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MISIONEROS EN CAMINO: II Domingo del T.O. (Jn 1, 29-34) - Ciclo A: Liturgia, Reflexiones, Exégesis y Oración
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viernes, 14 de enero de 2011

II Domingo del T.O. (Jn 1, 29-34) - Ciclo A: Liturgia, Reflexiones, Exégesis y Oración


Publicado por DABAR

Sólo hay dos grandes teofanías (manifestaciones directas de Dios) en los Evangelios: durante el bautismo de Jesús, y en el monte Tabor durante la Transfiguración.

Mi percepción personal (ni siquiera autorizada por suficientes conocimientos) es que estas manifestaciones se producen en dos momentos en los que Jesús se halla perdido, indeciso, dudoso de su camino y misión. Jesús está en búsqueda y Dios Padre le confirma, reafirma y anima a seguir con la vocación que Jesús acaba de intuir: anunciar el Reino de Dios, acoger la voluntad del Padre.

Pero ante Él y antes que Él, encontramos a Juan, llamado por Dios para abrirle camino. Aunque ya hablamos de ello en Adviento, la figura de Juan es decisiva para Jesús y su misión.

¿Cuántos de nosotros no somos un poco “Juan Bautista”, llamados a abrirle camino a Cristo, a sabiendas de no ser él? Quizá muchos de nosotros, como Juan, equivocamos el mensaje, pero no sabemos ver, como sí él hizo, a Cristo cuando se cruza en nuestro camino.

A veces nuestra querida Iglesia (y lo digo sin ironía), es un buen Juan, pero en otras ocasiones se obceca en que su mensaje es el correcto, y no ve a Jesús acercándose a nosotros. Por eso necesitamos estar atentos a las “teofanías” de Dios, a su Palabra, a su acción en la historia y en la vida de las personas, porque sólo así podremos escuchar: “Este es mi hijo amado, en quien me complazco”.

Jesús vive en el corazón de cada persona, y se nos da en ellos. Nos cuesta verlo porque estamos envueltos en el mensaje mediático, estamos como Juan, proclamando y anunciando, convirtiendo y bautizando, pero al igual que él nuestro mensaje se queda obsoleto:

Juan anuncia: “Arrepentíos, la ira de Dios está cerca”
Jesús proclama: El Reino de Dios, que es el Amor, ya está aquí.
Juan lo reconoce y se somete a su verdad.
Muchas veces nos encontramos “clamando en el desierto” fuera de la vida, mientras Jesús se sumerge en ella y en cada una de las personas con las que se encuentra en su camino.

El trabajo de parroquia, movimientos, comunidades,… no es fácil, y aún así perseveramos con constancia y entusiasmo. Algunas veces percibimos en nuestros sacerdotes-acompañantes una fuerza y un carisma especial: son nuestros “Juan Bautista”. Hubo seguidores de Juan que se fueron con Jesús, otros no. Muchas veces nos quedamos “enganchados” a ellos y no a su mensaje, a su tarea: abrir paso a Cristo en el mundo.

Si nos quedamos con el Bautista ¿cuándo me encontraré con Jesús? Ellos ya han experimentado el encuentro y nos alientan y animan pero nos quedamos con el predicador, con el instrumento, lo “divinizamos” y así nuestra tarea queda vacía de sentido.

¿En cuántos grupos, parroquias, movimientos y comunidades, al cambiarnos a “nuestro Juan” se nos tambalea todo?

Hay que avanzar, los “Juanes Bautistas” nos abren camino y nos lanzan al encuentro con Jesús: “Este es el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”
Ensanchemos nuestro corazón, corramos a su encuentro, vivamos con Él y por Él.
Estaremos eternamente agradecidos a Juan Bautista y a nuestros “Juanes” por su labor, dedicación, cariño, trabajo y pasión. Pero no olvidemos nunca que sólo en Cristo encontraremos la razón, el sentir y el sentido auténtico de nuestra vida.

CONCHA MORATA
concha@dabar.net


DIOS HABLA

ISAIAS 49,3.5 6
El Señor me dijo: «Tú eres mi siervo, de quien estoy orgulloso». Y ahora habla el Señor, que desde el vientre me formó siervo suyo, para que le trajese a Jacob, para que le reuniese a Israel -tanto me honró el Señor y mi Dios fue mi fuerza-: «Es poco que seas mi siervo y restablezcas las tribus de Jacob y conviertas a los supervivientes de Israel; te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra».

I CORINTIOS 1,1 3
Yo, Pablo, llamado a ser apóstol de Cristo Jesús por designio de Dios, y Sóstenes, nuestro hermano, escribimos a la Iglesia de Dios en Corinto, a los consagrados por Cristo Jesús, a los santos que él llamó y a todos los demás que en cualquier lugar invocan el nombre de Jesucristo, Señor de ellos y nuestro. La gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo sean con vosotros.

JUAN 1,29 34
En aquel tiempo, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó: «Este es el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Éste es aquél de quien yo dije: “Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo”. Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel». Y Juan dio testimonio diciendo: «He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquél sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ése es el que ha de bautizar con Espíritu Santo”. Y yo lo he visto, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios».



EXEGESIS

PRIMERA LECTURA
Nos sucede en la liturgia como en la vida. Un plano corre parejo a los acontecimientos de nuestra vida: nacer, crecer, familia, enfermedad, muerte… y sus respectivas conmemoraciones o aniversarios. En otro plano, corre la vida ordinaria, el sucederse la cadena interminable de la rutina diaria, paso a paso, uno detrás de otro. Con frecuencia se cruzan pero no se interfieren, no se mezclan.
Así el Año Litúrgico celebra con solemnidad los acontecimientos clave en la vida de Jesús que se ha convertido en el ritmo de la Iglesia: nacer, crecer, presentación en la vida religiosa y pública, muerte, ascensión.. Por otra parte corre el tiempo ordinario que quiere seguir esa rutina diaria de nuestra vida interior que descubre, corrige, aprende, profundiza, va ‘pasando de curso’, parece que no se crece pero el Espíritu va realizando su tarea de modelar en nosotros –previa la obediencia al mismo- la imagen de Cristo. Conviene tenerlo en cuenta ya que si no, en nuestras celebraciones, es fácil continuar con el ‘espíritu de Navidad’, más celebrativo humano, con toda la bondad de la infancia, que mistérico y revelatorio. El mismo Bautismo de Jesús nos ha servido de excusa a alguna parroquia para celebrar nuestros bautizos de niños. Si a eso añadimos la tradición de algunos lugares de ‘presentar’ a los niños recién nacidos en torno al día dos de febrero, tenemos el ciclo cumplido de los ‘evangelios de la infancia’.
La liturgia sin embargo ha comenzado ya con fuerza en ese misterioso camino revelatorio de la naturaleza humano-divina de Jesús. Y nos ha presentado la figura del ‘siervo de Yahvé’ en Isaías, que poco tiene que ver con villancicos y sensibleras evocaciones. Y sí mucho, con esa misión profética de desvelar los caminos que conducen a los ciegos y prisioneros a la luz y a implantar derecho, justicia y leyes (domingo pasado) y, en este domingo, insiste en la misma misión , pero hasta ‘alcanzar ‘ a los supervivientes de Israel y a las naciones’ y esto ‘hasta los confines de la tierra’.
Es verdad que no es otro el mensaje de los ‘evangelios de la infancia’ vividos estos días pasados de la Navidad . Pero a partir de la celebración del Bautismo de Jesús hay como una llamada fuerte, y urgente para que nuestra vivencia sea adulta, responsable, con ‘la fuerza que hemos recibido desde el vientre por parte de Dios, el Señor que nos formó’
Como Iglesia –comunidad creyente- somos ese ‘siervo de quien está orgulloso el Señor, que cuenta con nosotros como personas que, bautizadas (‘sobre los que se ha pronunciado el nombre del Señor’), nos hemos sido destinadas a ser luz de los paganos.
¿No nos estremece la responsabilidad? De echarse a temblar. Y sin embargo, nada más fácil –ni más duro- si dejamos que el Señor sea nuestro señor. Nosotros siervos.

TOMÁS RAMÍREZ
tomas@dabar.net

SEGUNDA LECTURA
La lectura de Primera Corintios nos va a ocupar los próximos domingos y es natural comenzar con una introducción a la situación de la comunidad, porque este escrito responde en gran medida a esa situación, como ocurre con los demás escritos paulinos auténticos.

Corinto era una gran ciudad, situada en medio del tráfico marítimo del imperio romano oriental, capital de la provincia romana de Acaya/Grecia, rica, comercial, bastante corrompida moralmente, con una cierta cultura superficial, al ser encrucijada de muchas culturas. Es, por tanto, un poco similar a nuestras grandes urbes, centro de las naturales diferencias. Muchos de los problemas de la comunidad, son también semejantes.

La comunidad cristiana fue fundada por Pablo en su segundo viaje. Hacia el año 51 y, probablemente, fue ayudado por algunos cristianos llegados de Roma. En esa comunidad abundan gentes de extracción humilde, aunque hay personas de otro tipo. Entre los primeros cunde una aceptación entusiasta del cristianismo, pero parece que algunos de sus aspectos son mal comprendidos, al querer, por ejemplo, hacer de la nueva religión una iluminación intelectual o un medio de promoción social.

A esta comunidad Pablo escribe una carta para solucionar algunos problemas concretos de que ha tenido noticia. Han pasado unos cinco o seis años desde la fundación.

El saludo es sencillo. Su estructura básica es el saludo normal del tiempo “Ticio a Cayo, salud (alegría o paz)”, ampliada ligeramente con temas cristianos. Así, a los nombres de Pablo y Sóstenes, compañero de Pablo, se añaden los respectivos calificativos de “apóstol de Cristo” y “hermano”.

Los destinatarios son la comunidad/iglesia de Corinto. Conviene notar que esta comunidad de recién convertidos es llamada por Pablo “consagrados” y “pueblo santo” a pesar de las obvias lacras morales y deficiencias que aparecen en la carta. Efectivamente, esos conceptos no dicen mucho, inicialmente, sobre la calidad ética de la comunidad, sino sobre su unión con Cristo. Unión de conjunto causada por la fe y el bautismo.

Pablo les desea, no bienes terrenos, sino los totales de Dios, resumidos en la paz y la gracia.

FEDERICO PASTOR
federico@dabar.net


EVANGELIO

1. Aclaraciones al texto
V.29 Cordero: expresión figurada que remite al cordero que se sacrificaba en el templo de Jerusalén y que se comía en la cena que actualizaba la liberación de la esclavitud en Egipto. Cordero de Dios, cordero dado por Dios. Que quita, que borra, que perdona. Pecado, en singular, la condición pecaminosa.
V.31 y 33 Yo no lo conocía: el original griego dice: Yo tampoco lo conocía. Conocer: percibir en toda su profundidad, sentido y alcance.
V.31 Manifestar. Verbo frecuente en el evangelio de Juan, con el significado de dar a conocer, descubrir, poner a la vista. Israel. En el cuarto evangelio este término tiene sentido positivo, a diferencia de la expresión los judíos. Israel designa a los judíos que acogen la Palabra de Dios.
V.32 La conjunción copulativa y al comienzo del versículo debe sustituirse por el adverbio de modo también: Juan dio también este testimonio.

2. Texto
¿A quién se dirige Juan cuando presenta a Jesús? El texto no lo explicita. El contexto precedente y el propio texto facilitan la respuesta: Juan se dirige a la delegación que los judíos de Jerusalén (la suprema autoridad religiosa judía) habían enviado para interrogarle acerca de si él era el Mesías (1,19). A preguntas de los enviados, Juan ha hablado de uno que está en medio de vosotros y a quien no conocéis (1,26). Por dos veces afirma Juan en el texto de hoy que tampoco él conocía a Jesús. Este tampoco remite al no conocimiento de los enviados en 1,26. Es a estos enviados a quienes Juan se dirige para presentar a Jesús.
Y lo hace con una formulación nueva de las tradiciones recogidas en los capítulos 12-13 del libro del Éxodo sobre la institución de la pascua y, en concreto, de la tradición referente a la sangre del cordero rociada sobre las jambas de las puertas como signo de liberación. Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Juan desvela que Jesús es el enviado de Dios, cuya muerte en la cruz libera a todos del pecado.
Juan saca a la luz lo que a simple vista no es fácil de ver y que tampoco él veía inicialmente. Así es como Juan se convierte en testigo de la hondura de Jesús, Cordero de Dios, Hijo de Dios.

3. Comprensión actualizante
Seguimos en tiempo de Epifanía, de manifestación de Dios a través de Jesús. Se nos invita a ahondar en Jesús, ese judío que vivió hace dos mil años, con capacidad para erradicar de nosotros lo que nadie puede erradicar, el pecado, y para hacernos libres en lugar de esclavos, otorgándonos la dignidad y plenitud que el pecado nos roba. Jesús es el Hijo de Dios.
La erradicación del pecado pasa por la muerte de Jesús. Tremendo, pero cierto. Misterioso, pero real. Jesús es el Cordero de Dios.
De todos los acercamientos posibles a Jesús, el realmente completo es el que descubre en él al Cordero y al Hijo.
Vamos descubriendo a Jesús porque no lo conocemos de antemano. Al ir descubriéndolo, nos convertimos en testigos suyos ante los demás.

ALBERTO BENITO
alberto@dabar.net


NOTAS PARA LA HOMILIA

“Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él…yo lo he visto”.
Cuando Jesús de Nazaret fue bautizado por Juan, experimentó algo definitivo que marcó su vida futura. El evangelista Juan nos refleja la fe de la primera comunidad cristiana en este crecimiento interior de Jesús al salir de las aguas del Jordán. Testigo inmediato del hecho fue Juan, el que acababa de bautizarle. Él tuvo el privilegio de ser testigo de la bajada del Espíritu sobre Jesús en aquel acontecimiento.

Al comenzar la catequesis que la liturgia nos ofrece en estos domingos llamados del tiempo ordinario, nos presenta a Juan y a Jesús en este acontecimiento como estampa fundamental de nuestra fe.
Según la composición del hecho que el evangelista redacta, Juan es testigo de los dos extremos que los cristianos hemos de conjugar en la persona de Jesús de Nazaret. Juan Bautista se sorprendió al verle en la fila de pecadores que le pedían el bautismo como signo de su actitud de conversión preparatoria del Reino de Dios. Para el evangelista Juan es la confesión de fe en su humanidad, como miembro de nuestra clase pecadora. Pero al mismo tiempo Juan Bautista es testigo de la presencia singular y plena del Espíritu de Dios en este hombre Jesús.

Este Espíritu conducirá en adelante a Jesús en todos sus pasos, de una manera inseparable de su humanidad. Su voz declarará los misterios de Dios Padre, su obrar curará a los enfermos y calmará la naturaleza embravecida; sus manos limpiarán toda mancha y hasta levantaran de la muerte ; su mirada infundirá esperanza a los excluidos de la sociedad; su saliva abrirá los ojos de los ciegos; la orla de su manto curará lo que ningún médico fue capaz de sanar; su costado abierto regará de gracia el mundo entero.

Aunque la historicidad de estos hechos es muy discutible y nula en ciertos casos, su narración es el cauce transmisor de la fe apostólica en la medida que su capacidad cultural y literaria se lo permitía. Nos hablan del misterio de la encarnación: Jesús de Nazaret fue humano como nosotros y Dios ha estado presente en él de una manera singular, única y misteriosa que sólo por la fe alcanzamos a ver de alguna manera. Los dos extremos, tanto su humanidad como su divinidad, son constitutivos de su persona.

Por eso es nuestro Salvador para nosotros y para todos los que crean en él. La Buena noticia es que “de su plenitud todos nosotros hemos recibido: un amor que responde a su amor”. Juan 1, 16. “Lo que hemos oído, lo que han visto nuestros ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos acerca de la Palabra, que es la vida, -porque la vida se ha manifestado, la hemos visto, damos testimonio y os anunciamos la vida definitiva, la que se dirigía al Padre y se ha manifestado a nosotros-…os lo anunciamos también a vosotros”. 1 Juan 1, 1-3. Creer este anuncio de vida definitiva en Jesús es el sentido de nuestra fe, la que nos da luz en medio de las tinieblas de hoy y de ella sacamos esperanza, ilusión y creatividad.

LORENZO TOUS
lorenzo@dabar.net


PARA CONSIDERAR Y REFLEXIONAR EN GRUPOS

Y yo lo he visto, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios
(Jn 21, 34)

Preguntas y cuestiones
El hecho de que Jesús de Nazaret fuese humano como nosotros, ¿qué aporta a mi fe en él? Consigo convencerme de que su humanidad es la base segura para yo sentirme comprendido y querido por Él ? ¿No he asimilado del todo el hecho de la encarnación de Dios en Jesús de Nazaret?
Jesús recibió el don del Espíritu que le poseyó plenamente, ¿Lo pido al Padre y me dejo poseer por el mismo Espíritu? ¿Qué medios he de poner para conseguirlo?


PARA LA ORACION

Ilumina, Señor, nuestros ojos para que podamos contemplar con gozo los misterios de Jesús, el enviado por Ti para salvarnos.
Que al escuchar tu Palabra sintamos enardecerse nuestro corazón para seguirle.
Tu Espíritu, Padre, que bajó sobre Jesús al salir del rio Jordán, baje también sobre todos nosotros y nos renueve a imagen y semejanza de Él.
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Sobre este altar, junto a las ofrendas sagradas, ponemos también nuestros diferentes caminos por los que deseamos seguir a Jesús.
La sencillez del pan y el vino no son obstáculo para que tu Espíritu los transforme en signo sacramental de la presencia gloriosa de tu Hijo Jesús.
Que nuestra pobreza, Señor, tampoco sea impedimento para que tu Espíritu nos ayude a ser discípulos fieles de Jesús y testigos contagiosos de su mensaje.
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Gracias, Padre, por la condescendencia que has tenido con nosotros, los hombres.
En Jesús de Nazaret te has acercado tanto a nosotros, que tu cercanía nos abruma; nos sentimos pequeños y pobres ante su grandeza, pero por esto mismo deseamos conocerle y seguirle con fidelidad.
Tu nos envías tu Espíritu, el que se posó sobre él al salir del rio Jordán y que ahora, gracias a su salvación, está en nuestros corazones, viene en ayuda de nuestra flaqueza y grita con palabras inefables.
Este Espíritu nos hace hijos tuyos y nos llena de ánimo y de luz.
Este mismo Espíritu ha resplandecido en las obras de los testigos del Evangelio que a lo largo de los siglos hasta nuestros días ,manifiestan a los hombres la salvación.
Algunos están entre nosotros como referentes que nos conducen a Jesús, otros ya están contigo en la gloria eterna.
Con todos ellos y con todos los hombres que creen en la paz, la justicia y el amor, queremos alabarte con gozo y gratitud.
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Gracias, Padre, por la luz que tu Espíritu nos ha regalado en esta celebración.
Esta luz ya es para nosotros una seguridad que nos confirma en el camino.
Queremos que resplandezca en nuestra vida de cada día, para que nuestros días encuentren en Jesús su sentido y nuestras obras contagien la salvación que estamos recibiendo.
Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor.


LA MISA DE HOY

MONICIÓN DE ENTRADA
Bienvenidos, hermanos, a celebrar juntos el día del Señor. Estamos en los comienzos del llamado “tiempo ordinario”, a lo largo del cual las lecturas de la misa nos guiarán en el conocimiento del mensaje de Jesús. En su palabra encontraremos la luz y la fuerza para seguirle como discípulos en medio de nuestro mundo. Dispongámonos, pues, con fe y piedad a celebrar juntos nuestra fe.

SALUDO
El Espíritu de Dios que descendió sobre Jesús, esté con todos vosotros.

ACTO PENITENCIAL
Imploremos la gracia de Dios para que quedemos limpios de todas nuestras maldades.
- Nos reconocemos necesitados de tu luz para conocerte. Señor, ten piedad.
- Tu misterio nos desconcierta. Señor, auméntanos la fe. Cristo, ten piedad.
- Nos frena la ignorancia y la comodidad. Señor, ten piedad.
Escucha, Padre, la confesión de los que nos sentimos lejos de ti. Danos tu gracia para que alcancemos la salvación que nos ofreces en tu Hijo Jesús. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor.

MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA
El profeta Isaías pone en boca del mismo Dios la presentación de su siervo, el que envía para que su salvación alcance hasta el confín de la tierra.

SALMO RESPONSORIAL (Sal 39)
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Yo esperaba con ansia al Señor; él se inclinó y escuchó mi grito; me puso en la boca un cántico nuevo, un himno a nuestro Dios.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído; no pides sacrificio expiatorio; entonces yo digo: «Aquí estoy».
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Como está escrito en mi libro: «Para hacer tu voluntad». Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en mis entrañas.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
He proclamado tu salvación ante la gran asamblea; no he cerrado los labios: Señor, tú lo sabes.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

MONICIÓN A LA SEGUNDA LECTURA
San Pablo en el comienzo de esta carta primera a los corintios ,resume los elementos esenciales de cada iglesia local y de la comunidad cristiana universal.

MONICIÓN A LA LECTURA EVANGÉLICA
El evangelio de hoy es la presentación que Juan, el precursor, hace de Jesús al pueblo de Israel. Sus palabras nos introducen en esta nueva etapa del año litúrgico, dándonos el fundamento de nuestra fe, el misterio de Jesús, tan humano y tan poseído por el Espíritu.

ORACIÓN DE LOS FIELES
Conscientes de nuestras necesidades y de la situación de nuestro mundo, imploremos de la bondad de Dios los dones de su gracia. Respondamos: Ayúdanos, Señor.
- Señor, muéstranos al Padre y nos basta. Oremos.
- Señor, no sabemos a dónde vas y no conocemos el camino. Oremos.
- Señor, que tu Espíritu venga en ayuda de nuestra flaqueza. Oremos.
- Señor, queremos ir detrás de ti para tener la luz de la vida. Oremos.
- Señor, revélanos tus cosas porque no somos sabios, sino pequeños. Oremos.
- Señor, nuestros hermanos están enfermos y algunos ya murieron. Oremos.
- Señor, queremos ir a ti porque estamos cansados y agobiados. Oremos.
- Señor, somos todos unos pobres malheridos pero confiamos en ti. Oremos.
- Señor, desde el paraíso de tu gloria, acuérdate de nuestros difuntos. Oremos.
Oración: Padre, tu conoces mejor que nadie las necesidades del mundo y las nuestras. Derrama abundantemente tu misericordia sobre nosotros y sobre todos los hombres. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor.


CANTOS PARA LA CELEBRACION

Entrada. Juntos cantando la alegría (1CLN-210); Tan cerca de mí (disco “Baja a Dios de las nubes” de Luis Alfredo); Himno a Jesucristo (disco “12 Canciones religiosas y litúrgicas para el s. XXI); El Espíritu de Dios hoy está sobre mí; El Señor es mi luz (de Taulé).
Salmo. LdS.
Aleluya. Canta aleluya al Señor; Aleluya (disco “Dios es amor”).
Ofertorio. Amigo, tú vendrás (CB); Al altar donde tú vienes (disco “15 Cantos para la Cena del Señor”).
Santo. De Palazón; o 1CLN-I 2.
Cordero de Dios. De Aragüés; o el de difuntos.
Comunión. Altísimo Señor; Donde hay caridad y amor; El Señor nos invita junto a su mesa (disco “15 Cantos para la Cena del Señor”); Oh, Señor, delante de Ti.
Final. Oh, Dios, tú mereces un himno en Sión (1CLN-509).



Director: José Ángel Fuertes Sancho •Paricio Frontiñán, s/n• Tlf 976458529 Fax 976439635 • 50004 ZARAGOZA
Tlf. del Evangelio: 976.44.45.46 - Página web: www.dabar.net - Correo-e: dabar@dabar.net

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WebJCP | Abril 2007