pasa cada día y cada domingo, dejando en el balcón de los altares el cuerpo sangrante y glorioso de su Hijo. Decir esto es estar loco, también lo sé. Pero yo tengo tanto derecho a tomarlo en serio como los niños a los Reyes Magos.
Los que no tienen derecho son los que se dicen creyentes y no lo creen, o no lo toman en serio, o no estallan de gozo en días como hoy y van a misa sin esperar nada y no descubren que ir a misa no puede ser otra cosa (igual de hermosa, igual de loca) que abrir el balcón y dejar en él unos zapatos estando seguros de que Dios pasará esta noche y nos dejará en ellos nada menos que su amor.


(B)

Está claro que se ha pasado de honrar al Niño con mayúscula a honrar a los "niños". Esto tiene un profundo sentido teológico. Si Jesús ha dicho: "Todo lo que hicisteis a uno de mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis" (Mt 25,40), esto tiene especial aplicación cuando se lo hacemos a los niños.
Sin duda, Jesús se siente feliz al ver felices a los niños; ríe con ellos en las cabalgatas, goza con sus sorpresas, se siente querido en los gestos de ternura que les prodigamos. No tengamos miedo de que sienta celos cuando nos volcamos en ellos para hacerlos felices. En cierto sentido, los padres tienen el mismo cometido que María y José a los que se les encomendó Jesús, el Hijo de Dios e hijo suyo. Se les ha confiado la misión de hacer crecer a Jesús en sus hijos.
Por una especie de consenso social, el día de Epifanía es el día de los "Reyes Magos", y el día de los Reyes Magos es el día del niño. Resulta patente que el día del niño son todos los días del año. Si celebramos uno con especial énfasis es para avivar nuestra entrega a lo largo del año.
La primera exigencia con respecto a los niños es aprender a educar, algo que no se aprende nunca del todo. Pero es demasiado lo que nos jugamos. Miguel Hernández pedía a sus amigos íntimos: "¡Ayudadme a ser hombre; no me dejéis ser una bestia!". Eso es educar: formar el espíritu.

La infancia la construyen los padres y la familia. Muchos padres tienen una preocupación casi obsesiva por la salud, el desarrollo físico de sus hijos y un buen porvenir profesional: ¡Que no les falte nada! En cambio, pocos padres tienen esa misma preocupación por la salud psicológica y espiritual de sus hijos.
Es tanto lo que se juega en la educación de los niños, que no se puede dejar a la improvisación o a los impulsos espontáneos. Desgraciadamente no hay, por parte de muchos padres, demasiado interés por aprender aprovechando los numerosos medios que tienen hoy a su alcance...
La mejor forma de querer a los hijos es quererse los padres. Es el gran factor de satisfacción y equilibrio psicológico. Los chicos, de forma inconsciente, están diciendo a sus padres lo que los invitados a la boda gritan a los novios: "¡Que se besen!, ¡que se besen!". Quizás muchos digan: "Ya nos queremos". Nunca es bastante. Y, además, lo deben notar los hijos. Les da seguridad afectiva.

En esta sociedad de consumo corremos el peligro de creer que todo se arregla con cosas, que la educación consiste en que al niño no le falte de nada para que pueda ser feliz, porque, de lo contrario, puede sufrir un trauma. El niño querido, acompañado, escuchado, apenas si echa de menos las demás cosas; el insatisfecho afectivamente no se satisface con nada. A veces los adultos dan la impresión de buscar más quedar bien con los padres del niño que buscar el bien del niño. Otras veces parecería que el regalo se brinda como precio del cariño. Los padres que miran de verdad por el bien de sus hijos han de sentir la urgencia de dosificar racionalmente los regalos, lo cual no es fácil ni cómodo muchas veces.
Una madre no hace más que abrumar a su hija con regalos y vestidos. Algunas de sus amigas que tienen mucha confianza con ella, se atreven a decirle: ¿No tratarás de compensar a tu hija con cosas el poco tiempo que le dedicas?". En un principio le sienta mal la observación, pero recapacita y a los dos días reconoce que los regalos eran una tapadera para tranquilizarse del tiempo que hurtaba a su hija. Resulta más fácil echar mano a la billetera y gastar dinero en un regalo que gastar tiempo escuchando a los hijos y jugando con ellos.
Todos los matrimonios que conozco, preocupados por la educación de sus hijos, reconocen que no les dedican todo el tiempo que debieran. Hace unos meses, los periódicos gallegos ofrecían un dato alarmante: "Los niños están a diario tres horas ante el televisor y media hora con sus padres". Es lo que se llama entregar a los chicos a los cuidados de la "niñera electrónica", muy cómoda para los padres, pero muy poco educativa y bastante perjudicial para los hijos.


"El mayor regalo que nos hicieron nuestros padres fue su compañía constante", me confesaban unos hijos ya adultos. Sí, ya sé que la vida moderna es complicadísima. Pero para lo imprescindible hay que encontrar tiempo, como se encuentra para comer. Para ello es preciso establecer una jerarquía de valores. La convivencia en el hogar es una clase ininterrumpida de pedagogía activa. Los ratos de sobremesa, las veladas, las comidas compartidas son sagradas para que la familia sea hogar y eduque sabiamente.
El día de los Reyes Magos nos urge revisar nuestros comportamientos con los niños y buscar medios para una mejor formación psicológica. Regalo fecundo para los hijos es que la familia sea una verdadera "Iglesia doméstica"; donde se viva la fe, se celebre, se ore... Un gran medio para transmitir los valores evangélicos que harán la vida feliz.
Es iluminador el testimonio del Abbé Pierre: "La oración que
al final del día teníamos en familia ha ejercido una influencia decisiva en mi vida y en la de mis siete hermanos y sus familias. Es necesario recordar a menudo a los padres jóvenes la necesidad de vivir la fe y orar con los hijos. Pase lo que pase después en sus vidas, ése será un tesoro inolvidable".
Hacer de la familia un verdadero hogar, una "Iglesia doméstica", he aquí el gran regalo que hay que hacer cada día a los niños... y a los grandes. Los regalos sólo tienen pleno sentido cuando somos un regalo permanente unos para otros.


(C)
No siempre un mismo camino es el de ida y de regreso. Puede que cuando crees haber llegado al final de tu camino, a Dios se le ocurra que regreses por otro nuevo. Es que en la vida hay muchos caminos. Los tuyos y los de Dios. Los de búsqueda y los de regreso luego del encuentro. Este fue el camino de estos Tres personajes venidos de no sabemos dónde.
Sabemos qué buscaban, pero no sabemos su punto de partida. Porque la búsqueda puede partir de cualquier lugar. ¿Eran del Oriente? Yo prefiero decir: “eran del mundo”.

El camino de la búsqueda
Recuerdo aquí lo que escribió Paulo Coelho en su manual de conservar caminos.
“El camino no dura para siempre. Es una bendición recorrerlo durante algún tiempo, pero un día terminará y por eso debes estar siempre listo para despedirte en cualquier punto. Por mucho que te deslumbren determinados paisajes, o te asusten ciertos trechos donde hay que esforzarse especialmente para seguir en pie, no te aferres a nada. Ni a los momentos de euforia, ni a los interminables días en los que todo parece difícil. Más tarde o más temprano llegará un ángel y tu jornada habrá llegado a su término”.

Estos tres personajes han sentido la necesidad de “buscar”. Buscar al que otros también esperaban, pero que se olvidaron de buscar. Era la búsqueda del corazón. Y era la búsqueda a través de los signos. Todo parece que fue muy fácil, sólo cuando ya estaban a punto de llegar, el camino se pierde porque se pierde la señal.

Es que las crisis de la fe pueden darse en cualquier momento y en cualquier recodo del camino. Y a veces son crisis al comienzo del camino. Otras, al final, cuando uno ya está como para tocarlo con la mano. Como en todo camino, hay momentos de alegría y felicidad. Y hay momentos de duda, de tristeza, de angustia. Y no es que uno no quiera creer. Sencillamente son situaciones en que las señales que marcan la dirección se pierden. Se oscurecen. Esos “sacramentos” llamados a ser luz pierden luminosidad. Los testigos de Dios dejan de alumbrar. “Vosotros sois la luz del mundo”. Pero si la luz se apaga o se esconde, ya no ilumina.

El ángel del camino
“Tarde o temprano llegará un ángel y tu jornada habrá llegado a su término”. En su oscuridad no se arredran, ni vuelve sobre sus huellas. Es el momento de las preguntas. Es el momento en el que, incluso quien se niega a buscar, puede convertirse en señal que vuelve a señalar la ruta.
Porque hasta los malos pueden luz. Porque hasta los que viven desinteresados pueden ser faros de orientación. Eso fue lo que hicieron los Magos. Entrar en Jerusalén. Y preguntar a quién menos interés tenía por el nuevo rey de los judíos, a Herodes.

Y de nuevo aparece la estrella. De nuevo se ilumina el camino. Y de nuevo siguen alegres, peregrinos de Dios, hasta que llegan a la cuna del Niño. Los caminos de búsqueda de Dios pueden tener paisajes maravillosos. Pueden estar llenos de flores en los campos. Y pueden ser escarpados. Con un cielo que se oscurece. Con un Dios que pareciera se ha escondido. La fe tiene momentos de luminosidad, y momentos de oscuridad. Y a Dios también se le encuentra en la oscuridad de la noche.

Volver por otro camino
Cuando ya habían aprendido el camino, ahora Dios los manda regresar por otro nuevo y desconocido. El camino de la búsqueda ya no sirve para el regreso. Ya no es el camino que va al encuentro. Es el camino de haber encontrado.

Nadie que haya conocido a Dios, puede seguir por el mismo camino de antes. Nadie que se haya encontrado realmente con Dios puede andar los mismos caminos del pasado. Porque ahora es el mismo Dios quien se hace tu camino.
Un camino que ya no depende de una estrella, de una señal. Es el camino de quien ha llegado y ha dejado que Dios se haga luz en su corazón. Es el camino no del que busca, sino el camino que se convierte en vida, en una nueva visión, en una nueva realidad vital.

No se puede encontrar a Dios y seguir igual. Cuando uno se ha contagiado de Dios, la vida ya no es la misma. Cuando uno ha visto a Dios, aunque sea en la pobreza de un pesebre, los ojos ya no ven lo mismo. Cuando uno ha escuchado a Dios, la vida tiene otra música. Cuando uno ha sentido a Dios en su corazón, la vida se llena de caminos y todos son caminos de Dios.

“Haz de tu camino un espejo de ti mismo: no te dejes influir en absoluto por la manera como los demás cuidan de sus caminos. Tú tienes un alma que escuchar, y los pájaros transmitirán lo que tu alma quiere decir. Que tus historias sean bellas y agraden a todo lo que tienes en torno. Sobre todo, que las historias que cuente tu alma durante la jornada se reflejen en cada segundo del recorrido”. (Paulo Coelho)

¿Estás en el camino de ida o de regreso? ¿Estás en el camino de búsqueda o del encuentro? ¿Estás en tus viejos caminos o andas ya por los nuevos caminos donde Dios mismo se hace tu camino? ¿Tratas de andar los caminos por donde andan todos, o andas por ese nuevo camino donde escuchas la voz de alma?.

(C)

Cayendo de rodillas, lo adoraron

Orar es tan sencillo que puede hacerlo un niño pequeño. Pero, a veces, parece tan difícil que millones de hombres y mujeres son incapaces de elevar su corazón a Dios y comunicarse con él. Son bien conocidas las principales dificultades.
“Orar, ¿para qué?”. Es la típica objeción de nuestro pragmatismo occidental. Lo primero que brota de ese hombre o mujer que se mueve entre la autosuficiencia y el utilitarismo. ¿Para qué le quiero a Dios? ¿es que me va a resolver los problemas? ¿Me va a dar de comer? ¿Me va a procurar trabajo, dinero, seguridad? ¿Cómo me voy a dirigir a alguien que no me sirve para nada? Y, sin embargo, sigue siendo verdad que “no sólo de pan vive el hombre”, o ¿es que el hombre de hoy ya no necesita paz interior, perdón, fuerza de conversión, esperanza?
“¿Orar? No tengo tiempo”. Es otra reacción muy general. Porque esto no lo dice uno u otro. Lo dicen hoy muchos. No hay tiempo para orar. Tenemos el día totalmente ocupado. Imposible introducir otra tarea más. Sin embargo, sería mejor llamar a las cosas por su nombre. Siempre tenemos tiempo para lo que realmente nos interesa. Decir “no tengo tiempo para orar”, ¿no equivale casi siempre a decir “Dios no me interesa”?
Cada uno sabrá cómo va construyendo su vida. Pero si un creyente no encuentra tiempo para estar con Dios, tampoco tendrá para estar consigo mismo, ni para estar en profundidad con las personas ni para crecer interiormente. ¿Dónde se alimentará su fe?
“¿Orar? Es que no sé hacerlo. ¿Qué le puedo decir yo a Dios?”. Son muchas las personas que hablan en términos parecidos. NO saben exactamente por qué, pero se sienten bloqueados interiormente. No aciertan a ponerse en comunicación con él.
Las razones pueden ser diferentes, pero, muchas veces, detrás de todos los razonamientos se esconde una verdad pura y llana. Sentimos miedo a la oración. Tenemos miedo a vernos tal como somos. Miedo a entrar dentro de nosotros y descubrir qué frágiles son los apoyos sobre los que se sustenta esa fachada de lo que aparentamos ser.
No nos atrevemos a afrontar nuestra propia verdad. Nos da miedo esa realidad tan deslucida de lo que verdaderamente somos y sentimos. Nos cuesta encontrarnos a solas y cara a cara con Dios, el espejo más limpio y el que mejor delata nuestras torpezas y nuestra mediocridad. La misma santa Teresa decía: “Me espanto de ver en la oración tantas verdades y tan claras”.
¿Qué podemos hacer? ¿Seguir huyendo de Dios y de nosotros mismos? El episodio de los magos no es sólo un relato lleno de encanto. La búsqueda esforzada de esos hombres hasta caer de rodillas ante el Niño en actitud de adoración es una llamada que se nos hace a todos. La vida del hombre alcanza su mayor grandeza cuando sabe arrodillarse interiormente ante Dios. En él encuentra su auténtica verdad, el perdón y la paz.


Oración de los fieles:

(A)

En el día de la Epifanía, pedimos al Señor que atienda nuestras necesidades, diciendo: ¡Señor, danos tu Luz!

Por la Iglesia, para que sepamos dar a conocer a todos, con el ejemplo de nuestras vidas solidarias, la Luz de Dios que Jesús nos trae. Oremos.

Por los padres y educadores, para que puedan educar a sus hijos en el respeto, la tolerancia y la paz, y en el saber compartir. Oremos.

Por las personas que viven sin ánimo ni ilusión, para que encuentren personas y motivos en que seguir confiando. Oremos.

- Por todos los pueblos de la tierra, para que aprendan a vivir superando divisiones, barreras y fronteras. Oremos.

Por nuestra comunidad parroquial, para que vivamos la universalidad del amor de Dios rompiendo fronteras y miedos, atentos a las necesidades de los hermanos. Oremos.

Señor, danos tu Luz, la que viene de Jesús y que alumbra nuestras vidas para que caminemos por senderos de justicia y de paz. Te lo pedimos por el mismo Jesucristo..

(B)

Oremos a Dios nuestro Padre, que ha manifestado su luz y su bondad a todos los hombres.
Por todos los que creemos en Dios, para que seamos agradecidos a todos los bienes de Dios y crezca nuestra fe y nuestra esperanza en Él. ROGUEMOS AL SEÑOR.
Por todos los niños, especialmente por los más necesitados, para que se sientan siempre amados. ROGUEMOS AL SEÑOR.
Por todos nosotros, para que seamos siempre testigos de Dios y seguidores de Jesús. ROGUEMOS AL SEÑOR.
Para que sepamos siempre compartir con los demás lo que somos y lo que tenemos. ROGUEMOS AL SEÑOR.
Oremos: Derrama, Señor, tus dones abundantes sobre todos nosotros y que tu generosidad nos haga a todos generosos.

(C)

Andamos desorientados y confundidos ante tantas luces como nos seducen, pero sabemos que Dios se manifiesta a los que buscan más allá de las estrellas. En la Epifanía del Señor, pidamos que Dios ilumine su rostro sobre nosotros.
Todos: SEÑOR, DANOS TU LUZ.
Por la Iglesia, llamada a ser luz de las gentes, para que sus actos sean reflejo diáfano del modo de ser de Dios. OREMOS...
Para que quienes dirigen los pueblos no condicionen sus decisiones a los intereses personales sino al bien de todos. OREMOS...
Por los que andan perdidos y desorientados para que alcen la vista y descubran la estrella que da sentido a su vida. OREMOS...
Para que los niños no sean engañados con regalos materiales que satisfacen su egoísmo sino que reciban el regalo del cariño y la atención de cada día. OREMOS...
Para que los adultos recuperen la esperanza de un mundo mejor, reconciliado y fraterno. OREMOS...
Por todos nosotros, para que vivamos la alegría de la fe y sepamos contagiarla con nuestro modo de vivir. OREMOS...

Señor, con el nacimiento de tu Hijo nos ha dado a conocer tu salvación, concédenos seguir descubriéndola y comunicarla con verdadero gozo. Danos tu luz. Por Jesucristo nuestro Señor. AMÉN.


(D)

Hoy todos los niños han pedido a los Reyes sus regalos. Con la confianza de los niños, pidamos y expongamos nosotros a Dios nuestros deseos y necesidades diciéndole: ¡SEÑOR, ESCÚCHANOS!
Llena, Señor, de fe y de esperanza, de alegría y de paz, a esta comunidad parroquial, a todas las comunidades cristianas y a toda la Iglesia extendida de Oriente a Occidente.
SEÑOR, ESCÚCHANOS.
Bendice, Señor, a nuestros niños y a todos los niños del mundo, para que crezcan con espíritu limpio.
SEÑOR, ESCÚCHANOS.
Tú, Señor, que eres la fuente de la vida, recibe en tu Reino a todos los que han muerto.
SEÑOR, ESCÚCHANOS.
Y a nosotros, que nos has dado a tu Hijo como niño, haznos sencillos y humildes como Él.
SEÑOR, ESCÚCHANOS.
Oremos: Escucha, Padre nuestro, nuestra oración y derrama tu amor, tu perdón y tu gracia sobre todos los hombres.

Presentación de ofrendas
Presentación de un juguete
(Puede hacer esta ofrenda uno de los niños más pequeños)

Aquí te traemos, este juguete, regalo de esta pasada y maravillosa noche de Reyes Magos y expresión del cariño que encontramos en nuestras familias. Con él te ofrecemos todas nuestras ilusiones.
Dicen los psicólogos que los niños, anticipan el futuro en sus juegos. Nos gustaría que ese futuro fuera de paz y bien bonito para todos.
No te olvides, hoy, de los niños que no han recibido juguete alguno y que son víctimas de la guerra o del hambre. Que los mayores recapaciten y ofrezcan a estos niños las mismas posibilidades que los niños que viven en los países ricos.

Presentación del incienso

(La puede hacer una persona adulta. Lleva la naveta y, al llegar al altar, toma una buena cantidad de incienso, que deposita sobre las brasas del incensario. Hay que tener en cuenta que los signos han de tener consistencia. Por eso, si queremos que humee y aromatice el lugar de la celebración, hay que depositar una cantidad suficiente de incienso. Luego, dice:)

Los Magos también te ofrecieron incienso, cuando llegaron, Señor, hasta el pesebre de Belén.
Hoy yo te ofrezco este olor agradable, en nombre de toda la comunidad. Queremos, Señor, ser tu olor en medio del mundo. Un olor que es mezcla de amor, entrega, cercanía y servicio a cuantos nos rodean. Así, queremos adorarte en quien mejor te representa en esta tierra.

Presentación de la Biblia

(Otra persona adulta la puede poner con respeto sobre el altar)

Señor, ya sé que casi es un contrasentido o, al menos, una redundancia el traer a la mesa de la Palabra, tu misma Palabra.
Sin embargo, Señor, con esta Biblia, te quiero expresar mi compromiso, y el de toda la comunidad, para ser testigos tuyos y de la luz de tu Palabra entre todos los hombres.
Señor, queremos ser tus estrellas que iluminen el camino y la búsqueda de los que nos rodean.

(B)
PRESENTACIÓN DE LA BIBLIA

(Otra persona adulta puede ser la encargada de hacer esta ofrenda, que la ha de poner con respeto sobre el altar o el lugar apropiado que la manifieste ostensiblemente a la comunidad)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor, ya sé que casi es un contrasentido o, al menos, una redundancia el traer, a la mesa de la Palabra, tu misma Palabra. Sin embargo, Señor, con esta Biblia, te quiero expresar mi compromiso, y el de toda la comunidad, para ser testigos tuyos y de la luz de tu Palabra entre todos los hombres. Señor, queremos ser tus estrellas que iluminen el camino y la búsqueda de los que nos rodean.

UN ADOLESCENTE PRESENTA A SU PADRE

(Lo puede hacer un niño, aunque sería preferible que lo hiciera ya un adolescente. De la mano y en medio de sus padres, se adelanta hasta el presbiterio, donde dice:)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Yo, Señor, quiero ofrecerte hoy a mis padres. Mira, ellos han sido y son para mí, como la estrella que condujo a los Magos hasta la cueva de Belén y ante tu Hijo recién nacido. Ellos me han traído a la fe y, mediante su educación, me siguen guiando por los caminos de tu Hijo, donde, día a día, aprendo a ser su discípulo y a seguir sus pasos. Por ello, Señor, te doy gracias. Señor, que nunca a los niños y adolescentes, como yo, nos falte esta estrella, que nos acompañe en nuestro crecimiento integral.

Prefacio...

Es justo que te alabemos, Padre,
y te demos las gracias día y noche
por la alegría que nos traen los Reyes Magos.
Porque hoy, gracias a ellos,
has manifestado a Jesús para Luz de los pueblos
y camino de salvación,
pues al manifestarse Cristo en nuestra carne mortal
nos hace participes de la gloria de su inmortalidad.
También te damos gracias
porque a partir de la visita de los Magos,
sabemos dónde hemos de encontrarte y adorarte:
en los niños necesitados de ternura y de calor.
Con los Santos Reyes,
con los Niños Inocentes
y con todos los niños del mundo
te cantamos nuestra alabanza diciendo:

Santo, Santo, Santo...

Padre nuestro:

El día de Reyes, más que el día de los regalos que hacemos a los niños, es el día de los regalos de Dios, simbolizados en la estrella de Belén. Dios Padre nos regala su luz, su fuego, su amor. Todos los hombres estamos llamados a ser hermanos. Por eso, todos a una, decimos...

Gesto de paz:

Entre todos los regalos que voy a tener hoy, nos hemos de quedar con uno: la amistad que nos brinda Jesús. Pero para ser sus amigos, tenemos que ser amigos de todos. Que el saludo de paz que ahora nos damos sea un gran abrazo a todos los niños, jóvenes y mayores que pasamos juntos la vida, para que, juntos intentemos ser felices...

Comunión:

Antes de acercarnos a comulgar, hemos orado juntos y hemos sellado un compromiso de paz. Ya podemos acercarnos a la mesa de la fraternidad. Vamos a celebrar nuestra amistad participando en esta comida.
Dichosos los invitados a la Mesa del Señor...

Diálogo con el Señor

Tienes al Rey de reyes en tu corazón. No desperdicies la ocasión de pedirle algún regalo para ti y para los demás...


Oración de acción de gracias:

Te damos gracias, Señor, porque te has querido volcar amorosamente sobre todo hombre y mujer. No has tenido privilegios. Quieres que la salvación alcance a todos.
Te damos gracias por Jesús, la luz verdadera que ilumina y orienta a todos cuantos se encuentran con su Palabra y su Espíritu.
Te damos gracias por nuestra fe cristiana, que nos incita al testimonio y a la misión. Por JNS...

Envío

Has tenido unos segundos para pedir. Desde ahora vas a tener todo el tiempo que quieras para dar. Pero antes, acepta estos consejos:
Si das cualquier cosa, suspenso.
Si das cosas apropiadas, aprobado.
Si das cariño, algo tuyo, notable.
Si en vez de dar cosas, te das a ti mismo, sobresaliente.
Si das lo que te dieron, o de lo que te sobra, suspenso.
Si das lo que te gusta y necesitas para ti, sobresaliente.
Si das esperando recompensa, suspenso.
Si das sin esperar nada, sobresaliente.
Regala, amigo, pero saca buena nota.
e
Bendición:

Amigos, los Magos buscaron con esperanza y encontraron a Jesús con María. Nosotros, a veces, nos cansamos pronto de buscar. Necesitamos seguir caminando, y Dios se nos revelará como nuestra fuerza, a través de su luz y su salvación. Nunca Dios nos deja sin el regalo de su encuentro. Pero seamos conscientes, al volver a la calle, al trabajo, y al hogar, que Él nos pide hoy que sembremos luz y alegría en nombre de Jesús. Para ello, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros. Amén.

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WebJCP | Abril 2007