LUGAR DE ENCUENTRO DE LOS MISIONEROS DE TODO EL MUNDO
MISIONEROS EN CAMINO: Evangelio Misionero del Dia: 26 de Enero de 2011 - III SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO A
NO DEJES DE VISITAR
www.caminomisionero.blogspot.com
El blog donde encontrarás abundante material para orar y meditar sobre la liturgia del Domingo. Reflexiones teológicas y filosóficas. Videos y música para meditar. Artículos y pensamientos de los grandes guías de nuestra Iglesia y Noticias sobre todo lo que acontece en toda la vida eclesial
Fireworks Text - http://www.fireworkstext.com
BREVE COMENTARIO, REFLEXIÓN U ORACIÓN CON EL EVANGELIO DEL DÍA, DESDE LA VIVENCIA MISIONERA
SI DESEAS RECIBIR EL EVANGELIO MISIONERO DEL DÍA EN TU MAIL, DEBES SUSCRIBIRTE EN EL RECUADRO HABILITADO EN LA COLUMNA DE LA DERECHA

martes, 25 de enero de 2011

Evangelio Misionero del Dia: 26 de Enero de 2011 - III SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO A


Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 4, 26-34

Jesús decía a sus discípulos:
«El Reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra: sea que duerma o se levante, de noche y de día, la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra por sí misma produce primero un tallo, luego una espiga, y al fin grano abundante en la espiga. Cuando el fruto está a punto, él aplica en seguida la hoz, porque ha llegado el tiempo de la cosecha».
También decía: «¿Con qué podríamos comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola nos servirá para representarlo? Se parece a un grano de mostaza. Cuando se la siembra, es la más pequeña de todas las semillas de la tierra, pero, una vez sembrada, crece y llega a ser la más grande de todas las hortalizas, y extiende tanto sus ramas que los pájaros del cielo se cobijan a su sombra».
Y con muchas parábolas como estas les anunciaba la Palabra, en la medida en que ellos podían comprender. No les hablaba, sino en parábolas, pero a sus propios discípulos, en privado, les explicaba todo.

Compartiendo la Palabra
Por CELAM - CEBIPAL

El evangelio de hoy nos presenta dos bellísimas parábolas relacionadas con la vida que crece desde dentro y, como dice una de ellas, sin que ni siquiera nos demos cuenta.

La primera nos presenta un sembrador que arroja la semilla en la tierra. El tiempo transcurre ritmadamente y ya sea que el sembrador descanse o trabaje (noche y día) la semilla brota y crece sin que él sepa cómo.

Es esa confiada certeza de que la semilla, con buenas condiciones, irá creciendo lenta pero seguramente y para esto no es necesario que el hombre se de cuenta. La semilla que crece, el Reino, es esa Palabra de la cual ya nos había hablado Isaías, que no regresa a Dios sin que haya dado su fruto. (Cf Is 55,10-11).

El texto nos recuerda que toda Palabra sembrada no da fruto automáticamente sino que realiza un proceso, un proceso lento: “Primero hierba, luego espiga, después trigo abundante en la espiga (28). Si no hay un proceso no se puede garantizar un cambio. Sólo cuando se han dado unos pasos concretos, como nos dice la parábola, sólo así se podrá estar listo para la siega porque el fruto será abundante y de buena calidad.

La segunda parábola también nos habla de semilla y de crecimiento. Esta vez el Señor nos quiere hacer notar la desproporción entre la diminuta semilla y la majestuosidad del árbol que llega a ser. Se trata de la fuerza generadora de la vida que posee la Palabra.

El resultado de la siembra de una semilla tan pequeña es un gigantesco árbol que se hace nido para las aves. Toda Palabra de Dios que germina en nosotros nos hace “habitables”, primero por Dios mismo y luego por nuestros semejantes, así como las aves del cielo que fijan su morada en el árbol.

En la primera parábola el resultado es una cosecha abundante, es decir trigo que sirve para alimentar a muchos, para satisfacer una necesidad básica. En la segunda, el gran árbol ofrece vivienda a las aves, se hace casa, satisface otra necesidad básica. Dos grandes lecciones para todo seguidor de Jesús: hacerse pan partido y casa de puertas abiertas para los demás.


Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón.

1. ¿En qué sentido Jesús compara el Reino de los Cielos con la semilla?

2. ¿Qué frutos ha producido en mi la semilla de la Palabra de Dios que el Señor siembra en mí?

3. Como familia o comunidad, ¿Qué estamos haciendo y qué podemos hacer para transformarnos en alimento y casa para los demás? (familiares, vecinos, amigos etc.)

0 comentarios:


WebJCP | Abril 2007